EL OLOLIUHQUI, ALUCINÓGENO SAGRADO DE LOS AZTECAS
Entre los varios alucinógenos sagrados que al parecer eran tan esencialmente vitales para el equilibrio social del México indígena, como para ser suprimidos después de la Conquista, y que se mezclaron a los adornos de la inconografía cristiana sin perder sus significados precristianos, estaba el Ololiuhqui. El Ololiuhqui (ololuc), palabra azteca que significa “cosa redonda”, no contiene rastros de su identidad botánica, como tampoco ocurre con el teonanácatl, comida o carne de los dioses, nombre que los aztecas utilizaban para llamar a ciertos hongos alucinogénicos. Aunque Ruiz de Alarcón (1629) declinó identificar las fuentes del Ololiuhqui no podía haber duda desde un principio de que el término se refería a las semillas con forma de lenteja, de color café claro, de las semillas de la virgen, pues Hernández ya había reproducido con exactitud la planta en su estudio del siglo XVI, y los botánicos mexicanos hacía tiempo que la habían identificado como rivea corymbosa.
EL LSD Y LAS SAGRADAS SEMILLAS DE LA VIRGEN EN EL MÉXICO INDÍGENA
Empero antes de 1941, cuando Shultes publicó un estudio definitivo sobre las sagradas semillas de la virgen y de una vez por todas identificó al ololuc u Ololiuhqui como rivea corymbosa, su identidad estaba sujeta controversia, principalmente a causa de que un célebre botánico estadounidense, William A. Safford, no tenía fe en el conocimiento botánico de los aztecas, ni en el de los primeros eruditos españoles, ni siquiera en el de sus colegas mexicanos. En 1919, el Dr. Blas Pablo Reko, erudito mexicano de origen austríaco que luego colaboraría con Schultes en México, había coleccionado semillas de ololuc, a las que identificó como R. corymbosa. Safford (1915, 1920) confirmó la determinación botánica, pero ya que a la ingestión de semillas no siguió una intoxicación, y como ningún alcaloide psicoactivo se había hallado jamás en algunas convolvuláceas el orden al cual pertenecen las semillas, Safford insistió que el verdadero Ololiuhqui tenía que ser las semillas de la datura inoxia (meteloides, toloatzin, toloache), de cuyos efectos intoxicantes se decía que eran parecidos a los que se reportaban del Ololiuhqui (en realidad no lo eran). Safford estaba equivocado, por supuesto, como también lo estaba en su aseveración de que el teonanácatl no era un hongo, como reportaron Sahagún y otros cronistas antiguos, sino que probablemente no era otra cosa que el peyote, cuyos “botones” secos y arrugados fueron confundidos (por Sahagún, por otros primeros observadores y por los aztecas mismos) ¡con las tapas de los hongos! Pero basta de etnocentrismo científico.
EL OLOLIUHQUI IDENTIFICADO
En 1934, Reko, publicó la primera revisión histórica del uso del Ololiuhqui, y nuevamente lo identificó, correctamente, con la rivea corymbosa. Tres años después, C. G. Santesson (1937) finalmente despejó la noción de que las convolvuláceas, específicamente la rivea corymbosa, no tenían elementos alucinogénicos, aunque no pudo determinar la naturaleza precisa de los alcaloides psicoactivos. En 1939, Schultes y Reko, durante un viaje de campo a través de México, por primera vez encontraron una especie cultivada de la rivea corymbosa en el traspatio de un curandero zapoteco de Oaxaca, quien utilizaba las semillas en ritos curatorio-adivinatorios. Schultes descubrió después que el ololuc era usado por indígenas oaxaqueños como los mazatecos, chinantecos, mixtecos y otros. Desde entonces la lista ha sido grandemente aumentada, no sólo para la rivea corymbosa sino para otra importante semilla de la virgen alucinogénica, la ipomoea violacea, cuyas semillas son llamadas badoh negro en Oaxaca, y que durante los tiempos prehispánicos era el alucinógeno sagrado divinatorio tlitlitzin (Wasson, 1967a). Esta especie es conocida en los Estados Unidos bajo nombres como Azul Celestial, Campanas de Bodas, Estrellas Azules, Cielos de Verano y otros. En 1941 Schultes publicó su ahora clásica monografía acerca de la r. corymbosa y del alucinógeno divino Ololiuhqui. Así cuando menos se estableció la identificación del Ololiuhqui y de su planta madre, conocida por los aztecas como cóatlxoxouhqui (planta de la serpiente verde), aunque su determinación fitoquímica aún tuvo que aguardar otros veinte años.
