lunes, 18 de noviembre de 2019

Tabaco, alimento de los dioses


EL TABACO: “ALIMENTO APROPIADO DE LOS DIOSES”

El clero español clasificó desde un principio al tabaco al lado del peyote, las semillas de la virgen y los hongos como un intoxicante ritual de la cultura indígena tradicional. Esto puede resultar sorprendente, pero los sacerdotes de la iglesia colonial sabían de qué estaban hablando.
La historia natural y cultural del tabaco (nicotiana spp.) en cuanto cultivo de los aborígenes americanos (tan desconocido para el resto del mundo hace apenas quinientos años como lo eran el chocolate, el maíz y el caucho) es demasiado compleja y extensa para estas páginas. Pero difícilmente podemos ignorarla en el contexto presente no tanto porque, tal como usamos el tabaco en la actualidad, es potencialmente una de las sustancias conocidas más dañinas fisiológicamente, sino, más bien, porque en gran parte del mundo indígena tradicional el tabaco era y aún es considerado como un don especial de los dioses a la humanidad, conferido para auxiliar a la humanidad en el establecimiento de un puente que venciera el golfo entre “este” mundo y “el otro”, el de los dioses. En muchos casos, tal visión requiere el empleo del tabaco para obtener precisamente las variedades de estados místicos o el trance extático característicamente chamanista que por lo común sólo asociamos con los alucinógenos vegetales mejor conocidos. Para mencionar únicamente un ejemplo en México, desde antes de la Conquista, y también siglos después, los chamanes curanderos de las comunidades de habla náhuatl usaban el piciétl (nicotiana rustica), en conjunción con cantos de ciertos mitos primordiales, para colocarse en lo que podríamos llamar “el tiempo místico” —un tiempo en el que todo es posible— y para convocar el poder sobrenatural de los dioses creadores y de su artefacto primordial en beneficio de la salud y el equilibrio del paciente. Este uso del tabaco está tremendamente alejado del fumar hedonista.
Ya tendremos de nuevo ocasión de referirnos a este fenómeno particular de los aztecas en otro capítulo.
Tales eventos no escaparon a la atención de los cronistas españoles, y deben haber ameritado muchas investigaciones detalladas desde entonces; pero en la literatura etnográfica, el estudio reciente acerca de la intoxicación y el chamanismo, con su complejo mitológico y cosmológico subyacente entre los indios waraos de Venezuela (Wilbert, 1972) es literalmente el único tratamiento profundo y competente acerca de este importante tópico.

