Mostrando las entradas con la etiqueta pesca. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta pesca. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de febrero de 2024

Del río de Alvarado que los indios llaman Papaloapan

 


XXIV

DEL RÍO DE ALVARADO QUE LOS INDIOS LLAMAN PAPALOAPAN

Después que salió Cortés de Potonchan, entró en un río que llaman de Alvarado, por haber entrado primero que todos en él aquel capitán. Mas los que moran en sus riberas le dicen Papaloapan, y nace en Aticpan, cerca de la Sierra de Culhuacan. La fuente mana al pie de unos serrejones. Tiene encima un hermoso peñól redondo, ahusado, y alto cien estados, y cubierto de árboles, donde hacían los indios muchos sacrificios de sangre. Es muy honda, clara, llena de buenos peces, ancha más de cien pasadas. Entran en este río Quiyotepec, Vivilla, Chimantlan, Cuauhcuezpaltepec, y Tuztlan, Teyuciyocan, y otros menores ríos, que todos llevan oro. Cae a la mar por tres canales, uno de arena, otro de lama, otro de peña. Corre por buena tierra, tiene gentil ribera, y hace grandes esteros con sus muchas y ordinarias crescidas. Uno dellos está entre Otlatitlan y Cuauhcuezpaltepec, dos buenos pueblos. Bulle de peces aquel estero o laguna. Hay muchos sábalos del tamaño de toñinas, muchas sierpes, que llaman en las islas iguanas, y en esta tierra cuauhcuezpaltepec. Paresce lagarto de los muy pintados, tiene la cabeza chica y redonda, el cuerpo gordo, el cerro erizado con cerdas, la cola larga, delgada, y que la tuerce y arrolla como galgo; cuatro pedazuelos de a cuatro dedos, y con uñas de ave; los dientes agudos, más no muerde, aunque hace ruido con ellos: el color es pardo, sufre mucho la hambre, pone huevos como gallina, que tienen yema y clara y cáscara; son pequeños y redondos y buenos de comer. La carne sabe a conejo, y es mejor. Cómenla en cuaresma por pescado, y en carnal por carne, diciendo ser de dos elementos, y por consiguiente, de entrambos tiempos. Es dañosa para bubosos. Salen estos animales del agua, y suben a los árboles y andan por tierra. Asombran a quien los mira, aunque los conozca: tan fiera catadura tienen. Engordan mucho fregándoles la barriga en arena, que es nuevo secreto.

Hay también manatís, tortugas, y otros peces muy grandes que acá no conoscemos; tiburones y lobos marinos, que salen a tierra a dormir y roncan muy recio. Paren las hembras cada dos lobos y críanlos con leche, ca tienen dos tetas al pecho entre los brazos. Hay perpetua enemiga entre los tiburones y lobos marinos, y pelean reciamente, el tiburón por comer y el lobo por no ser comido. Empero siempre son muchos tiburones para un lobo. Hay muchas aves pequeñas y grandes, de nueva color y talle para nosotros. Patos negros con alas blancas, que se precian mucho para pluma, y que se venden cada uno, en la tierra donde no los hay, por un esclavo. Garcetas blancas, muy estimadas para plumajes. Otras aves que llaman teuquechul o avedios, como gallos, de que hacen ricas cosas con oro; y si la obra desta pluma fuese durable, no había más que pedir. Hay unas aves como torcazas, blancas y pardas, que parescen ánades en el pico, y que tienen un pie de pata y otro de uñas como gavilán; y así, pescan nadando y cazan volando. Andan también por allí muchas aves de rapiña, como decir gavilanes, azores y halcones de diversas maneras, que se ceban y mantienen de las mansas. Cuervos marinos que pescan a maravilla, y unas que parecen cigüeñas en el cuello y pico, sino que lo tienen mucho más largo y extraño. Hay muchos alcatraces y de muchos colores, que se sustentan de peces: son como ansarones en el tamaño, y en el pico, que será dos palmos; y no mandan el de arriba, sino el bajero. Tienen un papo desde el pico al pecho, en que meten y engullen diez libras de peces y un cántaro de agua. Tornan fácilmente lo que comen. Ca decir que se tragó uno de estos pájaros un negrillo de pocos meses nacido; mas no puedo volar con él; y así, lo tomaron.

