Rubén Olivares: "voy a ser campeón del mundo"
Cuando Rubén Olivares, joven menudo de la Colonia Bondojo, se paró frente al tormentoso "Cuyo" Hernández para, más que pedirle, exigirle que lo entrenara porque quería ser campeón, la determinación y el hambre no lo dejaban en paz. Nadie esperaba que aquel muchacho de cara picada y dientes irregulares llegaría a ser uno de los mejores campeones de todos los tiempos.
"Cuando yo descubrí quién era -cuenta el propio Olivares- y qué cosa me iba a justificar en el mundo, o sea, que me encantaban los madrazos y que iba a vivir de ello, el "Chilero" Carrillo me mandó a adquirir mi equipo y luego, ya con mi equipo de boxeo, me fui directo a ver al "Cuyo" Hernández para decirle que yo iba a ser campeón del mundo, y [él] se cagó de risa; [...] el "Chilero" [...] me tomó por su cuenta y me empezó a enseñar los secretos del boxeo. Lo primero que hice fue sombra. El "Chilero" me decía: "siéntate", "muévete" [...] luego me dijo: "Vamos a empezar por el escalafón", o sea a caminar lento, muy lento, con tu expresión corporal bonita; nada de parecer un pinche Cuasimodo".
Rubén entró al boxeo en el año de 1963 y el "Chilero" lo entrenó para las Olimpiadas de Tokio, de lo cual el "Cuyo" ni siquiera se preocupaba. Ingresó a la selección y de los cuatro contrincantes con los que se eliminó , noqueó a tres pero Fernando Blanco le ganó, gracias a la viveza y la experiencia ganadas a través de mucho tiempo dedicado al boxeo amateur. Las cosas en el Comité Olímpico se resolvieron, como siempre, en la trastienda y por recomendación. Un tanto descorazonado, Rubén le preguntó al "Chilero" qué iba a pasar ahora. Carrillo lo inscribió en el Torneo de los Guantes de Oro de 1964. Ganó el torneo sorprendiendo a propios y extraños; los nocauts le creaban fama de destructor y aguantador. Llegó a la final con la mandíbula fracturada, pero aun así derrotó a Juan Mancilla.
La opinión de todo el mundo es que Rubén Olivares nació para ser campeón. Lo cierto es que sin haber ganado ningún campeonato nacional lo presentaron rápidamente como contendiente al campeonato mundial de los pesos gallos. El primer título que disputó fue contra Lionel Rosse, el 22 de agosto de 1969. Este australiano, llamado "El Canguro de Melbourne", era conocido como verdugo de mexicanos. George Parnassus fue quien concertó el encuentro en el Forum de Inglewood, en Los Ángeles, California, y causó mucha expectación entre los mexicano norteamericanos y los aficionados latinos radicados en Estados Unidos.
El resultado de este combate sorprendió a los expertos pues Olivares venció a Rosse en el quinto round con una bella combinación de golpes, cinco para ser exactos: un jab, un gancho izquierdo arriba, un gancho de derecha a la mandíbula, castigó al hígado con otro gancho izquierdo para rematarlo con la derecha a la quijada. El "Canguro" cayó como regla. En ese momento había nuevo campeón mundial de peso gallo. Rubén había cumplido su primer sueño y el hambre había amainado.
Las diabluras del "Púas"
Una vez alcanzado el campeonato ante Lionel Rosse, el "Púas" saltó a la categoría de ídolo nacional. La prensa lo acosaba. La televisión no dejaba de apuntarle con las cámaras. Los dueños de cantinas donde pasaba a"echar la copa" se anunciaban como amigos del campeón. Su hablar cantado y cantinflesco lo parodiaron los cómicos de la época hasta el cansancio. Nadie podía dejar de notar las "diabluras" del campeón. La prensa lo seguía en sus desmanes y sus declaraciones podían hacer que se vendiera una buena tirada de los matutinos deportivos.
Vinieron las primeras defensas y los nocauts se sucedían uno tras otro. A la par que su fama crecía, el gimnasio lo cansaba. Como resultado, el 16 de octubre de 1970 perdió el campeonato mundial a manos del aguerrido guanajuatense Chucho Castillo, a quien ya había vencido meses antes, en lo que sería la primera victoria por decisión de su carrera. La pelea por el campeonato fue cansada; se trabó en un toma y daca del que salió perdiendo el "Púas".
Se concertó la revancha. La decisión se la dieron al de la Bondojo, quien volvió a lucir el gran fajín de campeón. Defendió su título varias veces y de nuevo lo perdería contra el mexicano Rafael Herrera. La báscula empezó a girar al ritmo de su fama. Decidió entonces trasladarse a la división inmediata superior. Se eliminó con Art Haffey para disputar el campeonato pluma, que conseguiría venciendo al japonés Zensuke Utagawa. La fortuna le sonreía de nuevo pero sus correrías y pachangas no dejaban de aparecer en la prensa deportiva. Los líos con su manager, Arturo "Cuyo" Hernández, se hicieron públicos y las declaraciones fueron cada vez más fuertes.
Más tarde, peleó contra el nicaragüense Alexis Argüello. El combate se llevó a cabo en el patio preferido de Olivares, California. La pelea empezó con un "Púas" decidido a satisfacer a su público. Inteligente, se movía de aquí para allá, sin presentarle al nicaragüense un blanco fijo. Pero la porfía de Argüello y la confianza de Olivares llevaron el combate a un final inesperado. En el round 13 un gancho de izquierda del retador pescó al campeón, dejándolo derribado en la lona para recibir la cuenta fatídica.
Olivares volvió a hacer campaña entre los plumas para disputar, el 20 de junio de 1975 en California, el campeonato a Bobby Chacón. La pelea sólo duró dos rounds; en el primero pelearon cabeza con cabeza, golpe por golpe, sin marrullerías. Al comenzar el segundo round, la expectación creció entre el público: los jabs de Olivares laceraban la cara del campeón; se retiraron hacia las cuerdas, donde siguieron combatiendo tozudamente. Un cruzado de derecha depositó en la lona al campeón. Éste se levantó lentamente a la cuenta de ocho. El de la Bondojo se le fue encima con una andanada de golpes hasta derribarlo definitivamente.
Sin embargo, la carrera del famoso "Púas" había entrado en picada definitiva. En la primera defensa perdió contra el africano David Cottey por decisión dividida.
Después de esto su trayectoria continuó en zigzag, con más bajas que altas. Ya no sería nunca el mismo muchacho que empezó con el deseo de"comer con manteca", como había declarado a un periodista sorprendido por la franqueza y la seguridad del ídolo en ciernes.
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000)
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