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jueves, 31 de diciembre de 2020

Nal, el dios del maíz


NAL, EL DIOS DEL MAIZ (DIOS E)

Los mitos documentan la importancia del maíz al señalar que con su masa se creó la humanidad maya, lo que explica la existencia de una deidad vinculada con el maíz. Su característica es la de ser un hombre con una acentuada deformación craneal y sin ningún rasgo animal; es la imagen misma de los humanos.
Como personificación del grano sembrado realiza varios ritos en el inframundo. Viaja en una canoa conducida por los dioses remeros, es ataviado por mujeres jóvenes y desnudas, y finalmente germina de la caparazón de una tortuga, símbolo de la tierra. En este último acto se presenta flanqueado por dos dioses (Hun Ajaw y Yax B'alam), quienes se cree son la versión de los héroes gemelos (Hunajpu e Xb'alanke) del Popol Vuh, hijos de Hun Junajpu.
La cabeza del dios puede sustituir a las mazorcas y sus largos cabellos se equiparan con los del elote. En las inscripciones se le utilizó para señalar el número 8 (waxak), por lo que puede considerarse patrono de esta cifra. Igualmente debió ser el dios tutelar del día k'an, cuarto del calendario ritual, que representa un grano de maíz. En los códices este glifo aparece en el tocado de la deidad, y de él germina la planta.
A pesar de que contamos con numerosas representaciones, su nombre no es del todo conocido. El jeroglífico que acompaña a sus imágenes en los códices se ha leído como nal (maíz).

(Tomado de: Pérez Suárez, Tomás - Dioses mayas. - Los dioses mayas. Arqueología Mexicana, vol. XV, núm. 88. Noviembre/diciembre 2007. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.)

lunes, 2 de noviembre de 2020

Yum Kimil, el señor de la muerte


YUM KIMIL, EL SEÑOR DE LA MUERTE (DIOS A)

El mundo subterráneo (metnal en yucateco, olontic en tzotzil o xibalbá en quiché) era residencia de varias deidades vinculadas con la muerte, la fecundidad y la germinación. El dios principal de este reino posee nombres que señalan su naturaleza cadavérica: Ah Puch (El Descarnado), Kisin (El Flatulento), Yum Kimil (Señor de la Muerte) o Kimi (Muerte). También puede poseer nombres calendáricos: Hun Ajaw (Uno Señor), Hun Came (Uno Muerte) y Vucub Came (Siete Muerte).
Se le representó con la imagen de un cuerpo humano esquelético, o bien mostrando signos de putrefacción como vientre hinchado, emanación de aromas fétidos por la nariz o por el ano, puntos o partes que indican la descomposición de las carnes, collares o pulseras formados por cascabeles en forma de ojos con las cuencas vacías y un tatuaje parecido a nuestro signo de porcentaje (%) en el rostro o en el cuerpo.
Se trata de un ser andrógino que al igual que los humanos realiza actividades rituales y cotidianas propias de ambos sexos, por lo que se observa en actos como fumar tabaco, presenciar sacrificios, quebrar un árbol o una cuerda, danzar frenéticamente en el inframundo, copular con la diosa lunar o confeccionar textiles en un telar de cintura.
En la escritura jeroglífica, un cráneo descarnado representa el número 10 (lahun), y uno de los 20 días del calendario ritual era kimi o kame (muerte). Además, un mascarón descarnado, como manifestación de Itzamnaaj, era el portal del inframundo.

(Tomado de: Pérez Suárez, Tomás - Dioses mayas. - Los dioses mayas. Arqueología Mexicana, vol. XV, núm. 88. Noviembre/diciembre 2007. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.)

lunes, 19 de octubre de 2020

Ehécatl


Advocación de Quetzalcóatl como dios del viento. Su signo ideográfico en las pinturas es una cabeza fantástica. Los mexicanos le concedían voz y tenían muy en cuenta, para los agüeros, los sonidos que produce en las arboledas, los rugidos de la tempestad y las palabras que pronuncia metiéndose por los resquicios. A causa de que el viento forma remolinos de polvo en las llanuras y levanta los objetos livianos en los caminos, los antiguos mexicanos decían que Ehécatl se presentaba barriendo y limpiándoles el paso a los tlaloques. Para los nahuas primitivos Ehécatl era el viento nocturno. Con el advenimiento del culto a Quetzalcóatl se produjo un sincretismo y en la mitología aparece está divinidad moviendo al sol con su soplo. Este mito cosmogónico fue común en el altiplano y en la región maya.los templos circulares o de planta en espiral acaso hayan sido una evocación del dios del viento. En algunas representaciones gráficas Quetzalcóatl lleva en la mano derecha el xonecuilli, atributo del huracán, y en la izquierda una rodela cruciforme, símbolo de los cuatro vientos.
Ehécatl es el nombre del segundo día de las veintenas del calendario y el primer día de la decimosegunda trecena del Tonalámatl. Entre los mayas equivalía a Ok, y entre los zapotecas a Quij Laa.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)



lunes, 28 de septiembre de 2020

Kinich Ahau, deidad solar


K'INICH AJAW, LA DEIDAD SOLAR (DIOS G)

Generador del tiempo, la luz, el calor y los cuatro rumbos del universo, el Sol, llamado K'inich Ajaw (Señor del ojo solar), era tan importante como el dios creador, pues se concebía como una de las manifestaciones de Itzamnaaj.
El símbolo más frecuente para nombrarlo fue la flor cuadripétala del glifo k'in (Sol, día, tiempo y fiesta), que hace alusión a los cuatro rumbos del cosmos, razón por lo que la cabeza de la deidad se utilizaba para representar el número 4 (chan o k'an).
Sus imágenes antropomorfas, como símbolo distintivo, frecuentemente muestran esta flor cuadripétala en el rostro o en el cuerpo. Porta orejas de jaguar, barba como metáfora de los rayos solares, dientes superiores limados en forma de T o de diente de tiburón, nariz roma, una vírgula enrollada en forma de ocho en el entrecejo y grandes ojos cuadrados que muestran un fuerte estrabismo.
Los gobernantes del periodo Clásico ostentaron, como parte de su nombre, el título de K'inich (Ojo o Rostro del Sol), distintivo que explica la costumbre de causar intencionalmente el estrabismo entre algunos niños, quizás los destinados al gobierno y al sacerdocio.
Por la tarde desciende al inframundo transformado en jaguar, señor del mundo subterráneo y Sol nocturno, como aparece en su versión del dios GIII en el Templo del Sol de Palenque, donde se registra que fue el segundo en nacer. En los textos jeroglíficos es frecuente encontrar un mono, patrono de las fiestas y las artes, sustituyendo al Sol.

(Tomado de: Pérez Suárez, Tomás - Dioses mayas. - Los dioses mayas. Arqueología Mexicana, vol. XV, núm. 88. Noviembre/diciembre 2007. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.)

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Itzamá, dios creador

ITZAMNAAJ. Códice de Dresde, pp. 4 y 5.

 ITZAMNAAJ. EL DIOS CREADOR (DIOS D)

Diversas fuentes señalan que Itzamnaaj era el dios supremo del panteón maya, aunque conocido con otros nombres. Se creía que era creador de todo cuanto existe e imagen misma del cosmos, como lo expresa su nombre, alusivo a un mundo formado por grandes reptiles bicéfalos, uno en cada rumbo del universo.
Por sus cualidades de dios creador se le personificó como un anciano. Su residencia era celestial, y desde ahí dictaba los designios del cosmos, sentado sobre una banda astronómica, símbolo de planetas y otros cuerpos celestes que en las representaciones zoomorfas puede formar parte de su cuerpo.
Debido a su omnipresencia también se le representó de otras maneras y recibió varios nombres, según sus múltiples advocaciones. Como ave (Itzam Ye) simbolizaba el nivel celeste, y como cocodrilo (Itzam Kab Ayin), el plano terrestre; igualmente puede mostrar atributos de venado, serpiente, pez y jaguar, por lo que además se le asociaba con el agua, el fuego, el hálito de la vida y la muerte.
ITZAMNAAJ. Piedra. Museo de sitio de Toniná, Chiapas. Imagen por Wikipedia.