Al rededor de aquella laguna se crían infinitas liebres, conejos, monillos o gatillos de muchos tamaños; puercos, venados, leones y tigres, y un animal dicho aiotochtli, no mayor que el gato; el cual tiene rostro de anadon, pies de puercoespín o erizo, y cola larga. Está cubierto de conchas, que se encogen como escarcelas, donde se mete como galápago, y que parescen mucho cubiertas de caballo. Tiene la  cola de conchuelas, y la cabeza de una testera de lo mesmo, quedando fuera las orejas. Es, en fin, ni más ni menos que caballo encubertado, y por eso lo llaman españoles el encubertado o el armado y los indios aiotochtli, que suena conejo de calabaza.


(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).

lunes, 13 de noviembre de 2023

Del pece tiburón, 1519

 


XVI

DEL PECE TIBURON


Mes y medio gastó Cortés en lo que tenemos dicho hasta agora después que dejó a Cuba. Partióse Cortés desta isla [Cozumel], dejando a los naturales della muy amigos de españoles; y tomando mucha cera y miel que le dieron pasó a Yucatán, y fuese pegado a tierra para buscar el navío que le faltaba, y cuando llegó a la punta de las Mujeres calmó el tiempo, y estúvose allí dos días esperando viento; en los cuales tomaron sal, que hay allí muchas salinas, y un tiburón con anzuelo y lazos. No le pudieron subir al navío porque daba mucho lado, que era chico y el pez muy grande. Desde el batel le mataron en la agua y le hicieron pedazos, y así le metieron dentro en el batel, y de allí en el navío, con los aparejos de guindar. Hállaronle dentro más de quinientas raciones de tocino, en que, a lo que dicen, había diez tocinos que estaban a desalar colgados alrededor de los navíos; y como el tiburón es tragón, que por eso algunos le llaman ligurón, y como halló aquel aparejo, pudo engullir a su placer. También se halló dentro de su buche un plato de estaño que cayó de la nao de Pedro de Alvarado, y tres zapatos desechados, y más un queso.

Esto afirma de aquel tiburón; y cierto él traga tan desaforadamente, que parece increíble; porque yo he oído jurar a Dios a personas de bien, que han visto muchas veces estos tiburones muertos y abiertos, que se han hallado dentro dellos cosas, que si no las vieran, las tuvieran por imposibles; como decir que un tiburón se tragó uno, y dos, y más pellejos de carneros con la cabeza y cuernos enteros, como los arrojan a la mar, por no pelarlos.

Es el tiburón un pece largo y gordo, y algunos de ocho palmos de cinta y de doce pies en luengo. Muchos dellos tienen dos órdenes de dientes, una junto a otra, que parescen sierra o almenas; la boca es a proporción del cuerpo, el buche disforme de grande. Tiene el cuero como tollo. El macho tiene dos miembros para engendrar, y la hembra no más de uno, la cual pare de una vez veinte y treinta tiburoncillos y aun cuarenta. Es pescado que acomete a una vaca y a un caballo cuando pace o bebe orillas de los ríos, y se come un hombre, como quiso hacer uno al Calachuni de Acuzamil [Cozumel], que le cortó los dedos de un pie cuando no lo pudo llevar entero, como le socorrieron. Es tan goloso, que se va tras una nao, por comer lo que ella echan y cae, quinientas y aun mil leguas; y es tan ligero, que anda más que ella aunque lleve más próspero tiempo, y dicen que tres tanto más, porque al mayor correr de la nave le da él dos y tres vueltas al rededor, y tan somero, que se paresce y ve cómo lo anda. No es muy bueno de comer por ser duro y desabrido, aunque bastesce mucho un navío hecho tasajos en sal o al aire.

Cuentan aquellos de la armada de Cortés que comieron del tocino que sacaron al tiburón del cuerpo, que sabía mejor que lo otro, y que muchos conocieron sus raciones por las ataduras y cuerdas.


