jueves, 27 de febrero de 2025

Río Blanco, 1907 III


 

III


El trabajador fuera de la fábrica 

Los domingos se reúnen y discuten 

Manuel Ávila y José Neira, los guías 


Amarga era en verdad la situación que privaba para el obrero mexicano en los principios del siglo actual [XX] y bajo la dictadura del general Porfirio Díaz, Presidente de la república. 

No solamente en el interior de la fábrica sino aún fuera de ella el trabajador no era del todo libre en sus actos. De hecho no existía la libertad de asociación ni de expresión del pensamiento y aquel que se reunía con fines de protestar por las injusticias o que manifestaba sus ideas en contra del sistema de gobierno y la conducta de los patrones, era perseguido y encarcelado o bien enviado al ejército con los "pelones" como castigo a su osadía de querer ser libre en su país y formar Uniones Obreras para la defensa de los trabajadores. 

En las villas fabriles la policía montada ejercía odiosa vigilancia que era aún más severa en la noche pues cuando se encontraban grupos de trabajadores después de que sonaban las diez eran llevados a la comandancia para ser multados por andar deambulando o conversando más allá de esa hora. 

Más infames aún en sus procedimientos eran los rurales, hombres a caballo encargados de vigilar a los trabajadores y proteger a las empresas, cuidando las puertas de las fábricas cuando entraban y salían los obreros y se daban gusto echando sus cabalgaduras sobre la gente indemne que iba en grupos. 

En el caso de elecciones para gobernantes, representantes legislativos o municipales, en las direcciones de los departamentos se llenaban las boletas de elección y se llamaba a uno por uno de los trabajadores para que fueran a firmarlas o estampar en ellas su huella digital. En esa forma, los patrones extranjeros cooperaban a la continuidad del régimen porfirista que para ellos era símbolo de riqueza y para el obrero símbolo de explotación y miseria. 

Todo eso, aunado a las imperantes órdenes en la fábrica de no conversar con nadie, no llevar cigarrillos ni usar cerillos, desenvolverse en un ambiente donde se era víctima de insultos, golpes, multas, jornadas excesivas de labores, de los fatídicos vales de la tienda de raya y una vigilancia que se extendía hasta sus propios domicilios, fueron creando una atmósfera de repudio hacia el capitalismo extranjero, por parte de los trabajadores que sentían la necesidad de unirse para exigir mejor trato y respeto a su condición de seres humanos. Y así, sin temor al peligro que para ellos representaba el hacer reuniones, los obreros de la fábrica de Río Blanco empezaron, en pequeños grupos, a darse cita en la casa del señor Andrés Mota, los días domingo, para deliberar sobre la conveniencia de formar un frente de defensa. 

Las juntas de los trabajadores ríoblanquenses era cada día más numerosas y las discusiones más apasionadas y prolongadas. En el espíritu de esos hombres flameaba ya el ansia de libertad y derecho a que les daba la Constitución. Se iba formando conciencia en la clase trabajadora para unificarse y ofrecer resistencia contra sus explotadores y quienes los amparaban. 

Destacaban en las juntas, como paladines del incipiente movimiento de unidad, las figuras del profesor José Rumbia, el obrero Manuel Ávila y José Neira, que había arribado a Río Blanco a principios de 1906 y quien tan pronto empezó a elaborar en la fábrica hizo contacto con los antes señalados para ayudar a la causa exponiendo que él estaba en contacto con los hermanos Flores Magón acérrimos enemigos de la dictadura porfirista. 

La asamblea que marcó la ruta de lucha fue la efectuada el 2 de abril de 1906. Manuel Ávila y José Rumbia con voz calmada, llena de fervor en sus ideales, pedían que se organizara una Sociedad Mutualista que actuara en forma moderada, sin precipitaciones, ya que resultaría expuesto lanzarse abiertamente contra capital y dictadura que tenían todo el poder en sus manos. 

