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jueves, 15 de febrero de 2024

De los indios del Acandón y uno que querían sacrificar, 1586



De los indios del Acandón y de un caso notable que sucedió con uno que querían sacrificar...


Fray Alonso Ponce

Viaje a Chiapas (Antología).

Tuxtla Gutiérrez,

Gobierno Constitucional del Estado de Chiapas [...]


Los indios del Acandon son muy pocos, y los más dellos infieles que no se han baptizado, y andan también en su compañía algunos apóstatas de la fe, asi dellos mismos como de otros que se han huido de otras partes, y se les han juntado; tienen todos una fuerza o peñol en una laguna sesenta leguas de Chiapa, entre Oriente y Poniente, no muy lejos de la Chontalpa hacia las tierras que confinan con la provincia de Yucatán, la laguna no es muy grande, pero es honda y circular, y tiene en medio una islilla con algunos peñascos, y en ella tienen hechas los Acandones sus casas, y a esto llaman peñol; sírvense de muchas canoas para salir a tierra firme a cazar y a hacer sus milpas de maiz, ají y frijoles y calabazas y otras legumbres, y a capturar todos los hombres que pueden, asi indios como españoles y negros, para sacrificarlos a sus ídolos, los que cogen vivos llévalos a aquel fuerte y isla, y después que los han engordado los sacrifican con danzas, mitote y bailes.

Aquel año de ochenta y seis salieron algunos destos a tierra firme con sus armas, que son arco y flecha, y dieron una noche en una estancia de un español, vecino de Chiapa, y habiendo muerto a un negro que se puso en defensa, llevaron presas nueve o diez personas entre chicos y grandes, y puestas en su isla las iban cebando y engordando como si fueran puercos, para ofrecérselas y sacrificárselas al demonio poco a poco en sus fiestas y solemnidades; teníanlos a todos metidos en una cárcel o red de maderos muy gruesos hincados en la tierra, y encima estaba hecha una barbacoa en que de noche dormían los que les guardaban, de día los sacaban por el pueblo con unos cascabeles a los pies, y los regalaban y daban muy bien de comer, y les procuraban hacer fiestas, pero de noche los volvían a la cárcel, en la cual estaban con la guardia sobredicha, hasta que llegado el día del sacrificio sacaban a matar uno, y otra vez otro, y así habían ya sacrificado algunos de los diez atrás referidos; y quedando ya muy pocos, y entre ellos un indio hábil y buen cristiano, que muy de veras se encomendaba a Dios y a la Virgen María su madre, llegado el día en que había de morir le sacaron de la cárcel, y llevado al mitote y baile, comenzaron su fiesta, quiso su ventura u ordenóle así Dios, que el que estaba tañendo el teponastle, que es un instrumento de madera que se oye media legua y más, erró al golpear y el compás de la música, y teniendo esto por aguero y mala señal el sacerdote de los indios, mandó que no pasase la fiesta adelante ni se hiciese por entonces el sacrificio, y que muriese el tañedor que había hecho aquella falta, tan grande a su parecer, pero intercedieron por él los demás, y perdonado mandaron volver al otro indio a la cárcel y concertaron y determinaron que otro día fuese sacrificado; el pobre indio que ya sabía algo de aquella lengua, entendió el trato y concierto y encomendándose a Dios y a nuestra señora la virgen María, cuyo devoto él era, probó a menear un palo de la cárcel, y dióse tan buena maña, que con el favor de Dios sacó uno sin ser sentido, y no atreviéndose a salir con él otro u otros dos indios que allí estaban, se salió solo y bajó a la laguna, y entró en una canoa y pasó a tierra firme, a la banda de Chiapa, y se subió a unas peñas muy altas donde estuvo escondido lo restante de la noche, y otros dos o tres días sin comer, sino fue lo que consigo llevaba, que no debiera ser mucho, y algunas raíces y frutas que él halló; cuando amaneció y miró bien en dónde estaba, vio que se había detenido en aquellas peñas en un puesto tan peligroso, que a pasar dos pasos más adelante se despeñara en una hondura muy grande, y dio gracias a Dios porque la había librado de aquel peligro. Oyó asimesmo aquel mesmo día que pasaban indios por allí abajo a buscarle, y que iban diciendo que le habían de coger y hacer que no se les huyese otra vez, con lo cual puede cada uno considerar lo que el pobre indio sentiría, y cuán grande sería a tal tiempo su tribulación y angustia. Pasado tres o cuatro días, cuando ya él entendió que se habían vuelto los que le habían ido a buscar, bajó de sus peñas y escondrijo, y comenzó a caminar para su tierra, pero yendo un día caminando muy descuidado de topar ninguno de los acandones, vio venir dos de ellos por el mismo camino con sus arcos y flechas, y aunque no estaban lejos quiso Dios que ellos no le vieran, él se escondió en el monte, y cuando ellos pasaron les oyó decir que la causa de no haberle hallado era habérsele comido algún tigre; libre de estos peligros y zozobras, llegó el pobre indio a su tierra tan flaco, despeado y mal traido que tardó mucho tiempo en volver en sí; él contó todo esto al fraile dominico de las Coapas, y decía y afirmaba que la madre de Dios, a quien se encomendaba, le había librado, y después el dominico lo contó al padre Comisario general cuando pasó (como queda dicho) por los pueblos donde estaba. Por esta prensa que hicieron los acandones en aquella estancia y por otras que habían hecho y se temía que harían, se hizo gente de españoles e indios, los cuales fueron a la laguna sobredicha, llevando consigo a un fraile nuestro que moraba en Chiapa, y pudieron (según se dijo) cogerlos a todos con facilidad, si luego dieran en ellos, porque estaban todos desbandados y desapercibidos, pero los indios se supieron valer, y pidieron al capitán ciertos días de plazo para responder a lo que les habían propuesto, y una noche, cuantos más desbandados estaban los españoles, desampararon los indios el peñol y se pasaron a tierra firme, y se metieron en el monte, y aunque fueran en su seguimiento no hicieron nada, y así se volvieron a sus casas hartos de caminar y mamvacios, como dicen. Para estos soldados eran aquellos ranchos donde descansó el padre Comisario el día que salió de Comitlán, como queda dicho, desde los cuales llegó a San Francisco Amatenango, donde quedó en el interin que se ha dicho esta digresión, y será bien volver a tratar de su viage.