Mientras tanto (en realidad, sólo un año antes de que Schultes y Reko recogieran el primer espécimen de muestra indudablemente comprobado e identificable de rivea corymbosa en Oaxaca), el LSD había sido descubierto y sintetizado en Suiza. Este descubrimiento, y la investigación subsecuente que Sandoz llevó a cabo sobre los alcaloides psicotomiméticos, hicieron que el micólogo francés Roger Heim enviara muestras de los hongos teonanácatl a Hofmann, “en la creencia de que las condiciones necesarias para una exitosa investigación química se hallarían presentes en el laboratorio donde se sintetizó el LSD” (Hofmann, 1967 :350). Así ocurrió, Hofmann descubrió que la psilocibina y la psilocina eran los principios activos de los hongos alucinogénicos más importantes. Una estrecha colaboración siguió entre Heim y el etnomicólogo R. Gordon Wasson, y esto a su vez condujo directamente al descubrimiento de los principios activos de la r. corymbosa y de la i. violacea.
En el ínterin hubo dos reportes más de investigaciones sobre los efectos de las semillas de la virgen. Santesson estaba seguro de que había alcaloides presentes, pero no pudo identificarlos. En 1955, el psiquiatra canadiense Humphrey Osmond, quien desde tiempo antes se hallaba interesado en el uso y efectos del peyote, especialmente en el contexto de la Iglesia Nativa Americana entre los indios canadienses, él mismo experimentó las semillas de Ololiuhqui. Su experiencia no duplicó lo que había sido reportado históricamente desde México, pero después de ingerir de 60 a 100 semillas pasó a un estado que describió como de indiferencia, acompañado por un incremento en la sensibilidad visual seguido de un prolongado periodo de bienestar y relajación. En 1958, V. J. Kinross-Wright publicó los resultados enteramente negativos de sus experimentos con Ololiuhqui, que dio a ocho voluntarios varones, de los cuales ninguno reportó siquiera un solo efecto, ¡a pesar de que las dosis individuales eran de 125 semillas de la virgen!
EL LSD Y LAS SAGRADAS SEMILLAS DE LA VIRGEN EN EL MÉXICO INDÍGENA
Pero esto difícilmente encuadraba con las relaciones de los cronistas antiguos, ni con las investigaciones contemporáneas de Schultes y otros. Dejando aparte el sitio y el medio ambiente, que como sabemos son variables cruciales en el uso de alucinógenos, el problema evidentemente residía en la manera como se prepararon las semillas. Para citar a Wasson (1967a):
En años recientes un número de experimentadores ha tomado las semillas sin obtener efectos, y esto los ha conducido a sugerir que la reputación del Ololiuhqui se debe en su totalidad a la autosugestión. Estos resultados negativos pueden explicarse por una preparación inadecuada. Los indios muelen las semillas en un metate (metlalt) hasta que las reducen a una harina. Luego, esta harina se empapa en agua fría y después de un momento breve el líquido es pasado por un trapo colador, y se bebe. Si se toman enteras, las semillas no dan resultados, incluso si se parten. Tienen que molerse hasta formar una harina y ésta tiene que mojarse brevemente en agua. Quizás aquellos que tomaron las semillas y no obtuvieron resultados no las molieron, o no las molieron hasta un punto suficientemente fino, y no humedecieron la harina resultante. La química de las semillas no parece variar de región a región, y las semillas que crecen en las Antillas y en Europa son tan potentes como la de Oaxaca. Yo he tomado las semillas negras (ipomoea violacea) dos veces en mi casa de Nueva York, y su potencia es innegable. (p. 343.)
En 1959 Wasson envió a Hofmann una muestra de semillas en dos pequeñas botellas. Con ellas iba una carta, identificando los contenidos de una como recogidos en Huautla de Jiménez, el pueblo mazateco que se ha vuelto famoso como centro del culto del hongo y los otros como del pueblo zapoteco de San Bartolo Yautepec. El primer grupo, escribió Wasson (citado por Hofmann, 1967), debía de ser Ololiuhqui (rivea corymbosa). La investigación botánica descubrió que Wasson tenía razón. Las semillas zapotecas, que eran negras y angulares más que de color café y redondas, fueron identificadas como ipomoea violacea, el badoh negro de los curanderos zapotecas y el tlitlitzin de los aztecas.
