En mil ochocientos diez,
ora les voy a contar,
del que ha fundado la Hacienda,
fue don Manuel Gonduláin.
Por historieta diré,
tal vez no les diga nada,
antes que esto fuera Hacienda
esto era un rancho de cabras.
De esa fecha para acá
reinaban los gachupines;
cuando marchaban las tropas
al compás de los violines.
Pues de esa gente malvada
no me quisiera acordar;
porque sacaban al hombre
por la fuerza a trabajar.
Salió Valerio Trujano
de ese Huajuapan de León,
subió Manuel Gonduláin
y se dieron su atrancón.
Ese Manuel Gonduláin,
¡ah, qué suerte le tocó!,
que viéndose con Trujano
en Cuesta Blanca quedó.
¡Viva Valerio Trujano!,
señores, con su licencia,
¡viva nuestro cura Hidalgo!
que nos dio la Independencia.
¡Viva la Guadalupana!
¡Viva México ilustrado!
¡Vivan las ligas sociales!,
también los confederados.
Este versito nomás;
porque tal vez no me toque:
¡que viva Jesús Gontier
y también Francisco López!
Ya se acabó el padecer,
ya se acabaron las penas,
y rompimos esos lazos,
y rompimos las cadenas.
Pero ya voy recordando,
recorriendo mi memoria,
¡viva Valerio Trujano!,
el que nos cantó victoria.
Adiós, fieles compañeros,
adiós, queridos hermanos,
sólo les digo la historia
de ese Valerio Trujano.
(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)
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