DIOS Y HOMBRES ADICTOS AL TABACO

No quiero decir que el tabaco era usado generalmente para provocar estados alternos de conciencia. Por el contrario, probablemente servia para una variedad mayor de propósitos sagrados que cualquier otra planta del Nuevo Mundo. Entre sus funciones más importantes y virtualmente generales, se hallaba la del sustento divino de los dioses, principalmente en forma de humo; también servía como un auxiliar indispensable en las curas chamánicas, primariamente como un fumigante con carga sobrenatural pero en ocasiones también como panacea. Sin embargo, parece haber habido cuando menos un elemento de intoxicación incipiente en el fumar chamanista en muchas sociedades indígenas de América del Norte y del Sur; y una verdadera intoxicación de tabaco, hasta el punto de alterar la conciencia o de llegar al trance psiquedélico, era ciertamente de considerable importancia en el complejo extático del Nuevo Mundo en su totalidad. Este elemento, junto con lo que conocemos actualmente de la actividad química de la nicotiana, justifica que se asigne al tabaco (como hacían los indígenas) en la flora psiquedélica, pero con esta importante distinción: a diferencia de las plantas que usualmente llamamos alucinogénicas, de las cuales ni una sola especie ha resultado adictiva, el tabaco sí puede serlo. Parece que no hay ninguna razón científica para dudar, y sí más de las evidencias suficientes para sugerir (incluyendo observaciones entre los indios sudamericanos y testimonios de los mismos), que el tabaco no sólo crea hábito psicológico, como algunos han sostenido, sino que de hecho también crea dependencia física; es decir, resulta adictivo en el verdadero sentido de la palabra, y éste es un hecho que muchas poblaciones indias reconocieron y codificaron en sus mitologías, hasta el punto de que atribuyeron a sus dioses la misma necesidad de tabaco que observaban en sus chamanes, pues ellos eran arquetípicamente los hacedores de mitos. El antropólogo Johannes Wilbert (comunicación personal), advierte que muchas sociedades indígenas de Norte y Sudamérica comparten la tradición de que al dar tabaco a sus pueblos los dioses se quedaron sin nada (“ni siquiera para una pipa”, el Zorro cita al Suave Espíritu). Puesto que los dioses anhelan el tabaco como su alimento espiritual y esencial (por lo general en forma de humo, aunque no siempre ni en todas partes), mediante ese acto de generosidad puede decirse que ellos mismos se han colocado en una posición de dependencia, sujetos a la manipulación de los practicantes religiosos. Sin embargo, puesto que el pueblo también depende de la buena voluntad de los seres sobrenaturales, la relación era de reciprocidad e interdependencia, fundamentalmente diversa de los conceptos judeo-cristianos. A causa de esta similitud de creencias y ritos con el tabaco en áreas ampliamente separadas de la América aborigen del Norte y del Sur, Wilbert piensa que los rituales se difundieron hace mucho tiempo de un punto común de origen, junto con las primeras plantas.
Edward Brecher et al (1972) han tratado adecuadamente el problema de la adicción al tabaco en el contexto de la sociedad estadounidense contemporánea (pp. 209-244), y no hay necesidad de abarcar aquí ese tema. Lo que nos concierne, más bien, es el uso tradicional de la nicotiana como enervante ritual y muy sagrado, del cual algunos indios eran y son muy conscientes de su tendencia a la adicción, aún cuando no lo planteaban en esos exactos términos.
El género nicotiana pertenece, como el datura, y como algunas plantas alimenticias importantes (el jitomate y la papa), a la familia de la dulcamara o de las papas (solanaceae), que también incluye una cantidad de importantes géneros narcóticos como la atropa (a. belladonna). Puede haber hasta cuarenta y cinco especies distintas de tabaco, la mayoría de ellas resultado de cultivos, pero sólo unas cuantas obtuvieron una amplia diseminación preeuropea. Las más prominentes de éstas son la n. tabacum, que pudo originarse como un híbrido cultivado de otras dos especies en los valles orientales de los Andes bolivianos, y esparcirse por el norte de América del Sur hacia el Caribe y hacia la parte inferior de México; y la n. rustica, otro híbrido cultivado se encuentra desde los Andes hasta Canadá y que rivaliza con el maíz en su distribución pre-europea. En la Gran Cuenca del oeste de los Estados Unidos, particularmente en California y en los desiertos adyacentes de Nevada y Arizona, otras tres especies, la n. bigelovi la n. attenuata y la n. trigonophylla, eran los tabacos importantes en el ritual nativo. La n. glauca el llamado “árbol del tabaco” que crece al pie de las colinas de la costa del Pacífico en California, es una importación comparativamente reciente de Sudamérica que al parecer nunca fue empleada por los indios de California en tiempos aborígenes (Zigmond, 1941).
