lunes, 30 de diciembre de 2024

Ricardo "Finito" López, el destino como voluntad

 


Ricardo "Finito" López, el destino como voluntad 

Desde niño supo que quería ser boxeador. Su obstinación sometió a su padre, quien, resignado, lo llevó al gimnasio. Ricardo López recordaría más tarde: "Sí, es ese olor del sudor, el olor del gimnasio. Se siente el ambiente, la vibra, el sonar de las peras, de los costales, el gritar de los entrenadores, 'faltan diez segundos, ¡tiempo!'... Me llamó tanto la atención que sentí que yo era de este ambiente, del ambiente boxístico." Pero cuando subió al encordado, especie de altar, advirtió que la alegría le llegaba en oleadas de calor y sudor. "Para mí fue una gran emoción y pensé en hacer lo mejor posible las cosas dentro de mis obligaciones como niño, que eran ir a la escuela y obedecer, para tener permiso de entrenar el boxeo, una carrera muy riesgosa donde expones la vida y debes ir preparado a todo.”

Si el ambiente lo impactó, lo que ocurría arriba del ring lo marcaría. El niño de siete años quedó prendado al ver a un boxeador cubano que mostraba movimientos rápidos y precisos. "Mi ídolo era José Ángel "Mantequilla" Nápoles; él fue a quien idealicé como imagen técnica de lo que yo quería ser." Al año siguiente escenificaría su primer combate en Iguala, Guerrero. Pasaron los años y el tiempo lo dividía entre el gimnasio y la escuela, a la que no dejó de asistir hasta terminar la preparatoria. “Después de esto, tuve la oportunidad de trabajar bajo la dirección de don Arturo "Cuyo" Hernández y Tony Torre, mi entrenador." Pero la enseñanza que más lo marcó fue la de su padre, don Magdaleno López, quien le dijo: "Una pelea se gana con inteligencia, no con fuerza; la fuerza se utiliza para levantarte a correr diariamente, para entrenar, para llevar una dieta, para abstenerse de cosas que no se pueden mezclar cuando estás entrenando.”

Se preparó para pelear en donde se comienza: el torneo de los Guantes de Oro. En esos primeros encuentros sintió el miedo: "Sentía ese nervio, esa tensión... el miedo; salir y caminar por el pasillo que te llevaba al ring. En un momento dado te decías: 'ojalá se vaya la luz para que no se lleve a cabo esta pelea'; era un miedo natural.”

Todo lo que vale la pena en la vida pasa en cierto momento por etapas tediosas y de fastidio. Así deben verse las etapas de entrenamiento y concentración, que son la base para el triunfo sobre el encordado. Siendo un peso pequeño tuvo que partir para buscar peleas en el Lejano Oriente. "He tenido la fortuna de pelear siete veces en Oriente: tres en Japón, dos en Corea y dos en Tailandia. Soy muy conocido por allá." Boxear en un país extraño, donde todos apoyan al local, requiere un gran autodominio mental. No se puede permitir que el pánico escénico "te absorba; al contrario, tienes que subir bien concentrado en lo que sabes, en lo que has aprendido, llevar una táctica y una estrategia”.

Cuando "Finito" ganó el campeonato del mundo tuvo que poner todo esto en práctica. Cuando peleó por el campeonato mundial, el 19 de mayo de 1991, contra Hideyuki Ohashi, "él estiraba la mano, no me alcanzaba a pegar y la gente lo coreaba y se oía un grito muy fuerte, un estruendo. Yo pensaba '¿a quién le pegó?; si no domino este momento y me concentro, estoy perdido’”.

El ser nombrado por varios años como el mejor boxeador kilo por kilo no le ha hecho perder el camino que se ha trazado. "Cuando te coronas campeón mundial, todo te llega en abundancia y muy rápido. Hay que saber tomar las cosas con calma, seguir los consejos; porque como cualquier ser humano, luego luego quiere salirte del guacal.”



(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)

jueves, 26 de diciembre de 2024

Población mexicana en Estados Unidos 1930-1940

 


Población mexicana en Estados Unidos 1930-1940

Tercer periodo: 1930-1940


El mundo industrializado sufrió una fuerte crisis económica durante los años treinta, arrastrado por Estados Unidos. La crisis duró toda la década, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El grave desempleo acrecentó el odio y la represión contra los mexicanos que resultaron "chivos expiatorios" como en otras ocasiones de la historia pasada y reciente. 

Así la Gran Depresión, iniciada a fines de 1929, no solo redujo de un modo drástico la inmigración, sino que motivó la repatriación de varios miles de mexicanos. Familias enteras fueron divididas para no reunirse más. Rodolfo Corona establece en la tabla 3 una reducción en el incremento decenal de inmigrantes. Esta cifra podría tomarse como una buena aproximación, conservadora, al número neto de deportados: 263 mil, ya que si bien varias fuentes establecen en 400 mil el número de deportados, debe tomarse en cuenta que algunos pudieron regresar a lo largo de la década. 

Lo ocurrido en este periodo evidencia con claridad una de las características del fenómeno migratorio: se regula por las fuerzas económicas, la relación entre oferta y demanda. Cuando existe necesidad de mano de obra mexicana, el flujo crece, y se limita cuando esta mano de obra no se requiere. La política migratoria norteamericana, a su vez, ha respondido a ese principio.


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

lunes, 23 de diciembre de 2024

Río Blanco, 1907 I

 


I


Orizaba, emporio industrial 

Se levantan enormes factorías textiles 

La vida del obrero en la fábrica 


La región de Orizaba era paraíso perdido. Sus manantiales de agua, de los más abundantes, formaban ríos cuyos caudales no solo deberían apreciarse por la belleza que daban al paisaje, sino que deberían aprovecharse para convertirlos en fuerza motriz. La zona era excelente para la industria, principalmente para la textil que requería humedad y agua, mucha agua. Capitalistas extranjeros posaron por vez primera sus ojos en Orizaba y sin mucho meditar decidieron hacer de la región la "Manchester mexicana". Los franceses se dirigieron al presidente Díaz y compraron, si así se le puede llamar, hectáreas y más hectáreas de tierra, a precios irrisorios en Orizaba, Tenango, Nogales y Necoxtla.

