Viajar sobre el lomo de las olas marinas es sensacional y ha dado lugar al "surfing", uno de los deportes más bellos y espectaculares que se conocen.
La acción se inicia cuando el nadador coloca su "tabla" o deslizador en la cresta de una alta ola y la va jineteando durante todo su raudo, espumoso y atronador viaje hacia la playa.
Por supuesto, el emocionante vértigo dura más tiempo mientras más larga y alta es la ola. Hawaii era la meca mundial de este deporte, hasta que alguien descubrió una playa llamada Matanchén, en Nayarit. Hacia ella baja actualmente, en número creciente cada día una corriente de "surfistas" procedentes de la costa estadounidense del Pacífico. Las playas de Matanchén y, en especial sus larguísimas olas de tres y cuatro metros de altura, satisfacen al más exigente fanático... y están varios miles de kilómetros más cercanas.
Dicen los expertos, en la principal publicación norteamericana dedicada al surfing, que "...Matanchén es el mejor descubrimiento en los últimos diez años, y México es para el surfista un mundo aparte, sobre todo un mundo muy personal".
Como resultado, la fotografía y la cinematografía logradas aquí no tienen paralelo, y el espectáculo es hermosísimo; de pie sobre su realizador, el surfista va recorriendo hasta un kilómetro y medio, toda la comba cascada bajo el rizo que está a punto de desplomarse y luego, ganando la carrera, va deslizándose por delante del desplome de varias toneladas de mar.
¿Y el paisaje?: tonos pastel bajo un sol de fuego que se diluye en la quietud de la costa. Sólo se mueven y se oyen las rompientes interminables. Ciertamente es un mundo muy personal. El lugar se llama Matanchén y está a seis kilómetros al sur de San Blas, Nayarit. ¿Había oído usted de sus olas de kilómetro y medio?
(Tomado de: Harry Möller - México Desconocido. Injuve, México, D. F., 1973)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario