lunes, 30 de diciembre de 2024

Ricardo "Finito" López, el destino como voluntad

 


Ricardo "Finito" López, el destino como voluntad 

Desde niño supo que quería ser boxeador. Su obstinación sometió a su padre, quien, resignado, lo llevó al gimnasio. Ricardo López recordaría más tarde: "Sí, es ese olor del sudor, el olor del gimnasio. Se siente el ambiente, la vibra, el sonar de las peras, de los costales, el gritar de los entrenadores, 'faltan diez segundos, ¡tiempo!'... Me llamó tanto la atención que sentí que yo era de este ambiente, del ambiente boxístico." Pero cuando subió al encordado, especie de altar, advirtió que la alegría le llegaba en oleadas de calor y sudor. "Para mí fue una gran emoción y pensé en hacer lo mejor posible las cosas dentro de mis obligaciones como niño, que eran ir a la escuela y obedecer, para tener permiso de entrenar el boxeo, una carrera muy riesgosa donde expones la vida y debes ir preparado a todo.”

Si el ambiente lo impactó, lo que ocurría arriba del ring lo marcaría. El niño de siete años quedó prendado al ver a un boxeador cubano que mostraba movimientos rápidos y precisos. "Mi ídolo era José Ángel "Mantequilla" Nápoles; él fue a quien idealicé como imagen técnica de lo que yo quería ser." Al año siguiente escenificaría su primer combate en Iguala, Guerrero. Pasaron los años y el tiempo lo dividía entre el gimnasio y la escuela, a la que no dejó de asistir hasta terminar la preparatoria. “Después de esto, tuve la oportunidad de trabajar bajo la dirección de don Arturo "Cuyo" Hernández y Tony Torre, mi entrenador." Pero la enseñanza que más lo marcó fue la de su padre, don Magdaleno López, quien le dijo: "Una pelea se gana con inteligencia, no con fuerza; la fuerza se utiliza para levantarte a correr diariamente, para entrenar, para llevar una dieta, para abstenerse de cosas que no se pueden mezclar cuando estás entrenando.”

Se preparó para pelear en donde se comienza: el torneo de los Guantes de Oro. En esos primeros encuentros sintió el miedo: "Sentía ese nervio, esa tensión... el miedo; salir y caminar por el pasillo que te llevaba al ring. En un momento dado te decías: 'ojalá se vaya la luz para que no se lleve a cabo esta pelea'; era un miedo natural.”

Todo lo que vale la pena en la vida pasa en cierto momento por etapas tediosas y de fastidio. Así deben verse las etapas de entrenamiento y concentración, que son la base para el triunfo sobre el encordado. Siendo un peso pequeño tuvo que partir para buscar peleas en el Lejano Oriente. "He tenido la fortuna de pelear siete veces en Oriente: tres en Japón, dos en Corea y dos en Tailandia. Soy muy conocido por allá." Boxear en un país extraño, donde todos apoyan al local, requiere un gran autodominio mental. No se puede permitir que el pánico escénico "te absorba; al contrario, tienes que subir bien concentrado en lo que sabes, en lo que has aprendido, llevar una táctica y una estrategia”.

Cuando "Finito" ganó el campeonato del mundo tuvo que poner todo esto en práctica. Cuando peleó por el campeonato mundial, el 19 de mayo de 1991, contra Hideyuki Ohashi, "él estiraba la mano, no me alcanzaba a pegar y la gente lo coreaba y se oía un grito muy fuerte, un estruendo. Yo pensaba '¿a quién le pegó?; si no domino este momento y me concentro, estoy perdido’”.

El ser nombrado por varios años como el mejor boxeador kilo por kilo no le ha hecho perder el camino que se ha trazado. "Cuando te coronas campeón mundial, todo te llega en abundancia y muy rápido. Hay que saber tomar las cosas con calma, seguir los consejos; porque como cualquier ser humano, luego luego quiere salirte del guacal.”



(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)

jueves, 26 de diciembre de 2024

Población mexicana en Estados Unidos 1930-1940

 


Población mexicana en Estados Unidos 1930-1940

Tercer periodo: 1930-1940


El mundo industrializado sufrió una fuerte crisis económica durante los años treinta, arrastrado por Estados Unidos. La crisis duró toda la década, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El grave desempleo acrecentó el odio y la represión contra los mexicanos que resultaron "chivos expiatorios" como en otras ocasiones de la historia pasada y reciente. 