En unos cuantos años, ante los asombrados ojos de los pobladores, se levantaron inmensas instalaciones fabriles para la industria textil, principalmente esa fábrica Río Blanco en terrenos de Santa Catarina del municipio de Tenango y luego la de Santa Rosa, también muy grande, en Necoxtla. La de San Lorenzo en Nogales. En Orizaba desde hacía mucho tiempo existía la de Cocolapan, pero vinieron la de Cerritos y la de Santa Gertrudis para El Yute. 

Otra se instaló en Nogales, la de Mirafuentes. Todas, excepto la de Cerritos, quedaron instaladas cerca de la vía del ferrocarril, que era el único medio rápido, muy rápido para aquellos tiempos, que enlazaba a Orizaba con la capital de la República, con Puebla y con Veracruz. La inauguración de la fábrica Río Blanco el 9 de octubre de 1892 constituyó un gran acontecimiento de resonancia internacional, estando presente el señor Presidente Porfirio Díaz, sus ministros y delegaciones extranjeras, que fueron recibidos en forma apoteótica y colmados de atenciones y regalos de los nuevos productos textiles. Casi igual aconteció en la apertura de la factoría Santa Rosa. 

De los estados de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato y otros, arribaron infinidad de trabajadores atraídos por las nuevas plantas textiles y casi todos encontraron acomodo. También infinidad de mujeres trabajaban; sin embargo, la vida fabril era dura y mal pagada. Los obreros laboraban 14 y más horas diariamente. Entraban a las seis de la mañana y salían a las 8:30 de la noche, disponiendo tan solo de una hora en la jornada para tomar para tomar sus alimentos. Recibían pésimo trato de parte de directores, correiteros maestros, cabos y empleados de confianza, que hasta se daban el lujo de propinarles coscorrones y puntapiés si tenían alguna falla o abandonaban momentáneamente el lugar y en esos momentos llegaba a pasar uno de los antes señalados. Los salarios eran de hambre considerando el alto rendimiento que se exigía al obrero. Un mudador ganaba 25 centavos diarios y un tejedor, que era el mejor pagado, obtenía hasta diez pesos a la semana. Claro, se dirá, que la vida en aquellos tiempos era muy barata, pero aún así esos sueldos no cubrían las necesidades de la familia pues de la raya tenía que salir para comer, para vestir y para ver al "curandero" cuando alguien enfermaba. 

Por si esto fuera poco al trabajador se le aplicaba en las fábricas sendas multas por distintas causas, aunque él no fuera culpable, digamos, por ejemplo, por el deterioro del material causado por el constante uso. Así, había hasta una tarifa para las multas. Por una lanzadera rota le quitaban cincuenta centavos al tejedor. Por una canilla que estuviera tirada en el suelo, multaban con diez centavos al oficial más próximo. Por una libreta mal cuidada un tostón. Por un pasatrama roto una peseta. Y a aquél que era sorprendido fumando en el excusado, además de llevarse un regaño Y respectivo puntapié, le quitaban de su raya un tostón Y si alguien se dormía y no entraba el día lunes, aparte de que no le pagaban el día, todavía lo multaban con un peso y amenazaban con degradarlo en el trabajo o separarlo. 

Eso no es todo, existía otra clase de exacciones, que los empresarios llamaban indemnizaciones por producción defectuosa y por las cuales mermaban los salarios de los tejedores, sea por un hilo corrido, una marra, un hilo doble o cualquier otro defecto visible, que al tejedor se le pasaba es su preocupación de dar mayor producción pues eso siempre han exigido los señores industriales, producción harta y buena aunque las máquinas estén fallando y castigo a los oficiales que no la hagan. 

Pero todavía no acabamos con la larga fila de pagos que tenía que hacer un tejedor. A todo lo anterior, le cargamos la obligación de pagar de su propio sueldo al peón cargador de telas. 

He ahí parte de lo que sufría el trabajador en el interior de la fábrica. Agotadoras jornadas diarias. Mal trato, multas o indemnizaciones que le quitaban de su raquítico sueldo y así encontramos que si el tejedor ganaba el "elevado" sueldo de $10 a la semana, con lo que le quitaba el patrón por retardos, multas, indemnizaciones por ropa defectuosa y pago del peón cargador de telas, no le quedaba ni siquiera la mitad de su raya.

Parece increíble eso en nuestros tiempos; sin embargo, a fines del siglo pasado [siglo XIX] y principios del presente [siglo XX], así era la vida del obrero en la fábrica. 


(Tomado de: Peña Samaniego, Heriberto - Río Blanco. El Gran Círculo de Obreros Libres y los sucesos del 7 de enero de 1907. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, México, 1975)

viernes, 20 de diciembre de 2024

Un camino inexplorado: el humor negro



Un camino inexplorado: el humor negro 


En 1963 Ernesto Alonso reunió a tres "monstruos sagrados" del teatro nacional: las españolas Amparo Rivelles y Ofelia Guilmáin, y la cubana Carmen Montejo, para interpretar los papeles principales de una telenovela escrita especialmente para ellas por el talentoso dramaturgo Hugo Argüelles, Doña Macabra. Hacía su aparición un género inexplorado hasta entonces por la telenovela: el humor negro. La historia fue un éxito absoluto: dos ancianas medio brujas son asediadas por un ambicioso pariente político convencido de que ellas esconden en su casa un tesoro. Las tres actrices estuvieron soberbias en sus papeles,  acompañadas por dos excelentes primeros actores: Enrique Rambal y Narciso Busquets, con la muy ágil dirección del propio Alonso. 

Con esta telenovela empezó la grabación en "locaciones": se grababa en el exterior para "darle aire" a la producción (y a veces también para ahorrarse algunos pesos de escenografía). En aquellos tiempos heroicos la grabación en locaciones era algo digno de verse: los gigantescos camiones llamados "unidades de control remoto" llevaban en sus entrañas las máquinas de videotape y ocupaban una cuadra entera junto con el camión de la planta de energía, el camión de maquillaje, el de vestuario y el cámper que hacía las veces de camerino y vestidor de los actores. Era un desfile circense que partía de Televicentro entre los aplausos y la admiración de los curiosos. Por otra parte, el personal de estas unidades estaba capacitado para filmar con sus cámaras partidos de fútbol, pero no las sutilezas de una telenovela, de modo que el director se les veía negras para hacerles entender que lo que iban a filmar no se parecía a un tiro a gol sino a una escena de amor. Con todo, gustó mucho ver a los actores caminando por calles verdaderas. 

Hugo Argüelles volvió a incursionar en la telenovela y en 1964 presentó, también para Ernesto Alonso y la Rivelles, La mujer dorada, uno de los fracasos más sonados del medio por lo audaz de su argumento: en un circo se exhibe casi desnuda a una bella mujer que tiene la piel dorada, como de angelito barroco; sus amigos son el enano, la mujer gorda, los siameses, la mujer barbuda. Este desfile monstruoso desagradó a los ejecutivos de Telesistema, quienes ordenaron el corte repentino de la telenovela en el capítulo 40, sin remate ni explicación. Al día siguiente, en su horario se pasaba un documental sobre la pesca de atún en Alaska.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Crónica de la Telenovela I. México sentimental. Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1999)

lunes, 16 de diciembre de 2024

Insecto palo y mantis religiosa


Quauhmécatl y campamocha 


Sobre la manera segura de saber si se encontrará novio y otras cosas más (mixe, chontal, zapoteco del Valle) 


Cuando un joven encuentra uno de esos animalitos que se llaman zacatones, que parecen ramitas, debe tomarlo por el cuerpo y preguntarle: "¿Dónde voy a conseguir esposa?”.

El animal levanta entonces una de las patas y le señala el rumbo por donde debe buscarla. 


El majuis es un animalito parecido. Si se le pone el dedo en la frente y luego se le deja caminar, dice si la persona se va a casar o no. 

Si se sube al dedo, habrá boda; si se sigue de largo no habrá nada. Al poner la mano frente al mantis para que se suba, se canta:

Sube a mi mano, majuis. 

¿Me caso o no me caso? 

Sube a mi mano.

si no quieres, ¿qué hago?

Majuis, sube. ¿No quieres?


El xcontrabieli es la mantis o campamocha, engañó al mismo Arcángel Gabriel; es su contrario. Cuando el arcángel le pregunta por dónde se fue el diablo, el animalito señala con su patita en la dirección opuesta, para que el Maligno tenga tiempo de escapar. 

Elisa Ramírez Castañeda, No siempre fueron así, 2013, p. 172 


Del quauhmécatl. Es un animal reptante tan parecido a una ramilla seca, larga y con algunos apéndices, que apenas puede creerse cuando está en reposo, que sea un ser animado. No quisimos pintarlo porque nos fue traído sin cabeza, aunque es de un aspecto raro y admirable que nunca antes habíamos visto. 

Francisco Hernández, Historia natural de la Nueva España, tratado cuarto


A la mantis religiosa, Mantidae, también se le conoce como campamocha, santateresa, tatadiós, entre otros nombres. Llama la atención el hecho de que algunas hembras se comen a los machos después de aparearse y que aunque estos insectos no son venenosos, también se alimentan de aves.



(Tomado de: Vela, Enrique: Insectos en Mesoamérica. Usos y simbolismo, alimento y materia prima. Arqueología Mexicana, Edición especial #86. Editorial Raíces, México, 2019)

viernes, 13 de diciembre de 2024

Miguel Ramos Arizpe

 


Ramos Arizpe (Miguel).- Nació en lo que entonces se llamaba Valle de San Nicolás, en Coahuila, y hoy tiene su nombre, el 15 de febrero de 1775. Comenzó sus estudios en el seminario de Monterrey y los terminó en Guadalajara, donde recibió el grado de bachiller en filosofía, cánones y leyes. En 1803 se ordenó sacerdote en México, y fue nombrado capellán familiar y sinodal del obispado de Monterrey; más tarde fue promotor fiscal, defensor de obras pías y catedrático de derecho civil y canónico en el seminario de esa ciudad. En 1807 pasó a Guadalajara, donde obtuvo el grado de licenciado y doctor en cánones, alcanzó un curato y fue propuesto para una canonjía. En septiembre de 1810 fue electo diputado a las Cortes de Cádiz, donde brilló por su talento y se distinguió por su ardiente patriotismo. Por eso fue puesto en la cárcel de Madrid y enseguida desterrado por cuatro años a la Cartuja de Arachristi, en Valencia, donde permaneció hasta 1820, en que fue nuevamente electo diputado a las Cortes españolas. En el mismo año fue nombrado chantre de la catedral de México. Consumada la independencia, volvió a México. Fue presidente de la comisión de Constitución del Congreso de 1823, de modo que contribuyó en gran parte a formar la Constitución federal de 1824. Después fue sucesivamente ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, ministro plenipotenciario para arreglar los tratados con la República de Chile deán de la catedral y nuevamente ministro de Negocios Eclesiásticos; diputado a los congresos de 1841 y 1842. Murió en México el 28 de abril de 1843. 


(Tomado de: México en las Cortes de Cádiz (Documentos). El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción. Colección dirigida por Martín Luis Guzmán. Empresas Editoriales, S. A. México, D. F. 1949)

lunes, 9 de diciembre de 2024

La Quemada o el mítico Chicomostoc

 


La Quemada o el mítico Chicomostoc 

Baudelina García 

El sitio arqueológico de La Quemada, también conocido como Chicomoztoc, forma parte del imaginario mexicano que lo convirtió en el lugar mítico por donde habrían pasado los mexicas, en su peregrinación hacia el centro de lo que hoy es México. 

Situada en la frontera entre el norte de México y el occidente -las dos regiones culturales que han recibido menos atención en lo que a investigación se refiere-, La Quemada continúa siendo hasta hoy un espacio enigmático cuya historia completa está aún por conocerse. 

Si bien es cierto que pudo haber sido ocupada ocasionalmente por grupos nómadas, dedicados mayormente a la casa y a la recolección, muchas de las evidencias que pudiéramos tener sobre la presencia de los chichimecas nos han sido negadas por el paso de los años y por la acción de la lluvia y el viento. Los embates de la naturaleza se llevaron el aplanado de barro y cal, además del mortero que servía para darle unidad a las piezas que formaban el conjunto de edificios y basamentos. 

Pero no sólo la naturaleza se encargó de borrar los perfiles que le daban forma definitiva a La Quemada, también los colonizadores, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, utilizaron los edificios como materia prima para construir las ciudades y los pueblos que conformaron la nueva geografía urbana de la región. 

Debido a muchos factores ha sido difícil para los arqueólogos determinar el origen del sitio y su filiación cultural, por lo que muchos investigadores han especulado en cuanto a definir y caracterizar a La Quemada; los hay quienes la consideran una avanzada teotihuacana hacia el norte, un desarrollo tolteca, una fortaleza de los combativos tarascos, el famoso y legendario Chicomoztoc, un centro caxcán y, finalmente, como es lógico, un importante asentamiento defensivo que dio cobijo a grupos indígenas asentados al norte de la frontera marcada por el río grande de Santiago. 

Sin embargo, gracias a los trabajos de Peter Jiménez, hoy sabemos que La Quemada estuvo ocupada entre los años 500 y 900 de nuestra era; los análisis de laboratorio permitieron concluir que se trata de un asentamiento que creció y se desarrolló en los mismos años que corresponden al apogeo y ocaso de Teotihuacan. Aparentemente el sitio fue abandonado cuando los toltecas fundaron la ciudad de Tollan. 

Lo cierto es que La Quemada sigue ahí con sus estructuras sobre un cerro que alcanza los 250 metros sobre el nivel del valle. Quien observa su disposición arquitectónica tiene la sensación de que se trata de una fortaleza, en la que pueden identificarse más de cuarenta plataformas o terrazas de diferentes dimensiones. Pero aun cuando pudiera definirse como un enclave defensivo, una visión cuidadosa del conjunto nos permite distinguir también su carácter cívico-religioso. La mayor parte de lo que vemos hoy en La Quemada corresponde a la última etapa de ocupación: se trata de un conjunto ceremonial fortificado que guarda enormes similitud con los que se encuentran en Mesoamérica durante el Epiclásico (600-900 d. C.)

La existencia de un centro cívico-religioso como La Quemada sólo se explica a partir de la presencia de una actividad agrícola permanente, capaz de sostener la mano de obra necesaria para construirla. Todo hace pensar, y las evidencias así lo demuestran, que los habitantes del valle en el que está sentada La Quemada, el de Malpaso, cultivaban maíz, frijol, calabaza y maguey, además de recolectar productos silvestres como semillas de amaranto, jitomate y nopal. 

Atendiendo a su posición geográfica, que le permitiría establecer relaciones con otros asentamientos vecinos, La Quemada pudo haber sido parte de una red de intercambio en la que intervinieron Chalchihuites -que destacó por su actividad dedicada a la minería-; el Cañón de Juchipila y el Valle de Atemajac, el área de Aguascalientes y los Altos de Jalisco hasta el noroeste de Guanajuato. Esta red seguramente propició el trueque de productos de diversa índole, entre los que podrían mencionarse los minerales, la sal y la concha como parte de la intensa actividad comercial que tuvo lugar en esa época en el noroeste de Mesoamérica. No se descarta la posibilidad de que una actividad de esas características provocara enfrentamientos entre quienes se disputaban el control de una región donde además se comerciaba con la turquesa procedente de lugares tan lejanos como Nuevo México; este último hecho supone la existencia de un corredor comercial que se extendió en su apogeo a lo largo de más de mil kilómetros al norte y representó un vínculo real con el territorio conocido como Aridoamérica. 

Las construcciones más importantes de La Quemada se levantaron, como era lógico, en su momento de apogeo; así, observamos el Salón de las Columnas, el Juego de Pelota, la Pirámide Votiva y la mayor parte de las calzadas. 

Las investigaciones realizadas por Peter Jiménez han permitido conocer algo más sobre su crecimiento y apogeo, así como del momento en que la ciudad fue abandonada por sus habitantes primigenios. 

Son muchos los secretos y las historias que aún guarda este sitio, pues como señala Jiménez, se ha explorado apenas el cinco por ciento de la zona. Estamos seguros de que investigaciones futuras ayudarán a resolver algunas de las incógnitas que impiden descubrir con toda certeza el origen de este asentamiento y los motivos que obligaron a sus moradores a abandonarlo. Como en otros lugares de Mesoamérica, el colapso de La Quemada sólo podrá explicarse cuando ella misma nos cuente, con los datos que aporte la arqueología, la historia de su pasado; mientras tanto podemos imaginar, y esto es perfectamente factible dada su posición geográfica, que por ahí transitaron los hombres de las llanuras norteñas y que los chichimecas hicieron de ese territorio una trinchera frente a la avanzada española.


(Tomado de García, Baudelina. La Quemada o el mítico Chicomoztoc. Los guerreros de las llanuras norteñas. Pasajes de la Historia IX. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2003)

jueves, 5 de diciembre de 2024

Antonio Helguera

 


Apuntes de historieta 

Especial: Helguera 

por Luis Gantus


De trazo privilegiado, su agudeza y mordacidad lo colocaron entre los caricaturistas más renombrados del país. Gustaba de la historieta y aunque siempre dijo que le costaba trabajo hacerlas, realizó algunas con muy buen sentido artístico y, sobre todo, humorístico. Usaba su trabajo para hacer catarsis cada día buscando que la gente entendiera de forma sencilla lo que sucedía en el país, hablamos de:


Helguera


Antonio Helguera nació el 8 de noviembre de 1965. Desde niño fue un gran consumidor de historietas, sus primeras lecturas las encontró en casa, una buena cantidad de ejemplares de Chanoc, Tin Tin, Asterix y Spirou y Fantasio, acompañaron su infancia. Posteriormente, trabó amistad con Gonzalo Rocha, quien le presentó la historieta El Spirit, de Will Eisner, la cual se convertiría en una de sus favoritas. En la búsqueda de emular a su héroe, realizaba historietas de su personaje "El agente 0047", el cual vendía a sus compañeros del Colegio Madrid. Su carrera historietil fue abruptamente detenida por su madre cuando tiró a la basura sus historietas. 








Sin embargo, esto no detuvo su espíritu artístico. Al descubrir los libros de Rius, la brutalidad cómica de Boogie, el aceitoso -que aparecía en la última página de la revista Proceso- y Los Manuscritos del Fongus de Jis -que se publicaban en el suplemento de historietas del periódico Unomásuno, conocido como el Masomenos- lo llevaron a su primer trabajo en el taller de grabado de Sergio Arau y Gonzalo Rocha, de donde salió al poco tiempo por su espíritu exageradamente festivo en el horario laboral. 

