Un eslabón más se agregó a la cadena de fugas registradas en los años cuarentas y tocó a Gregorio Cárdenas Hernández escenificarlo y, como en los inmediatos anteriores, tampoco hubo ninguna violencia que lamentar.
Este reo no se escapó del Palacio Negro, sino del manicomio de La Castañeda, en el cual es alojado por instrucciones del juez de su causa, Carlos Espeleta Torrijos, traslado que se realiza muy poco después de que el acusado es aprehendido.
Hasta el momento de la evasión, efectuada el 24 de diciembre de 1947, Cárdenas vivió más tiempo de sus años de reclusión en la Castañeda que en Lecumberri.
La explicación de esto es que el reo debía ser estudiado por los siquiatras y demás especialistas que tenían que dictaminar si Cárdenas estaba loco o no, o si sufría algún otro trastorno.
Con él escapa su amigo Carlos Burgos Montalvo, quien a su vez fungía como su secretario en el manicomio, en donde también era un enfermo recluido para exámenes médicos.
Sabido es que Gregorio Cárdenas, a quien todo el mundo conoció como "Goyo", dio muerte a cuatro mujeres, estrangulándolas y a la postre enterrándolas en el patio de su propia casa, en la célebre dirección de Mar del Norte 17, en Tacuba.
Las muertes provocadas por este sujeto causaron un verdadero pánico en la sociedad, que exigía un ejemplar castigo para el responsable de ellas.
Sólo que para resolver con plena justicia, el juez necesitaba saber si estaba frente a un demente y únicamente los especialistas podían determinar tal cosa.
Ante esa situación el proceso quedó suspendido después del auto de formal prisión y Gregorio fue enviado a La Castañeda, en donde los médicos se aventaron la pelota y nunca dictaminaron la verdad.
Solamente el doctor Alfonso Quiroz Cuarón mantuvo la tesis de que"Goyo" no estaba en sus cabales.
Después de transcurrir algunos años en Mixcoac, el reo decidió que había llegado el momento de"tomar unas vacaciones", como él mismo lo confesó a la policía cuando lo recapturaron, y el 24 de diciembre, fecha tan especial, les dio comienzo fugándose del manicomio.
Confesó que acercó una mesa a la ventana que tenía en su celda y se subió a ella para romper la malla que la protegía, una vez ante la oquedad libre de obstáculos brincó hacia un pasillo, el cual comunicaba directamente con la muralla del establecimiento, pero que podía ser franqueable con cierta facilidad.
Y eso fue lo que hizo el reo, quien seguía los pasos de Burgos, su cómplice y amigo que ya lo esperaba en ese punto.
Ambos se ayudaron hasta que alcanzaron la calle, sin que ninguno de los vigilantes se percatara de su hazaña. Con 250 pesos que el"estrangulador" había ahorrado, decidió irse a Veracruz, llevando con él a su "secretario", pero llegaron hasta Oaxaca, en donde un policía que antes estuvo comisionado en La Castañeda, lo reconoció y avisó al D. F. lo que había visto, saliendo agentes hacia allá para recapturarlo.
La tarea no resultó fácil, porque el prófugo "brincó" por diversos sitios logrando burlar a sus perseguidores, temporalmente.
A pesar de todo los detectives dieron con él, acompañados por el propio "secretario" del prófugo.
Ya en el Palacio Negro se le confinó en una "jaula" de la circular uno, en donde se le mantuvo por largo tiempo sin darle mayores facilidades, ante la posibilidad de que pudiera intentar una nueva fuga.
El tiempo transcurrió y él se dedicó a estudiar leyes, haciéndose de una gran cantidad de libros que le ayudaron en ese objetivo, y cuando adquirió conocimientos comenzó a ayudar a muchos reclusos que carecían de una forma de defensa real y a otros que fueron victimados por inmorales seudoabogados que únicamente los despojaron del poco dinero que tenían, con el pretexto de "tramitarles su libertad", lo cual jamás hicieron.
Al mismo tiempo "Goyo" trataba de ayudarse él mismo con su caso, ya que el proceso estaba suspendido por haberlo trasladado a Mixcoac, y tampoco podía considerársele legalmente como un loco por no existir dictámenes al respecto.
Volvió a caminar el reloj y así transcurrieron 34 años, poco menos de lo que el juez Espeleta Torrijos pudo haberle impuesto como condena, si el juicio no se suspende.
En ese momento aparece una nueva legislación, incluyendo la Ley de Normas Mínimas que abrió las puertas de la prisión a muchos reclusos.
Se buscó ahí la forma de beneficiar a Cárdenas, mientras las puertas del lóbrego Palacio Negro se cerraban definitivamente.
Dos semanas después de esto, habiendo sido enviado al Reclusorio Oriente mientras tanto, "El Estrangulador de Mujeres" recuperó la libertad.
(Tomado de: Aquino, Norberto Emilio de - Fugas. Editora de Periódicos, S. C. L., La Prensa. México, D. F., 1993)