Muchos trabajadores rubricaron con aplausos entusiastas la idea de Ávila y Rumbia; pero José Neira se levantó de su asiento y "rugió" su desacuerdo con ese plan explicando que se debía proceder con energía pues obrando con suavidad solamente harían el ridículo y nulo sería el caso que les hicieran autoridades y patrones, por eso proponía que se formara una Mesa de Resistencia que actuara abierta y resueltamente.

La opinión de los trabajadores se dividió y mientras unos estaban con la idea de que se procediera con cautela, por temor a las persecuciones, cárcel o pérdida del trabajo, otros se pronunciaron a favor del Plan Neira que era el explosivo y algunos más optaron por retirarse para no comprometerse. 

De cualquier modo se llegó a un acuerdo: Formar la directiva y darle nombre al grupo y, por aclamación unánime, se aprobó el propuesto por José Neira, "Gran Círculo de Obreros Libres de Río Blanco". Así nacía la resistencia de la clase obrera contra el capital, escribiendo páginas rojas con su sangre de lo que sería el movimiento precursor de la Revolución Mexicana. Los trabajadores se habían unido y en su ejemplo cundiría en toda la región y en todas las fábricas textiles.


(Tomado de: Peña Samaniego, Heriberto - Río Blanco. El Gran Círculo de Obreros Libres y los sucesos del 7 de enero de 1907. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, México, 1975)

lunes, 24 de febrero de 2025

La joda de la moda



 La joda de la moda 


El aire juega a los recuerdos 

se lleva todos los ruidos 

y deja espejos de silencio 

para mirar los años vividos. 

Xavier Villaurrutia 


Manuel M. Ponce señalaba en 1900 el desdén hacia el folclore y la indiferencia ante su extinción así como la proverbial avidez mexicana por lo extranjero. Tal denuncia, que indudablemente resulta encomiable, se antoja curiosa a vida cuenta de que el folclorismo preconizado por el autor de "Estrellita" y "Concierto del sur" provenía de Europa. Hoy se repite el fenómeno porque el afán de volver la vista a lo autóctono no se genera desde dentro, sino que, como ya ha sido señalado, curiosamente proviene de fuera, en concreto de Estados Unidos y París. 

Por lo visto la gente no está dispuesta a moverse más que hacia donde apunta el signo de la moda. Hace quince años podía uno ir a la Lagunilla o a Tepito y procurarse, a cambio de no mucho dinero, un escritorio de cortina hecho de encino "americano". Actualmente los tales muebles han desaparecido del mercado merced a millares de clasemedieros enterados de cuán elegante resulta tener uno en la sala. Durante los años cincuenta se antojaba insólito ver a una muchacha morenita con aspiraciones clasemedieras luciendo blusas indígenas de artesanía. Hoy han cambiado las cosas gracias, según parece, a la intermediación de jóvenes de tendencias intelectuales que, si no procedían de las colonias francesa, alemana o española, al menos encajaban en familias de inclinaciones artísticas y atentas a la cultura europea. Con la música pasa exactamente lo mismo. 

La música folcloroide andinopampallanera ha aparecido esporádicamente en México desde hace casi cuarenta años sin que se le prestara demasiada atención. Pero bastó con que los franceses pusieran los ojos en blanco al escuchar los charangos y los bombos de algunos estudiantes hispanoamericanos radicados en París, o que Paul Simon y Art Garfunkel grabaran "El cóndor pasa" para ver al paisanaje irrumpir en incondicional aplauso para cuando se hiciera pasar por música de "nuestros hermanos latinoamericanos”.

A continuación se presenta una lista de intentonas tan espontáneas como estériles que, a pesar de sus deficiencias, resulta harto significativa. 

Año de 1934. Faustino Lazcano, Pepe de la Vega y Miguel Bermejo forman Los Gauchos de los Ponchos Verdes.