De ahí empezó su carrera como caricaturista en el periódico El Día, en la sección internacional, donde tuvo cierta libertad de trabajo, a pesar de ser una publicación afiliada al partido en el poder, el PRI. Por esas fechas, comenzó a tomar un taller de caricatura con Rafael Barajas El Fisgón, lo que le abriría las puertas del periódico La Jornada, en 1985, para cubrir el espacio que dejara vacante Helioflores. Esta enorme responsabilidad, a sus escasos 19 años, le causó gran nerviosismo, pero pudo sacarlo a flote con la ayuda de sus colegas El Fisgón, Rocha y Magú





Empezó en la sección internacional pero al poco tiempo se encargó de ilustrar la sección "El Correo Ilustrado". En esa década de los 80, colaboró con la revista Siempre!, fundada por José Pagés Llergo. Tuvo un breve paso por las Histerietas de La Jornada y por el suplemento El Tataranieto del Ahuizote, del mismo periódico. Con el tiempo, se convirtió en uno de los caricaturistas principales de dicha publicación.

Al retirarse el editor Guillermo Mendizábal de su cargo como director de Editorial Posada, su hijo Fernando se hizo cargo del negocio y decidió llamar a Rius para proponerle realizar de nueva cuenta la historieta Los Agachados, Rius le contrapuso una revista de humor político y, junto con El Fisgón y Helguera, fundaron la revista El Chahuistle, que durante dos años se convierte en un fenómeno de ventas y les otorga una gran reputación como críticos del sistema, sobre todo en una época donde no era fácil oponerse al poder. 




Fernando Mendizábal no cumple con los acuerdos establecidos y los fundadores decidieron abandonar la revista después de 41 números publicados, para empezar una nueva aventura editorial, el 25 de febrero de 1996, ahora con Editorial Grijalbo: El Chamuco y los Hijos del Averno. Su primera etapa cerró en el año 2000 pero regresó con mayores bríos en 2006 para permanecer a la venta hasta el día de hoy. 

Antonio Helguera realizó varios libros en coautoría: en 1994 junto con El  Fisgón publica El sexenio me da risa, y en 1995, la continuación de éste, El sexenio YA NO me da risa. En 2000, vuelve a hacer mancuerna con El Fisgón y ahora con José Hernández, para el libro El sexenio me da pena, tridente artístico que se repetiría en 2003 con El sexenio se me hace chiquito. En 2007 se publica una colección de cuadernillos con lo mejor de los moneros que colaboraban en el periódico La Jornada que se tituló Lo mejor de... y que incluyó a Ahumada, El Fisgón, Hernández, Magú, Rocha y Antonio Helguera. 





Su dupla con José Hernández empezó en la revista Milenio Semanal, con la sección llamada Mileño, en 2005 se trasladaron a la revista Proceso para ocupar la última página, donde se hiciera famoso Boogie, el aceitoso, de Roberto Fontanarrosa, uno de los héroes de Antonio. Ahí realizaron la sección Mono Sapiens, de la cual se publicaron dos compilaciones: Los sexenios de Mono Sapiens y Ya sé que no aplauden

Ganador del Premio Nacional de periodismo en 1996 y 2002, también recibió el Premio La Catrina en 2017 durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. 

Murió a los 55 años víctima de un infarto el 25 de junio de 2021. 

@gantusluis 






(Tomado de: Gantus, Luis - Apuntes de historieta. Especial. Helguera. El Chamuco y los Hijos del Averno, número 417, Julio de 2021)

lunes, 2 de diciembre de 2024

José Ángel Gutiérrez

 


José Ángel Gutiérrez 


Fue fundador de la Organización de la Juventud Mexicano-Americana (MAYO) y del Partido de la Raza Unida de Texas, organizaciones diseñadas para conquistar, a través de las urnas, el control de las instituciones políticas, económicas y educativas en aquellas comunidades donde los chicanos eran mayoría. MAYO inició su lucha a finales de los años sesenta en la zona de Winter Garden, Texas, tomando como centro de operación la población de Crystal City. Bajo la dirección de Gutiérrez, MAYO dio paso a la creación del Partido de la Raza Unida de Texas en 1970. Esta tercera opción política representó una oportunidad real de determinación política para la población de origen mexicano. No sólo tuvo éxito en las urnas, ganando cargos en la dirección de educación, alcaldías y municipios en Crystal City, Cotulla y Carrizo Springs, sino que su sola presencia atrajo la atención de los hispanos hacia la política y preparó el camino para futuros líderes políticos durante y después del movimiento chicano. A su activismo político se agregan sus más de veinte años de fructífera carrera académica en distintas universidades de la Unión Americana, reflejada en ensayos y libros como "Prodigy" o Ignacio García's United We Win: Armando Navarro's Mexican American Youth Organization: Avant Garde of the Chicago Movement in Texas. Es ahora Director del Centro de Estudios Mexicano Americanos de la Universidad de Texas en Arlington. Todos los ámbitos de su vida han estado marcados por la lucha permanente para fortalecer la dignidad de los mexicanos y darles un lugar en la sociedad norteamericana.


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

viernes, 29 de noviembre de 2024

Dolores del Río


 

Dolores del Río 

(actriz)

(1905-1983, Durango, México). Su nombre completo fue Dolores Asúnsolo López Negrete, hija de una familia aristocrática que perdió su fortuna con la Revolución Mexicana, la también sobrina de Francisco I. Madero emigró a la ciudad de México donde en 1921 contrajo matrimonio con Jaime Martínez del Río, un hombre adinerado por el cual conoció a Edwin Carewe, un productor de Hollywood. La pareja emigró a Estados Unidos, donde ella inició su carrera en 1925 al participar en el reparto de la película Joanna. Dolores alcanzó renombre desde el cine silente de Hollywood ya que fue una de las figuras más admiradas por su dinamismo y extravagante presencia fílmica, cualidades que le hicieron oscilar entre la vampiresa y la santa. Mientras estuvo casada con Jaime Martínez del Río destacó en su quehacer fílmico, posteriormente se divorciaron y la actriz se casó con el magnate de la Metro Goldwyn Mayer, Cedric Gibbons, al cual años después dejaría por Orson Welles, el gran amor de su vida. En los años 40 se transformó en una estilizada indígena al filmar en el cine mexicano, dirigida por Emilio "El Indio Fernández" y fotografiada por Gabriel Figueroa, cuyas obras representativas son María Candelaria y Flor Silvestre, ambas de 1943. Por su labor en el cine nacional recibió tres Arieles: en 1946 por Las abandonadas, en 1952 por Doña Perfecta y en 1954 por El niño y la niebla. Su última película fue Los hijos de Sánchez (1977). Murió en Newport Beach, California, el 11 de abril de 1983.