En la escritura jeroglífica, el nombre de Itzamnaaj está formado por un prefijo, en forma de escudo o espejo, y el rostro mismo de la deidad. Ambos, o sólo el prefijo, fueron utilizados en los textos para identificar sus imágenes o como parte del nombre de algunos gobernantes.

(Tomado de: Pérez Suárez, Tomás - Dioses mayas. - Los dioses mayas. Arqueología Mexicana, vol. XV, núm. 88. Noviembre/diciembre 2007. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.)

viernes, 26 de junio de 2020

Xantolo, el día de muertos en la Huasteca

Xantolo, el día de muertos en la Huasteca

Uno nunca la espera tan pronto. Siempre es sorpresiva. Pero ahí está, acechando, seduciendo, llamando, escondiéndose detrás de las apariencias, y mostrándose disfrazada en las múltiples máscaras sonrientes que enseñan y ocultan, como las que se pone uno para bailar en los días de fiesta.
Una tarde me tomó desprevenido, justo cuando estaba entretenido en desordenar la rutina; distraído. Siempre sucede lo mismo cuando ocurren cosas importantes: a uno lo pillan; como cuando te enamoras que te rodea de golpe una luz vibrante y sopla un viento vigoroso, y no puedes dejar de verlo y sientes como te rechinan los cimientos... y empiezas a vivir de otra manera: empiezas a vivir y a morir.
Mi error fue no reconocerla a tiempo. Te atrae y te rechaza, te sonríe y te cachondea el alma. Ya estás perdido, no podrás evitarla: empiezas a morir y a vivir.
En ese momento recordé las ocasiones en qué vi la luna ponerse tras las montañas, las noches que me abandoné a la plenitud suprema, los días que gocé hasta el límite un plato bien servido y sabroso... ¿Logré robarle a la vida sus placeres?
Son regalos divinos que se ofrecen ocasionalmente, y fue lo único que pude empacar para el cambio de domicilio, con la esperanza de que no fuera alta la tarifa por exceso de equipaje.
Cuando llegó ese momento tuve la visión de escoger el lugar adecuado: Tianguistengo, cerca de Tlahuelompa, la capital de las campanas. Fue un acierto el insistir. En lo alto de una montaña de la Huasteca hidalguense, frontera indescifrable con la sierra, en la cima de un nudo volcánico dónde el tiempo es húmedo, fresco, con el rocío en las alas de los insectos. En ese cementerio multicolor desde el que, en los días claros y luminosos, se pueden ver a un costado las montañas con nieve, y cuando me atrevo a mirar al cielo lo tengo más cerca y eso me permite volar y flotar de vez en cuando.
Tengo una ventaja extra. Cada trece lunas llegan danzantes un poco atolondrados pero siempre respetuosos a despertarme para cruzar al otro lado. La nostalgia es canija.
Las mujeres hilan flores para colgarlas junto al papel picado, preparan la comida para servirla en ollitas de barro recién cocidas, adornan los altares con frutas tropicales y prenden las velas y el copal. 
Preparan la fiesta con esmero. Reciben primero a los chiquitos, a los angelitos, y les dan sólo tamales de ajonjolí y dulces mientras les cantan las mañanitas: "...hoy por ser día de los muertos te las cantamos así...".
Después llegamos los mayores puntualmente. El camino fosforescente está tapizado de hojas amarillas de cempasuchitl, de manera que uno no se extravíe... la memoria se debilita y necesita de referencias que la refresquen. Además, la vista empieza a dejar de deslumbrarse con la luz... uno camina, flota, siguiendo el brillo de la polar, el reflejo de siete colores pandeados a punto de desvanecerse, la luz plateada de los sueños y fantasías y la transparencia de la lluvia cuando es fina y no se siente.
Hay otro gran auxilio: las voces que cantan sin temor las melodías que penetran suavemente con alegría y tesón. ¡Qué placer escucharlas! Es cuando uno empieza a flaquear con la nostalgia. Voces seductoras que uno finalmente no acaba de olvidar. ¿Para qué? ¿Por qué tendría que hacerlo?, son del pasado, son carnales, son insistentes, son bocanadas de otra vida. La música es irresistible, la banda de metales y tambores que llaman y llaman y acaban por prender... la fiesta está preparada y es un gozo acudir con los otros, los que se han quedado sin sentirlo.
Regresar y comer esos tamales, esos inmensos, gloriosos, voluptuosos tamales (zacahuil), acompañados de chocolate con agua... Y después unos tragos de sotol o pulque... y meterse en la fiesta, ver el recuerdo de facciones casi desconocidas, hurgar en eso que llamaba amor y dejar que las sombras de las nubes tracen por momentos los rasgos verdaderos sobre esas máscaras inmutables, los accidentes del viento que danzan disfrazados y no paran hasta el día de San Andrés, a finales de noviembre.
Cuando acabamos agotados por el baile, la danza, la música que hipnotiza, y las ollas de comida empiezan a aparecer con menos frecuencia, la charla empieza a navegar por cauces más rápidos y traicioneros, aunque más excitantes y sorpresivos. Me preguntan con frecuencia y de soslayo ¿Y, cómo es la vida aquí tan cerca de Dios y tan lejos aún de los gringos? Es un tiempo continuo, sincronizado y armónico con la sonrisa de los niños y con la mirada de los chamanes. Es una espiral hacía afuera, amplia, vasta; una visión panorámica sobre la selva tropical, los ríos, las grutas, las antenas de los insectos y las orejas de las liebres.
Es una delicia platicar sin prisas y sobresaltos mayores del sabor de la tierra, del color de la penumbra, del eco sordo de las pisadas del ganado, de los anhelos jóvenes y desbocados, viejos y claridosos. Volver y nunca acabar de sorprenderse de las resquebrajaduras, crujidos y sopetones que esconden las arrugas y cicatrices... como la tierra que nos empapa de cuando en vez.