(Tomado de: López Sánchez, Cuauhtémoc (recopilación) - Lecturas Chiapanecas IV. Miguel Ángel Porrúa, Librero-Editor. México, D. F., 1991)

lunes, 25 de septiembre de 2023

Del cacao que se coge en la Nueva España y corre por toda ella, 1586

Del cacao que se coge en la Nueva España y corre por toda ella, 1586


Fray Alonso Ponce

Viaje a Chiapas (Antología).

[...]


El cacao es una fruta como almendras sin cáscara, más corta y más ancha y no tan puntiaguda ni tan delgada, o se puede decir que tiene la proporción y hechura de los piñones con cáscara, pero mucho más gruesa y de color entre colorado y negro, los árboles que llevan estas fruta son a manera de los naranjos, tienen la hoja como la del laurel, aunque más ancha y que tira un poco a la del naranjo; en su tronco desde el mesmo suelo y en lo grueso de las ramas echan unas mazorcas larguillas y redondas con unas puntas al cabo, y dentro destas, debajo de una corteza, están los granos que llaman cacao, cójenlas a su tiempo y quiébranlas, y sacada la fruta, pónenla a curar al sol. Es el árbol del cacao muy delicado, de suerte que no le ha de dar el sol a lo menos de lleno, ni le ha de faltar agua para que dure mucho y lleve mucha fruta, aunque en Yucatán se da sin agua, en hoyas y lugares húmedos y umbríos, pero eso es poco y de poco fruto. Por esa razón tienen los indios sus cacauatales donde hay agua con qué regarlos, y cuando los plantan entreplantan también ciertos árboles que se hacen muy altos y les hacen sombra, a los cuales llaman madres de cacao. Hay en aquello de Xoconusco y en lo de Xuchitepec, y en otras provincias de lo de Guatemala, dos cosechas de cacao en cada un año, la una es entre Pascua y Pascua, y esta es la más gruesa y principal, la otra y menos principal es por nuestro Padre San Francisco: cuando acude bien, hay árbol que lleva pasada de cien mazorcas, las cuales son muy vistosas, y cada una de las medianas tiene a veintiocho a treinta granos. Este cacao sirve de moneda menuda en toda la Nueva España, como en Castilla la de cobre, cómpranse con el cacao todas las cosas que con el dinero se comprarían, vale en lo de Guatemala una carga de cacao que contiene veinticuatro mil granos, treinta reales de a cuatro, y llevado a la Nueva España, a la Puebla de los Ángeles, a la Tlaxcalla y México, se vende cuando más barato a cincuenta reales de a cuatro. Hay indios que si guardaran y tuvieran mañana, fueran muy ricos por las huertas y cosechas que tienen desta fruta, pero españoles que tratan en ella hay muchos dellos muy prósperos; llévanla a la Nueva España, a lo de México en harrias por tierra y en navíos por el mar del Sur, y en esta granjería hayan grandes intereses y ganancias y a trueque deste cacao les llevan a los indios a sus pueblos y casas, la ropa y las demás cosas que han menester. Demás de ser moneda el cacao se come tostado como si fueran garbanzos tostados, y así es muy sabroso, hacen dél muchas diferencias de bebidas muy buenas, unas de ellas se beben frías y otras calientes, y entre esas hay una muy usada que llaman chocolate, hecha del cacao sobredicho molido y de miel y agua caliente, con lo cual le echan otras mezclas y materiales de cosas calientes: es esta bebida muy medicinal y saludable.