Aunque otros alcaloides pueden contribuir a los aspectos psiquedélicos de la intoxicación nicotiana, el principio activo más importante es la nicotina, un alcaloide piridino que aparece en las especies aborígenes en concentraciones mucho más altas (hasta cuatro veces más) que en el tabaco de los cigarrillos modernos. La nicotina es la que produce el ansia por el tabaco en los fumadores confirmados, como lo hace entre los indios que lo usan en grandes cantidades más para el ritual que para el placer. El contenido de nicotina de la n. rustica es significativamente mayor que en la n. tabacum, lo cual, aunado al hecho de que la n. rustica es también la más vigorosa de las especies y requiere menos cuidado en su cultivo, probablemente cuenta para que su distribución geográfica y cultural haya sido más extensa.
En cualquier caso, siendo más poderosa, la n. rustica se utilizó con mayor amplitud en contextos metafísicos y terapéuticos. Era el sagrado piciétl de la medicina y del ritual azteca, también el tabaco divino de los indios de los bosques orientales y también, probablemente, el petiúm del Brasil aborigen. Fumar tabaco comercial por placer, algo totalmente desconocido en América en las épocas pre-europeas, en la actualidad es probablemente común entre la mayoría de las poblaciones indígenas exceptuando aquéllas del interior remoto de Sudamérica. No obstante, los tabacos indígenas aborígenes no han pasado del todo a un uso cotidiano. Incluso muchos indios relativamente aculturados, que participan de uno u otro grado en la economía nacional, todavía hacen una distinción entre el tabaco del hombre blanco y el suyo. Los cigarrillos y los puros comerciales pueden fumarse libremente en cualquier momento (en ocasiones, se fuman ceremonialmente), pero la poderosa n. rustica en todas partes continúa reservada para propósitos metafísicos y terapéuticos tradicionales. Esta diferenciación es también enfatizada en los términos que se aplican a las especies tradicionales. Por ejemplo, los huicholes de México se refieren a la n. rustica como “el tabaco propio del chamán”, mientras que los senecas de Nueva York le llaman oyengwe onwe, “tabaco verdadero”. Al mismo tiempo, parece que algunos indios, los huicholes incluidos, son conscientes de que la n. rustica no está exenta de peligros; entre los huicholes hay, incluso, reportes de bebedores de una infusión de tabaco que han caído enfermos con lo que aparentemente es un envenenamiento de nicotina. También hay historias de peregrinos de peyote que mueren después de una ordalía de purificación con tabaco durante su búsqueda ritual del peyote. Considerando el alto contenido nicotínico de la n. rustica son ciertamente posibles los accidentes ocasionales de este tipo.
La importancia del tabaco en el chamanismo huichol es especialmente interesante porque es incluso otro ejemplo de la coexistencia funcional y simbólica del tabaco con un alucinógeno sagrado, el peyote en este caso. El chamán a quien se dice pertenece el tabaco no es solamente el chamán real de un grupo determinado sino también la deidad principal, el “Primer Chamán”, Nuestro Abuelo, el fuego deífico, quien estableció el ritual del tabaco y del peyote también, y a quien la n. rustica se sacrifica ceremonialmente, no sólo en los ritos del peyote sino también en otras ceremonias. Además, el humo del tabaco es tan esencial para la curación chamanista entre los huicholes como lo es en el resto del chamanismo indígena americano. Los chamanes huicholes “con mal corazón” (en su papel malévolo, como brujos) también usan el tabaco para lanzar “flechas de enfermedad” a sus víctimas, un fenómeno al cual volveré a referirme en breve. Mis informantes huicholes dicen que los chamanes malos tienen su propio tabaco especial, lo cual puede ser cierto o no en un sentido literal, pero que, en cualquier caso, recuerda la tradición de los indios caribes de una contienda mitológica entre un chamán bueno y otro malo. En cierto momento, el chamán bueno desafía a su rival para que revele todas las clases de tabaco que tiene, y si el otro no puede enumerar más de diez, lo derrota al producir mágicamente muchas más variedades suyas (Koch-Grünberg, 1923:213-214).
El tabaco también entra en una contienda entre los Jóvenes Señores o Héroes Gemelos en el Popol Vuh, el libro sagrado de los maya-quichés de la Alta Guatemala, y los gobernantes del Submundo. Estos últimos retan a sus visitantes del Mundo Superior a que conserven encendidos dos puros durante la noche. Los Héroes Gemelos pasan la prueba colocando luciérnagas en las puntas de sus puros apagados, fingiendo que los fuman sin cesar, y volviendo a encender después, en la mañana, sus puros aún frescos, hazaña que intriga a los gobernantes de los muertos. En realidad, los maya-tzotziles de Chiapas, México, aún creen que el tabaco lo protege a. uno de los seres maléficos del Submundo y de la muerte, y los maya-lacandones de la región del Usumacinta aún ofrecen el primer tabaco cosechado a sus dioses en forma de puros (Thompson, 1970). Prácticas y tradiciones similares abundan en toda América.