(Tomado de: Ávila, Jorge - Xantolo, el día de muertos en la Huasteca. México Desconocido, noviembre 1991, número 177, Año XV. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)




miércoles, 16 de octubre de 2019

Chac Mool


(Del maya Chac, rojo, y Mool, garra: el de la poderosa garra, el jaguar). Uno de los nombres del ocelote en Yucatán, puesto por Augustus Le Plongeon a una escultura que descubrió en Chichén Itzá en 1874. Esa figura, llamada también dios reclinado, corresponde a diversas zonas de la América media precolombina y a diferentes culturas, aparte la maya: Tula, Michoacán, Puebla, Tlaxcala y México-Tenochtitlan. Aunque su tocado y el aspecto de su rostro varían, la disposición de su cuerpo es siempre la misma: con rasgos de varón, se representa recostado, con las piernas dobladas y el tronco inclinado hacia atrás; el rostro se vuelve para mirar fijamente y las manos van sobre el vientre, en el cual hay generalmente una vasija, como se ve también en el Tláloc de la colección Ahrensberg y en otras estatuas de presuntas deidades del agua.
Se ha sugerido también que la escultura puede representar un jefe olmeca, a Tezcatlipoca o a Tezcatlipoca o a Tezcatzóncatl -dios del fuego, del sol, de las bebidas embriagantes y de los mantenimientos-. Según otros, podría ser una deidad submarina del rayo, un mensajero de reyes o un receptor de ofrendas, hipótesis basada en que algunos fueron hallados a la entrada de templos. Le Plongeon asoció la figura con Chac, el dios de la lluvia, por el recipiente que lleva en el abdomen. En todo caso, el vulgo considera a Chac Mool deidad del agua y suele echar monedas en su vasija para solicitar la lluvia. En 1877 el gobierno de Yucatán recogió la estatua de Chac Mool que Le Plongeon pretendía llevarse a California y la hizo transportar a Mérida.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo III, Colima-Familia; México, D.F. 1977)