Así la Gran Depresión, iniciada a fines de 1929, no solo redujo de un modo drástico la inmigración, sino que motivó la repatriación de varios miles de mexicanos. Familias enteras fueron divididas para no reunirse más. Rodolfo Corona establece en la tabla 3 una reducción en el incremento decenal de inmigrantes. Esta cifra podría tomarse como una buena aproximación, conservadora, al número neto de deportados: 263 mil, ya que si bien varias fuentes establecen en 400 mil el número de deportados, debe tomarse en cuenta que algunos pudieron regresar a lo largo de la década. 

Lo ocurrido en este periodo evidencia con claridad una de las características del fenómeno migratorio: se regula por las fuerzas económicas, la relación entre oferta y demanda. Cuando existe necesidad de mano de obra mexicana, el flujo crece, y se limita cuando esta mano de obra no se requiere. La política migratoria norteamericana, a su vez, ha respondido a ese principio.


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

lunes, 23 de diciembre de 2024

Río Blanco, 1907 I

 


I


Orizaba, emporio industrial 

Se levantan enormes factorías textiles 

La vida del obrero en la fábrica 


La región de Orizaba era paraíso perdido. Sus manantiales de agua, de los más abundantes, formaban ríos cuyos caudales no solo deberían apreciarse por la belleza que daban al paisaje, sino que deberían aprovecharse para convertirlos en fuerza motriz. La zona era excelente para la industria, principalmente para la textil que requería humedad y agua, mucha agua. Capitalistas extranjeros posaron por vez primera sus ojos en Orizaba y sin mucho meditar decidieron hacer de la región la "Manchester mexicana". Los franceses se dirigieron al presidente Díaz y compraron, si así se le puede llamar, hectáreas y más hectáreas de tierra, a precios irrisorios en Orizaba, Tenango, Nogales y Necoxtla.

En unos cuantos años, ante los asombrados ojos de los pobladores, se levantaron inmensas instalaciones fabriles para la industria textil, principalmente esa fábrica Río Blanco en terrenos de Santa Catarina del municipio de Tenango y luego la de Santa Rosa, también muy grande, en Necoxtla. La de San Lorenzo en Nogales. En Orizaba desde hacía mucho tiempo existía la de Cocolapan, pero vinieron la de Cerritos y la de Santa Gertrudis para El Yute. 

Otra se instaló en Nogales, la de Mirafuentes. Todas, excepto la de Cerritos, quedaron instaladas cerca de la vía del ferrocarril, que era el único medio rápido, muy rápido para aquellos tiempos, que enlazaba a Orizaba con la capital de la República, con Puebla y con Veracruz. La inauguración de la fábrica Río Blanco el 9 de octubre de 1892 constituyó un gran acontecimiento de resonancia internacional, estando presente el señor Presidente Porfirio Díaz, sus ministros y delegaciones extranjeras, que fueron recibidos en forma apoteótica y colmados de atenciones y regalos de los nuevos productos textiles. Casi igual aconteció en la apertura de la factoría Santa Rosa. 

De los estados de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato y otros, arribaron infinidad de trabajadores atraídos por las nuevas plantas textiles y casi todos encontraron acomodo. También infinidad de mujeres trabajaban; sin embargo, la vida fabril era dura y mal pagada. Los obreros laboraban 14 y más horas diariamente. Entraban a las seis de la mañana y salían a las 8:30 de la noche, disponiendo tan solo de una hora en la jornada para tomar para tomar sus alimentos. Recibían pésimo trato de parte de directores, correiteros maestros, cabos y empleados de confianza, que hasta se daban el lujo de propinarles coscorrones y puntapiés si tenían alguna falla o abandonaban momentáneamente el lugar y en esos momentos llegaba a pasar uno de los antes señalados. Los salarios eran de hambre considerando el alto rendimiento que se exigía al obrero. Un mudador ganaba 25 centavos diarios y un tejedor, que era el mejor pagado, obtenía hasta diez pesos a la semana. Claro, se dirá, que la vida en aquellos tiempos era muy barata, pero aún así esos sueldos no cubrían las necesidades de la familia pues de la raya tenía que salir para comer, para vestir y para ver al "curandero" cuando alguien enfermaba. 

