El 26 de marzo de 1969 B. Traven murió en su casa de la ciudad de México. El 19 de abril, en cumplimiento de su último deseo, su viuda, Elena Luján, esparció las cenizas del novelista sobre la selva próxima a Ocosingo, Chiapas, escenario de su libro La rebelión de los colgados. A fines de aquel año aparecieron sus Obras escogidas en dos tomos, con un prólogo de Luis Suárez. En 1966 Suárez había publicado en la revista Siempre! La única entrevista que concedió Traven.
A pesar del gran número de libros y artículos dedicados a aclarar el misterio de B. Traven, su identidad aún no lleva a establecerse con precisión. Él se empeñó en borrar a su persona para que sólo existieran sus obras, y dijo:
"Lo importante del escritor son sus libros, no su vida... Mi trabajo es lo importante,: yo no lo soy; solo soy un trabajador común y corriente."
Con base en las informaciones disponibles, podemos aventurarnos a intentar una nota biográfica. B. Traven nació en 1890, en Chicago, hijo de padres suecos y noruegos que lo llamaron Traven Torsvan Croves. A los 11 años se embarcó y recorrió el mundo como grumete y fogonero de barcos mercantes. Su experiencia marítima quedó en su primera novela, El barco de los muertos. En su casa mexicana muchos años después todos lo llamaban "Skipper" (capitán).
Había 1910 se presentó como actor en la ciudad alemana de Essen, asiento de las fábricas Krupp, que produjeron armas para los dos conflictos mundiales. Aunque no existen datos al respecto, es probable que Traven haya participado en la Guerra Mundial de 1914, cuando el futuro escritor tenía 24 años.
Reapareció en la Alemania de 1918, sacudida por la revolución de Rosa Luxemburgo. Fundó una revista política llamada El ladrillero y dio a conocer su primer libro, Cartas a la señorita X. Por entonces firmaba con el seudónimo de Ret Marut.
Cayó prisionero y estuvo a punto de morir. Logró escapar a Bélgica y llegó a Tampico en 1922. Trabajó en los campos petroleros y recorrió los caminos de la Sierra Madre Oriental. Allí nació su amor hacia el país que escogió como suyo. Traven solía decir:
"Los mexicanos son los mejores hombres de la tierra. En ningún sitio del mundo hay seres iguales. Nunca me preocupé por el dinero que no tenía en esos tiempos. Porque cada choza era tan acogedora como mi propia casa."
Lo que vivió y observó como obrero del petróleo, pizcador de algodón, leñador y gambusino, fue el material de libros que se han leído en todo el mundo, como La Rosa Blanca, El tesoro de la Sierra Madre, Salario amargo.
En 1930 llegó a la ciudad de México un fotógrafo norteamericano llamado simplemente Torsvan, a quien nadie identificaba con el autor de la ya famosa novela El barco de los muertos. Torsvan se inscribió en la Universidad Nacional, viajó a Palenque y, apasionado por el mundo indígena, se internó en la selva chiapaneca y llegó al entonces inexplorado Bonampak.
El fruto de aquellos años en el sur de México es tan importante o más que el producto de la época que pasó en el norte: La rebelión de los colgados, La carreta, Traza, Gobierno, Macario, El general, Tierra y libertad, Hacia el imperio de la caoba. Traven tomó la defensa de los indígenas y campesinos contra todos sus explotadores. El crítico Manuel Pedro González fue el primero en pedir que se considerara a Traven un escritor mexicano por la ternura, la vehemencia, la indignación y comprensión con que penetró en el drama de los sectores más numerosos e importantes de nuestra sociedad.
En 1948 Luis Spota logró encontrar a Traven en Acapulco y dio a conocer en la revista Hoy fotos en que el novelista aparecía de espaldas. Traven se convirtió en Hal Croves, guionista cinematográfico y "representante" del autor de La Rosa Blanca. En 1951 se naturalizó mexicano y en 1957 se casó con su traductora, Elena Luján. Que Croves era el único y verdadero Traven no era un enigma para sus amigos más íntimos, aunque sí para el público lector.
Como en Alemania se publicó un libro en que se decía que Traven estaba muerto y un grupo de gente se beneficiaba ilegalmente con sus derechos de autor, él decidió conceder la entrevista de 1966 a Luis Suárez. Así demostró que Ret Marut, Torsvan, Hal Croves y B. Traven eran la misma persona.
Aunque no escribió en español, B. Traven tiene un lugar único en la literatura mexicana por los temas de sus libros y, sobre todo, porque no lo hizo parte de nuestra tierra el azar sino su libre y apasionada elección.
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