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lunes, 23 de diciembre de 2024

Río Blanco, 1907 I

 


I


Orizaba, emporio industrial 

Se levantan enormes factorías textiles 

La vida del obrero en la fábrica 


La región de Orizaba era paraíso perdido. Sus manantiales de agua, de los más abundantes, formaban ríos cuyos caudales no solo deberían apreciarse por la belleza que daban al paisaje, sino que deberían aprovecharse para convertirlos en fuerza motriz. La zona era excelente para la industria, principalmente para la textil que requería humedad y agua, mucha agua. Capitalistas extranjeros posaron por vez primera sus ojos en Orizaba y sin mucho meditar decidieron hacer de la región la "Manchester mexicana". Los franceses se dirigieron al presidente Díaz y compraron, si así se le puede llamar, hectáreas y más hectáreas de tierra, a precios irrisorios en Orizaba, Tenango, Nogales y Necoxtla.

En unos cuantos años, ante los asombrados ojos de los pobladores, se levantaron inmensas instalaciones fabriles para la industria textil, principalmente esa fábrica Río Blanco en terrenos de Santa Catarina del municipio de Tenango y luego la de Santa Rosa, también muy grande, en Necoxtla. La de San Lorenzo en Nogales. En Orizaba desde hacía mucho tiempo existía la de Cocolapan, pero vinieron la de Cerritos y la de Santa Gertrudis para El Yute. 

Otra se instaló en Nogales, la de Mirafuentes. Todas, excepto la de Cerritos, quedaron instaladas cerca de la vía del ferrocarril, que era el único medio rápido, muy rápido para aquellos tiempos, que enlazaba a Orizaba con la capital de la República, con Puebla y con Veracruz. La inauguración de la fábrica Río Blanco el 9 de octubre de 1892 constituyó un gran acontecimiento de resonancia internacional, estando presente el señor Presidente Porfirio Díaz, sus ministros y delegaciones extranjeras, que fueron recibidos en forma apoteótica y colmados de atenciones y regalos de los nuevos productos textiles. Casi igual aconteció en la apertura de la factoría Santa Rosa. 

De los estados de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato y otros, arribaron infinidad de trabajadores atraídos por las nuevas plantas textiles y casi todos encontraron acomodo. También infinidad de mujeres trabajaban; sin embargo, la vida fabril era dura y mal pagada. Los obreros laboraban 14 y más horas diariamente. Entraban a las seis de la mañana y salían a las 8:30 de la noche, disponiendo tan solo de una hora en la jornada para tomar para tomar sus alimentos. Recibían pésimo trato de parte de directores, correiteros maestros, cabos y empleados de confianza, que hasta se daban el lujo de propinarles coscorrones y puntapiés si tenían alguna falla o abandonaban momentáneamente el lugar y en esos momentos llegaba a pasar uno de los antes señalados. Los salarios eran de hambre considerando el alto rendimiento que se exigía al obrero. Un mudador ganaba 25 centavos diarios y un tejedor, que era el mejor pagado, obtenía hasta diez pesos a la semana. Claro, se dirá, que la vida en aquellos tiempos era muy barata, pero aún así esos sueldos no cubrían las necesidades de la familia pues de la raya tenía que salir para comer, para vestir y para ver al "curandero" cuando alguien enfermaba. 

Por si esto fuera poco al trabajador se le aplicaba en las fábricas sendas multas por distintas causas, aunque él no fuera culpable, digamos, por ejemplo, por el deterioro del material causado por el constante uso. Así, había hasta una tarifa para las multas. Por una lanzadera rota le quitaban cincuenta centavos al tejedor. Por una canilla que estuviera tirada en el suelo, multaban con diez centavos al oficial más próximo. Por una libreta mal cuidada un tostón. Por un pasatrama roto una peseta. Y a aquél que era sorprendido fumando en el excusado, además de llevarse un regaño Y respectivo puntapié, le quitaban de su raya un tostón Y si alguien se dormía y no entraba el día lunes, aparte de que no le pagaban el día, todavía lo multaban con un peso y amenazaban con degradarlo en el trabajo o separarlo. 

Eso no es todo, existía otra clase de exacciones, que los empresarios llamaban indemnizaciones por producción defectuosa y por las cuales mermaban los salarios de los tejedores, sea por un hilo corrido, una marra, un hilo doble o cualquier otro defecto visible, que al tejedor se le pasaba es su preocupación de dar mayor producción pues eso siempre han exigido los señores industriales, producción harta y buena aunque las máquinas estén fallando y castigo a los oficiales que no la hagan. 

Pero todavía no acabamos con la larga fila de pagos que tenía que hacer un tejedor. A todo lo anterior, le cargamos la obligación de pagar de su propio sueldo al peón cargador de telas. 

