“DATURA”: UN ALUCINÓGENO QUE PUEDE MATAR
EXISTE otra planta alucinogénica en la mitología de los huicholes, antropomorfizada como Kieri Tewíyari, Persona Kieri, cuyos poderes especiales y sus relaciones con el sol son reconocidas mediante ofrendas de flechas de plegaria y otros regalos. Sin embargo, Kieri (se pronuncia ki-yeri) llega a usarse rara vez y sólo en secreto; es algo generalmente desaprobado, pues muchos huicholes consideran que Kieri es un brujo peligroso cuyos efectos, a diferencia del peyote, pueden causar una locura permanente e incluso la muerte.
Kieri, cuya historia de “los tiempos antiguos” es recitada por los chamanes especialmente en el contexto de las ceremonias de peyote, crece en lugares remotos y rocosos, en y cerca de los montañosos territorios huicholes, en un prominente conjunto de filosos pináculos de roca que se alza precipitadamente al borde del territorio cora, en las faldas de la Sierra Madre Occidental; generalmente se cree que ése es el hogar apropiado de la planta. Se dice que Kieri se estableció voluntariamente en este reducto formidable (que, al margen, también sirvió como último bastión de la resistencia armada india contra los españoles en 1722) después de su derrota por el dios del venado y héroe de la cultura, Kauyumane.
¿Cuál es la fisonomía de Kieri? En su forma de planta, los huicholes dicen que Kieri tiene flores blancas, con forma de embudo, y espinosas vainas de semillas. Con la encantadora música de su violín, Kieri atrae a los incautos y los convida a que prueben sus hojas, sus flores, sus raíces y sus semillas. Pero quien obedece sus ardides sufre locuras o la muerte; la gente embrujada por Kieri se creerá pájaro, por ejemplo, capaz de volar hasta las rocas más altas, pero a no ser que sea salvada por la ayuda de un chamán y de Kauyumarie, encontrará la muerte al estrellarse abajo. O, si cede a las insistencias de Kieri y come mas y más de él, caerá en un sueño profundo y nunca despertará, porque solamente el chamán sabe de qué manera tratar con un brujo semejante. Sin embargo, uno debe respetar a Kieri por su poder sobrenatural, y cuando se le encuentra se deben depositar las ofrendas correspondientes, como flechas de plegarias, y cuando se pasa frente su morada rocosa a cierta distancia, hay que hacer apropiados gestos rituales en esa dirección. Los peregrinos de peyote a los que nosotros acompañamos en 1968 en dirección de Wirikuta llevaron a cabo una ceremonia especial, cuando avistaron los ya mencionados pináculos rocosos en Nayarit, que incluía encender velas (con forma de efigies en miniatura de la deidad del fuego) y cantos propiciatorios y gestos hacia la morada de Kieri.
El saber convencional ha sostenido desde hace mucho tiempo que Kieri es la datura inoxia (meteloides, toloache). Robert Zingg (1938) la identificó como tal, y las descripciones de las plantas recogidas por Barbara G. Myerhoff y por mí en 1964-1966 acordaban con la mayoría de las características principales. Éstas incluían, en particular, flores con forma de embudo y las espinosas vainas de semillas, de las que se deriva “manzana de espinas”, uno de los nombres populares de las dos especies: d. inoxia y d. stramonium (Furst y Myerhoff, 1966:3-39; 1972:53-106). (“Extracto de manzana de espinas” es también el nombre bajo el que los Shakers, en el siglo XIX, embotellaban sus preparados medicinales a base de datura.) Ahora la identificación de Kieri como datura parece ser correcta sólo para una parte de la población huichol. Aunque coincide con los probables orígenes últimos de los huicholes ancestrales del suroeste, donde la datura sigue desempeñando una función importante, especialmente entre los zuñis, de acuerdo Con Timothy Knab (comunicación personal), investigador de campo en lingüística antropológica, los informantes huicholes de la región que él visitó atribuyeron, el nombre Kieri a una variedad de solandra, un género cercanamente relacionado a las daturas, que se parece en cierto grado y que quizás es químicamente similar a ellas. Mientras que el uso de la solandra en contextos estrictamente ceremoniales no ha sido reportado previamente, M. Martínez (1966) identificó el hueipatli (se dice fue un narcótico usado en el México central en la época de la Conquista) como solandra guerrerensis.
El mismo investigador mexicano, que también es autor de un libro clásico moderno sobre hierbas medicinales, Las plantas medicinales de México (1959), advierte que la s. guerrerensis aún es usada por algunos indios del Estado de Guerrero.