Abril de 1945. La gran compañía de arte folklórico peruano debuta en Bellas Artes. Ymma Sumac (cantante), César Gallegos (quena), Ríos Amurú (quena), Tipoy Anky Wara (arpa), Nicolás Wetsecc (charango). Todos ellos se presentaban bajo el nombre de Ynca Taky y el Gran Conjunto Típico Suramericano dirigido por Carlos Moisés Vivanco. 

Febrero de 1947. El teatro Follies presenta a María Esther Casas, intérprete de la canción Argentina. 

Marzo de 1947. El público capitalino conoce al Che Marino, "El auténtico gaucho de las pampas”.

Abril de 1947. Los Ángeles del Infierno "los máximos folcloristas del Brasil", según la cartelera del Follies. 

Junio de 1948. El cabaret Aurora presenta a Ñata Gaucha, "la voz de las pampas”.

Diciembre de 1950. Los Llaneros actuaban en la XEW y, ya lanzada a la fama por el Hollywood Bowl y gracias al Times y a Capitol Records, algunos empresarios mexicanos se desvivían por traerse a Ymma Sumac y a Carlos Moisés Vivanco. 

Muy importante resulta resaltar en el mismo año las andanzas de Stella Inda, quien se hacía acompañar por un grupo folclórico -violín, tambor y guitarra- para llevar a Cuba melodías tradicionales michoacanas. Con el mismo repertorio actuó en Las Tullerías de la ciudad de México. 

Febrero de 1952. A falta de la Sumac, se presentó por estos lares la "soprano indoamericana" Suray Surita. 

Mayo de 1952. En Rumba Casino y en el Esperanza Iris actuó la tucumana Ana Morena. Se decía "india americana del sur del continente", pero no hacía más que cantar en francés, alemán, inglés, italiano y, de vez en cuando, en castellano. 

Ya en 1953 el doctor Roque Carbajo y Juanita andaban por Europa asestando a quien se pusiera a tiro sus aires folclóricos mexicanos. 

Año de 1954. Nos visitaron Los Jilguerillos, avezados intérpretes de bambucos colombianos y valses peruanos. 

Octubre de 1955. Mientras "Pancho López" se encontraba en tercer lugar de popularidad, "Camino del Indio" ocupaba el sexto. Se trata de la famosa pieza de Atahualpa Yupanqui que, entre otras versiones, contaba con las huapangoides perpetradas por Rosita Quintana y el Mariachi México, así como por Miguel Aceves Mejía. Es de temerse que el paradigma de tan conspicuos folcloroides fuera la hispana Imperio Argentina, quien grabó, además, "Canto inca" y "La bamba”.

También en 1955 la chilena María Luisa Buchino y sus Llaneros grabaron números sudamericanos para la RCA. 

En enero de 1957 la revista Radiolandia anunciaba que Gloria del Sol -antes integrantes del Dueto del Sol- fue contratada por la Peerless para probar suerte con repertorio sudamericano. 

Durante 1957 las radiodifusoras aztecas dieron algún impulso a una nueva canción de Atahualpa Yupanqui: "A unos ojos". Por entonces volvió a sonar una que otra milonga interpretada por Medeles, Pimentel y Ledezma -integrantes del Trío Argentino (se hace referencia a tres jarochos que adoptaron nombre y repertorio del original Trío Argentino)- que llegaron al D.F. a fines de los cuarenta. También por 1957 el público chilango conoció a Los Embajadores, quienes más tarde serían el Trío Peruano. 

En 1958 la RCA lanza Folclore latinoamericano de Los Cuatro Hermanos Silva, disco de larga duración que incluye, entre otras, "Pájaro campana", "Carnavalito quebradeño" y "Ende que te vi", interpretadas por tan relamido grupo, podían adquirirse también discos de setenta y ocho revoluciones por minuto con "Las dos puntas" y "Paisajes de Catamarca". 

