jueves, 30 de mayo de 2024

Peregrinos por la libertad: mascogos y kikapúes

 


Peregrinos por la libertad 

Los exesclavos negros que llegaron al norte de México en el siglo XIX


Javier Villarreal Lozano 


Historiador y catedrático de la Universidad Autónoma de Coahuila. Recibió el Premio Nacional de Historia por su biografía de Venustiano Carranza. Autor de Melchor Múzquiz el insurgente olvidado, Los ojos ajenos: viajeros en Saltillo (1603-1910), Oscar Flores Tapia y Cartas de Querétaro, entre otras obras. Es director del Centro Cultural Vito Alessio Robles, en Saltillo, Coahuila.


Al noroeste de la ciudad Melchor Múzquiz, Coahuila, en la entrada del pueblo hay un aviso: "Comunidad de negros". A quienes habitan allí y escribieron el letrero no les importó que hoy resulte políticamente incorrecto el uso del término negro. Ellos están orgullosos de ser descendientes de valientes ex-esclavos africanos que hace casi 170 años encontraron en México el bien preciado de la libertad. Esta es su historia.

En 1850, con asombro y seguramente también miedo, los habitantes de Guerrero, Coahuila, vieron cruzar el Bravo e internarse en territorio mexicano a cerca de setecientos hombres, mujeres y niños de la más heterogénea apariencia. La mayoría eran indios, pero junto a ellos venían negros. Buscaban refugio en México huyendo de la feroz persecución emprendida por el gobierno estadounidense.

No fue aquella la única oleada de indios y exesclavos africanos llegados a Coahuila. Otro grupo formado por seminolas, negros y algunos kikapúes se presentó ese mismo año en San Fernando (hoy Zaragoza), solicitando asilo y tierras para trabajar. Al frente venían tres jefes cuyos nombres estaban destinados a convertirse en leyenda: el seminola John Horse, posteriormente castellanizado como Juan Caballo; Wild Cat (Gato del Monte) y el kikapú Papicuan.

Seminolas y antiguos esclavos compartían una historia de valentía, sufrimiento y terror: eran víctimas del Tratado Adams-Onís, firmado el 22 de febrero de 1819, por el cual España vendió a Estados Unidos la península de Florida en 5 millones de dólares, tras una larga historia de confrontaciones armadas entre las dos naciones. Fue un mal negocio para los españoles. Nunca recibieron el dinero. El gobierno estadounidense obtuvo gratis el territorio exigiendo compensación a España por los daños causados en la guerra e inició el exterminio de seminolas y exesclavos.


De la libertad al horror 

La historia de los negros llegados a Coahuila arranca en 1770, cuando esclavos de origen africano huyeron de Carolina del Sur, Georgia y Alabama y encontraron un refugio en Florida, entonces posesión de la Corona española. Se acogían al decreto real de 1699, el cual ofrecía protección a esclavos evadidos. Buen número de estos fueron bien recibidos en la Florida por los seminolas que allí habitaban.

Indios y exesclavos convivieron en paz, produciéndose un intercambio cultural tan estrecho que los negros acabaron llamándose a sí mismos "mascogos", castellanización de mascogee, nombres de algunas familias lingüísticas, entre ellas la creek y la seminola.

La pacífica convivencia terminó bruscamente cuando Estados Unidos se adueñó de Florida, poniendo punto final a la azarosa historia de esa península, utilizada en ocasiones como moneda de cambio entre las naciones europeas.


Española, inglesa, francesa, estadounidense

En 1513, Juan Ponce de León, quien según la tradición buscaba la fuente de la eterna juventud, fue el primer europeo en poner el pie en Florida, la cual nominalmente pasó a formar parte del virreinato de la Nueva España y ser dependiente de la capitanía de Cuba.

Exploraciones posteriores enriquecieron el conocimiento sobre el territorio, pero fue hasta 1565 cuando se fundó San Agustín, el primer asentamiento de español perdurable. Casi dos siglos después, en 1763, concluyó el dominio hispano al ceder Florida a Gran Bretaña mediante el Tratado de París que puso fin a la Guerra de los Siete Años. La presencia británica fue efímera. Al consumarse la independencia de Estados Unidos en 1783, España recuperó la península, sólo para enfrentar la agresiva presión expansionista norteamericana.

En un esfuerzo tan inútil como desastroso, igual como se hizo en Texas, España promovió la colonización de la península y, lo mismo que ocurrió en Texas, el incremento demográfico cargó la balanza a favor de angloamericanos e ingleses poco afectos a España, qué pronto se vería envuelta en la invasión napoleónica iniciada en 1808. Con el rey Fernando VII en el destierro y la sede del imperio ocupada por las tropas de Napoleón, la debilidad de España incitó a colonos angloamericanos a proclamar el establecimiento de la República de Florida Occidental el 23 de septiembre de 1810.

Fue el principio del fin. Las incursiones del ejército estadounidense llegaron hasta tierras de los seminolas. El robo de ganado y las atrocidades cometidas por la soldadesca detonaron una guerra con inocultable trasfondo genocida.

Luego de que los norteamericanos destruyeran el Fuerte Negro, dice un autor, "siguió un periodo de asesinatos y robo de ganado que encolerizó a los nativos y llevaron a la Primera Guerra Seminola (1817-1818), conflicto que ofreció un casus belli a los estadounidenses para poner en jaque la permanencia de la titularidad de España en las Floridas".

