lunes, 3 de septiembre de 2018

El Enmascarado de Plata


 El Enmascarado de Plata



El Santo, héroe máximo de la época de oro  de la lucha libre, fue un hombre que guardó celosamente su rostro humano bajo su inmortal máscara de plata. Un hombre sobre el que existen cientos de rumores. Sus fanáticos y fanáticas llenaban la arena durante los combates de máscara contra cabellera, atentos a la menor posibilidad de que se descubriese la identidad de su ídolo. Nunca se atrevieron ni a imaginar quién podría estar debajo de la tela: lo respetaban demasiado para hacer suposiciones fáciles.

El Santo cuidaba cada detalle, al extremo de que, cuando viajaba con su administrador asistente, el Pelón Suárez, éste debía ir en otro avión. El enmascarado de plata mantuvo el misterio durante más de cuarenta años y sólo después de su muerte el público pudo ver su cara recia, vieja y golpeada, enterándose al mismo tiempo de su nombre: Rodolfo Guzmán Huerta, quien naciera en Tulancingo, Hidalgo.

Luego el público aceptó sin chistar que su hijo lo relevara en el ring, con la misma máscara y con el mito sobre sus espaldas. Aunque procreó diez hijos con su mujer, Maruca, un rumor muy extendido dice que el Hijo del Santo no es tal, sino que se trata de uno de sus sobrinos.

A fines de los años cincuenta, el editor José Guadalupe Cruz hizo del Santo un superhéroe, dibujando su historieta de manera semanal. Al mismo tiempo, el ídolo de las masas se presentaba cada domingo en diferentes lugares de la república. Desde los años sesenta también protagonizó películas, hechas con bajísimo presupuesto, todas las cuales hoy son de culto. En estas cintas, el Santo pelea contra los seres más extravagantes: marcianos, momias, mujeres vampiro, zombis, mujeres lobo, científicos locos. El personaje, adelantado a su época, era conocido en países del Medio Oriente y del sureste asiático. Estaba más cerca de la gente que Superman, y además no tenía su aburrida doble vida. Su ayudante y enemigo, Blue Demon, era mejor que cualquier Robin o que cualquier Guasón.

Rodolfo Guzmán creció en Tepito. De niño destacó en el béisbol y en el futbol, luego en la lucha grecorromana y en el jiujitsu. Dicen que antes de convertirse en el Santo, peleó con los nombres de Rudi Guzmán, El Hombre rojo, El Enmascarado, El Demonio Negro y El Murciélago II, hasta que la comisión de boxeo y lucha le exigió cambiar de nombre, pues este último ya estaba registrado. A sugerencia de su entrenador, Jesús Lomelí, eso también es lo que dicen, escogió el sobrenombre de el Santo, con el que debutó el 26 de julio de 1942, a los veinticinco años de edad, en la arena México.

Durante la década siguiente, tras abandonar el bando de los rudos, el Santo pulió su técnica en Guanajuato, en la primera escuela profesional de lucha libre que existió en nuestro país, dirigida por Cuauhtémoc el Diablo Velasco. Eso, por lo menos, es lo que se afirma.

Otro rumor que corre por ahí, cuenta que en los años ochenta, en el programa de televisión Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludovsky, este periodista hizo que el Santo mostrara por primera vez medio rostro. Se dice que lo hizo bajo engaños y que el luchador salió del estudio sumamente molesto.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México)





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