En mayo de 1958 el baterista Tino Contreras grabó América canta y baila con piezas como "Alma llanera" -joropo venezolano-, "Cabaquino" -samba brasileña-, "San José" -montuno costarricense-, "Santo Domingo -apambichao dominicano- y otras parecidas. Mientras tanto, como el folclore boliviano no le redituaba mucho, Raúl Shaw Moreno iniciaba una transición pausada hacia el bolero. 

Mayo de 1959. Raúl Shaw Moreno y Los Peregrinos llevaban al acetato un vals peruano -"Con locura"- y una polca boliviana "Palmeras". En septiembre del mismo año el Tío Sam de Niño Perdido 204 presenta a los Wara Waras con Kosinara y Tito Yupanqui, "creadores (!) del folklore boliviano y suramericano"- ¡viva la alegría! Y a las pocas semanas anunciaba a Tamara y Saldívar -con atuendos peruanos y todo- autobautizados como Los Folcloristas de América. 

En abril de 1959 el trío Los Delfines -mexicanos- promovían "Alma llanera" y "Sabaneando", en tanto que en julio del mismo año estrenaron Ecos de los Andes. Luego, mientras, por instrucciones de Paco de la Barrera, Irma Dorantes copiaba el repertorio completo de la venezolana Adilia Castillo. María Luisa Buchino volvía a la carga con "Zamba de la Candelaria", "Llora, llora corazón" -vals- "El picaflor" -carnavalito-, "La loca" -chacarera- "Soy libre" -baguala- etcétera. 

Y ya en pleno estallido rocanrolero, los Wara-Wara nos ofrecían "Yaraví", "Thaya", "Kunutaguiragui", "A Conocas" -de Tito Yupanqui-, "Marujita", etcétera. 

Un dato curiosísimo es que Los Platters -"Only you", "The Great Pretender"- tuvieron la humorada de incluir nada menos que "Viva Jujuy" en su disco Al estilo latino

Marzo de 1960. La cartelera del teatro Iris anunciaba a Raymi Itica, "La alondra del Perú”.

A los 4 meses vinieron del Uruguay los Hermanos Gamarra y poco después el también uruguayo Lautaro Llempe graba "Tarde tibia" -pasillo- y "Ayer" -vals. 

en 1961 llegaron de Alemania Los Colegiales del Swing y no conforme llevar al acetato piezas folclorulentas mexicanas como "La cucaracha", se lanzaron al ruedo con "Quena blues". Casi simultáneamente Ernesto Torrealba y Los Araucanos hicieron discos con "Tiki, "Tuki", "Rosario", "Concierto de la llanura", etc., anteriormente habían acompañado a Adilia Castillo, "la novia del llano", quien dejó varias piezas folcloroides en el catálogo de la Musart. 

Para cerrar esta lista viene a cuento señalar que en 1963 el Terraza Casino presentó sin pena ni gloria a Los de Ramón, "embajadores de la canción latinoamericana" provistos de bombo y lira y aficionados a tocar toda clase de zambas, malambos y chacareras. 

Por otra parte, a partir de 1960 ciertos medios estudiantiles mexicanos -especialmente la Facultad de Ciencias de la UNAM- empezaron a escoger casi imperceptiblemente la moda folcloide in porque en Estados Unidos tomaba fuerza considerable entre la gente joven. No se trataba ya de los éxitos esporádicos de Los Weavers o Merle Travis, sino que la nube venía cargada con superestrellas como Joan Baez y Bob Dylan. En aquellos tiempos ser folcloroide era estimulante y grato porque no implicaba adocenamientos ni mesianismos. Lo repelente proviene de esa suerte de folcloroidez trasnochada que ha cundido desde 1968, acogiendo en su seno a elementos muy dados a disfrazar su exhibicionismo de compromiso y a pretender que su avidez de triunfo pase por altruismo. Lo irritante está en esos folcloprotestosos empeñados en idealizar al proletariado y a los "campesas" desde una perspectiva peternalista cargada de curiosos complejos y sentimientos de culpa. Lo irrespirable viene cuando los folcloprotestosos asestan al prójimo la paliza calificada por el jazzista John Renshan como "el chanchullo de la sinceridad”.