(Tomado de: Furst, Peter T. - Alucinógenos y Cultura. Colección Popular #190. Traducción de José Agustín. Fondo de Cultura Económica, México, 1980)

sábado, 16 de noviembre de 2019

El trágico vals del “Tío Macedas”



El trágico vals del “Tío Macedas”


Allá por los años de la Intervención Francesa, pocos personajes gozaban de tanta fama en la Mixteca oaxaqueña como Macedonio Alcalá, el “Tío Macedas”. Gran bebedor de mezcal, sabía contar historias divertidas y sobre todo tocar magistralmente el violín. Era excepcional su capacidad de improvisación y durante años sembró de efímeras tonadas los caminos de la paupérrima región que fue su hogar en la última etapa de su vida.
Macedonio Alcalá nació en la ciudad de Oaxaca en 1831. Desde muy joven se dio a conocer en el estado por sus composiciones y su habilidad musical, ayudado por la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia, de la que era miembro y entre cuyas actividades figuraba la de dar a conocer la música de los compositores locales.
Adolescente, contrajo matrimonio con Petronila Palacios, con quien formó una familia y un conjunto musical: a ella, lo mismo que a los tres hijos que nacieron en los años siguientes, les enseñó a tocar diversos instrumentos. Aunque era uno de los músicos más apreciados de la región, para obtener un precario sustento se veía obligado a tocar el violín en las festividades y ferias de Oaxaca y los pueblos circunvecinos.
Y sobrevino la Intervención francesa. Oaxaca, tierra de varios de los máximos caudillos liberales -Juárez, Díaz- fue uno de los estados donde hubo más sublevaciones. La vida se tornó imposible para Alcalá, quien tuvo que emigrar.
Por extrañas razones decidió probar suerte en la región mixteca, una de las zonas más pobres del país, donde la deprimente sucesión de cerros yermos y erosionados es rota de trecho en trecho por valles pedregosos y pueblos tristes. Tal vez influyó en ello el hecho de que su esposa era nativa de Yanhuitlán, uno de los poblados de la zona.


La odisea


Con Petronila y sus tres hijos, Alcalá erró de feria en feria de 1867 a 1869, pasó mil penalidades y forjó la leyenda del “Tío Macedas”. Este sobrenombre se originó en el cariño que le profesaba la gente y en el envejecimiento prematuro de Alcalá, a quien el alcoholismo, las privaciones y las desveladas le habían dado el aspecto de un anciano antes de llegar a los 40 años de edad.
Enfermo, desesperado y decepcionado de los míseros réditos que le producían su virtuosismo y sus facultades de improvisador, a fines de 1868 Macedonio decide regresar a Oaxaca. En su estado físico y sin dinero, la travesía resultó una odisea: cruzó a pie parte del agreste territorio mixteco y llegó con enorme esfuerzo a Yanhuitlán, donde su esposa se hospedaba en la casa de unos familiares. Tras breve descanso se lanzó de nuevo, con los suyos, al polvoriento camino.
Sólo pudo llegar a Jalatlaco. Ahí, el mal hepático que padecía por causa de su afición al alcohol se agravó y lo obligó a recluirse en una humildísima choza. A partir de entonces, Alcalá vivió prácticamente de la caridad pública. Algunos amigos y la Sociedad de Santa Cecilia le enviaron algún dinero y ropas para él y su familia. La desesperación se había apoderado de Macedonio.