Lorena Ríos.


(Tomado de: Dueñas, Pablo, y Flores, Jesús. La época de oro del cine mexicano, de la A a la Z. Somos uno, 10 aniversario. Abril de 2000, año 11 núm. 194. Editorial Televisa, S. A. de C. V. México, D. F., 2000)

jueves, 28 de noviembre de 2024

Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría IV Arizona


Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría IV 

Arizona 

La colonización de Arizona provino del norte del estado mexicano de Sonora y comenzó en los siglos XVII y XVIII, por una serie de misiones que abrieron los valles de los ríos de San Miguel, Altar, Santa Cruz y San Pedro. Continuó el proceso de colonización más que nada en forma de latifundios, sujetos a continuas invasiones de los indios. Cuando en 1751 se retiraron temporalmente las tropas mexicanas, las incursiones de los apaches arrasaron casi toda la provincia, cuya extensión cubría casi todo lo que ahora es Arizona. Un precario equilibrio de fuerzas militares se logró después, y entonces lentamente, en los años posteriores, los indios lograron otra vez la superioridad, al grado de que, en 1856, casi todos los colonos de Arizona vivían en la ciudad fortificada de Tucson, para protegerse.

En Arizona el cambio a la supremacía anglo fue menos doloroso que en otras partes, porque había muy pocos residentes mexicanos. En la década de 1880 el colapso final de la resistencia de los indios coincidió muy estrechamente con el principio de la minería a gran escala y la construcción de ferrocarriles. Los pocos mexicanos que vivían en Arizona no fueron lo suficientemente numerosos para alimentar el apetito insaciable de mano de obra barata. Se importaron miles de brazos más por medio de los mercados de trabajo de Laredo y de El Paso. En esta forma el modelo texano de transición al trabajo asalariado apareció muy pronto en Arizona, y con él la lúgubre sucesión de linchamientos, asesinatos impunes y actos de cuerpos de vigilantes, contra una población de clase trabajadora a la que se consideraba de raza diferente.

Los lineamientos de la colonización de Arizona se caracterizan por el gran número de poblaciones mineras aisladas, casi todas ellas formadas por una gran mayoría de mexicanos. Algunos eran nativos, otros fueron importados. Otros más probablemente llegaron a las minas cuando estas abrieron o se cerraron por la misma compañía, que tenía pertenencias en diferentes partes.

Estas poblaciones formadas por empresas mineras empezaron a aparecer en gran número allá por 1880, casi siempre en lugares sumamente aislados como eran Tubac, Miami, San Manuel, Mamooth, Walker, Dewey, Morenci, Duquesne, Metcalf, Ajo, Bluebell y muchos otros. Algunas todavía existen, otras se han convertido en poblaciones fantasmas. Los puestos mineros avanzados también dieron ímpetu a la creación de numerosas poblaciones mayores de Arizona como Bisbee, Prescott y Douglas. Generalmente las poblaciones mineras estaban totalmente aisladas de la sociedad normal americana de la época. Algunos de estos pueblos o eran muy pequeños o estaban por entero bajo la férula de un solo patrono, que no proveía sino los más rudimentarios servicios públicos. Desde el principio hubo una separación rígida por ocupaciones, que implicaba la segregación de los mexicanos de los anglos, con caracteres discriminatorios adicionales, como la implantación de un horario especial para mexicanos en las tiendas de las compañías.

El cobre fue el producto mineral más importante de Arizona y su explotación aumentó rápidamente debido a la gran demanda nacional de equipo eléctrico. En pequeña escala existía también la ganadería y el cultivo de algodón, pero a causa de la aridez de las tierras, estas actividades eran arriesgadas e implicaban costos muy altos. Los mismos intereses que controlaban la economía, controlaban políticamente el gobierno del territorio. En estas regiones del oeste de los Estados Unidos, tan aislados del resto del país, no podía ser de otra forma. Los gobiernos territoriales eran brevemente definidos como "malos gobiernos" por un Congreso lejano, que no tenía responsabilidad alguna para con los habitantes; se disponía apenas de presupuestos limitados para destacamentos militares, servicio indígena, construcción de carreteras y rutas postales, y de una administración pública frecuentemente inadecuada y corrupta.


(Tomado de: W. Moore, Joan - Mexicanos en Estados Unidos (historia de una minoría). Cuadernos Mexicanos, año II, número 92. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)

domingo, 24 de noviembre de 2024

Carta de Matías Romero acerca de Saligny, ministro de Francia, 1860

 

Carta de Matías Romero donde informa sobre Saligny, nuevo ministro de Francia en México, 1860 

Washington, octubre 10 de 1860.

Excelentísimo señor ministro de Relaciones Exteriores 

Heroica Veracruz 

Excelentísimo señor: 

Durante los tres días que pasé en Nueva York, a donde fui el 5 del corriente con el objeto que lo confidencial he tenido la honra de comunicar a V. E., me impuse de algunos pormenores sobre las ideas y miras en los asuntos de la República del Sr. Dubois de Saligny, nombrado ministro de Francia en México, que me apresuro a poner en conocimiento de V. E., para que el Supremo Gobierno pueda hacer de ellas el uso que estime conveniente. 

Dicho señor tuvo una larga conversación con un francés que ha residido mucho tiempo en México, que está al tanto de los sucesos ocurridos últimamente en la República y que en la actualidad está establecido en Nueva York. En esa conversación, que fue bastante confidencial y familiar, el señor de Saligny dijo que el Emperador nunca ha tenido mala disposición contra el Gobierno Constitucional; pero que cuando supo que había negociado con los Estados Unidos el tratado de 14 de diciembre último [se refiere al Tratado McLane-Ocampo], le pareció más patriótica y nacional la causa del llamado Gobierno de la reacción; que el Sr. Saligny va a México como Ministro Extraordinario, en comisión especial, pues Mr. de Gabriac es todavía el Ministro en propiedad de Francia en México; que al discutirse en el Gabinete de las Tullerías la cuestión mexicana, sólo el Emperador y uno de sus Ministros estuvieron porque se considerara al Gobierno Constitucional como tal Gobierno y que se tratara con él; pero que todos los demás Ministros estaban porque no se considerara con aquel carácter a la facción conservadora: que el mismo Sr. Saligny antes de salir de Francia vio al Emperador para informarse de sus miras y deseos respecto de los asuntos de México, y que recibió de S. M.  solamente la misión de mediar entre los dos Gobiernos que existen en la República para terminar la guerra que actualmente la ensangrienta; pero sin que estos buenos oficios importen intervención de ninguna clase. 