lunes, 1 de julio de 2019

Cíbola

Utópicas geografías y malas interpretaciones encerraban búsquedas fracasadas como es el caso de las siete ciudades de Cíbola, ubicadas al suroeste de Estados Unidos.  
La curiosidad y ambición de los españoles, los hizo lanzarse por años en distintas expediciones de las cuales no obtuvieron ningún beneficio anhelado. Distintas fueron las fuentes que describían a Cíbola como un centro urbano de gran civilización con casas de varios niveles hechas de tierra y poseedor de abundante riqueza en piedras (turquesas principalmente) y metales.
La historia de la búsqueda comienza cuando Antonio de Mendoza envía en una expedición modesta a Marcos de Niza (1539) a buscar aquella interesante población, este expedicionario se interesaba cada vez más ya que a su paso iba escuchando historias sorprendentes de aquel lugar, algunas contadas por indígenas, otras eran enviadas con mensajeros, venían de parte de Estebanico (esclavo, compañero de desgracia de Cabeza de Vaca) quien iba adelantado en el viaje. A un día de llegada a Cíbola, Niza sorprendió a los compañeros del adelantado, quienes huían de los ciboleños, después de haberle dado muerte a éste. Tras convencer a algunos de sus acompañantes para conocer más de cerca la ciudad, se aproximó pero jamás entró por miedo a morir. Con el único material "veraz" con el que contaba realizó una descripción sobrepasada de la realidad. Es por ello que se inició una gran y costosa expedición, cuyo mando estaba en manos de Francisco Vázquez de Coronado, como guía llevaba a Niza quien iba desorientado como si jamás hubiese recorrido esos lugares y por si fuera poco nunca encontraron aquellas viviendas decoradas con turquesas. Sin embargo, el principal expedicionario conquistó Cíbola, y se quedó ahí por un año y medio dándose por vencido al no encontrar ningún objeto de valor, la población era pequeña y rebelde, y la tierra no era buena para el cultivo; su determinación fue de regresar, ya que no consideró al lugar ni digno, ni provechoso para que la corona Española incluyera dicha ciudad en su colonización.
La cartografía de aquélla época presenta un conjunto de ciudades conformada por palacios, que en realidad correspondían al sitio de los indios zuñi, ubicado en el actual estado de Nuevo México, en Estados Unidos.
Cabe señalar que las construcciones estaban hechas según referencias americanas autóctonas y no como suele afirmarse de los mitos y tradiciones solares a los que estaban acostumbrados desde su llegada a la Nueva España.
Otro dato importante es que a partir de estas expediciones se generaron por 50 años más expediciones entusiastas que permitieron la colonización y explotación de varios lugares del norte del país.



(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)

lunes, 17 de junio de 2019

Aztlán


Lugar mítico donde los mexicas comenzaron su expedición con rumbo a lo que llegaría a ser México-Tenochtitlán.

Existe una fábula que explica por qué los aztecas abandonaron Aztlán.

Se dice que un pájaro que cantaba, emitía un chillido que decía tihui que quiere decir "ya vámonos". Como esta repetición fue durante muchos días uno de los sabios de linaje y familia llamado Huitziton reparó en ello, y considerando el caso quiso aprovecharse de esto para fundar su ciudad, diciendo que aquella ave era una deidad y ese era su mensaje. Se hizo de un compañero y ayudante en sus intenciones llamado Tecpatzin diciéndole: "¿No advertiste aquí lo que el ave nos dice?" Convenciéndolo del mensaje sagrado, los dos juntos dieron a entender  al pueblo, dejando así Aztlán.

Su situación geográfica ha sido diversa, para algunos estuvo en el Valle de México, otros en el Bajío, se llegó a ubicar en el lago de Chapala, en Baja California debido a que se encontraba rodeada de agua por tres lados, además de que en algunas cuevas se hallaron pinturas rupestres, representando origen y conceptos religiosos; sin embargo no se han podido precisar las fechas, por lo cual no se puede confirmar la teoría; otros lugares hipotéticos han sido: en Alta California, en Nuevo México; Humboldt y Prescott lo señalaron en los estados de Oregon y Wyoming; Wickersham cerca de lo que hoy es Seattle en Washington, el mismo padre Antonio Tello mencionó que fue en Anián, en Asia. Algunos historiadores afirmaron que Aztlán nunca existió.