Por lo demás todo pasa. De hecho, la proliferación de mexicanos dedicados a imitar la música argentina, venezolana o colombiana es oportuna y justa. Así nos vengaremos sañudamente de elementos como Los Rancheros, La Mexicanita, Los Yucatecos -curiosamente nativos de Argentina- Los Pepes -venezolanos- La Mexicanita -en esta ocasión se trata de una colombiana- o Los Charros, todos ellos lanzados por los años cincuenta a jinetear y exprimir por esos mundos de Dios la música vernáculos de nuestro -o de quien sea- sufrido país. Lástima que a los folcloroides mexicanos no les haya dado por atentar contra la música francesa. De otra manera hubiéramos visto vengada a la patria por los agravios perpetrados por unos franchutes cuyo nombre se pierde en la sima de los tiempos y que se valieron del repelente Luis Mariano para filmar en París El cantor de México. Otro tanto puede decirse del impune Tercet Egzotyczny de Polonia formado por dos charros/gauchos -Zbigniew y Mieczyslaw- tan eslavos como Grotovski y una diva -Isabella- que no teme a cactus, haciendas, malagueñas o Granadas. 

Ya desatado los demonios revanchistas, tampoco estaría de más que un Anthar López o un Adriancito Nieto se lanzaran a cantar "The Yellow Rose of Texas" o "Home on the Range" para quedar a mano con la deplorable versión de "Guadalajara" grabada por Elvis Presley a fines de los años cincuenta así como con "A Gay Ranchero" -"Las Alteñitas"- imputable, entre otros, a Roy Rogers.


Tomado de: Arana, Federico. Roqueros y folcloroides. Colección Contrapuntos. Editorial Joaquín Mortis S. A. de C.V. México, Distrito Federal, julio de 1988)

lunes, 17 de febrero de 2025

Freddy Fernández “El Pichi”

 


Freddy Fernández “El Pichi”

(Actor)

(1934-1995, México, Distrito Federal). Debutó en el cine a los ocho años de edad en la película Cristóbal Colón (1943). Durante seis años hizo personajes sin importancia hasta obtener un papel relevante en Ustedes los ricos (1948). Sus cualidades de actor fueron reconocidas por los productores, lo cual le dio nuevas y mejores oportunidades. Entre sus cintas más populares recordamos Una calle entre tú y yo (1952), en la cual fue la pareja romántica de Evita Muñoz "Chachita"; intervino también en filmes como: Pepe "El Toro" (1952), Soy gallo donde quiera (1953), Los tres Villalobos (1954), Mi canción eres tú. ¿Con quién andan nuestras hijas? (ambas de 1955), Las manzanas de Dorotea (1956), La mujer que no tuvo infancia (1957) con Libertad Lamarque. Encarnó en la pantalla la imagen del hombre joven mexicano y gracias al éxito de sus películas hizo giras de presentaciones personales en varias ciudades de Estados Unidos.

Mauricio Peña. 

(Tomado de: Dueñas, Pablo, y Flores, Jesús. La época de oro del cine mexicano, de la A a la Z. Somos uno, 10 aniversario. Abril de 2000, año 11 núm. 194. Editorial Televisa, S. A. de C. V. México, D. F., 2000) 

jueves, 13 de febrero de 2025

José Miguel Gordoa

 


Gordoa (José Miguel). Nació en el Real de Álamos, Zacatecas. Estudió primero en el Colegio de San Ildefonso, de México, y después se incorporó a la Universidad de Guadalajara. Representó a la provincia de Zacatecas en las Cortes españolas, de las que era presidente cuando llegó el decreto de Fernando VII, de 4 de mayo de 1814, en que manifestaba que no juraría la Constitución y disolvía las Cortes. En esa ocasión pronunció un discurso que causó grandísima sensación y fue publicado en España y América. Regresó a México trayendo la cruz de Carlos III. Fue electo diputado por Zacatecas al Congreso Constituyente de 1824. Se le consagró obispo de Guadalajara en agosto de 1831.