(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).

lunes, 7 de octubre de 2019

Las perlas en Baja California



Aunque los múrices de la California son muy apreciables, ninguno se ha dedicado hasta ahora a pescarlos y a servirse de su púrpura, porque las perlas han llamado toda la atención de los pescadores. La abundancia de ellas, que tanto ha contribuido a dar celebridad a aquella península, por otra parte tan miserable, fue mucha en el Golfo cerca de la costa oriental de la misma península y junto a las islas adyacentes. Las que se pescaban desde el cabo de San Lucas hasta los 27° eran en general blancas y brillantes, o como dicen los comerciantes, de buen oriente. Las que se hallaban desde el paralelo citado hacia el N., eran comúnmente algo empañadas, y por lo mismo menos apreciadas.
A fines del siglo XVI en que fueron descubiertas estas, digámoslo así, minas marítimas, comenzaron a buscar riquezas en ellas los habitantes de Nueva Galicia, Culiacán y Sinaloa, y efectivamente, enriquecieron algunos en los dos siglos pasados; pero por el año de 1736 empezaron a escasear las perlas, de modo que a muchos les era desventajosa la pesca de ellas. En 1740 arrojaron las olas una gran cantidad de madreperlas en la playa desde los 28° adelante: los indios habitantes de aquella costa, que entonces estaban recién convertidos al cristianismo, sabiendo cuánto apreciaban los españoles las perlas, llevaron muchas a los soldados de la misión de San Ignacio, que a la sazón era fronteriza con los gentiles, dándolas en cambio de algunas cositas que estimaban más porque les eran más útiles. Don Manuel de Ocio, uno de aquellos soldados y yerno del Capitán Gobernador de la California, esperando hacer una gran fortuna, pidió su retiro y marchó a la Nueva Galicia, en donde empleó todo su capital en comprar barcas, pagar buzos y proveerse de todo lo necesario para el buceo de la perla. Con el producto de la que sacó en 1742, hizo mayores preparativos para el año siguiente, en el cual obtuvo 127 libras españolas de perlas; pero esta pesca, aunque abundante, no es comparable con la de 1744, que ascendió a 275 libras. Aunque las perlas eran de inferior calidad, como pescadas más allá de los 28°, enriquecieron pronto a Ocio por su abundancia; pero de entonces acá se ha ido disminuyendo la pesca, en términos de hallarse casi absolutamente abandonada, y los pocos que se han dedicado a ella, apenas han podido sacar los costos, especialmente en estos últimos años en que la economía europea ha introducido en México el uso de las perlas falsas.
El tiempo destinado a esta pesca son los tres meses de julio, agosto y septiembre. Luego que el armador del buceo, esto es, aquel a cuyas expensas se hace la pesca, tiene los barcos aprestados y provistos de todo lo necesario, se dirige a la costa oriental de la California y elige en ella un puerto cercano a los placeres, es decir, a aquellos lugares en donde abunda la madreperla, con tal que haya en él agua potable. En los tres meses que dura el buceo, van diariamente los barcos con los buzos del puerto a los placeres. La pesca comienza dos horas antes y termina dos horas después del mediodía, porque la posición perpendicular del sol aclara mucho el fondo del mar y facilita el hallazgo de las ostras, y por este motivo no se pesca en las restantes horas del día, ni en las expresadas si el sol está nublado. La profundidad a que descienden los buzos a buscar las ostras, es de ocho, doce, diez y seis, y hasta de veinte y veinticuatro pies, según su destreza. Se sumergen llevando cada uno una red atada al cuerpo para poner en ella las ostras, y un bastón bien aguzado para defenderse de las mantas y para otros usos. Luego que llenan la red o no pueden contener más el aliento, vuelven al barco o a vaciar aquélla o a tomar alguna respiración, porque es mucha la fatiga que sufren, tanto al sumergirse como al salir. Terminada la pesca del día, tornan al puerto, en donde se hace la cuenta y partición de las ostras. De los buzos, algunos se contratan por salario y otros no: los primeros no tienen de la pesca más que el sueldo en que han convenido con el armador; los segundos tienen la mitad de las ostras que pescan, y tanto unos como otros son alimentados por el armador todo el tiempo de la pesca, y deben ser restituidos por él al mismo lugar de donde son llevados.
La distribución diaria de las ostras se hace del modo siguiente: si el buzo está asalariado, del conjunto de las ostras se toman cuatro para el armador y una para el Rey, pero si no lo está, toma el armador la primera y la tercera, el buzo la segunda y la cuarta, y se aparta la quinta para el Rey; de este modo van contando y separando hasta concluir el montón, pues el Rey Católico tiene el quinto de todas las ostras que se pescan. La exacción de este impuesto ha estado encomendada por el Virrey de México al Capitán Gobernador de la California, el cual, no pudiendo hacerla personalmente, delegaba otros que la hiciese efectiva en su nombre, y acabado el tiempo de la pesca, mandaba a Guadalajara, capital de la Nueva Galicia, toda la cantidad de perlas perteneciente al real erario, con los correspondientes documentos. Como todos los gobernadores que han tenido esta comisión han sido buenos cristianos y hombres muy honrados, se han manejado en ella con suma fidelidad, sin premio alguno y sin más interés que el de servir a su soberano.
Después de hecha la división se abren las ostras para sacarles las perlas, si las tienen; pues algunas no tienen absolutamente nada, otras tienen una, y suele haber algunas que tienen dos o más. Los armadores compran a los buzos las que les han tocado, o se las cambian por mercancías, que con este fin llevan comúnmente consigo los que emprenden la tal pesca.
Las madreperlas son por lo general de cinco pulgadas de longitud y de tres a cuatro de anchura: su color por defuera es un verde sucio, pero interiormente son hermosas. Las perlas se forman en algunos pliegues del cuerpo del animal, aunque no falten algunas que se hallan adheridas a la superficie interna de la concha, las cuales son llamadas topos, y aunque sean grandes y bellas, no tienen estimación, por razón de tener plana la parte que estaba en contacto con la concha. Las más apreciadas son las que además de ser grandes, blancas y brillantes, son esféricas u ovales, y sobre todo las que tienen figura de pera.

