“Históricamente, la Revolución Mexicana se venía gestando desde la celebración en febrero de 1901, del Congreso Liberal, convocado por el Club Liberal Ponciano Arriaga, de San Luis Potosí, presidido por el ingeniero Camilo Arriaga. De este Congreso salieron los principales precursores que organizaron el movimiento armado de 1906, como Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Librado Rivera, etcétera: movimiento que tenía como bandera el programa acordado por la junta organizadora del Partido Liberal Mexicano y fechado el 1° de julio del propio año de 1906.” En efecto, perseguidos tenazmente por la policía, acosados por todo el aparato de represión del porfiriato, algunos de los miembros de los antiguos grupos liberales convocados por el Club Ponciano Arriaga se refugiaron en los Estados Unidos, en donde, burlando también la acción de la policía yanqui, instalaron la junta organizadora del Partido Liberal Mexicano.
Actuaron, Como dirigentes de esa junta, Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Enrique Flores Magón, Librado Rivera, y Manuel Sarabia. Y en el Manifiesto a la nación dado a luz por los organizadores del partido liberal se expresaron los objetivos que el propio partido perseguía: “El partido liberal lucha contra el despotismo reinante en nuestra patria, y seguro como está de triunfar al fin sobre la dictadura, considera que ya es tiempo de declarar solemnemente ante el pueblo mexicano cuáles son, concretamente, los anhelos que se propone realizar cuando logre tener la influencia que se pretende en la orientación de los destinos nacionales.” Aprobado, el programa del Partido Liberal Mexicano, propuso: establecer la jornada de trabajo de ocho horas y elevar el estándar de vida de las clases trabajadoras. Reglamentar los servicios domésticos y el trabajo a domicilio. Garantizar el tiempo máximo de trabajo y el salario mínimo. Evitar el trabajo a personas menores de catorce años. Obligar a los patronos a crear condiciones de trabajo higiénicas de vida para los trabajadores, y a resguardarlos de peligros. Establecer indemnizaciones por accidentes de trabajo. Evitar que los patrones pagaran en otra forma que no fuera con dinero en efectivo. Suprimir las tiendas de raya. Prohibir las multas a los trabajadores, así como los descuentos a su jornal; o bien que le fuera retardado el pago de éste por más de una semana, o que se le negara el pago inmediato de lo devengado al que se separara de su trabajo. Obligar a las empresas y negociaciones a utilizar una mayoría de mexicanos como empleados, y a no diferenciar, en el pago de sueldos, a los extranjeros de los nacionales.
Menos justo que en materia obrera, lo fue en materia agraria el programa del partido liberal, puesto que olvidado de que lo fundamental de las actividades revolucionarias radicaba en la necesidad de acabar con los grandes latifundios y las haciendas en manos de nacionales y extranjeros, se conformó con proclamar el deber, para los propietarios de la tierra, de hacerla productiva, recomendando que el Estado recobrara la que no fuera objeto de producción a fin de repartirla entre quienes quisieran cultivarla, siempre con la obligación de no venderla; para que la diera a los mexicanos que desearan repatriarse con afanes agrícolas, fijando el Estado mismo la extensión a que tuvieran derecho. Además, sugirió también, que al triunfo del partido liberal, se confiscaran “los bienes de los funcionarios enriquecidos bajo la dictadura actual y lo que produzca se aplicará al cumplimiento del capítulo de tierras, especialmente a restituir a los yaquis, mayas, y otras tribus, comunidades o individuos, los terrenos de que fueron despojados”.
En el aspecto religioso exigió el estricto acatamiento a las leyes de Reforma. Y en cuanto al problema educativo, se pronunció en favor de la enseñanza laica y el adiestramiento, con la práctica en los talleres escolares, del ejercicio manual.
Con todo lo que de contradictorio y débil posee este programa, debe considerarse como el primer esfuerzo serio, coordinado, de los grupos oposicionistas, en su lucha contra el gobierno del general Díaz. Para explicarse estas contradicciones, hay que tener presente el espíritu pequeño burgués de los componentes del Partido Liberal Mexicano, su origen anarco-sindicalista y su extracción liberal clásica. Mas a pesar de estas limitaciones, el Partido Liberal Mexicano tuvo una gran influencia en la preparación de los ánimos y de la acción del pueblo contra la dictadura porfiriana. Pero su influencia no se detuvo allí, sino que rebasando los límites del tiempo, se hizo sentir, luego, en el pensamiento de los legisladores que en el constituyente de 1917 plasmaron, de un modo categórico, las aspiraciones más elementales de los obreros, de los campesinos, y del pueblo mexicano en general.
Pasando a vías de hecho y poniendo la teoría en práctica, el Partido Liberal Mexicano dirigió los movimientos huelguísticos más importantes de la primera década del siglo presente [siglo XX], así como los levantamientos campesinos que durante este mismo tiempo estallaron aquí y allá.
(Tomado de: Mancisidor, José - El fin del Porfiriato. Cuadernos Mexicanos, año I, número 41. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)
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