He ahí parte de lo que sufría el trabajador en el interior de la fábrica. Agotadoras jornadas diarias. Mal trato, multas o indemnizaciones que le quitaban de su raquítico sueldo y así encontramos que si el tejedor ganaba el "elevado" sueldo de $10 a la semana, con lo que le quitaba el patrón por retardos, multas, indemnizaciones por ropa defectuosa y pago del peón cargador de telas, no le quedaba ni siquiera la mitad de su raya.

Parece increíble eso en nuestros tiempos; sin embargo, a fines del siglo pasado [siglo XIX] y principios del presente [siglo XX], así era la vida del obrero en la fábrica. 


(Tomado de: Peña Samaniego, Heriberto - Río Blanco. El Gran Círculo de Obreros Libres y los sucesos del 7 de enero de 1907. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, México, 1975)

viernes, 8 de febrero de 2019

Importancia del Magonismo en la Revolución



Una corriente política e ideológica: el magonismo. Una organización partidaria que llega a ser de masas: el Partido Liberal. Una publicación que a lo largo de 18 años instrumenta periodísticamente una política: Regeneración. Son estos tres aspectos inseparables y complementarios, los que definen la tendencia política de masa más radical, más deslindada y más coherente de las que confluyen en la revolución de 1910-1917.

El magonismo, el Partido Liberal y Regeneración son los que lanzaron en 1903, por primera vez masivamente, las consignas antirreeleccionistas que serían la bandera de la revolución maderista 7 años después. Fue el magonismo, a través de la Junta Organizadora del Partido Liberal, el que organizó los levantamientos armados de Cananea, Río Blanco, Orizaba y Puebla. El programa del Partido Liberal de 1906 fue la plataforma de reivindicaciones que formuló el contenido social del proceso revolucionario de 1910-17 e inspiró los principios fundamentales de la Constitución de 1917.

Desde 1900 hasta 1910, la conciencia antiporfirista de las masas iba cristalizando y sistematizándose en torno a las denuncias, la propaganda y las posiciones políticas de esta corriente, alrededor de la cual giraron decenas de periódicos de oposición y cientos de grupos que denunciaban y combatían por todos los medios a la tiranía. La participación del magonismo, su partido y su prensa, en la creación de las condiciones subjetivas que antecedieron a la insurrección de 1910, fue fundamental tanto ne el terreno de la conciencia como en el de la organización.

También el estallido de la revolución y los primeros años de lucha estuvieron marcados por el magonismo. A pesar del exilio y persecución de Ricardo Flores Magón y sus colaboradores –que significaba el exilio de la Junta Organizadora del Partido Liberal y de la redacción de Regeneración- los primeros meses del combate se definieron por la presencia en el campo revolucionario de dos fuerzas y dos políticas: el maderismo con su bandera estrechamente antirreeleccionista y el magonismo enarbolando el programa liberal de 1906.

En los años posteriores, a pesar de que los grupos de combate directamente controlados por la Junta Organizadora del Partido Liberal se redujeron, desintegraron o sumaron a otras corrientes o facciones, la influencia ideológica de las posiciones del magonismo se extendió y consolidó y sus banderas programáticas y reivindicaciones se transformaron en patrimonio común de todo el campo revolucionario. Frecuentemente, cuando un planteamiento del Partido Liberal era hecho suyo por las principales facciones revolucionarias, el magonismo había pasado ya a posiciones más avanzadas y radicales.

A partir del triunfo y consolidación en el poder del carrancismo, la corriente de Flores Magón se vio reducida casi exclusivamente a la denuncia política a través del periodismo revolucionario. Casi sola, se levantó todavía por unos años la voz de Regeneración, desenmascarando lo que para el magonismo fuera la traición a los intereses y a la lucha de las masas campesinas y obreras durante casi 10 años. La revolución por la que propugnaba el Partido Liberal había sido conducida a la claudicación y a la conciliación con la burguesía y los terratenientes; las masas, que no vieron cumplidas sus demandas fundamentales, se encontraban insatisfechas y en algunos casos se mantenían en lucha. Pero sólo el magonismo fue capaz de racionalizar este descontento, y en Regeneración se esbozaron los primeros análisis políticos de lo que significaba el curso adoptado por el proceso revolucionario.

Forjador, primero, de la política y las banderas programáticas de la insurrección que habría de estallar en 1910, el magonismo se encargó después, en 1917 y 1918, de hacer un primer balance de la lucha y declarar que la revolución se había quedado a medio camino. Los últimos números de Regeneración, en 1918, se dedicaron a mostrar la necesidad e inclusive la inminencia de un nuevo proceso revolucionario. La nueva insurrección, sin embargo, se cuadraba entonces en el marco del ascenso de la revolución mundial, a la que el octubre rojo de Rusia en 1917 había abierto las puertas. A la tarea de bosquejar los caminos de esta nueva revolución y a señalar sus síntomas en todo el mundo, dedicó Regeneración las páginas de sus postreros números.


(Tomado de: Armando Bartra (Selección) - Ricardo Flores Magón, et al: Regeneración, 1900-1918. Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas #88, Segunda Serie, México, D.F., 1987)