Con cuatro mil hombres, Andrew Jackson coronó la completa dominación norteamericana de la península mediante la llamada Segunda Guerra Seminola (1835-1842). La frase atribuida a Jackson: "El mejor indio es el indio muerto", revela la ausencia total de límites éticos en la ocupación.

Sin embargo, no fue tarea sencilla. Seminolas y descendientes de africanos iniciaron una contraofensiva que acabó por convertirse en la rebelión esclavista más importante de las registradas en la historia de Estados Unidos. Fincas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar fueron arrasadas, afectando seriamente a la región agrícola más desarrollada del país.


México: tierra de libertad 

Acosados por los estadounidenses, esclavos negros que lograron salvarse de la furia genocida de Jackson iniciaron un peregrinar que lo llevó hasta el Río Bravo, al sur del cual estaba la ansiada libertad, pues México había abolido la esclavitud años atrás.

El Supremo Gobierno brindó buena acogida a los migrantes. Para dotarlos de tierra, adquirió cuatro sitios de ganado mayor (alrededor de 68,000 hectáreas) pertenecientes al latifundio de la familia Sánchez Navarro, que repartió entre kikapúes, mascogos y seminolas. Estos últimos tiempos después abandonarían el país. Mascogos y kikapúes permanecen hasta ahora en El Nacimiento, llamado así por encontrarse en las cercanías del manantial donde nace el río Sabinas, el más caudaloso del interior de Coahuila.

También las autoridades coahuilenses vieron con buenos ojos a los recién llegados. El estado vivía momentos críticos a causas de los constantes ataques de apaches y lipanes que cruzaban el Bravo para arrasar pueblos y ranchos, robar ganado y raptar a mujeres y niños. La escasa población de Coahuila era una limitante para combatir con éxito a los depredadores venidos allende la frontera. Indios kikapúes y negros mascogos eran aliados potenciales, como lo demostraron posteriormente. Con base en el diario de operaciones del coronel Juan José Galán, quien participó en una de las decenas de campañas para perseguir a los "indios bárbaros", en 1851 el subinspector en Coahuila, Juan Manuel Maldonado, encomió el comportamiento de aquellos:

Los señores, oficiales, tropas y voluntarios son también acreedores a la consideración [...], pero singularmente el jefe Gato del Monte, los capitanes Nicusimalda, Manuel Flores y John Johos, sus demás oficiales y tropa, seminoles y moscogos [sic]; cuya lealtad, sufrimiento y conducta bélica es digna de imitarse y merece consideración del Supremo Gobierno de La Unión [...] La conducta noble y leal del Gato del Monte, de sus jefes y seminoles, el capitán John Johs [sic] con los negros que mandaron en esta jornada de sufrimientos, ha probado que su adhesión a México es digna de que el Supremo Gobierno de la Unión y los poderes generales del Estado protejan sus inclinaciones hacia la civilización y los hagan provechosos a la frontera.


La generosa disposición del gobierno mexicano al abrir las puertas a los grupos perseguidos en el vecino país resultó, a fin de cuentas, beneficiosa. Trajo paz a una región coahuilense constantemente castigada por apaches y lipanes. Así lo reconoció el gobernador Victoriano Cepeda en su informe leído ante el Congreso estatal el 2 de enero de 1869:

Existe en la Antigua hacienda de Nacimiento, jurisdicción de la municipalidad de Múzquiz, varias tribus de indios pacíficos [...] emigrados de Estados Unidos hace algunos años [...] Desde que han radicado en aquel punto, han evitado por allí las incursiones de los indos bárbaros antes tan funestas a los habitantes de aquella villa [Múzquiz] y demás puntos inmediatos: muchas veces han salido a largas y provechosas campañas contra ese enemigo.


Su permanencia en territorio mexicano no fue fácil. Bandas de norteamericanos se internaban con la intención de aprender a esclavos fugados y devolverlos a sus amos. El 2 de enero de 1855, el gobierno de Coahuila informaba al ministro de gobernación de la invasión del medio millar de "filibusteros" estadounidenses, "los cuales -agrega el comunicado- se dirigen al Distrito de Río Grande [colindante con el Bravo ], con el pretexto de llevarse a los negros que allí residen".

También la codicia de autoridades y particulares amenazaba la existencia de las colonias. Santiago Vidaurri, el gobernador que anexó Coahuila a Nuevo León, despojó de tierras a los kikapúes y mascogos. Una comisión de estos viajó a México a entrevistarse con el emperador Maximiliano en marzo de 1865, solicitando se respetaran los acuerdos existentes con el gobierno. El encuentro lo inmortalizó el pintor Jean Adolphe Beaucé. A los indios, apunta Willhelm Knetchel, jardinero oficial de la residencia Imperial del Castillo de Chapultepec, los acompañaban tres negros -seguramente mascogos- que sirvieron de intérpretes traduciendo al inglés la conversación.

Los descendientes de aquellos antiguos esclavos ocupan hasta hoy las tierras entregadas por el gobierno y, no obstante el mestizaje, varios de ellos conservan rasgos que son herencia de sus antepasados africanos, e incluso los que tienen tez más clara se siguen identificando a sí mismos como negros.


Kikapúes, seminolas y mascogos: de Florida a Coahuila


1513. Juan Ponce de León descubre la Florida, que pasa a formar parte de la Nueva España

1763. España cede Florida a la Gran Bretaña, como parte del tratado que pone fin a la Guerra de los Siete Años.

1783. Estados Unidos se independiza de Gran Bretaña. Florida vuelve a ser de dominio español.

1810. Estadounidenses proclaman el establecimiento de la República de la Florida Occidental.

1812. Nace John Horse, futuro líder de los mascogos, hijo de una esclava negra y un seminola.

1817-1818. Primera Guerra Seminola. Conflicto entre EUA y España por la posesión de las Floridas.