Diversos estudiosos mencionan una relación estrecha con Mezcaltitlán (ubicado en la costa de Nayarit), ficen que fue ahí donde se posó por primera vez el águila sobre el nopal. Tal fue la especulación desde 1960, que se terminó por aceptar a dicha población como la patria de los aztecas. Otro dato significativo, es que hace poco más de una década se modificó el escudo del estado, en el cual se retomaron pasajes del Códice Boturini, describiendo la partida de los aztecas, aunque dicha suposición Aztlán-Mezcaltitlán, jamás fue confirmada.

Otra teoría habla de un Aztlán que junto a Jalisco, Colima y Tonalá, formaba parte de la Confederación Chimalhuacana.

(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)

viernes, 24 de mayo de 2019

Qué era el juego de pelota?

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¿Qué era el juego de pelota?

Originalmente era una actividad sagrada en las culturas prehispánicas, pero con el tiempo el juego se volvió profano, sin que por ello desapareciera su significación religiosa. Las canchas para su práctica siempre se construyeron dentro de los centros ceremoniales, en la proximidad de los templos más importantes como en Chichén Itzá, Xochicalco, Tula, Monte Albán y El Tajín. El espacio de juego tenía planta en forma de doble T o de I, limitado a los lados por muros verticales o en talud, en los cuales se encontraban unos marcadores, por los que debía pasar una pelota, y que servían también para dividir la cancha.

Los jugadores portaban un cinturón de cuero de venado con prolongaciones para proteger las caderas, así como musleras, rodilleras y un guante en la mano izquierda. En algunas versiones aparecen con lujosos cascos y gruesos cinturones, lo cual ha hecho pensar a algunos investigadores que se trataba de yugos, mientras las palmas serían la exaltación en piedra de sus suntuosos broches. La pelota era de hule, extraído del látex de varias especies vegetales, y tenían un diámetro de diez a doce centímetros.

El juego consistía en que la pelota estuviera en constante movimiento, sin rebasar ciertas marcas, pegándole exclusivamente con el codo y la cadera o alguna otra parte del cuerpo según la variante local. Quien hacía que un adversario tocara la pelota con otra parte del cuerpo, o la lanzaba hasta la pared opuesta o por encima de la muralla, ganaba un punto; pero la única manera de conseguir un triunfo definitivo consistía en hacer pasar la pelota por el marcador. Su práctica debió estar muy extendida pues ya en el posclásico sólo los pueblos de Tochtepec y Otatitlán tributaban a Moctezuma 16,000 pelotas de hule.

(Tomado de: Silva, Carlos - 101 preguntas de historia de México. Todo lo que un mexicano debería saber. Random House Mondadori, S. A. de C. V., México, D. F., 2008)


jueves, 9 de mayo de 2019

Chicomoztoc

Se dice que de este lugar proceden tribus norteñas que poblaron el Altiplano. Su nombre procede de chicome, siete; oxtotl, cueva; Siete cuevas.


Algunas investigaciones lo ubican en zonas semiáridas donde hay cavernas, como los alrededores de La Quemada, en el estado de Zacatecas.


Según una narración tolteca, Ometecuhtli se unió a Omecíhuatl, de ellos nacieron los dioses, uno de ellos cayó en Chicomoztoc rompiéndose en 1600 pedazos; estos fragmentos se transformaron en dioses, quedándose a vivir en este lugar.


Otra teoría cuenta que Iztacmixcóhuatl (la Vía Láctea) se unió a Ilancuey (la Tierra) y engendraron seis hombres; epónimos de las razas, quienes se quedaron a radicar en Chicomoztoc.


(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)

sábado, 27 de abril de 2019

Coatepec


Un lugar clave entre lo imaginario y lo real, entre el pasado y el presente, es la montaña sagrada de Coatepec. Su significado procede del náhuatl: cóatl, serpiente y tépetl: cerro, Cerro de las serpientes.

Es el sitio donde surge la existencia de los mexicas; el libro tres del Códice Florentino cuenta que ahí es el escenario del nacimiento del dios Solar.