En la actualidad ningún huichol parece usar solandra medicinal o alucinogénicamente, a pesar de que hacen ofrecimientos a la planta, la llaman “el verdadero Kieri” y expresan gran temor reverente, si no pavor, ante ella. Sin embargo, las descripciones míticas de los poderes de embrujar y transformar de Kieri son tan específicos que tienen que estar basadas en una experiencia concreta, posiblemente de alguna época del pasado. Si Kieri es datura en una parte del escabroso territorio huichol y solandra en otro, o si, como bien puede ser el caso, hay dos kieris (en lo esencial potencialmente malignos, uno manifestándose en la datura y otro en la solandra), afrontamos el fenómeno de un ser sobrenatural que se manifiesta en la misma cultura en dos especies solanáceas relacionadas aunque distintas.
Pero considerando que la datura y la solandra comparten similares propiedades químicas potencialmente peligrosas, eso quizás ya no resulte tan extraño.
Los primeros cronistas reportaron que los sacerdotes aztecas administraban un calmante herbolario a quienes serían sacrificados para que no sintieran el dolor. Aunque el nombre azteca (yauhtli) para la planta no identificada no se usaba para la datura, algunos botánicos y farmacólogos han pensado que de cualquier forma pudo haber sido una datura, cuyos efectos analgésicos son conocidos. Pero no hay seguridad, y la verdadera identidad del narcótico misterioso ha permanecido en duda desde el siglo XVI. Si la solandra resulta ser poseedora de las mismas propiedades analgésicas de su pariente cercana, datura, el misterio de la elusiva yauhtli alucinogénica puede ser que al fin haya sido resuelto.
EL MITO EN CUANTO HISTORIA
Como quiera que esto se resuelva, el relato huichol del Kieri tiene un sabor decididamente histórico. Sabemos que actúa como un chamán: cura, canta, toca su tambor, conversa con la deidad solar y busca su auxilio. Kauyumarie observa y decide que Kieri en realidad es un brujo malvado que engaña a la gente. Sólo cuando ha aprendido todo lo que puede de los “secretos” de Kieri, o sea, magia, Kauyumarie decide atacarlo. En el encuentro final para vencer a su adversario invoca la ayuda del cacto de peyote, el cual detiene los proyectiles de enfermedad de Kieri, y eso permite a Kauyumarie disparar cinco flechas al pecho de su enemigo. Kieri cae, pero en vez de morir y gracias a la intercesión del sol, su protector, se transforma en una planta que florece. De esta forma se remonta hacia su escondite secreto en lo alto de las rocas, donde todos aquellos que respetan sus poderes mágicos le rinden homenaje y a menudo se descubren embrujados por su veneno, el cual es ofrecido mediante conjuros como éste: “Aquí, come esto, es mejor que el peyote.”
Uno se siente tentado a leer esto como una historia expresada en términos míticos porque debió haber habido una época en la prehistoria huichol en la que ocurrió un desplazamiento ideológico entre algunos de sus ancestros uto-aztecas, que se alejaron de los cultos de datura característicos del suroeste y adoptaron el peyote, más benigno, quizá cuando encontraron por primera vez el lophophora williamsii durante el curso de su expansión hacia el sur a partir del territorio original de esta importante familia lingüística en el desierto de Sonora-Arizona. Puesto que la datura, que puede ser fatal, y el más benigno peyote son de alguna forma distintos fenómenos de experiencia, tal cambio pudo haber tenido algunos efectos quebrantadores en la tradicional vida magicorreligiosa de la sociedad y en su relación con lo sobrenatural. Quizá la tradición KieriKauyumarie rememora una rivalidad real entre los dos sistemas, simbolizada por los chamanes-sacerdotes de las plantas sagradas que competían, o, si no, la tradición convierte en una forma manipulable una transición evolutiva más gradual de la una a la otra después de un periodo de coexistencia, que ha continuado, al menos en una manera simbólica, hasta nuestros días. Después de todo, el poder sobrenatural de Kieri (ya sea manifestado en datura, en solandra o en ambas) aún es reconocido en las ofrendas de plegarias no sólo con el fin de protegerse del mal, sino también para asegurar la fertilidad, la lluvia y otras cosas buenas. Hasta cierto punto, esto recuerda el desplazamiento final del “grano de mescal” al peyote entre los indios de las Llanuras del Sur hacia el fin del siglo XIX (proceso que, considerando el hecho de que el peyote aparece en los registros arqueológicos junto con el grano de mescal incluso desde el año 800 d. c., puede haber tenido su inicio hace mucho tiempo). Sin embargo, a desemejanza de la datura, el tradicional grano de sophora no se consignó en el mundo de la brujería sino que se le incorporó al material cultural de la religión del peyote cuando menos como un componente ornamental.