1835-1842. Segunda Guerra Seminola. Andrew Jackson expresa: "El mejor indio es el indio muerto".

1845. Florida se convierte formalmente en parte de Estados Unidos.

1850. Grupos de indios seminolas y exesclavos llegan a Guerrero y Zaragoza, en Coahuila.

1853. El gobierno de México dota de tierras a kikapúes, seminolas y mascogos en el lugar conocido como El Nacimiento.

1855. Medio millar de filibusteros estadounidenses penetra en territorio de Coahuila para capturar exesclavos y devolverlos a sus dueños.

1855-1858. Tercera Guerra Seminola. Los seminolas son derrotados y la mayoría son obligados a dejar la Florida.

1865. Kikapúes y mascogos se entrevistan con el emperador Maximiliano reclamando respeto a sus tratados con el gobierno mexicano.


(Tomado de: Villarreal Lozano, Javier. Peregrinos por la libertad. Los exesclavos negros que llegaron al norte de México en el siglo XIX. Relatos e historias en México, año 12, número 135. Ciudad de México, 2019)

lunes, 27 de mayo de 2024

Reies López Tijerina

 


Reies López Tijerina


Fue para muchos un símbolo desafiante de la estructura norteamericana. Nació en Fall City, Texas, en 1926, en el seno de una familia de trabajadores agrícolas migrantes. Ministro protestante, fundamentalista, apodado el "Tigre" por su carácter combativo, encabezó en Nuevo México la lucha más grande de los tiempos modernos por el derecho a las tierras perdidas.

En un principio su activismo proponía la devolución de la propiedad de Tierra Amarilla, Nuevo México, a sus legítimos dueños por la vía constitucional, sustentando su demanda en los derechos que otorgaba el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Tras varios rechazos de los tribunales, Tijerina cambió de estrategia, reorganizó la Alianza Federal de Pueblos Libres y, emulando el movimiento civil de los negros, logró atraer a su causa a activistas del movimiento chicano y grupos pro derechos civiles. Sus métodos de lucha, que mostraron que los chicanos eran capaces de usar la violencia como acto político, lo llevaron a innumerables conflictos no sólo con las autoridades anglosajonas sino con los propios mexicano-americanos; conflictos que lo condujeron a la cárcel y el debilitamiento de su movimiento. Para Tijerina la lucha por la tierra era la lucha por la dignificación de la comunidad mexicano-americana oprimida y sojuzgada.

[Falleció en El Paso, Texas, en 2015]


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

domingo, 26 de mayo de 2024

Cabeza olmeca Colosal 3, San Lorenzo

 


Cabeza Colosal 3, San Lorenzo 

Esta cabeza, retrato de un gobernante de edad madura, tiene forma ovoide. El tocado está formado por un casquete hecho con un tejido y una banda horizontal compuesta por cuatro cuerdas torcidas y paralelas y los broches que las mantenían unidas, separadas entre sí por una franja rremetida, un espacio adecuado para recibir una incrustación. A cada lado de la cabeza cuelga una banda vertical hecha de cuatro cuerdas y broches, similar a la banda horizontal, que termina en una funda que evita el deshilachado de las fibras. Las cuerdas se relacionan con el nombre del jerarca y su linaje. Ambas orejas quedan cubiertas. Los ojos tienen forma almendrada y están hundidos, además de presentar estrabismo bilateral convergente. Tiene el ceño fruncido, la boca entreabierta y los pómulos altos. Esta cabeza se encuentra en un excelente estado de preservación salvo por la rotura del labio inferior y un golpe en la nariz, así como por los 27 barrenos practicados en el tocado. El dorso es plano y pulido.


Cabeza Colosal 3, San Lorenzo

(Monumento SL3)

1.78 m de alto, 1.63 m de ancho, 0.95 m de espesor.

Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz.


(Tomado de: Cyphers, Ann. Cabeza Colosal 3, San Lorenzo. Arqueología Mexicana. Edición especial 94, Cabezas colosales olmecas. Editorial Raíces S. A. de C. V. Ciudad de México, 2020)

lunes, 20 de mayo de 2024

Jorge González Camarena


Jorge González Camarena,

muralista tras el muralismo.

Ciudad de México, abril de 1976.


El muralismo está ligado a la humanidad. Desde que existió el hombre de las cavernas, éste empieza a pintar en los muros. Luego sigue floreciendo en todas las culturas: en la egipcia, babilónica, griega, etc. En México también hay pintura muralista desde los albores de la humanidad.

Jorge González Camarena fue Premio Nacional de Artes en 1970 y seleccionado para ejecutar un retrato de Miguel Ángel para el Museo de Caprese (cerca de Florencia), por el cual se le otorgó ahí mismo el grado de "commendatore".

Me recibió en su antiguo estudio de Taxqueña, ya que el nuevo queda por el Ajusco y "hubiera tenido que guiarla por lo enredado del camino". 

Maestro hábleme de su obra muralista ¿cuál considera la mejor?

