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Ignacio de la Llave (1818-1863)
Se había acostumbrado a la rebelión. Desde los 26 años, su vena liberal lo impulsó a luchar contra el régimen de Antonio López de Santa Anna. No pasó mucho tiempo para que volviera al campo de batalla a pelear contra la invasión estadounidense en el estado que lo vio nacer: Veracruz. Después vino la Revolución de Ayutla y en Orizaba, su ciudad natal, se levantó en armas. La voracidad del tiempo en el que le tocó vivir le dio poco descanso, pues se mantuvo activo durante la Guerra de los Tres Años combatiendo a los conservadores. Pero ningún enemigo como el ejército francés del que ahora era prisionero.
Ignacio de la Llave era querido en su estado. El abogado ya había gobernado Veracruz en dos ocasiones, la primera de 1855 a 1856 tras el triunfo de la Revolución de Ayutla; y la segunda, varios años después, entre 1861 y 1862. Además de entablar leyes liberales, había decidido trasladar los poderes estatales hacia Jalapa.
Pero su popularidad era fuerte, incluso en los círculos políticos del centro del país. Su republicanismo había sido reconocido por Comonfort y Juárez, de cuyos gobiernos fue secretario de Gobernación en distintas etapas. Su trascendencia era tal que la cartera de Guerra y Marina también había sido suya de septiembre de 1860 a enero de 1861, antes de volver a su tierra.
La Intervención Francesa, sin embargo, fue un reto al cual no podía dar la espalda. Desde su gubernatura mandó fortificar el camino de Veracruz a Jalapa por donde habría de transitar el ejército invasor con severas dificultades. Sin embargo, la obligación de don Ignacio se encontraba no en la comodidad de la administración, sino en el ríspido camino de las armas. Por ello, se incorporó a las fuerzas de Jesús González Ortega, con quien participó en la defensa de Puebla en marzo de 1863. Sin embargo, la suerte parecía comenzar a cambiarle.
Pocos días después de la caída de Puebla (17 de mayo de 1863), De la Llave y González Ortega fueron capturados por tropas francesas. De inmediato, los invasores conscientes de la importancia de ambos personajes, decidieron remitirlos hacia Orizaba, en donde tendrían mayor control sobre ellos. Poco sabían que llevarlos a esa tierra sería su peor error.
Llegados a tierras veracruzanas fueron auxiliados por pobladores para escapar. El ímpetu de De la Llave le convenció de alcanzar a Juárez y su gabinete en San Luis Potosí con el propósito de continuar la lucha. Sin embargo, la traición le acompañaba. Los miembros de su escolta, al ver en su posesión varias onzas de oro, decidieron asaltarle. Don Ignacio salió gravemente herido de aquel triste suceso. Aún así, aguantó el trayecto hasta la hacienda del Jaral, en Guanajuato. Pero la guerra contra la muerte estaba decidida. El 23 de junio de 1863, el notable veracruzano perdió la vida.
(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008)
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