La leyenda de la diosa madre Coatlicue, quien mientras barría levantó un ovillo de pluma y la puso debajo de su vestimenta quedando preñada de quien sería el Sol: Huitzilopochtli. Tras enterarse su hija mayor Coyolxahuqui (La Luna) y sus 400 hermanos los huitznahuas (las estrellas) le dieron muerte; después de muchas peripecias Huitzilopochtli nace y sacrifica a los asesinos.

Su ubicación geográfica se contempla en Tula, Hidalgo, o en Tlaxcala, lo que hoy se conoce como Malinche; donde los sacerdotes lo ubican por la realización de sacrificios.

Es una elevación perteneciente a la cordillera Neovolcánica, actualmente poblada por chichimecas y otomíes, quienes la consideran un lugar celestial.


(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)

sábado, 13 de abril de 2019

Tollan

Su nombre sobresale en los escritos del posclásico y de la Colonia, sin embargo, por sus vagos datos de tiempo y espacio, aún no se sabe si esta ciudad es sólo parte de un mito. Cabe señalar que el término de Tollan se aplicaba a cualquier gran ciudad.

Se narra que el rey Quetzalcóatl tenía un templo con muchas escaleras angostas en las que sólo cabía un pie, su estatua estaba cubierta de mantas, la cara era alargada y barbuda. Dicha ciudad estaba compuesta por todas las razas humanas y sólo tenían una lengua. Sus vasallos eran mejor conocidos como chalchihuites, quienes eran expertos en artes mecánicas y diestros para labrar piedras verdes. Se les reconocía como gente mágica.

Los vasallos eran muy rápidos para caminar, por ello se les conocía como los que “corren todo un día”.

Por órdenes de monarca se enviaba a un hombre al Tzatzitépetl (cerro del grito), como hasta hoy se le nombra, quien pregonaba para llamar a los pueblos apartados que estaban a más de 100 leguas para que vinieran a la brevedad a conocer los deseos de Quetzalcóatl.

Tollan era considerado un reino muy rico, poseedor de las tierras más fértiles. Las calabazas eran enormes, las mazorcas de maíz eran tan largas que se llevaban abrazadas; las cañas eran largas y gruesas, de tal forma que se podían escalar como si fueran árboles. Había una extensa variedad de árboles de cacao de diversos colores.

Quetzalcóatl hacía penitencia picando sus piernas, con su sangre manchaba las puntas del maguey, y por la noche se bañaba en una fuente que se llama Xipacaya (lugar donde lavan las turquesas); esta costumbre y orden tomaron los sacerdotes de los ídolos mexicanos.

El templo de Quetzalcóatl tenía cuatro aposentos, uno estaba dirigido hacia el oriente y era de oro, se le conocía como “Casa de oro”, por dentro tenía planchas sutilmente enclavadas; el otro se dirigía hacia el poniente, se le conocía como Aposento de esmeralda y turquesa, por dentro estaba cubierto de éstas; el tercero estaba dirigido hacia el mediodía, era de conchas y plata; el cuarto aposento se dirigía hacia el norte, este era de piedra colorada y jaspes.

Asimismo, existían otros dos, uno hacia el oriente estaba decorado con plumas amarillas y el último estaba dirigido hacia el poniente; por su decoración de plumas azules, se le conocía como Casa de Quetzal.

Los habitantes eran tan hábiles en la astrología su ellos fueron los primeros que tuvieron cuentas de los días que tiene el año, las horas y la diferencia de tiempos; además inventaron el arte de interpretar los sueños, conocían las estrellas, les pusieron nombre y va prendieron los movimientos de los cielos.

Sabían de la existencia de 12 cielos donde en el más alto estaba el gran señor y su mujer a quienes les llamaban dos veces señor y dos veces a la señora para dar a entender que ellos dos dominaban sobre la tierra y cielo. Estos pobladores eran buenos y apegados a la virtud, jamás decían mentiras, adoraban a un solo señor que tenían por dios al cual le llamaban Quetzalcóatl.

Se dice que Tezcatlipoca decidió bajar del cielo, descendiendo por una soga hecha de tela de araña. La intención era acabar con Quetzalcóatl, pues su periodo estaba por terminar.

