Pedro de Alvarado
Nació en Badajoz, Extremadura, España, en 1485; murió en la Barranca de Yahualica, Jalisco, en 1541. De su infancia y años juveniles no se tiene noticia cierta. Sí se sabe que pasó a la Española (Santo Domingo) en 1510 en compañía de sus cinco hermanos y de ahí a Cuba, en donde se dedicó a labores del campo. Participó en la expedición de Juan de Grijalva al litoral del Golfo de México y en 1519 en la conquista de México, distinguiéndose por su bravura y audacia, su avaricia y crueldad con los indígenas, y su gallardía y buen parecer. “Fue de un lindo aire a pie y a caballo”, según dice de él el cronista Garcilaso de la Vega, y por el color rubio de su cabellera y barba, los indígenas le llamaron Tonatiuh, es decir, Sol, o Hijo del Sol, por lo cual lo admiraron y temieron, y, a la postre, lo odiaron. Fue uno de los capitanes más destacados en la hueste de Cortés. Durante 5 años participó con él en aventuras guerreras, en el trato con los indígenas y en la organización de ayuntamientos (Villa Rica, Tepeaca, México). Su crueldad y desprecio por los naturales quedó patente en numerosas ocasiones, muy particularmente en las matanzas de indios indefensos en Cholula y en el Templo Mayor de México-Tenochtitlan, en ausencia de Cortés. Este último hecho precipitó el regreso de Cortés a la ciudad, la muerte de Moctezuma II, la huida de los españoles por la calzada de Tlacopan y su derrota en la Noche Triste o Noche Tenebrosa como la llama el cronista Bernal Díaz del Castillo. En ella estuvo a punto de perder la vida ante el furioso ataque a la retaguardia que comandaba.
Distinguiose en el sitio y caída de Tenochtitlan (13 de agosto de 1521), como capitán de la fracción que atacó por el lado noroeste (La Lagunilla y Tlatelolco), donde se libraron los combates más recios.
De 1523 a 1526 realizó la conquista de Guatemala, desplegando enorme crueldad con los indios cakchiqueles. Regresó a México a fines de 1526, y en 1527 fue a España a reclamar la gubernatura del territorio recién conquistado. Allí casó y obtuvo el título de adelantado y el cargo de gobernador de Guatemala. Muerta su esposa Francisca de la Cueva, nieta del duque de Alburquerque, retornó a España a desagraviarse ante la Corte de numerosas imputaciones, y a contraer nupcias con Beatriz, hermana de la anterior. En 1538 se le confirmó en la gubernatura de Guatemala, a donde llegó nuevamente en 1539, para organizar una expedición al Mar del Sur (Océano Pacífico), durante la cual tocó las costas de Jalisco. A petición del virrey Antonio de Mendoza, acudió con su tropa a pelear contra los caxcanes y tecos en la gran rebelión de 1540. Al subir la Barranca de Yahualica, en territorio de Jalisco, el escribano Baltasar de Montoya rodó con su cabalgadura y arrolló en su caída a Alvarado, dándole en el pecho un golpe tan fuerte que no duró sino 3 días y expiró el 4 de julio de 1541.
Dos cartas-relaciones se conocen salidas de su pluma. La primera fechada en Utatlán el 11 de abril de 1524, y la segunda en Santiago el 18 de julio de ese año. Son los únicos testimonios presenciales de la conquista de Guatemala, aun cuando hay noticia de una Historia hecha por Gonzalo de Alvarado, según escribió Bernal Díaz del Castillo.
Las cartas-relaciones están escritas en castellano claro y comprensible, usando un leguaje popular. Hace hincapié en que se desenvuelve en un terreno virgen, inhóspito y peligroso, arriesgando a cada paso la vida; y tiene, al igual que los demás relatos de los soldados-cronistas, un cierto sabor sociológico, al narrar las costumbres, las creencias y la manera de guerrear de los indígenas. Ambas cartas fueron enviadas a Cortés, quien las anexó a manera de apéndice en la Cuarta relación (Toledo, 1525) que envió a Carlos V. El bibliógrafo español Andrés González de Barcia las incluyó en su obra Historiadores Primitivos de Indias (Madrid, 1749), con el título de Relación hecha a Hernán Cortés refiriéndose a las guerras de Chapolutlan, Checialtenango y Utatlán. Volvieron a imprimirse por Rivadeneira (Madrid, 1852), por Juan de Gavarrete en el Boletín de la Sociedad Económica (Guatemala, C.A., 1874), por A.W. Kuntz (Guatemala, 1913), con prólogo del licenciado Jorge Granados (Guatemala, 1934), y como apéndice del libro Don Pedro de Alvarado de Francisco Hernández del Castillo (1945). Hay traducciones de esas cartas relaciones al italiano, francés, inglés y alemán.
(Tomado de: Enciclopedia de México)
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