Dios nunca muere


Entonces sucedió el milagro. Cierto día llegaron a su refugio varios indígenas de un pueblo vecino a ofrecerle lo que habían podido reunir -doce pesos- a cambio de que escribiera una composición para la virgen patrona de su poblado. La esperanza de retornar a Oaxaca con ese dinero reavivó la inspiración del Tío Macedas. En cuanto los indios se fueron empezó a escribir con un lápiz las primeras notas de la composición sobre el encalado mismo de la pared, pues ni siquiera tenía papel para escribir la obra que le daría fama. De acuerdo con la versión más difundida, dijo emocionado a su esposa:
-Voy a escribir un vals que se llamará Dios nunca muere, porque el Señor no abandona a sus hijos y sigue viviendo cuando hasta la esperanza ha muerto en uno.
Sin poder levantarse del camastro -unas tablas cubiertas con un petate- trabajó febrilmente durante dos días. Satisfecho, mostró a su esposa la partitura terminada, pero no pudo interpretarla, ya que su violín había quedado como garantía de un pequeño préstamo en algún pueblo de la región. Así nació el vals que se convirtió en un himno para los oaxaqueños.


Al fin de la jornada


A mediados de 1869, ya moribundo, Alcalá logró llegar a Oaxaca. Allí se albergó en casa de un amigo y pocos días después, el 24 de agosto, murió. Por un extraño contraste, Dios nunca muere comenzaba ya a popularizarse, hecho que despertó la ambición de Bernabé Alcalá, hermano del infortunado músico. Bernabé, que en todo momento se había negado a auxiliar a Macedonio, se atribuyó  la paternidad del vals y en complicidad con una casa editora de música llegó a publicar la partitura con su nombre. Los amigos del verdadero autor y los indígenas que le habían encargado la pieza se ocuparon de poner en evidencia al plagiario y de hacer justicia póstuma al Tío Macedas. 
Hoy, más de un siglo después de escrito, el vals Dios nunca muere es la pieza musical más estimada por los oaxaqueños, junto con la Canción mixteca de José López Alavés. Los críticos modernos coinciden en afirmar que el vals de Alcalá es -a despecho de las modificaciones seudofolclóricas que ha menudo se le han hecho- una melodía de alto valor musical. 


(Tomado de: Morales, Salvador y los redactores de CONTENIDO - Auge y ocaso de la música mexicana. Editorial Contenido, S.A. México, 1975)



viernes, 15 de noviembre de 2019

El teatro en ciudad de México, de 1824 a 1826

(Teatro Principal)