Soy de la generación de los que todavía damos la pelea (refiriéndose a Anguiano, Chávez Morado, O'Gorman, Guerrero Galván). La obra que considero más cabal y completa, en la que me sentí más realizado, fue la que hice en la Universidad de Concepción en Chile, en 1967. Ofrecía muchos problemas y quizás eso fue lo que me hizo encontrar soluciones más originales, específicas e interesantes; el tema de esta obra fue la integración de América Latina. En México entre otros pinté los murales del edificio Guardiola, que por cierto se destruyeron durante el temblor del 57; los del Seguro Social del Paseo de la Reforma; en el Castillo de Chapultepec, la Sala de la Conquista y la de la Constitución; y en los últimos dos años y medio los murales en el Instituto Mexicano del Petróleo. En Monterrey tengo uno en la rectoría del Tecnológico 

-¿Dentro de qué escuela se inscribe su pintura?

Creo que en términos generales mi pintura está dentro de lo que se llama "realismo mexicano", el cual yo considero que se ha venido forjando en tres tiempos: el primero, a mediados del siglo pasado con los pintores del movimiento liberal, que adoptaron temas históricos de México. Esto originó un choque, porque los pintores internacionalistas sostenían que los temas de nuestra historia no eran dignos de ser llevados al arte. En el segundo tiempo se cambia la forma de pintar y se toman temas contemporáneos, vivos y populares de nuestro país, esencialmente sus costumbres. El tercer tiempo plantea que la pintura debe ser con temas mexicanos no solamente costumbristas, por ejemplo pintar la Torre Eiffel y que resultara ser una pieza de pintura con colorido y sentimientos nuestros. Esta es la época de Diego, de Orozco, de todos ellos. Mi pintura en lo particular está dentro del realismo mágico, pero de la escuela mexicana. Fui fanático de aquella época y hasta fui a buscar a los pueblos la esencia de la mexicanidad. Inclusive pasé tres años en un convento en reconstrucción, en Huejotzingo, donde me incrusté para trabajar con gran tenacidad.

¿Qué tan cierto es que el muralismo está por desaparecer?

Mire, el muralismo reapareció en los años 20 con un nuevo enfoque, pero ha existido siempre, aquí y en el mundo. ¿Por qué, de repente, de ahora en adelante no se va a realizar la pintura mural? ¡Es estúpido!


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

jueves, 16 de mayo de 2024

El Veracruz legendario

 


El Veracruz legendario

El Veracruz logró un ascenso vertiginoso en el fútbol mexicano: el 2 de junio de 1946, sólo dos años después de su ingreso al máximo circuito, obtuvo el título de liga que hasta entonces había sido propiedad de equipos capitalinos.

En esa temporada los Tiburones alcanzaron varias marcas: mayor número de fechas consecutivas sin derrota (18), más goles anotados (105), menos recibidos (52) y récord de tantos marcados en un partido 14-0 al Monterrey).

Los dueños habían logrado formar un cuadro ganador al mando de un técnico profesional, Enrique Palomini. La nómina era imponente: el español Urquiaga en la portería; Velázquez y "El Negro" León en la saga; en la media, "Chito" García, el peruano Lecca y "El Pachuco" Durán (que a veces dejaba su sitio a Buenabad); y adelante, Lazcano, Valdivia "El Pelón" González, "Pirata" Fuente y el argentino Enrico.

Los tiburones se convirtieron en un cuadro con mística y empuje que alcanzó los lugares de honor: ganaron el Torneo de Copa en la temporada 1947-48 y repitieron en el de Liga durante la campaña 1949-50. Para entonces, la alineación había sufrido algunos cambios: "Ranchero" Torres en la puerta; Castañeda y Andrade en la defensa; "Pelón" Silva, Lecca y Buenabad en la media; Ortiz, Lupe Velázquez, Grimaldo, "Pirata" Fuente y Julio Ayllón, "Aparicio", en la delantera. Para lo que se ofreciera, en la banca estaban Arteaga, Quiñones y Paratore.

Inspirado en el legendario equipo, Félix Martínez redactó estos versos:


Yo vi a aquellos Tiburones 

vestidos de azul y rojo;

la jugaban a su antojo 

brindando mil emociones. 

Claro que fueron campeones, 

no jugaban al cerrojo:

Urquiaga con Negro León 

y Velázquez defendiendo,

 Lecca y Buenabad sirviendo 

balones para el Pelón, 

del Pirata el patadón, 

los servicios de Lazcano, 

contento el veracruzano 

con el toquecito fino 

de Enrico, aquel argentino 

que ya se volvió paisano.


En la temporada 1951-52, los problemas económicos dieron al traste con el trabajo realizado; el equipo cayó al último lugar y descendió a la Segunda División; y al finalizar la campaña siguiente dijo adiós al fútbol. Un retiro que duró varios años.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 13 de mayo de 2024

Pulque, tesgüino y levaduras

 


Las levaduras 


Nodo Hidalgo-Tlaxcala, red temática del Patrimonio Biocultural (Conacyt)


En el México antiguo, así como en el México contemporáneo las bebidas fermentadas, especialmente las autóctonas (pulque, Centro; y tesgüino, Sierra Tarahumara) han sido uno de los ejes culturales (mágico-religioso, alimenticio e incluso medicinal) de los distintos grupos humanos que han habitado estos territorios: nahuas y rarámuris (Arqueología Mexicana, números 78 y 114). Una rica variedad de sustratos ha sido la fuente de azúcares y almidones, procedentes del maguey y del maíz, respectivamente, que han permitido el proceso de la fermentación por la actividad enzimática de hongos microscópicos (especialmente levaduras), además de bacterias y algunos otros hongos, también microscópicos. Aunque no visibles al ojo humano, han sido manejados durante siglos por grupos que los incorporaron a su cultura, y realizaron una selección y reproducción continua de las cepas que han permitido una gama determinada en la calidad de esas bebidas. Estas cepas de levaduras continúan presentes, pues visto objetivamente producir pulque o tesgüino, por ejemplo, es en realidad llevar a cabo un cultivo y propagación de levaduras en un rico medio glucosado líquido, el aguamiel. Las levaduras han sido cultivadas en estos medios naturales (aguamiel para el pulque y mosto de maíz para el tesgüino) durante muchos siglos, quizás milenios: por consiguiente, constituyen parte del patrimonio biocultural de los pueblos que han mantenido estas prácticas, basadas en conocimientos locales múltiples, sobre las plantas que producen los sustratos, sobre los procesos y variables que inciden en la fermentación, además de una serie de prácticas asociadas a este interesante e importante fenómeno biocultural.