Por si esto fuera poco al trabajador se le aplicaba en las fábricas sendas multas por distintas causas, aunque él no fuera culpable, digamos, por ejemplo, por el deterioro del material causado por el constante uso. Así, había hasta una tarifa para las multas. Por una lanzadera rota le quitaban cincuenta centavos al tejedor. Por una canilla que estuviera tirada en el suelo, multaban con diez centavos al oficial más próximo. Por una libreta mal cuidada un tostón. Por un pasatrama roto una peseta. Y a aquél que era sorprendido fumando en el excusado, además de llevarse un regaño Y respectivo puntapié, le quitaban de su raya un tostón Y si alguien se dormía y no entraba el día lunes, aparte de que no le pagaban el día, todavía lo multaban con un peso y amenazaban con degradarlo en el trabajo o separarlo. 

Eso no es todo, existía otra clase de exacciones, que los empresarios llamaban indemnizaciones por producción defectuosa y por las cuales mermaban los salarios de los tejedores, sea por un hilo corrido, una marra, un hilo doble o cualquier otro defecto visible, que al tejedor se le pasaba es su preocupación de dar mayor producción pues eso siempre han exigido los señores industriales, producción harta y buena aunque las máquinas estén fallando y castigo a los oficiales que no la hagan. 

Pero todavía no acabamos con la larga fila de pagos que tenía que hacer un tejedor. A todo lo anterior, le cargamos la obligación de pagar de su propio sueldo al peón cargador de telas. 

He ahí parte de lo que sufría el trabajador en el interior de la fábrica. Agotadoras jornadas diarias. Mal trato, multas o indemnizaciones que le quitaban de su raquítico sueldo y así encontramos que si el tejedor ganaba el "elevado" sueldo de $10 a la semana, con lo que le quitaba el patrón por retardos, multas, indemnizaciones por ropa defectuosa y pago del peón cargador de telas, no le quedaba ni siquiera la mitad de su raya.

Parece increíble eso en nuestros tiempos; sin embargo, a fines del siglo pasado [siglo XIX] y principios del presente [siglo XX], así era la vida del obrero en la fábrica. 


(Tomado de: Peña Samaniego, Heriberto - Río Blanco. El Gran Círculo de Obreros Libres y los sucesos del 7 de enero de 1907. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, México, 1975)

viernes, 20 de diciembre de 2024

Un camino inexplorado: el humor negro



Un camino inexplorado: el humor negro 


En 1963 Ernesto Alonso reunió a tres "monstruos sagrados" del teatro nacional: las españolas Amparo Rivelles y Ofelia Guilmáin, y la cubana Carmen Montejo, para interpretar los papeles principales de una telenovela escrita especialmente para ellas por el talentoso dramaturgo Hugo Argüelles, Doña Macabra. Hacía su aparición un género inexplorado hasta entonces por la telenovela: el humor negro. La historia fue un éxito absoluto: dos ancianas medio brujas son asediadas por un ambicioso pariente político convencido de que ellas esconden en su casa un tesoro. Las tres actrices estuvieron soberbias en sus papeles,  acompañadas por dos excelentes primeros actores: Enrique Rambal y Narciso Busquets, con la muy ágil dirección del propio Alonso. 

Con esta telenovela empezó la grabación en "locaciones": se grababa en el exterior para "darle aire" a la producción (y a veces también para ahorrarse algunos pesos de escenografía). En aquellos tiempos heroicos la grabación en locaciones era algo digno de verse: los gigantescos camiones llamados "unidades de control remoto" llevaban en sus entrañas las máquinas de videotape y ocupaban una cuadra entera junto con el camión de la planta de energía, el camión de maquillaje, el de vestuario y el cámper que hacía las veces de camerino y vestidor de los actores. Era un desfile circense que partía de Televicentro entre los aplausos y la admiración de los curiosos. Por otra parte, el personal de estas unidades estaba capacitado para filmar con sus cámaras partidos de fútbol, pero no las sutilezas de una telenovela, de modo que el director se les veía negras para hacerles entender que lo que iban a filmar no se parecía a un tiro a gol sino a una escena de amor. Con todo, gustó mucho ver a los actores caminando por calles verdaderas. 

