Una corriente
política e ideológica: el magonismo. Una organización partidaria que llega a
ser de masas: el Partido Liberal. Una publicación que a lo largo de 18 años
instrumenta periodísticamente una política: Regeneración.
Son estos tres aspectos inseparables y complementarios, los que definen la
tendencia política de masa más radical, más deslindada y más coherente de las
que confluyen en la revolución de 1910-1917.
El magonismo,
el Partido Liberal y Regeneración son
los que lanzaron en 1903, por primera vez masivamente, las consignas
antirreeleccionistas que serían la bandera de la revolución maderista 7 años
después. Fue el magonismo, a través de la Junta Organizadora del Partido
Liberal, el que organizó los levantamientos armados de Cananea, Río Blanco,
Orizaba y Puebla. El programa del Partido Liberal de 1906 fue la plataforma de
reivindicaciones que formuló el contenido social del proceso revolucionario de
1910-17 e inspiró los principios fundamentales de la Constitución de 1917.
Desde 1900
hasta 1910, la conciencia antiporfirista de las masas iba cristalizando y
sistematizándose en torno a las denuncias, la propaganda y las posiciones
políticas de esta corriente, alrededor de la cual giraron decenas de periódicos
de oposición y cientos de grupos que denunciaban y combatían por todos los
medios a la tiranía. La participación del magonismo, su partido y su prensa, en
la creación de las condiciones subjetivas que antecedieron a la insurrección de
1910, fue fundamental tanto ne el terreno de la conciencia como en el de la
organización.
También el
estallido de la revolución y los primeros años de lucha estuvieron marcados por
el magonismo. A pesar del exilio y persecución de Ricardo Flores Magón y sus
colaboradores –que significaba el exilio de la Junta Organizadora del Partido
Liberal y de la redacción de Regeneración- los primeros meses del combate se
definieron por la presencia en el campo revolucionario de dos fuerzas y dos
políticas: el maderismo con su bandera estrechamente antirreeleccionista y el
magonismo enarbolando el programa liberal de 1906.
En los años
posteriores, a pesar de que los grupos de combate directamente controlados por
la Junta Organizadora del Partido Liberal se redujeron, desintegraron o sumaron
a otras corrientes o facciones, la influencia ideológica de las posiciones del
magonismo se extendió y consolidó y sus banderas programáticas y
reivindicaciones se transformaron en patrimonio común de todo el campo
revolucionario. Frecuentemente, cuando un planteamiento del Partido Liberal era
hecho suyo por las principales facciones revolucionarias, el magonismo había
pasado ya a posiciones más avanzadas y radicales.
A partir del
triunfo y consolidación en el poder del carrancismo, la corriente de Flores
Magón se vio reducida casi exclusivamente a la denuncia política a través del
periodismo revolucionario. Casi sola, se levantó todavía por unos años la voz
de Regeneración, desenmascarando lo
que para el magonismo fuera la traición a los intereses y a la lucha de las
masas campesinas y obreras durante casi 10 años. La revolución por la que propugnaba
el Partido Liberal había sido conducida a la claudicación y a la conciliación
con la burguesía y los terratenientes; las masas, que no vieron cumplidas sus
demandas fundamentales, se encontraban insatisfechas y en algunos casos se
mantenían en lucha. Pero sólo el magonismo fue capaz de racionalizar este
descontento, y en Regeneración se esbozaron los primeros análisis políticos de
lo que significaba el curso adoptado por el proceso revolucionario.
Forjador,
primero, de la política y las banderas programáticas de la insurrección que
habría de estallar en 1910, el magonismo se encargó después, en 1917 y 1918, de
hacer un primer balance de la lucha y declarar que la revolución se había
quedado a medio camino. Los últimos números de Regeneración, en 1918, se dedicaron a mostrar la necesidad e
inclusive la inminencia de un nuevo proceso revolucionario. La nueva
insurrección, sin embargo, se cuadraba entonces en el marco del ascenso de la
revolución mundial, a la que el octubre rojo de Rusia en 1917 había abierto las
puertas. A la tarea de bosquejar los caminos de esta nueva revolución y a
señalar sus síntomas en todo el mundo, dedicó Regeneración las páginas de sus postreros números.
(Tomado de: Armando
Bartra (Selección) - Ricardo Flores Magón, et al: Regeneración, 1900-1918.
Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas #88, Segunda Serie, México,
D.F., 1987)
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