Lamentablemente, en las recientes décadas, la preferencia por estas bebidas ha declinado de manera considerable, aunado al crecimiento vertiginoso de la producción y consumo de cerveza a partir de cebada y de la industria vitivinícola, mezcalera y tequilera en el país, lo que ha traído relevantes consecuencias negativas de carácter cultural, social, ambiental, biocultural y político. En el Estado de Hidalgo, por ejemplo (productor ejemplar de buen y abundante pulque en otros tiempos), la producción y la cultura pulqueras han sido eclipsadas y casi asfixiadas por una poderosa industria cervecera extranjera, al grado de reemplazar significativamente el cultivo de maguey por el de cebada, en regiones como Apan, otrora región importante de la industria pulguera. Por fortuna, no obstante, recientemente parece haber iniciado un paulatino interés por la recuperación de la producción del maguey y prácticas culturales asociadas, como la elaboración de pulque.

El proceso de elaboración de pulque dio inicio, probablemente, ante la necesidad de obtener alimento en zonas áridas en situaciones de emergencia, recurriendo a desprender el corazón del maguey (meyólotl) el cual es suave y carnoso, además de altamente nutritivo. El maguey era abandonado pero posiblemente tiempo después el primero que lo vio, o alguien más, volvía para rascar en el sitio donde se había extraído el corazón, descubriendo que manaba agua dulce de las paredes de la cavidad, la cual pudieron haber bebido como aguamiel; si este fluido se dejaba algunos días más, al visitarle después se descubría que ahora era viscoso y turbio, y que al beberlo provocaba una sensación agradable, con lo cual se descubrió el pulque, al que se le atribuyó una especie de bendición por parte de los dioses: parte de este regalo o bendición lo constituyeron las levaduras. A partir de entonces, en un sistema biocultural complejo, inició la producción de pulque y, con ello, el manejo y la selección indirecta de las levaduras a lo largo de varios siglos En el caso del tesgüino, el fenómeno de la fermentación y de la participación de levaduras ocurrió tal vez a partir de maíz accidentalmente germinado pero que, en una situación difícil, fue tostado y quebrado para comerlo, tal vez con agua. Al olvidar parte de esta especie de atole rústico y consumirlo días después, los rarámuris o sus ancestros descubrieron la magia del tesgüino.

Vemos así que las levaduras, minúsculos hongos, han sido utilizadas por distintas culturas. Se les relaciona con dos bebidas que, utilizadas con moderación, tienen múltiples beneficios para quienes las consumen. Sería deseable que las políticas públicas del país fomentaran con un buen marco regulatorio, desde luego, su consumo entre la población, tanto de forma natural como con un posible valor agregado. A este respecto, el medio científico, especialmente el biotecnológico, y el empresarial tendrían una participación importante y la bioculturalidad se vería fortalecida.



(Tomado de: Las levaduras. Arqueología Mexicana. Edición especial 87, Hongos de México. Editorial Raíces S. A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

domingo, 12 de mayo de 2024

Historia cultural del cactus V Manufactura


 

Historia cultural del cactus


5. Manufactura


Y se apoderan del país con todo lo que repta por su suelo, vuela por su cielo y nada en sus aguas. Entre lo que reptaba por su suelo estaba la cochinilla, animal diminuto llamado a adquirir gran importancia. Cortés envió varias muestras a España, "simplemente por razones de ciencia", como hubo de manifestar disculpando el envío. Los españoles, que de primera intención desdeñaron como inútiles los granos de maíz y de cacao, el tomate y la vainilla y los trozos del jade más precioso, comprendieron inmediatamente el valor potencial de aquel colorante para la manufactura de tejidos de lana de Barcelona y la fabricación de telas de seda de Valencia.


Se plantaron a toda prisa las supuestas semillas, viendo con asombro que no retoñaban. Las autoridades en vista de ello pidieron a la Nueva España vástagos para plantar, tubérculos o raíces y les fueron enviados los de la Opuntia cochinellifera. De ellos surgieron en los territorios cálidos de la corona de España, en Argelia y en las Canarias, las chumberas, cuyas hojas se llenaron de bolitas diminutas, abarrotadas del ansiado colorante.


Ya existían grandes plantaciones de las que se obtenían ricas ganancias y aún no se había descubierto que las semillas vegetales no tenían nada de semillas vegetales. Cuando en 1703, Mynheer Ruyscher vio moverse a la cochinilla a través del microscopio que Leuwenhook acababa de inventar, todo el mundo meneó la cabeza escépticamente. ¿Un piojo? No era posible ¿Cómo iba a salir de un vulgar piojo un colorante tan precioso como éste?