(Tomado de: México en las Cortes de Cádiz (Documentos). El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción. Colección dirigida por Martín Luis Guzmán. Empresas Editoriales, S. A. México, D. F. 1949)

lunes, 10 de febrero de 2025

La caída de Tenochtitlan, 1521

 

15

La caída de Tenochtitlan 

por Hernán Cortés 


Cortés no se dejó abatir por las derrota de la Noche Triste. Desde la tierra amiga de Tlaxcala prepara la vuelta a la metrópoli Imperial. La segunda marcha sobre México-Tenochtitlan y su caída constan en la tercera de las Cartas de relación del Capitán, de la cual se entresacan los siguientes párrafos.


Quiso nuestro señor dar tanto esfuerzo a los suyos que les entramos hasta los meter por el agua, a las veces a los pechos, y les tomamos muchas casas de las que están en el agua; y murieron de ellos más de seis mil ánimas entre hombres y mujeres y niños, porque los indios nuestros amigos, vista la victoria que Dios nos daba, no entendían en otra cosa sino en matar a diestro y a siniestro [...]

Aquel día se mataron y prendieron más de cuarenta mil ánimas. Y era tanta la grita y lloro de los niños y mujeres, que no había persona a quien no quebrantase el corazón. E ya nosotros teníamos más que hacer en estorbar a nuestros amigos que no matasen ni hiciesen tanta crueldad, que no en pelear con los indios. La cual crueldad nunca en generación tan recia se vio ni tan fuera de toda orden de naturaleza como en los naturales de estas partes. Nuestros amigos hubieron este día muy gran despojo, el cual en ninguna manera les podíamos resistir, porque nosotros éramos obra de novecientos españoles, y ellos más de ciento y cincuenta mil hombres, y ningún recaudo ni diligencia bastaba para los estorbar que no robasen aunque de nuestra parte se hacía todo lo posible [...]

Viendo que estos de la ciudad estaban rebeldes y mostraban tanta determinación de morir o defenderse, colegí dos cosas: la una, que habíamos de haber poca o ninguna de las riqueza que nos habían tomado; y la otra, que daban ocasión y nos forzaban a que totalmente los destruyésemos. De esta postrera tenía más sentimiento, y me pesaba en el alma, y pensaba qué forma tenía para los atemorizar de manera que viniesen en conocimiento de su yerro y del daño que podían recibir de nosotros, y no hacía sino quemalles y derrocalles las torres de sus ídolos y sus casas. E porque lo sintiesen más, este día hice poner fuego a estas casas grandes de la plaza, donde, la otra vez que nos echaron de la ciudad, los españoles y yo estábamos aposentados, que eran tan grandes, que un príncipe con más de seiscientas personas de su casa y servicio se podía aposentar en ellas; y otras que estaban junto a ellas, que, aunque algo menores, eran muy más frescas y gentiles, y tenían en ellas Muteczuma todos los linajes de aves que en estas partes había; y aunque a mí me pesó mucho, porque a ellos les pesaba mucho más, determiné de las quemar, de que los enemigos mostraron harto pesar, y también los otros sus aliados de la laguna, porque éstos ni otros nunca pensaron que nuestra fuerza bastase a les entrar tanto en la ciudad, y esto les puso harto desmayo [...]