El mismo señor dijo que tenía que hacer reclamaciones a ambos Gobiernos, pero que no haría al uno responsable de los perjuicios ocasionados por los agentes subalternos del otro, y que no urgiría por la satisfacción inmediata de dichas reclamaciones, sino que se limitaría a exigir que se reconozca su justicia y que se garantice suficientemente su pago para cuando el estado del país permita verificarlo. 

Según manifestó, saldrá de Nueva Orleans por el vapor Tennessee el 1° de noviembre próximo, estará solamente unas cuantas horas en ese puerto por temor del mal clima y seguirá para la ciudad de México, de la que tal vez regresará a Veracruz en el invierno. 

Asegura que va sin prevenciones y ninguna especie y con el único deseo de conseguir el término de las diferencias de los partidos contendientes; pero califica de cuerda, prudente y conforme con los usos europeos la conducta de Mr. de Gabriac al reconocer en 1858 al llamado Gobierno de don Félix Zuloaga como Gobierno de México, y dice que en el lugar de Mr. De Gabriac habría él hecho otro tanto. 

Refirió por último, que en París vio al Sr. Lafragua y al Sr. Almonte; que ambos le hablaron en favor de los Gobiernos que representan; que las razones de los dos le parecieron fundadas y que quedó satisfecho con haber encontrado en ellos personas caballerosas que trabajan de buena fe por lo que cada uno cree que puede conducir al bienestar de su país. 

Lo que tengo la honra de comunicar a V. E. para conocimiento del Excmo. señor Presidente, reproduciendo a V. E. las seguridades de mi muy distinguida y respetuosa consideración. 

Dios y libertad. 

Matías Romero.


(Tomado de: Tamayo, Jorge L. - Benito Juárez, documentos, discursos y correspondencia. Tomo 3. Secretaría del Patrimonio Nacional. México, 1965)

martes, 19 de noviembre de 2024

Julio César Chávez, el silencioso camino al campeonato


 

Julio César Chávez, el silencioso camino al campeonato 

Vio la primera luz el 12 de julio de 1962, en Ciudad Obregón, Sonora, dentro de un vagón de ferrocarril donde vivía la familia. El trabajo itinerante de su padre como ferrocarrilero no lo dejó familiarizarse con esa ciudad de trazo perfecto y amplias avenidas. Abandonaron Sonora para ir a vivir a Culiacán, Sinaloa, donde ha pasado toda su vida. 

Su carrera empezó modestamente impulsada por sus hermanos, quienes lo llevaron al gimnasio que acababan de descubrir en uno de los barrios cercanos a donde vivían. La mirada pesada y la jactancia de uno de los boxeadores que entrenaba ahí lo motivó a dedicarse al boxeo.

Los números y los récords de Julio César sin duda le permite tutearse con los grandes, de hecho es uno de ellos. Nadie niega lo meritorio de esto, pero convengamos también en que la frialdad de las cifras, muchas veces contundente, tampoco puede mostrar al hombre en toda su dimensión. Por supuesto, es cuestión de estilo, tanto abajo como arriba del ring. Boxísticamente, Chávez nunca produjo la "sensación agradable" o la admiración de "bailarines" como Ray Robinson, Sugar Ray Leonard o Muhammad Ali, gente dotada de cualidades para gustar al más exigente de los adictos al boxeo en su mayor pureza. Sin dejar de reconocer que su gran virtud ha sido el ataque, Chávez tampoco impresionó por la exagerada solidez, como Roberto Durán, o por la frialdad implacable, como Carlos Monzón. Lo destacable de este hombre singular, lo que lo elevó a las alturas como boxeador y como campeón, fue una mezcla singular de ingredientes únicos: sabía caminar en el ring para achicar las distancias, y sabía eludir los ataques mientras avanzaba. Con estos dos atributos suplió su falta de velocidad de piernas y puños. Su tercera cualidad: sabía aplicar los golpes al cuerpo de manera precisa, incluyendo dónde y cuándo podían hacer daño. 

Chávez fue un auténtico cirujano del boxeo; cuando llegaba bien preparado destazaba metódicamente a su enemigo. Tampoco puede soslayarse el ingrediente extra de un corazón de guerrero que nunca se rendía. 

Como conclusión y balance de su lado deportivo, se puede afirmar que sobre la lona y entre las cuerdas lo suyo fue emocionante e incluso espectacular. Polémico en algunas ocasiones y discutido en otras, no por casualidad llegó a ser el número uno del mundo en seis oportunidades, precedido de auténticas luminarias. Ha sido el boxeador mexicano más grande y así lo avalan sus impresionantes cifras, que lo colocan en la cumbre del boxeo nacional del siglo XX. 


Julio César Chávez, Rey de Reyes 

El 29 de enero de 1994, Julio César Chávez cumplió casi 14 años invicto en el terreno profesional, haciendo pedazos los récords y estadísticas, no sólo de las dos décadas que le tocó cubrir como el boxeador más importante y primera figura mundial del deporte, sino de la historia del pugilismo. 

Julio César alcanzó el título de mejor boxeador del mundo en forma oficial, de acuerdo a la votación de las nueve federaciones que integran el Consejo Mundial de Boxeo, el cual agrupaba a 129 países -incluyendo al ex bloque socialista-, así como por la votación de los periodistas expertos de Estados Unidos, que lo habían declarado boxeador del año por encima de Tyson, Holyfield y compañía. 

Por votación de los lectores del diario deportivo de mayor prestigio en Francia L'Equipe, fue entronizado como "El dios del boxeo"; a estas distinciones se añadían la de mejor peleador libra por libra y muchas menciones más. 

En el lapso de 14 años logró hazañas de todo tipo arriba de los cuadriláteros, hasta convertirse en el rostro del deportista mexicano más conocido en el planeta, por virtud de sus tres títulos mundiales: súper pluma, ligero y súper ligero, además de haber unificado el ligero ante José Luis Ramírez, el súper ligero en la memorable batalla ante Medrick Taylor y su reconquista ante Frankie Randall. De tal forma que Chávez conquistó seis fajas mundiales, algo que hasta ahora ningún boxeador ha logrado. 