Hugo Argüelles volvió a incursionar en la telenovela y en 1964 presentó, también para Ernesto Alonso y la Rivelles, La mujer dorada, uno de los fracasos más sonados del medio por lo audaz de su argumento: en un circo se exhibe casi desnuda a una bella mujer que tiene la piel dorada, como de angelito barroco; sus amigos son el enano, la mujer gorda, los siameses, la mujer barbuda. Este desfile monstruoso desagradó a los ejecutivos de Telesistema, quienes ordenaron el corte repentino de la telenovela en el capítulo 40, sin remate ni explicación. Al día siguiente, en su horario se pasaba un documental sobre la pesca de atún en Alaska.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Crónica de la Telenovela I. México sentimental. Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1999)

lunes, 16 de diciembre de 2024

Insecto palo y mantis religiosa


Quauhmécatl y campamocha 


Sobre la manera segura de saber si se encontrará novio y otras cosas más (mixe, chontal, zapoteco del Valle) 


Cuando un joven encuentra uno de esos animalitos que se llaman zacatones, que parecen ramitas, debe tomarlo por el cuerpo y preguntarle: "¿Dónde voy a conseguir esposa?”.

El animal levanta entonces una de las patas y le señala el rumbo por donde debe buscarla. 


El majuis es un animalito parecido. Si se le pone el dedo en la frente y luego se le deja caminar, dice si la persona se va a casar o no. 

Si se sube al dedo, habrá boda; si se sigue de largo no habrá nada. Al poner la mano frente al mantis para que se suba, se canta:

Sube a mi mano, majuis. 

¿Me caso o no me caso? 

Sube a mi mano.

si no quieres, ¿qué hago?

Majuis, sube. ¿No quieres?


El xcontrabieli es la mantis o campamocha, engañó al mismo Arcángel Gabriel; es su contrario. Cuando el arcángel le pregunta por dónde se fue el diablo, el animalito señala con su patita en la dirección opuesta, para que el Maligno tenga tiempo de escapar. 

Elisa Ramírez Castañeda, No siempre fueron así, 2013, p. 172 


Del quauhmécatl. Es un animal reptante tan parecido a una ramilla seca, larga y con algunos apéndices, que apenas puede creerse cuando está en reposo, que sea un ser animado. No quisimos pintarlo porque nos fue traído sin cabeza, aunque es de un aspecto raro y admirable que nunca antes habíamos visto. 

Francisco Hernández, Historia natural de la Nueva España, tratado cuarto


A la mantis religiosa, Mantidae, también se le conoce como campamocha, santateresa, tatadiós, entre otros nombres. Llama la atención el hecho de que algunas hembras se comen a los machos después de aparearse y que aunque estos insectos no son venenosos, también se alimentan de aves.



(Tomado de: Vela, Enrique: Insectos en Mesoamérica. Usos y simbolismo, alimento y materia prima. Arqueología Mexicana, Edición especial #86. Editorial Raíces, México, 2019)

viernes, 13 de diciembre de 2024

Miguel Ramos Arizpe

 


Ramos Arizpe (Miguel).- Nació en lo que entonces se llamaba Valle de San Nicolás, en Coahuila, y hoy tiene su nombre, el 15 de febrero de 1775. Comenzó sus estudios en el seminario de Monterrey y los terminó en Guadalajara, donde recibió el grado de bachiller en filosofía, cánones y leyes. En 1803 se ordenó sacerdote en México, y fue nombrado capellán familiar y sinodal del obispado de Monterrey; más tarde fue promotor fiscal, defensor de obras pías y catedrático de derecho civil y canónico en el seminario de esa ciudad. En 1807 pasó a Guadalajara, donde obtuvo el grado de licenciado y doctor en cánones, alcanzó un curato y fue propuesto para una canonjía. En septiembre de 1810 fue electo diputado a las Cortes de Cádiz, donde brilló por su talento y se distinguió por su ardiente patriotismo. Por eso fue puesto en la cárcel de Madrid y enseguida desterrado por cuatro años a la Cartuja de Arachristi, en Valencia, donde permaneció hasta 1820, en que fue nuevamente electo diputado a las Cortes españolas. En el mismo año fue nombrado chantre de la catedral de México. Consumada la independencia, volvió a México. Fue presidente de la comisión de Constitución del Congreso de 1823, de modo que contribuyó en gran parte a formar la Constitución federal de 1824. Después fue sucesivamente ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, ministro plenipotenciario para arreglar los tratados con la República de Chile deán de la catedral y nuevamente ministro de Negocios Eclesiásticos; diputado a los congresos de 1841 y 1842. Murió en México el 28 de abril de 1843. 