Cuando preparaba en mi casa los apuntes para esta catedrática lección, abrí sobre la mesa un librote encuadernado en piel de cerdo que apenas me dejaba sitio libre para escribir. El título de esta obra, reducido a proporciones humanas, reza así: Museum Museorum o panorama de todas las materias y especias... desplegado ante la vista del doctor Michael B. Valentini; Francfort sobre el Mayn, Anno Domini MDCCXIV. (Largos años pasé por Europa buscando inútilmente esta obra alemana, que es, además de muchas otras cosas, una tecnología completa del período de la manufactura, para venir a dar con ella -¡oh milagros del exilio!- en la ciudad de México.) Todavía en 1714, el autor de este mamotreto lleno de erudición se resistía a dejarse convencer del todo por el microscopio:


Aún no está claro si la cochinilla debe considerarse como semilla o como otra cosa, y acerca de ello existen diversas opiniones -dice el infolio en su lenguaje arcaico-. Algunos la consideran como una semilla, razón por la cual la mayoría de los boticarios la clasifican entre las demás semillas y la incluyen en sus catálogos bajo el nombre de Sem. Coccinillae; otros, opinan que la cochinilla procede del coco, dándose ese nombre entre los españoles a un grano pequeño; otros, como Wilhelmus Piso en su Historia de las plantas brasileñas, describe minuciosamente una especie de higuera India en la que crecen, según ellos, las cochinillas.


Valentini enumera los muchos empleos que se dan a este diminuto y problemático cuerpo colorante en la manufactura de la época y apunta el hecho de que Italia debe a la cochinilla de la Nueva España la coloración roja de su vidrio.


(Continuará)


(Tomado de Kisch, Egon Erwin. Descubrimientos en México. Volumen 1. Prólogo de Elisabeth Siefer. Edición aumentada. Colección ideas, #62. EOSA, Editorial Offset, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 1988)

lunes, 6 de mayo de 2024

Lo Mauricio no quita lo Garcés

 


Vida y milagros | Semblanzas 

Lo Mauricio no quita lo Garcés 

por Arturo Páramo Rojas y Carlos B. R.


¿Quién fue en realidad ese personaje cuya imagen continúa vigente en el imaginario colectivo a pesar del tiempo transcurrido desde su última actuación? ¿En verdad era tan mujeriego como se rumoraba? ¿Cuál era su auténtica pasión? Un poco de todo eso se pretende responder en esta semblanza sobre uno de los íconos populares más notables de México. 

En el ocaso, Mauricio Garcés definió así su vida de actor: "Sólo faltan dos minutos para que se acabe mi partido; y todo el tiempo estuve en off side" Era 1982 y ya le pesaban los problemas pulmonares, estaba virtualmente retirado, sólo se presentaba en palenques, daba entrevistas en las que se le apreciaba cansino, agotado... vivía de la fama, en su caso: la "mala fama". 

Seguir los datos biográficos de Garcés no es tan difícil, su profusa filmografía -69 cintas- está reseñada en varios portales, pero su influencia solo se puede aquilatar con el paso de los años. La imagen del galán otoñal, hombre maduro, más allá del cuarentón, con cabello entrecano -tirándole a blanco- imagen exitosa, seductor a toda prueba, sin compromisos, amante de la moda, con fortuna salida de quién sabe dónde -inventada, incluso- con la firme promesa de pasarla bien a toda costa; está de regreso. 

Si no, dé un vistazo a los actores más cotizados en la actualidad -agregue el nombre del de su preferencia-: las canas venden. Los veinteañeros son obsoletos; Mauricio, "el criado bien criado", está en boga. Basta caminar por los barrios más in de la capital: se ve a pequeños "mauricitos" en bares y terrazas de las colonias Condesa y Roma haciendo lo imposible por no verse chavitos, con aire de "a ésta la hago pedazos", con ínfulas de haber recorrido mundo. Pero Mauricio sólo habrá uno. 

Siempre se consideró a sí mismo una rara avis. La biografía de Garcés está ligada a la diáspora libanesa que se asentó en México, a su tío José que era fotógrafo y conocía a miembros de la farándula; él le consiguió su primer papel en La muerte enamorada (1950), a los 24 años de edad. 

Mauricio Galán 

Aquellos inicios fueron un tormento para este hombre -nacido en Tampico, Tamaulipas, en 1926- que paulatinamente ganaba terreno en el cine nacional: "En la lucha estéril de extra grababa hasta diez películas al año", afirmaba Garcés en sus años de superestrella, cuando batía récords de taquilla en México y era el actor que generaba más ganancias en la industria. 

Treinta y seis películas y dos series de televisión -telenovelas- debieron transcurrir para que Mauricio Garcés puliera, a base de ensayo y error, al personaje del que ya no pudo disociarse. 

Cuenta la historia que Angélica Ortiz -madre de Angélica María- le dio el protagónico de Don Juan 67: Mauricio Galán. Antes tuvieron que recapitular toda la saga de Mauricio, recortar el bigotillo, peinar perfectamente las canas, trabajar ese desenfado y apabullante seguridad, el tono de voz, la vestimenta a la medida, para dar con el alter ego: "Galán otoñal, elegante, mundano..." y con un gran sentido del humor. 

A partir de ahí Garcés se convirtió en el seductor más cotizado de latinoamérica. Filmaría en España, Ecuador, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela. En Italia aseguraban que poseía el talento de Vittorio Gassman y desplegaba la personalidad de Marcello Mastroianni. 

Una máquina de hacer dinero 

Hacia 1968 Garcés estaba en la cima de la fama, sólo comparada con la altura que una década antes alcanzara Pedro Infante. Su ritmo de trabajo era tan intenso que durante el rodaje de Click, fotógrafo de modelos (1968), se desmayó por agotamiento en el plató. 