Miré [desde una torre] lo que teníamos ganado de la ciudad, que sin duda de ocho partes teníamos ganado las siete; e viendo que tanto número de gente de los enemigos no era posible sufrirse en tanta angostura, mayormente que aquellas casas que les quedaban eran pequeñas, y puesta cada una sobre sí en el agua y sobre todo la grandísima hambre que entre ellos había, y que por las calles hallábamos roídas las raíces y cortezas de los árboles, acordé de los dejar de combatir por algún día, y movelles algún partido por donde no pereciese tanta multitud de gente; que cierto me ponían en mucha lástima y dolor el daño que en ellos se hacía, y continuamente les hacía acometer con la paz; y ellos decían que en ninguna manera se habían de dar, y que uno solo que quedase había de morir peleando, y que de todo lo que teníamos no habíamos de haber ninguna cosa, y que lo habían de quemar y echar al agua, donde nunca pareciese. Y yo, por no dar mal por mal, disimulaba el no les dar combate.

Otro día siguiente tornamos a la ciudad, y mandé que no peleasen ni hiciesen mal a los enemigos. Y como ellos veían tanta multitud de gente sobre ellos y conocían que los venían a matar sus vasallos y los que solían mandar, y veían su extrema necesidad, y como no tenían donde estar sino sobre los cuerpos muertos de los suyos, con deseo de verse fuera de tanta desventura, decían que por qué no los acabábamos ya de matar; y a mucha priesa dijeron que me llamasen, que me querían hablar. E como todos los españoles deseaban que ya esta guerra se concluyese, y habían lástima de tanto mal como hacian, holgaron mucho, pensando que los indios querían paz. Con mucho placer viniéronme a llamar y a importunar que me llegase a una albarrada donde estaban ciertos principales, porque querían hablar conmigo. Aunque yo sabía que había de aprovechar poco mi ida, determiné de ir, como quien quiera que bien sabía que no darse estaba solamente en el señor y otros tres o cuatro principales de la ciudad, porque la otra gente, muertos o vivos, deseaban ya verse fuera de allí. Y llegado al albarrada, dijéronme que pues ellos me tenían por hijo del sol, y el sol en tanta brevedad como era en un día y una noche daba vuelta a todo el mundo, que por qué yo así brevemente no los acababa de matar y los quitaba de penar tanto, porque ya ellos tenían deseos de morir y irse al cielo para su Ochilobus que los estaba esperando para descansar; y este ídolo es el que en más veneración ellos tienen. Yo les respondí muchas cosas para los atraer a que se diesen, y ninguna cosa aprovechaba, aunque en nosotros veían más muestras y señales de paz que jamás a ningunos vencidos se mostraron, siendo nosotros, con el ayuda de Nuestro Señor, los vencedores.




(Tomado de: González, Luis. El entuerto de la Conquista. Sesenta testimonios. Prólogo, selección y notas de Luis González. Colección Cien de México. SEP. D. F., 1984)

viernes, 7 de febrero de 2025

Julián Samora


Julián Samora


Fue pionero de los estudios mexicano-americanos en el medio oeste norteamericano, con una destacada trayectoria tanto en la labor docente y de investigación como en la lucha en pro de los derechos de la población de origen mexicano. Nació en Papagosa Springs, Colorado, en 1920. Sin mayores recursos, más que su aguda inteligencia Y tenacidad, logró conseguir las becas necesarias para estudiar y escalar el más alto de los peldaños siendo el primer mexicano-americano que obtuvo un doctorado en la Universidad de Washington, en San Luis Missouri. Como doctor en sociología y antropología dedicó su trabajo a la comunidad de origen mexicano y realizó estudios que sirvieron de base para la lucha por la reivindicación de sus derechos. Consciente de la importancia de hacer de los estudios chicanos una disciplina académica en las universidades, dirigió el primer Programa de Estudios Fronterizos México-Estados Unidos en la Universidad de Notre Dame, desde donde se unió a las principales luchas por los derechos civiles y el movimiento chicano. Su amplia obra escrita, que comprende más de treinta estudios y varios libros, es una verdadera denuncia contra la explotación a los trabajadores indocumentados, las condiciones de vida de los mexicano-americanos, el racismo y la segregación. Su activismo no se limitó al ámbito académico: así lo muestra su participación en la fundación del Consejo Nacional de la Raza y en la Comisión de Derechos Civiles. Recibió la orden mexicana del Águila Azteca en 1990. Murió en 1996.