(Tomado de: México en las Cortes de Cádiz (Documentos). El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción. Colección dirigida por Martín Luis Guzmán. Empresas Editoriales, S. A. México, D. F. 1949)

lunes, 9 de diciembre de 2024

La Quemada o el mítico Chicomostoc

 


La Quemada o el mítico Chicomostoc 

Baudelina García 

El sitio arqueológico de La Quemada, también conocido como Chicomoztoc, forma parte del imaginario mexicano que lo convirtió en el lugar mítico por donde habrían pasado los mexicas, en su peregrinación hacia el centro de lo que hoy es México. 

Situada en la frontera entre el norte de México y el occidente -las dos regiones culturales que han recibido menos atención en lo que a investigación se refiere-, La Quemada continúa siendo hasta hoy un espacio enigmático cuya historia completa está aún por conocerse. 

Si bien es cierto que pudo haber sido ocupada ocasionalmente por grupos nómadas, dedicados mayormente a la casa y a la recolección, muchas de las evidencias que pudiéramos tener sobre la presencia de los chichimecas nos han sido negadas por el paso de los años y por la acción de la lluvia y el viento. Los embates de la naturaleza se llevaron el aplanado de barro y cal, además del mortero que servía para darle unidad a las piezas que formaban el conjunto de edificios y basamentos. 

Pero no sólo la naturaleza se encargó de borrar los perfiles que le daban forma definitiva a La Quemada, también los colonizadores, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, utilizaron los edificios como materia prima para construir las ciudades y los pueblos que conformaron la nueva geografía urbana de la región. 

Debido a muchos factores ha sido difícil para los arqueólogos determinar el origen del sitio y su filiación cultural, por lo que muchos investigadores han especulado en cuanto a definir y caracterizar a La Quemada; los hay quienes la consideran una avanzada teotihuacana hacia el norte, un desarrollo tolteca, una fortaleza de los combativos tarascos, el famoso y legendario Chicomoztoc, un centro caxcán y, finalmente, como es lógico, un importante asentamiento defensivo que dio cobijo a grupos indígenas asentados al norte de la frontera marcada por el río grande de Santiago. 

Sin embargo, gracias a los trabajos de Peter Jiménez, hoy sabemos que La Quemada estuvo ocupada entre los años 500 y 900 de nuestra era; los análisis de laboratorio permitieron concluir que se trata de un asentamiento que creció y se desarrolló en los mismos años que corresponden al apogeo y ocaso de Teotihuacan. Aparentemente el sitio fue abandonado cuando los toltecas fundaron la ciudad de Tollan. 

Lo cierto es que La Quemada sigue ahí con sus estructuras sobre un cerro que alcanza los 250 metros sobre el nivel del valle. Quien observa su disposición arquitectónica tiene la sensación de que se trata de una fortaleza, en la que pueden identificarse más de cuarenta plataformas o terrazas de diferentes dimensiones. Pero aun cuando pudiera definirse como un enclave defensivo, una visión cuidadosa del conjunto nos permite distinguir también su carácter cívico-religioso. La mayor parte de lo que vemos hoy en La Quemada corresponde a la última etapa de ocupación: se trata de un conjunto ceremonial fortificado que guarda enormes similitud con los que se encuentran en Mesoamérica durante el Epiclásico (600-900 d. C.)

La existencia de un centro cívico-religioso como La Quemada sólo se explica a partir de la presencia de una actividad agrícola permanente, capaz de sostener la mano de obra necesaria para construirla. Todo hace pensar, y las evidencias así lo demuestran, que los habitantes del valle en el que está sentada La Quemada, el de Malpaso, cultivaban maíz, frijol, calabaza y maguey, además de recolectar productos silvestres como semillas de amaranto, jitomate y nopal. 

Atendiendo a su posición geográfica, que le permitiría establecer relaciones con otros asentamientos vecinos, La Quemada pudo haber sido parte de una red de intercambio en la que intervinieron Chalchihuites -que destacó por su actividad dedicada a la minería-; el Cañón de Juchipila y el Valle de Atemajac, el área de Aguascalientes y los Altos de Jalisco hasta el noroeste de Guanajuato. Esta red seguramente propició el trueque de productos de diversa índole, entre los que podrían mencionarse los minerales, la sal y la concha como parte de la intensa actividad comercial que tuvo lugar en esa época en el noroeste de Mesoamérica. No se descarta la posibilidad de que una actividad de esas características provocara enfrentamientos entre quienes se disputaban el control de una región donde además se comerciaba con la turquesa procedente de lugares tan lejanos como Nuevo México; este último hecho supone la existencia de un corredor comercial que se extendió en su apogeo a lo largo de más de mil kilómetros al norte y representó un vínculo real con el territorio conocido como Aridoamérica. 

