Como lo indica el primer nombre de este instrumento se caracterizó por contar sólo con una cuerda que, de tripa o metal, de un botón de la base a una clavija de la cabeza, es tensada a lo largo de una caja piramidal prolongada; la cuerda se apoya en un puente sobrepuesto en la tapa que tiene una especie de pata lateral apenas apoyada, de manera que al ejecutar sonidos armónicos en la cuerda, vibra el puente por simpatía en la tapa emitiendo un peculiar timbre nasal; no debe confundirse este cordófono de frotación con un tipo de clavicordio -cordófono de cuerda percutida en marco-, el que cuenta con una sola cuerda, por lo que se le ha llamado también monocordio.
La trompeta marina fue introducida en la Nueva España, durante los dos primeros siglos de la Colonia bajo el cobijo religioso, por lo que su escasa mención y representación ideográfica se limita a cargos de músicos de capilla, reglamentos de construcción, referencias utilizadas en ceremonias católicas y su representación en ornamentos, aunque muy escasa como uno de los ángeles músicos que ejecuta una trompeta marina que sirve como decoración en uno de los órganos de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Otro aspecto derivado del ámbito religioso con respecto a este instrumento, es su permanencia aún después de la Colonia, debido a la influencia que ejercieron misioneros en culturas indígenas, como la versión Seri de caja escarbada, o la Apache, con la caja a partir de un quiote de agave silvestre, puesto que en los ámbitos hispanos decayó rápidamente.
(Tomado de: Contreras Arias, Juan Guillermo. Atlas Cultural de México. Música. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1988)
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