HISTORIA NATURAL Y CULTURAL DE LA DATURA
A diferencia del peyote y de otros alucinógenos exclusivos del Nuevo Mundo, el género datura es cosmopolita y, así como otros miembros de las solanáceas (familia de las papas o la dulcamara), ha desempeñado una función en la religión, la magia, la adivinación, la brujería y la medicina en distintas partes del mundo, al parecer desde épocas remotas. La familia consiste de más de noventa géneros, con no menos de 2 400 especies, incluyendo plantas dispares como la papa, la berenjena, la dulcamara, los pimientos, el tomate, el tabaco, la petunia, la datura y muchas otras. Sólo unas pocas de éstas son conocidas como alucinogénicas, aunque los indios mesoamericanos, entre otros, atribuían propiedades narcóticas o medicinales a varios géneros solanáceos, entre solandra y variedades de solanum.
Aparte del tabaco, que es una clase en sí, algunas de las solanáceas son importantes sólo para la nutrición (aunque aún algunas de ellas incluyendo al jitomate y la papa, contienen principios tóxicos en sus hojas o tallos, pero no en el fruto comestible). Pero otras, como la bien conocida atropa belladona, hyoscyamus y las daturas son valoradas como alcaloides psicotrópicos, algunas de las cuales han pasado de la medicina herbolaria a la moderna.
La atropa belladona, llamada también dulcamara mortal y, en el uso folclórico europeo, hierba de los brujos, es la base de varias drogas importantes, de las que la atropina es la mejor conocida. El género atropa, cuyo alcaloide activo principal, la escopolamina, aparece en cuatro especies en combinación con otros alcaloides, es nativo del Viejo Mundo y se le encuentra en Europa así como en el Asia central y del sur. El beleño, hyoscyamus niger, fuente de la importante droga medicinal hiosciamo, es una de las veinte especies del género, que es nativo de Europa, África del norte y del Asia central y sudoccidental.
Los principales alcaloides tropanos en la famosa mandrágora, mandragora officianarum, son la hiosciamma, escopolamiria y mandragorina. Seis variedades de mandrágora se han encontrado desde el Mediterráneo hasta los Himalayas (Schultes, 1970, véase también Schultes y Hofmann, 1973, pp. 161-191).
Ambos hemisferios comparten el género datura y los dos lo han usado. No es sorpresivo, sin embargo, a la luz del énfasis puesto en la experiencia extática por la mayoría de los nativos americanos, que se hayan utilizado más especies ni que el género obtuviera un estatus más alto y duradero en el Nuevo Mundo, siendo empleado en la adivinación, la profecía, la iniciación extática, intoxicación ritual, la diagnosis y la medicina. También se le emplea extensamente para dar una potencia extra a bebidas rituales, tanto de las variedades alucinogénicas como de las fermentadas Así, por ejemplo, los indios tarahumaras de Chihuahua incluso ahora añaden en ocasiones datura inoxia al tesgüino, una bebida fermentada hecha con brotes de maíz, que los huicholes llaman nawá, mientras que en Sudamérica los jíbaros de Ecuador, por ejemplo, fortalecen al natéma, la bebida alucinogénica hecha básicamente de una especie de banisteriopsis, añadiéndole una variedad de datura del subgénero arborescente brugmansia y algunas veces también guayusa, un té estimulante que contiene cafeína, hecho con ilex guayusa, una variedad del acebo.
En las curaciones, los preparados a partir de datura servían para colocar al doctor en contacto con los sobrenaturales, a fin de localizar la causa de la enfermedad, pero también se usaban como medicina para el paciente, aplicándosele tanto Interna como externamente. No sólo los aztecas, también otros indios estaban familiarizados con los efectos analgésicos de la datura y la usaban exitosamente para aliviar el dolor. Matilde Coxe Stevenson (1915), por ejemplo, refiere que entre los zuñis de Nuevo México, que confieren a la datura inoxia un origen divino, y cuya Fraternidad de Sacerdotes de la Lluvia tiene una relación especial con la planta sagrada el curandero administra la raíz
...para anestesiar a su paciente mientras él lleva a cabo operaciones sencillas: acomodar miembros fracturados, tratar dislocaciones, hacer incisiones para extraer pus, erradicar enfermedades del útero, etcétera (p. 41).