(Tomado de: López Sánchez, Cuauhtémoc (recopilación) - Lecturas Chiapanecas IV. Miguel Ángel Porrúa, Librero-Editor. México, D. F., 1991)

jueves, 27 de julio de 2023

De la provincia de Xoconusco, 1586

 


De la provincia de Xoconusco, 1586


Fray Alonso Ponce

Viaje a Chiapas (Antología).

Tuxtla Gutiérrez,

Gobierno Constitucional del Estado de Chiapas [...]


Aquella provincia de Xoconusco es gobernación que se provee de España, aunque está sujeta a la audiencia de Guatemala. Solía ser muy rica y próspera y muy poblada de indios y frecuentada de españoles mercaderes, por el mucho cacao que en ella se daba y por el grande trato que de ello había, ya tiene muy pocos indios, que dicen no llegan a dos mil, y el trato del cacao va cesando en ella y se pasa a otra provincia más adelante en el mismo camino de Guatemala llamadas de los Xuchitepeques, con todo esto es muy nombrada la de Xoconusco y por antonomasia la llaman la Provincia, como San Pablo llaman el Apóstol, a David el Profeta, y Aristóteles el Filósofo. Residen en ella siete clérigos que administran los Santos Sacramentos y doctrina cristiana los indios, y dellos, aunque pocos, son sustentados y regalados, porque con el cacao se puede hacer y hace mucha hacienda. En toda aquella provincia hace un calor excesivo, porque cae en la costa del mar del Sur, y casi toda es tierra llana, dánse en ella muchas frutas de las Indias de tierra caliente, y de las de España todo género de naranjas, limas y limones hay por allí muchos y muy caudalosos ríos por causa de los cuales y de las muchas ciénagas, no se puede ir a Guatemala por aquel camino en tiempo de aguas, y entonces váse por la provincia de Chiapa y tómase el camino por la venta de Gironda, como atrás queda dicho. Por causa de estos ríos y ciénagas y el demasiado calor y las muchas huertas de cacao, abundan aquella provincia de moxquitos, los cuales la defienden varonilmente con sus armas tan agudas y subtiles, y para defenderse los hombres de su persecución usan en las camas pabellones cerrados, y aunque los indios de aquella tierra tienen, como dicho es, lengua particular, tratan empero y contratan en la mexicana con los españoles, porque esta como atrás queda dicho corre hasta Guatemala y Nicaragua y aún más adelante. Hay también en aquella provincia muchas estancias de ganado mayor, porque tiene grandes pastos y muy buenos, con abundancia de agua; donde éstas están se llama el Despoblado porque no hay ningunos pueblos entremetidos en ellas, como presto se verá, aunque primero será razón tratar alguna cosa del cacao, de quien hemos hecho ya alguna mención.


(Tomado de: López Sánchez, Cuauhtémoc (recopilación) - Lecturas Chiapanecas IV. Miguel Ángel Porrúa, Librero-Editor. México, D. F., 1991)