La historia de las andanzas de Lorenzo
Boturini Benaduci en Nueva España parece ser el resultado del modo de sentir de
muchos novohispanos de las clases altas y de los patrones de gobierno de las
autoridades virreinales. Este caballero Boturini, nacido en Italia, vivió en
Viena por algún tiempo y, debido a que la corte de España ordenó, por guerra
entre España y Austria, que todos los italianos saliesen de los dominios
austríacos, pasó por Portugal y luego a España. Sin arraigo en ésta, aceptó
venir a Nueva España, en 1735, a gestionar el pago que la condesa de Santibáñez
cobraba en México como descendiente del emperador Moctezuma.
No se sabe por que razones el pasaporte y
la licencia para viajar al virreinato no cumplían todos los requisitos que
exigían las autoridades metropolitanas. Para salir de España no tuvo mayores
dificultades; éstas vendrían después. Llegó a México en febrero de 1736.
Como se recordará, en 1737 la Virgen de
Guadalupe fue proclamada patrona de la Ciudad de México, y la curiosidad de Boturini
se despertaría ante esta manifestación de fe popular. Se interesó por averiguar
el origen del culto a la imagen conservada en el Tepeyac. Dicen sus biógrafos
que anduvo buscando testimonios que documentaran la aparición a Juan Diego.
Durante ese tiempo no sólo recogió la tradición oral de la historia
prehispánica, sino también muchos otros documentos que han sido considerados
muy valiosos para conocer el pasado de México.
Mientras todo fue afán de satisfacer su
curiosidad de anticuario parece que no tuvo dificultades. Según los catálogos o
inventarios que existe de su colección, pudo reunir una considerable cantidad
de manuscritos y pinturas antiguas. Pero no paró allí su interés por las cosas
de Nueva España. Poseído de fervor guadalupano, quiso contribuir al mayor
esplendor de la Virgen, gestionando su coronación, para lo cual se acogía a la
gracia que concedía la basílica vaticana de Roma de que fueran coronadas
públicamente las imágenes "taumaturgas". Aquí ya entraba en terrenos
ajenos y no iba a poder actuar con independencia de los órganos de gobierno
colonial. La Audiencia de México pasó por alto la licencia que debía expedir el
Consejo de Indias para llevar a cabo la coronación, se mostró anuente a los
deseos de Boturini y le permitió seguir adelante con los preparativos. Estaba
Boturini recogiendo limosnas o donativos para costear la ceremonia cuando llegó
a Nueva España el virrey Fuenclara. Antes de llegar a la capital, en Jalapa se
enteró de lo que se proponía don Lorenzo. La desconfianza con que se miraba a
los extranjeros hizo que el virrey pidiera un amplio informe sobre la estancia
del italo-español. Inmediatamente fue llamado a comparecer ante el alcalde del
crimen y se le procesó. Fue acusado de ser extranjero y hallarse en el país sin
la debida licencia, de haber recogido donativos sin permiso, de haberse
atrevido a promover el culto de Nuestra Señora de Guadalupe siendo extranjero y
de haber tratado de poner en la corona de la Virgen otras armas que las del
rey. Fue puesto en prisión en febrero de 1743. Papeles, ropa y dinero le fueron
embargados y de todo el asunto se dio cuenta al rey.
Boturini se defendió enérgicamente durante
su proceso y logró demostrar su inocencia, pero el virrey juzgó que era mejor
alejarlo de Nueva España y dio orden para que saliera hacia España a principios
de 1744. Con trabajos llegó a Madrid, pues unos corsarios ingleses apresaron el
navío en que viajaba, le quitaron su equipaje y lo desembarcaron en
Gibraltar. De allí, a pie, se fue a España. Se presentó ante el Consejo de
Indias pidiendo que se le hiciera justicia y reclamando sus papeles. El rey
había mandado amonestar a los oidores de México por no cumplir con todos los
trámites en los negocios de Boturini, pero no encontró reprensible su interés
de anticuario. Accedió a recompensarlo por el trabajo que había realizado al
juntar los documentos y aprovechar sus conocimientos para que escribiera una
historia de los indios. Le concedió licencia de volver a México y le nombró
historiógrafo de Indias. Pero Boturini no vivió lo suficiente para gozar del
favor del rey. Se quedó en España y allá murió en 1751. Su famosa colección,
llamada Museo, quedó depositada en la secretaría de Cámara del virreinato.
Esos papeles, a los que se refieren
posteriores historiadores lamentándose de su pérdida, fueron utilizados por don
Mariano Veytia (Mariano José Fernández de Echevarría y Orcolaga, Alonso Linage
Veytia), criollo distinguido, abogado e historiador, nacido en Puebla de los
Ángeles en 1720. Su padre fue José de Veytia, oidor decano de la Real Audiencia
y primer superintendente de la Casa de la Moneda, y un tío abuelo, don José
Veytia Linage, autor de la célebre obra Norte de la Contratación de Indias.
Estudió en México, en donde obtuvo los grados de bachiller en artes, en 1733, y
en leyes, en 1736, y el título de abogado en 1737. Viajó extensamente por
Europa y visitó Jerusalém y Marruecos. Después de servir al rey en la
península, volvió a su patria, a la muerte de su padre, para ponerse al frente
de los negocios de la familia.
En Madrid tuvo estrecha amistad con
Boturini, a quien alojó en su casa. Allí escribió Lorenzo su libro Idea de una
nueva historia de la América septentrional y también allí fue donde Veytia
recibió las primeras ideas de las antigüedades mexicanas, que más tarde habían
de servirle para redactar su libro Historia Antigua de México.
Veytia dejó varios escritos inéditos, entre
otros una pequeña obra llamada Baluartes de México, en la que da noticia
de cuatro santas imágenes de Nuestra Señora, que se veneraban en cuatro
santuarios, a los cuatro vientos de México. De las cuatro, " la más
prodigiosa y que verdaderamente se lleva la admiración y asombro... es la de
Guadalupe ". Si se desconociera el lugar y la fecha de su nacimiento,
leyendo sus obras advertiríamos su amor y preferencia por la historia de los
indios, y podríamos determinar la época en que vivió y su nacionalidad.
(Tomado de: María del Carmen Velázquez - El
despertar Ilustrado. Historia de México, tomo 7, El despertar Ilustrado, Salvat
Mexicana de ediciones, S.A. de C.V., México,D.F., 1978)
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