El 15 de mayo de 1993, Chávez volvió a escribir otro capítulo en su propia historia y en las del deporte universal al llegar a ser el pugilista con más tiempo de permanecer invicto. Para obtener este récord, que tenía 93 años de establecido, había pasado sobre nombres y hombres que fueron verdaderas leyendas del pugilismo en diferentes décadas del siglo XX. 

Julio César también superó el registro de todos los tiempos en el renglón de mayor cantidad de peleas titulares sin perder, el 18 de diciembre de 1993, en el Estadio Cuauhtémoc de Puebla, en México. 

Resultan impresionantes los logros estadísticos en la carrera del deportista sinaloense más famoso. El entonces tricampeón mundial, el día 1° de abril de 1993, en la ciudad de Nueva York, fue distinguido -por quinta vez en su carrera- como el mejor boxeador del año por el Consejo Mundial de Boxeo; esa consideración lo ubicó en el primer sitio de todos los tiempos en este renglón, empatando la marca de Muhamad Alí. 

Pronto todos esos estos honores quedarían en el olvido. Su carrera se iba a pique. Los problemas judiciales tenían más continuidad que sus peleas. Además, se empezaba a notar su cansancio y fastidio por los entrenamientos y las concentraciones. Nuevos boxeadores aparecían. Uno de ellos, Oscar de la Hoya, lo destronaría el 7 de junio de 1996. El guerrero ya no pudo levantarse, lo había vencido el tiempo.


(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)

lunes, 18 de noviembre de 2024

Telenovelas VII Yolanda Vargas Dulché, tragedias de bolsillo

 


Yolanda Vargas Dulché: tragedias de bolsillo

La popularidad de la telenovela pasó por varios experimentos, por la prueba, el éxito y el error, aunque es sorprendente cómo hubo poco de este último en la primera década. A la inmediata y abrumadora aceptación del público (primero del Distrito Federal, luego del país conforme se ampliaba la cobertura de la televisión y finalmente del extranjero), sucedió una búsqueda de temas, autores, fuentes de inspiración. Nunca la telenovela tuvo un carácter tan marcadamente popular como cuando se integraron al género los viejos melodramones que vieron su primera luz allá en los años cuarenta en la legendaria y baratísima historieta Pepín, y que en la siguiente década vuelven a narrarse con un poco más de sofisticación en la historieta del corazón por excelencia, Lágrimas y Risas, gracias al titánico talento de una sola mujer, Yolanda Vargas Dulché.

Su propia vida parece uno de los argumentos de mujeres de infancia atribulada, formación forzada y éxito final que a ella le gustaba escribir. De niña lo mismo vivió épocas de vacas gordas que de vacas flacas, allá a principios de los años treinta; luego incursionó en la carrera musical con su hermanita, como el dueto de La Rubia y la Morena, y hacia 1942 ya escribía argumentos de niños golpeados por la vida para la historieta Chamaco. Continuará sus relatos en la competencia, Pepín, y pronto verá sus historias adaptadas al cine (la más célebre, Ladronzuela, que estelarizará Blanca Estela Pavón en 1949) e incluso ganará un Ariel por su argumento de Cinco rostros de mujer en 1948 (aunque se filmó en 1946).

Durante los años cincuenta y sesenta no hay fenómeno editorial que iguale al éxito de Lágrimas, Risas y Amor (después restringido a Lágrimas y Risas o, como lo pedían las muchachas en los puestos de periódicos, el Lágrimas), que vendía un millón de ejemplares cada semana en un país semianalfabeto. Cuando la telenovela ya había encontrado su forma y su público, fue casi natural que volviera a los ojos al impacto apabullante que tenía esa empresa de una sola mujer con las historias de Lágrimas y Risas. Su ingreso formal en el género fue demoledor: María Isabel impuso un modelo de argumento (la indígena que enamora el patrón y asciende a dama de sociedad) permanente y reciclable a lo largo de décadas. Después llegó el erotismo gitano de Yesenia, el erotismo malvado de Rubí, el travestismo como eficaz comedia de enredos en Gabriel y Gabriela (un poco a lo Víctor-Victoria), el arrabalerismo más típico en Ladronzuela (Macaria en el papel representado por Blanca Estela) y una larga lista de etcéteras.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Crónica de la Telenovela I. México sentimental. Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1999)

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lunes, 11 de noviembre de 2024

Miguel M. Delgado

 


Miguel M. Delgado 

(director)

(1900-1994, México D.F.). Su nombre completo fue Miguel Melitón Delgado Pardavé. Este cineasta ha pasado la historia como el director de cabecera de Cantinflas, ya que fue el responsable de 33 de la 51 películas que filmó el célebre cómico, desde El gendarme desconocido (1941) hasta El barrendero (1981), última cinta de Mario Moreno. 

Mucho se comentó que la preferencia del cómico por Miguel M. Delgado era la docilidad del director (aunque más que docilidad era aquello de: "Hay que agarrarle a la madera el hilo, y a los can... ijos el modo"), pero el éxito de la mayoría de esas películas indica que más bien Delgado se supo acoplar a la fam perfeccionista del mimo, dejándolo actuar como él quería. 

Sin embargo, en el historial de Delgado se encuentra una impresionante cantidad de películas donde fungió como asistente de importantes directores, antes de lograr la jerarquía que le dio el propio Cantinflas. Así encontramos que de 1933 a 1941 su crédito aparece ligado a nombres como Miguel Contreras Torres, Chano Urueta, Alejandro Galindo y Fernando de Fuentes, así como en filmes tan importantes como ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935), La Zandunga (1937) y La noche de los mayas (1939). 

Pero no sólo hay que considerar su obra con Cantinflas, también logró aciertos como Miguel Strongoff (1943), Una mujer que no miente (1944) y El fronterizo (1952). 

Miguel M. Delgado fue el artífice de las puntadas cantinflescas y el responsable también del entorno proletario que caracterizó a las películas del gran mimo. 

Pablo Dueñas y Jesús Flores 


(Tomado de: Dueñas, Pablo, y Flores, Jesús. La época de oro del cine mexicano, de la A a la Z. Somos uno, 10 aniversario. Abril de 2000, año 11 núm. 194. Editorial Televisa, S. A. de C. V. México, D. F., 2000)