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lunes, 10 de enero de 2022

El santo de los narcotraficantes y de los jodidos

 


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El santo de los narcotraficantes y de los jodidos

Se llama Jesús Malverde y, dice el rumor, fue un bandolero generoso que ayudaba a los más necesitados, una especie de Robin Hood que le quitaba a los hacendados y le daba a los pobres. Tiene levantadas varias capillas dentro y fuera de México, en las que aparece junto a las imágenes de San Judas Tadeo, Juan Soldado y la Santa Muerte, protectores de quienes se dedican a las actividades ilícitas, pero también al lado de la universal Virgen de Guadalupe. Se le representa como un hombre alto y fuerte, de bigote y cejas espesas y negras, con la mirada generosa del que está seguro de sí mismo y peinado como Pedro Infante: un típico galán norteño.

Malverde nació, dicen por ahí, en 1888 en el estado de Sinaloa. Su fama como santo encuentra origen en su propia muerte, cuando fue herido por la Policía con un tiro que le causó una herida en la pierna y que se infectó hasta causarle la gangrena de la extremidad. Antes de morir, Malverde le pidió a su mejor amigo que lo entregara y que cobrara la recompensa, para que pudiera distribuir ese dinero entre la gente más pobre de la región.

Así, el rumor sobre Malverde se suma a los de otros ladrones emblemáticos, como Chucho el Roto. Entre los incontables milagros que se le atribuyen al santo de los malandrines, está el que asegura que el día mismo en que el capo Julio Escalante ordenó el asesinato de su hijo, quien había osado hacer negocios sin consultárselos. Malverde intervino para salvar al muchacho, que fue rescatado por unos pescadores de las aguas donde lo habían lanzado.

En recuerdo del día que murió, el 3 de mayo de 1909, sus devotos se vuelcan a las capillas y le ofrendan desde camarones hasta piedras, que recuerdan la forma en que el pueblo dice haberlo enterrado, cubriendo su cuerpo con rocas, pues las autoridades prohibieron darle cristiana sepultura.

La Iglesia católica no acepta su santidad, puesto que no hay registros probables de su vida y menos aún de que haya hecho milagros. También los historiadores cuestionan su existencia, atribuyendo sus aventuras a otra persona, llamada Jesús Juárez Mazo. Sin embargo, el director del Archivo Histórico de Sinaloa, Gilberto López Alanís, encontró en el año 2004, en los archivos del Registro Civil de Culiacán, un acta de nacimiento de 1888 que corresponde a un niño llamado Jesús, hijo de Guadalupe Malverde. El acta dice: "En Culiacán, a 5 de marzo de 1888, el juez del estado civil de esta capital hace constar que el encargado del registro civil de esta capital de Paredones ha remitido a este Juzgado un acta del tenor siguiente: En Paredones, a 15 de enero de 1888, ante mí, Marcelino Zazuela, compareció el C. Cecilio Beltrán, mayor de edad, soltero, jornalero y de esta vecindad, y presentó un niño vivo, nacido en este lugar hoy a las 5 de la mañana, a quien se puso de nombre Jesús, hijo natural de Guadalupe Malverde, mayor de edad, soltera, y de este punto. Fueron testigos de este acto los CC. Cipriano y Tiburcio Espinoza, mayores de edad, solteros, jornaleros, y de este don. La presente acta interesada exponente y testigos manifestaron su conformidad, ratificaron su contenido, no firmado, por no saber".

Lo indudable es que el pueblo, especialmente los que ponen en riesgo su vida o van a cruzar la frontera con Estados Unidos, se encomienda a este bandido generoso o ángel de los pobres. Y que también los connotados narcotraficantes Rafael Caro Quintero -que como sabemos ofreció pagar la deuda externa-, Ernesto Fonseca Carrillo, don Neto; Miguel Ángel Félix Gallardo, el Padrino; y Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, fueron o son sus fieles devotos.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)


lunes, 3 de septiembre de 2018

El Enmascarado de Plata


 El Enmascarado de Plata



El Santo, héroe máximo de la época de oro  de la lucha libre, fue un hombre que guardó celosamente su rostro humano bajo su inmortal máscara de plata. Un hombre sobre el que existen cientos de rumores. Sus fanáticos y fanáticas llenaban la arena durante los combates de máscara contra cabellera, atentos a la menor posibilidad de que se descubriese la identidad de su ídolo. Nunca se atrevieron ni a imaginar quién podría estar debajo de la tela: lo respetaban demasiado para hacer suposiciones fáciles.

El Santo cuidaba cada detalle, al extremo de que, cuando viajaba con su administrador asistente, el Pelón Suárez, éste debía ir en otro avión. El enmascarado de plata mantuvo el misterio durante más de cuarenta años y sólo después de su muerte el público pudo ver su cara recia, vieja y golpeada, enterándose al mismo tiempo de su nombre: Rodolfo Guzmán Huerta, quien naciera en Tulancingo, Hidalgo.

Luego el público aceptó sin chistar que su hijo lo relevara en el ring, con la misma máscara y con el mito sobre sus espaldas. Aunque procreó diez hijos con su mujer, Maruca, un rumor muy extendido dice que el Hijo del Santo no es tal, sino que se trata de uno de sus sobrinos.

A fines de los años cincuenta, el editor José Guadalupe Cruz hizo del Santo un superhéroe, dibujando su historieta de manera semanal. Al mismo tiempo, el ídolo de las masas se presentaba cada domingo en diferentes lugares de la república. Desde los años sesenta también protagonizó películas, hechas con bajísimo presupuesto, todas las cuales hoy son de culto. En estas cintas, el Santo pelea contra los seres más extravagantes: marcianos, momias, mujeres vampiro, zombis, mujeres lobo, científicos locos. El personaje, adelantado a su época, era conocido en países del Medio Oriente y del sureste asiático. Estaba más cerca de la gente que Superman, y además no tenía su aburrida doble vida. Su ayudante y enemigo, Blue Demon, era mejor que cualquier Robin o que cualquier Guasón.

Rodolfo Guzmán creció en Tepito. De niño destacó en el béisbol y en el futbol, luego en la lucha grecorromana y en el jiujitsu. Dicen que antes de convertirse en el Santo, peleó con los nombres de Rudi Guzmán, El Hombre rojo, El Enmascarado, El Demonio Negro y El Murciélago II, hasta que la comisión de boxeo y lucha le exigió cambiar de nombre, pues este último ya estaba registrado. A sugerencia de su entrenador, Jesús Lomelí, eso también es lo que dicen, escogió el sobrenombre de el Santo, con el que debutó el 26 de julio de 1942, a los veinticinco años de edad, en la arena México.

Durante la década siguiente, tras abandonar el bando de los rudos, el Santo pulió su técnica en Guanajuato, en la primera escuela profesional de lucha libre que existió en nuestro país, dirigida por Cuauhtémoc el Diablo Velasco. Eso, por lo menos, es lo que se afirma.

Otro rumor que corre por ahí, cuenta que en los años ochenta, en el programa de televisión Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludovsky, este periodista hizo que el Santo mostrara por primera vez medio rostro. Se dice que lo hizo bajo engaños y que el luchador salió del estudio sumamente molesto.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México)