(Tomado de: Clavijero, Francisco Xavier - Historia de la antigua o Baja California. Estudio preliminar por Miguel León-Portilla. Colección “Sepan cuantos…” #143. Editorial Porrúa, S.A. México 1990)



viernes, 8 de marzo de 2019

De las lagunas que tiene Michoacán





De las lagunas que tiene Michoacán y del pescado que se coge en ellas.


Hame movido a escribir por menor y por mayor esta provincia, del descuido que veo (si no le llamo cuidado) en todos los historiadores y aun en sus mismos naturales, que siendo justo trofeo de una monarquía la conservación de sus memorias, en la de Michoacán hallo tan postrada esta costumbre, que no sé si la llame desgracia o mal correspondida; porque los pocos que han escrito de ella van tan suscritos, que dejan lo precioso y se contentan con apuntarlo. Pero discúlpoles con lo mismo que a mí me pasa; que no habrán tenido noticia ni relaciones por haberlas despreciado el tiempo, para que el olvido celebre en sueños lo que yo lloro en aquesta historia.

La principal laguna que tiene esta provincia es la de Pátzcuaro, en cuyo contorno estuvo en su primer fundación la gruesa de la gente, y la corte del gran Caltzontzi. Y así no hubo palmo de tierra que no estuviese poblado, y aún hoy que no hay casi gente, se han conservado muchos pueblos como son; la ciudad de Tzinzunzan, cabeza del reino, que está a la orilla de la misma laguna, batida de las aguas, tributándole la antigua obediencia de los reyes y monarcas que ordinariamente tuvieron allí su asistencia. Es ciudad de casi doscientos vecinos, tiene un convento de nuestra orden muy suntuoso. De aquí tres leguas está la ciudad de Pátzcuaro, muy poblada de españoles, donde estuvo antiguamente la silla episcopal, y tiene conventos de la orden de San Agustín, la Compañía de Jesús y San Francisco. Con una iglesia parroquial de mucho porte y consideración. Es ciudad de mucho trato, con que el concurso es numeroso y la población razonable. De aquí al pueblo de Erongaríguaro hay otras tres leguas, es hoy razonable y tiene un convento de los mejores en la provincia. Prosiguiendo la vuelta, cinco leguas de aquí está el convento y pueblo de San Andrés Isirondaro, y aquí media legua, el de san Gerónimo Purenchécuaro, ambas a dos guardianías, y luego tres leguas, el pueblo de San Fe, Retorazgo, que provee la catedral de esta iglesia. De aquí se sigue a dos leguas el pueblo de Cocupao, con su iglesia, muy ameno. Y de aquí a la ciudad de Tzintzunzan una legua, con que se cierra la orla de esta gran laguna, y según el cómputo de estas leguas son quince las de su contorno. Es muy profunda, y se coge infinito pescado blanco, muy sabroso y saludable, y otros géneros. Esta laguna fue el depósito de los ídolos de oro y plata y piedras preciosas, que nuestros frailes debelaron en la fundación del evangelio. Navégase en canoas, y hace en medio una isleta por punto céntrico de tan vistosa circunferencia, donde está fundado un pueblo llamado S. Pedro Jarácuaro, con su iglesia, y se visita y administra del pueblo de Erongarícuaro. Aquí se van a recrear de todas aquestas partes.