Las construcciones más importantes de La Quemada se levantaron, como era lógico, en su momento de apogeo; así, observamos el Salón de las Columnas, el Juego de Pelota, la Pirámide Votiva y la mayor parte de las calzadas. 

Las investigaciones realizadas por Peter Jiménez han permitido conocer algo más sobre su crecimiento y apogeo, así como del momento en que la ciudad fue abandonada por sus habitantes primigenios. 

Son muchos los secretos y las historias que aún guarda este sitio, pues como señala Jiménez, se ha explorado apenas el cinco por ciento de la zona. Estamos seguros de que investigaciones futuras ayudarán a resolver algunas de las incógnitas que impiden descubrir con toda certeza el origen de este asentamiento y los motivos que obligaron a sus moradores a abandonarlo. Como en otros lugares de Mesoamérica, el colapso de La Quemada sólo podrá explicarse cuando ella misma nos cuente, con los datos que aporte la arqueología, la historia de su pasado; mientras tanto podemos imaginar, y esto es perfectamente factible dada su posición geográfica, que por ahí transitaron los hombres de las llanuras norteñas y que los chichimecas hicieron de ese territorio una trinchera frente a la avanzada española.


(Tomado de García, Baudelina. La Quemada o el mítico Chicomoztoc. Los guerreros de las llanuras norteñas. Pasajes de la Historia IX. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2003)

jueves, 5 de diciembre de 2024

Antonio Helguera

 


Apuntes de historieta 

Especial: Helguera 

por Luis Gantus


De trazo privilegiado, su agudeza y mordacidad lo colocaron entre los caricaturistas más renombrados del país. Gustaba de la historieta y aunque siempre dijo que le costaba trabajo hacerlas, realizó algunas con muy buen sentido artístico y, sobre todo, humorístico. Usaba su trabajo para hacer catarsis cada día buscando que la gente entendiera de forma sencilla lo que sucedía en el país, hablamos de:


Helguera


Antonio Helguera nació el 8 de noviembre de 1965. Desde niño fue un gran consumidor de historietas, sus primeras lecturas las encontró en casa, una buena cantidad de ejemplares de Chanoc, Tin Tin, Asterix y Spirou y Fantasio, acompañaron su infancia. Posteriormente, trabó amistad con Gonzalo Rocha, quien le presentó la historieta El Spirit, de Will Eisner, la cual se convertiría en una de sus favoritas. En la búsqueda de emular a su héroe, realizaba historietas de su personaje "El agente 0047", el cual vendía a sus compañeros del Colegio Madrid. Su carrera historietil fue abruptamente detenida por su madre cuando tiró a la basura sus historietas. 








Sin embargo, esto no detuvo su espíritu artístico. Al descubrir los libros de Rius, la brutalidad cómica de Boogie, el aceitoso -que aparecía en la última página de la revista Proceso- y Los Manuscritos del Fongus de Jis -que se publicaban en el suplemento de historietas del periódico Unomásuno, conocido como el Masomenos- lo llevaron a su primer trabajo en el taller de grabado de Sergio Arau y Gonzalo Rocha, de donde salió al poco tiempo por su espíritu exageradamente festivo en el horario laboral. 

De ahí empezó su carrera como caricaturista en el periódico El Día, en la sección internacional, donde tuvo cierta libertad de trabajo, a pesar de ser una publicación afiliada al partido en el poder, el PRI. Por esas fechas, comenzó a tomar un taller de caricatura con Rafael Barajas El Fisgón, lo que le abriría las puertas del periódico La Jornada, en 1985, para cubrir el espacio que dejara vacante Helioflores. Esta enorme responsabilidad, a sus escasos 19 años, le causó gran nerviosismo, pero pudo sacarlo a flote con la ayuda de sus colegas El Fisgón, Rocha y Magú





Empezó en la sección internacional pero al poco tiempo se encargó de ilustrar la sección "El Correo Ilustrado". En esa década de los 80, colaboró con la revista Siempre!, fundada por José Pagés Llergo. Tuvo un breve paso por las Histerietas de La Jornada y por el suplemento El Tataranieto del Ahuizote, del mismo periódico. Con el tiempo, se convirtió en uno de los caricaturistas principales de dicha publicación.

