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jueves, 23 de junio de 2022

Las Poquianchis


Las hermanas González Valenzuela -Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa- eran emprendedoras y ambiciosas; además, tenían otra cualidad triunfadora: una absoluta falta de escrúpulos. Establecieron una cantina en El Salto, Jalisco, en la que Delfina, la líder del clan, notó que las muchachas encargadas de llevar los tragos hacían buen dinero por su cuenta al prostituirse con los clientes. Así que decidió mudarse junto con sus hermanas a Lagos de Moreno, donde, gracias a sus buenas relaciones con las autoridades, establecieron una casa de citas llamada Guadalajara de Noche. Comenzaron a reclutar adolescentes de los pueblos cercanos con la promesa de un empleo como trabajadoras domésticas en la ciudad de Guadalajara; pero en lugar de eso, las llevaban a prostituirse en su local bajo condiciones infames.  Luego de tener problemas con la ley -y un enfrentamiento en el que el hijo de Delfina, Ramón Torres, fue acribillado- huyeron a Guanajuato a continuar con el negocio. 

Las Poquianchis, como pasaron a la historia, lograron tener dos prósperas casas de vicio. En ellas mantenían el control por medio de una férrea disciplina que no excluía castigos físicos, abortos clandestinos a las que resultaran embarazadas y ejecuciones a las jóvenes más rebeldes -que iban desde dejarlas morir de hambre hasta despeñarlas-. En la última etapa, la locura de las González Valenzuela llegó al grado de asesinar a las prostitutas que, por su edad, ya no resultaban atractivas a los clientes, para luego inhumarlas en uno de los terrenos de su propiedad. Una de las prisioneras, de nombre Catalina Ortega, logró escapar y hacer la denuncia de los horrores que había vivido. De este modo, las Poquianchis fueron detenidas y condenadas a cuarenta años de prisión.

Su fama creció de tal manera que Jorge Ibargüengoitia, escritor guanajuatense, consignó la historia de las Poquianchis en una de sus mejores novelas: Las muertas.

(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. Las Poquianchis. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

lunes, 9 de mayo de 2022

La Ogresa de la Roma


Un buen día de 1941, en el edificio ubicado en Salamanca 19 de la colonia Roma, los vecinos comenzaron a tener problemas con el drenaje, por lo que el dueño del inmueble mandó traer a un plomero y varios albañiles para que desasolvaran las alcantarillas. En cuanto retiraron el tapón que conectaba con el drenaje de la ciudad los obreros se llevaron la sorpresa de su vida: en las tuberías encontraron un tapón conformado de trapos sanguinolentos, grasa y pedazos de carne putrefacta. Sin embargo, lo que más les puso la carne de gallina fue que entre todo el amasijo se encontraba un cráneo de bebé.  De inmediato la policía inició sus pesquisas y detuvo a una de las inquilinas, de nombre Felícitas Sánchez Aguillón, mujer de marcada fealdad que se presentó como enfermera. Conforme avanzó la investigación, los agentes de la ley encontraron que Felícitas se dedicaba a interrumpir embarazos no deseados y a traficar con bebés. Más aún, descubrieron que la mujer era una infanticida que por lo menos había asesinado a una docena de recién nacidos. La prensa de inmediato la bautizó con varios motes, pero el que la hizo famosa fue "la Ogresa de la colonia Roma".

Sánchez Aguillón, originaria de Veracruz, se dedicaba a realizar abortos clandestinos a las señoritas bien nacidas de la época, y a llevarse a los niños producto de sus amores ilícitos cuando la interrupción del embarazo ya no era viable. A los bebés que caían bajo su custodia los vendía a buen precio, y de los que no podía deshacerse los sometía a un terrible martirio que consistía en parodiar los cuidados de una madre amorosa: los bañaba con agua helada, los alimentaba con carne descompuesta y los hacía dormir en el piso. Cuando se cansaba de sus juegos, simplemente los apuñalaba, asfixiaba o los quemaba vivos.

Felícitas fue procesada en abril de 1941, únicamente por los delitos de aborto, inhumación ilegal de restos humanos y delitos contra la salud pública, todos cargos que alcanzaban fianza. Se tiene la sospecha de que entre sus clientes había poderosos funcionarios y notables de la época que abogaron por ella ante el temor de sus declaraciones.

De cualquier manera, la mujer no soportó el rechazo social y se suicidó con una dosis mortal de Nembutal el 16 de junio de ese mismo año.

(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. La Ogresa de la Roma. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)