En 1824 llega a México un buen actor español, Diego María Garay, quien forma la primera compañía seria de teatro que funcionó en la capital, es decir, sujetos los actores a una disciplina, a un sueldo fijo y a una dirección escénica. Garay, que era hombre hábil, de inmediato se enteró de las ideas liberales privativas de la ciudad, y para congraciarse con el público anunció en sus primeras representaciones el drama intitulado La virtud perseguida por la superstición y el vicio, que era una diatriba en contra de la Inquisición y de los inquisidores. La publicidad que hizo Garay fue tan directa en contra del clero, que las familias protestaron y las autoridades mandaron prohibir la representación. ¡A los tres años escasos de la proclamación de la Independencia y cuando no se hablaba de otra cosa en toda la República que no fuesen la libertad y los derechos del hombre! La censura teatral nació, pues, con la libertad de expresión. México ha hecho siempre honor a su fama de país de contrastes y de paradojas.
Pero no sólo las autoridades andaban un tanto atrasadas y sin hacer caso a las nuevas ideas de progreso: también el público seguía viviendo en pleno oscurantismo, como pudo darse cuenta un pobre italiano que recorría el mundo con su espectáculo de prestidigitación. El el mes de agosto de 1824 se presenta Castelli en el Coliseo Nuevo y los espectadores se santiguan horrorizados al ver cómo aquel hombre hace desaparecer los objetos, convierte el agua en vino y resucita a un pajarillo. ¿Prestidigitación? ¿Juego de manos? El público no conocía el significado de tales palabras; sólo daba crédito a sus ojos y aquello no era otra cosa que brujería. ¿Por qué habrá desaparecido la santa Inquisición?, se preguntaban, y decidieron convertirse ellos mismos en inquisidores y quemar en leña verde a aquel hechicero. El pobre de Castelli tuvo que abandonar el teatro a toda prisa, y la capital, y el país. José Joaquín Fernández de Lizardi, “El Pensador Mexicano”, lamenta la ignorancia y el fanatismo de sus conciudadanos desde las páginas del diario El Sol.
El estado del teatro Principal en 1825 era lamentable. Por desidia de los empresarios hacía muchos años que se le había abandonado y apenas si diariamente los mozos lo barrían con desgano. Los sanitarios despedían tales emanaciones, que los espectadores desde sus palcos y lunetas se veían obligados a llevarse a la nariz constantemente sus pañuelos empapados en perfume; pero en cambio, existía una pequeña capilla en la entrada que estaba siempre muy limpia, y a veces el santo que la ocupaba se veía iluminado por veladoras. El público, como ya se ha visto, tampoco era muy escrupuloso ni ilustrado, y las tertulias proseguían en voz alta una vez que ya había comenzado la representación, y en ciertas ocasiones una discusión entablada en un palco tenía un volumen mayor que el de la voz de los actores, de manera que el público se olvidaba de éstos y seguía con interés lo que se hablaba en el palco. Cuando terminaba un acto de la comedia o drama, en el intermedio aparecían cantantes a entonar coplas de actualidad, o bailarinas a ejecutar “sonecitos del país”, como se llamaba entonces a nuestro folklore. Entre bastidores se agolpaba un heterogéneo conjunto de petimetres que iban en pos de las cómicas, de criadas y vestidoras, de tramoyistas y de amigos, y todos comentaban en voz alta lo que les venía en gana y sus carcajadas se escuchaban por todo el teatro, así como la voz del apuntador, quien desde su concha dejaba escapar todo el torrente de su voz y todo el humo de su pestilente cigarro. Las decoraciones eran ya hilachos llenos de remiendos y de manchas, y el vestuario era el mismo para una tragedia de corte griego que para una comedia de Fernández de Moratín. A todo esto debe añadirse el desagradable olor que despedían las lámparas de aceite con que se iluminaba el escenario y el salón, y casi siempre las que estaban colgadas sobre los espectadores dejaban gotear incesantemente su viscoso líquido que manchaba los vestidos de las señoras. Este estado del teatro perduró por mucho tiempo, puesto que quince años después, en 1840, cuando llegó la marquesa Calderón de la Barca como esposa del embajador de España en México, en sus deliciosas cartas sobre La vida en México nos lo confirma.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Cien años de teatro en México. Colección ¿Ya LEISSSTE?. Biblioteca del ISSSTE. México, 1999)