Esta autora relata haber presenciado una operación en la que el curandero zuñi usaba un cuchillo de pedernal para abrir el seno abcesado de una mujer a la que había dormido profundamente con datura inoxia (entonces aún llamada datura meteloides). Cuando ella despertó dijo haber experimentado solamente sueños hermosos pero ningún dolor.
Los principales alcaloides en las quince o veinte especies que componen el género datura y sus cuatro subgrupos son la hiosciamina, norhiosciamina y escopolamina, que pertenecen todos a las series de tropanos. Dependiendo de factores ecológicos, y posiblemente de diferencias genéticas, hay una variación notable en el contenido alcaloidal aun de las mismas especies y sus partes diferentes. Así, por ejemplo, la escopolamina constituye del cincuenta al sesenta por ciento del contenido base total de la arborescente datura candida que crece en los Andes, pero sólo del treinta al cuarenta por ciento en la misma especie cultivada en Inglaterra o Hawaii (Schultes, 1970:584). Se han registrado diferencias similares en otros alcaloides. Aquí nos hallamos de nuevo con el hecho de que los indios eran observadores cuidadosos. Schultes advierte que el contenido alcaloidal de las plantas cultivadas de datura candida, por ejemplo, han sido examinadas experimentalmente para correlacionar de cerca las narraciones de toxicidad relativa por los indios de Sibundoy, Colombia, quienes no tienen acceso a un laboratorio químico. El mismo grado de sofisticación se refleja también en las selecciones de diferentes partes de las daturas (como de otras especies alucinogénicas) de acuerdo a su potencia comprobada.
LOS EFECTOS DE LA INTOXICACIÓN DE DATURA
Los cuatro subgrupos del género son: 1. stramonium, con tres especies en los dos hemisferios; 2. dutra, con seis especies; 3. Ceratocaulis, con sólo una, pero muy interesante, especie mexicana semiacuática cuyo espíritu sobrenatural es invocado por los curanderos indios para el tratamiento de ciertas enfermedades, y 4. brugmansia, un grupo de tres daturas con flores a menudo muy espectaculares que previamente eran exclusivas de Sudamérica y que ahora se encuentran en muchas partes del mundo como cultivos ornamentales
Dependiendo de la dosis, experimentalmente se ha descubierto que los efectos de los alcaloides activos de la datura, la escopolamina, por ejemplo, van desde un sentimiento de lasitud, alucinaciones, sueño profundo, sin imágenes, hasta la pérdida de la conciencia, con muerte posible si no hay contramedidas efectivas. Los primeros reportes son correctos: la datura puede matar, y en apariencia una persona experta puede aplicarla en cantidades tales y de tales maneras que produzca desvaríos temporales e incluso locura permanente, y por eso el género ha entrado en la práctica de la brujería.
En tales aspectos, las daturas por supuesto difieren considerablemente de otros alucinógenos, cuyos efectos más drásticos pueden ser un “mal viaje” pero que, hasta donde se sabe, no son capaces de un daño fisiológico. Las daturas y el “grano de mescal”, que contienen cistina, pertenecen así a una clase muy distinta de plantas sagradas de la farmacopea psiquedélica de los indios americanos. Con relación a esto recuerdo una historia que oí de un informante competente, bien educado y confiable de Cuernavaca, México, quien había tenido la oportunidad de observar los efectos desastrosos de aplicaciones repetidas, deliberadas, de datura a un individuo que supuestamente era responsable de la traición y la muerte, unos años antes, de un popular líder campesino del Estado de Morelos.
Los captores consideraron que una muerte rápida era demasiada generosidad, y el pobre hombre fue llevado con una bruja, término que se aplica también a los curanderos. En mi experiencia la mayoría de los curanderos mexicanos no sólo son magníficos especialistas herbolarios sino que generalmente son psicólogos efectivos, que podrían enseñar mucho a sus educados colegas de las universidades si éstos estuviesen dispuestos a escucharlos. En todo caso, parece que a través de una atinada combinación de repetidas infusiones de toloache (d. inoxia) y de una representación de sus sentimientos de culpa, junto con sugestión hipnótica, la bruja condujo al hombre a un estado en el que durante varios meses, hasta su muerte, caminó, ladró, se alimentó y fue tratado como perro, pues la gente del pueblo parecía pensar que ése era el destino que el hombre muy bien merecía. No sólo la veracidad comprobada de mi informante, sino los resultados de experimentos con las sustancias químicas de la datura dan peso a esta historia de justicia elemental derivada de un antiguo conocimiento de las propiedades de las plantas.
(Tomado de: Furst, Peter T. - Alucinógenos y Cultura. Colección Popular #190. Traducción de José Agustín. Fondo de Cultura Económica, México, 1980)