Al retirarse el editor Guillermo Mendizábal de su cargo como director de Editorial Posada, su hijo Fernando se hizo cargo del negocio y decidió llamar a Rius para proponerle realizar de nueva cuenta la historieta Los Agachados, Rius le contrapuso una revista de humor político y, junto con El Fisgón y Helguera, fundaron la revista El Chahuistle, que durante dos años se convierte en un fenómeno de ventas y les otorga una gran reputación como críticos del sistema, sobre todo en una época donde no era fácil oponerse al poder. 




Fernando Mendizábal no cumple con los acuerdos establecidos y los fundadores decidieron abandonar la revista después de 41 números publicados, para empezar una nueva aventura editorial, el 25 de febrero de 1996, ahora con Editorial Grijalbo: El Chamuco y los Hijos del Averno. Su primera etapa cerró en el año 2000 pero regresó con mayores bríos en 2006 para permanecer a la venta hasta el día de hoy. 

Antonio Helguera realizó varios libros en coautoría: en 1994 junto con El  Fisgón publica El sexenio me da risa, y en 1995, la continuación de éste, El sexenio YA NO me da risa. En 2000, vuelve a hacer mancuerna con El Fisgón y ahora con José Hernández, para el libro El sexenio me da pena, tridente artístico que se repetiría en 2003 con El sexenio se me hace chiquito. En 2007 se publica una colección de cuadernillos con lo mejor de los moneros que colaboraban en el periódico La Jornada que se tituló Lo mejor de... y que incluyó a Ahumada, El Fisgón, Hernández, Magú, Rocha y Antonio Helguera. 





Su dupla con José Hernández empezó en la revista Milenio Semanal, con la sección llamada Mileño, en 2005 se trasladaron a la revista Proceso para ocupar la última página, donde se hiciera famoso Boogie, el aceitoso, de Roberto Fontanarrosa, uno de los héroes de Antonio. Ahí realizaron la sección Mono Sapiens, de la cual se publicaron dos compilaciones: Los sexenios de Mono Sapiens y Ya sé que no aplauden

Ganador del Premio Nacional de periodismo en 1996 y 2002, también recibió el Premio La Catrina en 2017 durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. 

Murió a los 55 años víctima de un infarto el 25 de junio de 2021. 

@gantusluis 






(Tomado de: Gantus, Luis - Apuntes de historieta. Especial. Helguera. El Chamuco y los Hijos del Averno, número 417, Julio de 2021)

lunes, 2 de diciembre de 2024

José Ángel Gutiérrez

 


José Ángel Gutiérrez 


Fue fundador de la Organización de la Juventud Mexicano-Americana (MAYO) y del Partido de la Raza Unida de Texas, organizaciones diseñadas para conquistar, a través de las urnas, el control de las instituciones políticas, económicas y educativas en aquellas comunidades donde los chicanos eran mayoría. MAYO inició su lucha a finales de los años sesenta en la zona de Winter Garden, Texas, tomando como centro de operación la población de Crystal City. Bajo la dirección de Gutiérrez, MAYO dio paso a la creación del Partido de la Raza Unida de Texas en 1970. Esta tercera opción política representó una oportunidad real de determinación política para la población de origen mexicano. No sólo tuvo éxito en las urnas, ganando cargos en la dirección de educación, alcaldías y municipios en Crystal City, Cotulla y Carrizo Springs, sino que su sola presencia atrajo la atención de los hispanos hacia la política y preparó el camino para futuros líderes políticos durante y después del movimiento chicano. A su activismo político se agregan sus más de veinte años de fructífera carrera académica en distintas universidades de la Unión Americana, reflejada en ensayos y libros como "Prodigy" o Ignacio García's United We Win: Armando Navarro's Mexican American Youth Organization: Avant Garde of the Chicago Movement in Texas. Es ahora Director del Centro de Estudios Mexicano Americanos de la Universidad de Texas en Arlington. Todos los ámbitos de su vida han estado marcados por la lucha permanente para fortalecer la dignidad de los mexicanos y darles un lugar en la sociedad norteamericana.


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)