Después de la llegada de Huitzilopochtli, llegaron Tezcatlipoca, Tlacahuepan, quienes cometieron tales embustes que Quetzalcóatl decidió irse de este lugar. Entre los engaños de los demonios estuvo el hecho de quererlo disuadir para realizar sacrificios humanos, a los cuales siempre se negó.

Un día, ya cansado de recorrer distintas poblaciones, se puso a llorar, se quitó su insignia de plumas, su máscara de piedras verdes, y él mismo se prendió fuego, de sus cenizas aparecieron aves preciosas, al acabarse sus cenizas se vio encumbrarse el corazón de Quetzalcóatl, la leyenda cuenta que tardó ocho días en dejarse ver por medio de la gran estrella de Venus. Tras su muerte Matlaxóchitl le sucedió y reinó en Tollan, le siguió Nauyótzin, Matlacoatzin, Tlicohuatzin, y Huémac.

Durante el período de este último rey, se comenzó a sacrificar niños en honor al dios de la lluvia, fue en este período cuando hubo mucha hambre, los dioses para salvar la situación pidieron el sacrificio de los hijos de Huémac, y de ahí en adelante comenzaron los sacrificios. Aunque no fue lo único que ocurrió, se hizo la guerra y se luchó contra los procedentes de Nextlalpan; después de vivir trágicas circunstancias emigraron hacia numerosos lugares. Algunos se establecieron en Cholula, Tehuacán, Teotitlán, Cazacatlán, Nonoualco, Tamazula, Copilco, Topila, Ayotlán, cubriendo muchas partes de la tierra de Anáhuac.

Huémac se suicidó en la cueva casa de maíz de Chapultepec en el año 7. Otra versión asegura que quienes habitaron aquí fueron los toltecas y que el tipo de vida cambió cuando pecaron, es por ello que tuvieron que abandonar la ciudad antes de la salida del sol, aquel pueblo se disgregó por el mundo formando grupos con distintas lenguas y tipos de vida y llevando como penitencia sufrir pesares antes de encontrar un nuevo asentamiento.

Algunos estudiosos coincidieron que su asentamiento original fue Tula en el estado de Hidalgo, otros aseguran que fue Teotihuacan.

A pesar de su imprecisión geográfica, Tollan no sólo significó majestuosidad, sino que también fungió como el lugar donde la humanidad se disgregó para dar surgimiento a distintos pueblos.


(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)



miércoles, 27 de marzo de 2019

Tamoanchan






Un lugar significativo para Mesoamericana, ha sido Tamoanchan, aunque su ubicación no haya sido precisada, ni su misma existencia.

Se dice que primero fue Tamoanchan, y después Teotihuacan; a pesar de que no existe una definición exacta, su vocablo significa “nosotros buscamos nuestra casa”, por otra parte, algunos estudios suponen que en este lugar nacen sus ideas religiosas.

Fray Bernardino de Sahagún lo describe como un sitio de abundancia, al cual había llegado Quetzalcóatl a crear nuevos seres, con restos de generaciones pasadas, sangre de su miembro y la penitencia de otras deidades.

Tres sucesos relevantes se le achacan a esta zona; el primero, Quetzalcóatl llevó el maíz rescatado de Tonacatépetl para que los dioses lo máscaras y lo introdujeran en las bocas de los mortales; segundo, Jerónimo de Mendieta aseguró que ahí fue donde los dioses dieron forma al calendario; y tercero, diversos códices señalan que en dicho lugar estuvo el árbol florido que cayó, después de que los dioses pecaron.

Su ubicación geográfica se ha señalado en el estado de Morelos, algunos estudiosos lo ubicaron en lo que hoy conocemos como Xochicalco. Principalmente por su mezcla de estilos y el observatorio astronómico.

Lo único cierto, es que tanto Teotihuacan como Tamoanchan son míticos porque representan los lugares de origen; el sol, nuevos seres humanos, el maíz y en el caso de Tamoanchan la culminación de un calendario y la trasgresión. Es por ello que su evocación sólo existe en los códices.

(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)