COMPUESTOS SIMILARES AL LSD EN LAS SEMILLAS DE LA VIRGEN
Los iniciales estudios químico-analiticos con las pequeñas muestras de Wasson resultaron alentadores pues indicaban la presencia de compuestos indol estructuralmente relacionados con el LSD y con los alcaloides del cornezuelo de centeno. Estos resultados preliminares hicieron que Hofmann pidiera a Wasson mayores cantidades de esas semillas tan interesantes. Wasson obtuvo la ayuda del veterano etnólogo mexicano Roberto Weitlaner (nacido en Austria como B. P. Reko), un etnólogo de campo infatigable a pesar de que entonces ya tenía más de 70 años; y de la hija de éste, Irmgard Weitlaner Johnson, una reconocida especialista en textiles indígenas pre-colombinos y contemporáneos. Con el auxilio de los Weitlaner, padre e hija, Wasson pudo enviar a Hofmann doce kilogramos de semillas de rivea corymbosa y catorce de semillas de la planta de flores azules, ipomoea violacea. Con estas considerables cantidades, que recibió a principios de 1960, Hofmann pudo aislar los elementos activos fundamentales e identificarlos como alcaloides del cornezuelo de centeno: ácido amida lisérgico-d (ergina) y ácido amida isolisérgico-d (isoergina). Éstos se hallan estrechamente relacionados con la dietilamida de ácido lisérgico-d (LSD).
“Desde el punto de vista fitoquímico este descubrimiento fue inesperado y de interés particular porque los alcaloides de ácido lisérgico, que hasta el momento sólo se habían encontrado en los hongos bajos del genus claviceps, ahora y por primera vez se descubrían presentes en plantas más altas, de la familia de las convolvuláceas.
El aislamiento de amidas de ácido lisérgico en el Ololiuhqui motivó así que una serie de investigaciones se cerraran como un anillo mágico. Nuestra investigación en el campo de los compuestos alucinogénicos comenzó durante estudios sobre simples ácidos amidas, con el descubrimiento de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) como agente psicotomimético altamente activo.
Y en el contexto de esta actividad llegaron a nuestros laboratorios los hongos mágicos mexicanos. Durante estas investigaciones fue cuando se estableció una relación personal entre R. G. Wasson y el que esto escribe, y las investigaciones sobre el Ololiuhqui se llevaron a cabo como resultado de este contacto. En esta droga mágica las amidas de ácido lisérgico, que hicieron su aparición en las etapas iniciales de nuestra búsqueda psicotomimética, de nuevo fueron halladas como elementos activos.” (Hofmann, 1967: 351-352).
Schultes (1970) advierte que la nomenclatura y la taxonomía de las convolvuláceas se hallan aún en un estado confuso. La rivea, principalmente un género asiático de enredaderas arboladas, tiene cinco especies en el Viejo Mundo, pero sólo una en el Nuevo, la r. corymbosa, que se da no sólo en México y en Centroamérica sino también en las regiones sureñas de los Estados Unidos, en partes del Caribe y en la costa norte de Sudamérica. A la r. corymbosa se le conoce en la literatura cuando menos con nueve sinónimos, siendo los más comunes ipomoea sidaefolia y turbina corymbosa. Ipomoea, un género de las yerbas trepadoras y de arbustos, comprende al menos 500 especies en las partes cálidas y tropicales del hemisferio. i. violacea (Machawana Azul Celestial, etcétera) es a menudo llamada también i. tricolor o i. rubro-caerulea. Los elementos psicotrópicos de la r. corymbosa y de la i. violacea son compartidos por otras especies de semillas de la virgen, pero se desconoce hasta qué punto fueron usadas por los indios o sí lo siguen siendo. Sin embargo, el hecho de que aún sean mencionadas con nombres populares que aluden a sus propiedades intoxicantes (“árbol loco” o “borrachera”, nombre con que también se conoce a la datura) sugiere que cuando menos se les conoce, si es que no se les utiliza.
Es posible que para impedir su popularización como psiquedélico natural y barato, en los Estados Unidos se ordenó que las semillas comerciales de Machawana Azul Celestial y de otras variedades fueran recubiertas con una sustancia nociva. Ya que ese recubrimiento artificial es eliminable, nada, por supuesto, podría evitar un uso alucinogénico de las generaciones subsecuentes de semillas.
No obstante, por las razones que sean y a pesar de que la química natural de las semillas de la virgen es mucho más de fiar que la de cualquier alucinógeno sintético disponible en el mercado negro, fuera de la Costa Oeste no parece que las semillas se hayan integrado en ningún nivel notable de la subcultura de la droga. Tampoco disponemos de alguna indicación de que las semillas de la virgen alguna vez hayan entrado en los contextos rituales del Viejo Mundo, ni siquiera de Sudamérica. Por tanto, el descubrimiento y utilización de sus efectos psíquicos aparentemente pertenece en exclusiva a los indios de México.
(Tomado de: Furst, Peter T. - Alucinógenos y Cultura. Colección Popular #190. Traducción de José Agustín. Fondo de Cultura Económica, México, 1980)