(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

lunes, 3 de febrero de 2025

Puños de algodón

 


Puños de algodón 

Margarita Montes, muchacha de rasgos duros y faldas "bien puestas", primero probó suerte como torera. Pronto se cansó de la indiferencia de los empresarios y cambió el paseíllo de la plaza de toros por los atirantados movimientos en los montículos beisboleros, donde se convertiría en la estrella de la novena femenil de la cervecería Díaz de León. 

Sin dar explicaciones, nunca, del porqué de su decisión, dejó que sus compañeras se siguieran divirtiendo con "elevaditos", "pisa y corre" y demás reglas misteriosas del beisbol. Si ya había probado su valentía y suerte frente a los cuernos del toro, por qué no lo iba a hacer frente a un contrincante con los puños envueltos en algodón. 

Así, en 1930, en su natal Mazatlán, inició la carrera de "La Maya", alias que le disgustaba tanto como la tranquilizaba cuando escuchaba al anunciador pregonar su aparición a grito pelado: la primera mexicana que se dedicaba al boxeo. Rápido trabó rivalidad con su paisana, Josefina Coronado, anunciadas por los mercados y rastros del puerto como Las primeras boxeadoras de México

Los combates se hicieron arduos y fieros, y el empresario local, Rodrigo Gómez Llanos, descubridor del indiferente Joe Conde, las llevó por las distintas plazas de la costa del Pacífico hasta llegar a Nogales, donde un grupo de managers norteamericanos entrenaron a Margarita para pelear con la desconocida campeona de Arizona, a quien venció por nocaut en el primer round. Después de esa experiencia, y por prohibición expresa de las autoridades de enfrentarse a mujeres, combatió contra boxeadores, los cuales corrieron la misma suerte que la misteriosa campeona. 

Con el retiro de "La Maya" se hicieron escasas, formalmente, las peleas de mujeres en nuestro país. Sin embargo, había una realidad alterna a la desaparición del boxeo femenil: muchos peleadores famosos entrenaban con mujeres que se ganaban la vida como sparrings. Julio César Chávez, el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos, tuvo su primer enfrentamiento contra Pilar López, avecindada en el mismo Puerto donde "La Maya" tuviera sus grandes éxitos. 

En tiempos recientes el boxeo femenil ha renacido, sobre todo en los gimnasios universitarios, como deporte amateur. Laura Serrano, quien enfrentó la discriminación e indiferencia de las autoridades de las diferentes comisiones, ha sido la boxeadora más exitosa en los últimos tiempos. 

Serrano se coronó, en el año de 1999, como monarca de los pesos pluma, reconocida por la Federación Internacional de Boxeo Femenil (WIFB, por sus siglas en inglés). Por falta de oportunidades decidió irse a erradicar a Estados Unidos, donde continúa su exitosa carrera. 

Frente a la crisis que el boxeo mexicano sufre, los empresarios, que antes desdeñaban y se burlaban de sus largas horas de "sufrimiento" en los gimnasios sin reconocimiento ni fruto posibles, ahora ahora ven en ellas la posibilidad de salvar el negocio y meter gente curiosa para verlas pelear, ya no en los lavaderos sino en los mismos rings donde se presentan los grandes ídolos. Si el reconocimiento ha tardado en llegar, el ritmo de entrenamiento se ha incrementado, ya no por ser tomadas en cuenta sino por la realidad de tener un combate en puerta. 

Finalmente, en la Arena Coliseo, la catedral de nuestro boxeo -como pomposamente se le llama al embudo de las calles de Perú- se volvieron a ver las monedas llover sobre la lona, para demostrarles a las nuevas guerreras lo agradecidos que estaban los viejos aficionados.


(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)