Enfrente de ésta está otra, hacia la parte septentrional, llamada la laguna de Sirahuén, en lugar más alto, adonde los reyes y señores, se retiraban al recreo y alivio de sus negocios. Es profundísima, y tiene de boj dos leguas, y se coge gran suma de pescado blanco. No se navega, porque en medio hace un remolino tan rápido que se sorbería un monte. Es tradición de los naturales que se comunica con la de Pátzcuaro. Respecto de ésta, hacia el oriente está la de Cuitzeo, laguna muy grande si bien de pocos años a esta parte ha crecido mucho por las vertientes de los cerros que la rodean. Y así no es muy profunda. Es la cabeza de esta laguna, doctrina y administración de los padres de S. Agustín. Siete leguas de ésta, hacia el mediodía, cae la laguna de Yurirapúndaro, en que se coge mucho pescado para proveer la mayor parte de chichimecas. Hacia el poniente está la laguna de la Magdalena con tres leguas de circuito y mucho pescado. Y media legua de ésta, está la Quitupa, muy profunda y con quien se comunica por ocultos rumbos de la tierra.

Dos leguas del pueblo de Tzacapo está un cerro en cuya cumbre está labrado un vaso tan perfecto, que sólo la naturaleza pudo ser artífice de su fábrica, porque todo el cerro es redondo y dentro hueco y lleno de agua, y desde el borde a los labios del agua, hay como un tiro de piedra, tan liso y tan peinado, que es muy dificultoso bajar, y en todo el circuito, no hay una hebra de zacate, por ser hueco y no tener virtud para producirlo; tiene la latitud como tiro y medio de arcabuz a cuyo respecto es la redondez, porque no ha sido posible el medirla. Las aguas son clarísimas y deleitosas, y así ha movido a admiración, a cuya novedad han ido de muchas partes a verlo. Llámase la Sierra del Agua; háse pretendido sacar a tajo abierto; pero no han podido, por no ser voluntad del que lo puso en términos tan precisos.

Debajo de este cerro cae la ciénaga de Tzacapo donde hay lagunas profundísimas con infinito pescado. De esta ciénaga tiene su nacimiento el río de Angulo, que discurriendo hacia el norte, se incorpora como dijimos, y al darle vistas se precipita de un cerro muy alto con tanta violencia, qe abajo entre el golpe del agua y el peñasco, se pasa a pie enjuto. En esta ciénaga hay infinita cantidad de patos, y así veremos que toda esta provincia no tiene palmo de tierra que no sea fértil y abundante, así de caza como de pescados. Fuera de los ríos y lagunas, tiene muchos baños calientes, particularmente los camosos [sic] de Chucándiro que sanan de todas las enfermedades, salvo las bubas, que en entrando en ellas es ciertísima la muerte.

(Tomado de: Fray Alonso de la Rea. Chronica de la Orden de N. Seraphico P. S. Francisco Prouincia de S. Pedro y S. Pablo de Mechoacan… México, 1643. Tomado a su vez de: Federico Gómez de Orozco (comp.) - Crónicas de Michoacán. Biblioteca del Estudiante Universitario #12, Dirección General de Publicaciones, UNAM, México, D. F. 1991)