Fue llevado a la enfermería, se le aplicó un estimulante para el corazón y después de dormir un rato regresó a filmar. No había oportunidad de descanso. La máquina de hacer dinero no podía detenerse. 

En noviembre de 1969, al publicarse la lista de las películas más taquilleras, tres de sus filmes eran exhibidos simultáneamente y siete estaban aún a la espera de fecha de estreno. Según este reporte Olimpiada en México fue la más taquillera, seguida del melodrama Cuando los hijos se van, y en fila seguían sus cintas: El matrimonio es como el demonio (1967) Las fieras (1968), El criado malcriado (1968), 24 horas de placer (1969), y Modisto de señoras (1969). A Garcés le llovían papeles, mujeres, viajes, entrevistas, reconocimiento, cariño del público... y polémicas. 

Ave de tempestades 

A ese tampiqueño, estereotipo del Casanova moderno, con bata y gazné de seda, fumador, bebedor inquebrantable, sexualmente hiperactivo y querendón, le sobraban enfrentamientos con sus compañeros actores, con productores y directores: él mismo se sabía insoportable. 

Atizaba contra lo que se moviera. Contra el cine de charros, declaró: "Todavía el cine mexicano no ha superado el tema de las rancheras, las pistolas, las cantinas y se sigue pensando que la atracción es el cantante de moda. Creo que es el momento en que se vea al cantante como apoyo, no como atracción. Esto me va a costar por lo menos algunos contratos, pero no puedo negar lo que existe. Soy muy bravo por eso me temen los productores”.

En 1970, por una polémica con el director teatral español Álvaro Custodio, Garcés montó en cólera: "Ese señor no ha pagado el buen recibimiento que se le ha dado. Sobre que el presupuesto al teatro es mínimo, lo dijo para quedar bien". Y se siguió de filo contra los actores mexicanos y contra él mismo: "Dijo Custodio que a los mexicanos nos faltaba disciplina. Reconozco que los artistas españoles han adoptado la disciplina teatral para filmar, en México no somos tan puntuales ni disciplinados, siendo yo el primero”.

De la voracidad de los productores y la sobreexplotación de su imagen en las salas de cine también se quejó: "Siempre estoy jugando a policías y ladrones o a algo, y la gente se ríe. Por eso [el público] no se cansa. Si el público llegara al aburrimiento no sería por mi culpa; los productores podrían espaciarlas [las películas]”.

Sus amores 

Respecto al eterno cuestionamiento de su soltería respondía: "Aún no encuentro a la mujer de mis sueños, y entre más conozco más cuenta me doy de lo difícil que es. Si es difícil encontrar amigos, debe ser más difícil encontrar una mujer”.

Se inventaron muchos rumores alrededor de las personalidades con quienes compartió créditos en sus cintas o sólo porque alguna vez se les sorprendió juntos en alguna reunión o en su infaltable hipódromo: Elsa Aguirre, Elsa Cárdenas, Regina Torné, Norma Nazareno, Jaqueline Andere, Angélica María, Gina Román, Sandra Boid, Rosángela Balbó, Lorena Velázquez, Teresa Velázquez, Sonia Furió o incluso Silvia Pinal, de quien sí estuvo profundamente enamorado. 

A partir de su papel en Modisto de señoras (1969), se rumoró que era homosexual por "lo natural que le salió el personaje". Cuestionado por esto, el mismo Mauricio bromeaba: "El otro día un señor me sacó a bailar... "Le aventé los aretes y lo empecé a agarrar a bolsazos!”.

Lo único confirmado es que su "único amor incondicional" -para completar el cliché del estereotipo del don Juan mexicano- fue su madre; con quien vivió hasta sus últimos días y a quien dedicó sus principales atenciones. 

Una vida de excesos 

Se sabe que Garcés era ludópata: adicto al juego y que por ello se "desaparecía" por temporadas; se encerraba a perder -o ganar, según la suerte- auténticas fortunas en el póquer y las carreras de caballos; cualquier tipo de apuesta o contienda lo extasiaban: era su verdadero placer. 

Decía el ventrílocuo Carlos Monroy, creador de los muñecos Neto y Titino: "[siempre] en Las Vegas me lo encontraba jugando sonriente". Su vicio por el juego era de tal magnitud que una vez arrebató a una de sus sobrinas el juego de backgammon furioso porque no podía ganarle la partida a la niña y tiró el estuche en un barranco. 

Jugar y fumar formaban parte de su indumentaria y personalidad. Y la vida se lo cobró. El vicio del cigarro le produjo un enfisema pulmonar que se agravó con los años. Pese a la fama nunca pudo grabar comerciales de televisión y su voz debía ser doblada por León Michel, Jorge Zúñiga o Isidro Olace porque, además, nunca obtuvo la licencia del locutor. Por su parte, Juan Carlos Calderón, el legendario periodista de espectáculos, decía que "Garcés era el hombre más rico de México, si por riqueza se entiende el cariño del público”.

Un mito atemporal 

Siendo el actor más taquillero durante una década, Mauricio Garcés no fue reconocido con premios de la industria sino hasta su ocaso, en 1986, cuando la comunidad artística la rindió un gran homenaje en vida. 

Con la debacle del cine mexicano, cuando comenzó el llamado "cine de ficheras", Garcés prefirió excluirse: "Me ofrecieron un papel estelar en una película y el personaje era tan asqueroso que dije que sólo la haría por diez millones de dólares. Porque si lo aceptaba no tendría cara para enfrentarme a mi familia, al público, y a mis amistades; y ese dinero me bastaría para irme del país y no volver”.

Este "zorro plateado" siempre tuvo claro a quién se debía: "Ser el más taquillero era una pluma en el sombrero y el sombrero me lo quito ante el público”.

El periodista Ricardo Rocha -quien lo convenció de hacer una de sus últimas apariciones en TV- lo describe así: "En realidad era un tipo muy moderado: jamás lo vi beber; era muy cuidadoso con su alimentación. Era muy disciplinado contra lo que proyectaba en sus películas. Siendo el prototipo del "galán" en realidad fue el "antigalán" porque no era guapo, si lo comparas con los galanes de la época -los hermanos De Anda, Jorge Rivero, Andrés García-. Si lo analizas fríamente más que guapo era chistoso. Creo que su encanto radica en que hizo posible "el galán que todos podíamos ser" si nos expresábamos y presentábamos de cierta manera: ejerciendo el arte de la seducción. Sin duda Mauricio es el gran ejemplo de que "rollos sí mata carita". Y tal vez por eso nos cae tan bien, porque sabemos que es un cuate como cualquiera, pero que su encanto radica en su ingenio y su seguridad. Aparte de Tin Tan y Pedro Infante, se ha comprobado que Garcés es de los contados personajes que, si te lo topas mientras haces zapping al ver TV, te detienes a verlo”.

De ser un extra sin esperanzas Mauricio encabezó el escalafón del cine nacional; sus cintas aún se transmiten por televisión, se pueden ver en YouTube y con frecuencia se proyectan ciclos de ellas. Sus frases "Arroooozzz" -zorra al revés-, "Las traigo muertas" y "Te voy a hacer pedazos", son marca registrada. 

A pesar de los papeles que le asignaron -de los cuales se quejó amargamente-, Garcés supo imponer su estilo porque, en el fondo, era un gran actor con una simpatía arrolladora y una extraordinaria capacidad de improvisación que pervive en los diálogos de sus películas y que no dejan duda de lo bien que tenía dominado su personaje: "Les tengo una excelente noticia: ya llegué”.

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Arturo Páramo Rojas es reportero urbano desde 1994; ha colaborado en el diario Reforma y ahora escribe reportajes e investigaciones para Excélsior, Cadena 3, Reporte 98.5 e Imagen donde también es comentarista. Hijo de la UNAM. Padre de Pedro. 

Carlos B. R. es el director editorial de esta revista, sígalo en Twitter como @alguienomas


(Tomado de: Páramo Rojas, Arturo, y B. R., Carlos - Lo Mauricio no quita lo Garcés. Algarabía #120, Año XIV, Editorial Otras Inquisiciones, S.A. de C.V. México, D.F. 2014)

viernes, 3 de mayo de 2024

Telenovelas VI Caridad Bravo Adams: la novela rosa

 


Caridad Bravo Adams: la novela rosa


Cuando la televisión recurrió a Caridad Bravo Adams, a mediados de los años sesenta, se pudo declarar la primera madurez de la telenovela; doña Caridad era una veterana de las letras con una carrera notable. Tabasqueña criada en Puerto Rico, regresó a México en 1934 para actuar en obras de corte nacionalista, recitar sus poemas, llenos de nostalgia y desarraigo y aparecer brevemente en una película de amores chinacos, Corazón bandolero. Sin embargo, terminó radicando en La Habana, donde probaría sus armas radiofónicas con la serie La novela del aire, que en la W inspiró El teatro del aire. El éxito de su radionovelas y la publicación de sus primeras novelas, de cortes desmesuradamente rosa, se reflejó en la filmación de varias de ellas, como La mentira en 1952, La intrusa en 1953, Pecado mortal y Estafa de amor en 1954 y Corazón salvaje en 1955.

Su ingreso en la telenovela, con una adaptación de Corazón salvaje, fue un éxito que todavía se recuerda: era 1966 y tenía su primer estelar Enrique Álvarez Félix, recién egresado de la Escuela de Ciencias Políticas de la UNAM, que despertaba comentarios por doquier debido al parecido físico con su legendaria madre; Enrique Elizalde era "Juan del Diablo" (el primero de la serie), Julissa, hija de Rita Macedo y Luis de Llano era "Mónica" y Jacqueline Andere, "Aimée". Pese a la pobreza de la producción, el desempeño de esos jóvenes actores, apoyados por veteranos como Miguel Manzano y Fanny Schiller, dirigidos con gran pericia y malicia por Ernesto Alonso, hizo que esa enredada historia de amores cruzados de dos hermanas por un desgastado levantara pasiones sobre todo entre las adolescentes, que no habían oído la radionovela ni visto la película 10 años atrás.

La adaptación de esa obra bastaría para que Bravo Adams figurara en la historia del género, por las varias versiones que se hicieron después, al mostrar que su dominio de la estructura dramática y lo inquietante de sus personajes, que nunca se alinean ni en el Bien puro ni en el Mal declarado, resisten el paso del tiempo. Pero de inmediato se adaptó La mentira, que pasó a la posteridad como la primera telenovela en cuyo honor se compuso un tema musical ("Se te olvida", de Álvaro Carrillo, cantado por Pepe Jara). Doña Caridad vería adaptadas una y otra vez todas sus obras: Estafa de amor, Bodas de odio, Pecado mortal, Yo no creo en los hombres, con la constante del melodrama puro: amores imposibles por razones de origen, por malentendidos que sitúan a los amantes en polos opuestos o por la presencia de un tercero en discordia y al final… el amor que todo lo vence.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Crónica de la Telenovela I. México sentimental. Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1999)