jueves, 14 de noviembre de 2019

Orígenes del movimiento obrero, 1853


Las sociedades Mutualistas y la Organización Obrera en la época de la Reforma

Es evidente que el movimiento de la Reforma, con sus leyes de desamortización de bienes de las corporaciones civiles y religiosas, así como de la nacionalización de bienes eclesiásticos tendía “a la libre circulación de una gran parte de la propiedad raíz, en sus manos (casas y terrenos), base fundamental de la riqueza pública; trasladando estos bienes a otras manos y creando más de 9,000 propietarios que pagaron a la nación por los bienes confiscados a la Iglesia, $2,319,280.72, afirma Miguel Lerdo de Tejada. Pero al mismo tiempo, el total de las adjudicaciones y relatos indica que la mayor parte de los nuevos propietarios eran ya antiguos propietarios…
Esto revela que algunos poseedores de bienes, ya ricos, se enriquecieron más todavía; que otros sectores de la población, pasaron de las capas medias no adineradas a las pudientes, apoderándose por todos los medios de las tierras comunales de los pueblos. Y convirtiendo a sus moradores campesinos, en una masa de peones explotados en las haciendas y latifundios.
De aquí, a primera vista, la paradójica e inverosímil alianza entre los hacendados y la pequeña burguesía urbana y rural (únicas capas sociales beneficiadas con las leyes de desamortización de la Reforma), alianza que hizo prolongarse (hasta hoy podemos decir y a pesar de la revolución de 1910) las formas semifeudales de explotación en nuestros campos y una economía industrial retrasada, característica inconfundible de los países de tipo semi-colonial como México.
Fue dentro de estas circunstancias históricas y económicas que se constituye en la ciudad de México el 5 de julio de 1853, por un grupo de obreros sombrereros, la Sociedad Particular de Socorros Mutuos; la cual establecía en una de sus bases constitutivas como motivo de esta actitud societaria, lo siguiente:
La esclavitud moderna, que nos arrebata las ganancias de nuestro trabajo.” La sociedad se organizó con 33 socios, pero un mes más tarde contaba con 120 miembros.
Durante algunos años ésta fue la forma predominante en la organización de los obreros y artesanos para poner un dique a la explotación patronal de que eran objeto así como a la de los maestros artesanos; no conocían otra más eficaz, lo raquítico del desarrollo industrial no podía tampoco sugerirles otra forma superior.
Más adelante, en los años subsecuentes se inició su desarrollo, sin que llegara a constituir una verdadera fuerza del movimiento cooperativo como medio de mejorar las condiciones económicas de los trabajadores.

La revolución burguesa en Europa

En poco más del decenio transcurrido de 1848 a 1861, se habían desarrollado importantes y trascendentales acontecimientos en Europa, los cuales sin lugar a duda, influyeron en el pensamiento revolucionario del mundo, alcanzando su repercusión hasta nuestro país y las tierras de América.
Los obreros de Alemania y Francia tomaban parte por primera vez en la lucha por el poder, (1848-49) pero la burguesía y pequeña burguesía, mejor preparadas por la experiencia, los traicionaron en su intento dejando burladas sus aspiraciones.
El liberalismo inglés tiene su periodo de actividades bajo la dirección de Stuart Mill y Gladstone. En los Estados Unidos estalla la guerra de Secesión, separación entre el norte y el sur, aparentemente por la liberación de los esclavos y decretada por el presidente Lincoln; en el fondo, en realidad, porque la libertad de los negros esclavizados constituía un verdadero ataque a los intereses de la burguesía rural e industrial del sur de la Unión Americana, como se llamaban entonces los Estados Unidos. La burguesía del norte vería colmados sus deseos obligando al sur a pagar salarios de “hombres libres” a sus esclavos, colocándose así en un plano de igualdad para competir “honestamente en el mercado y en el comercio”, lo que difícilmente podía hacer mientras la burguesía suriana tuviera esclavos.
En Francia se rehace la “oposición” burguesa-republicana, obligando a Napoleón III a otorgarle algunas concesiones.
En la rusia de los zares la burguesía liberal se enfrenta a la influencia de la Alemania de Bismarck y se inicia, en 1861, un largo largo periodo revolucionario al decretarse la libertad de los campesinos, aboliendo su régimen de servidumbre. El Japón hace su entrada en la vida occidental, la cual copia y asimila rápidamente, hasta nuestros días, convirtiéndose en peligroso competidor de las naciones imperialistas que le sirvieron de modelo.

Los albores del obrerismo y el socialismo en México, sus iniciadores

Atraído por las leyes expedidas por Comonfort para la creación de colonias agrarias, llegaba de Europa en febrero de 1861, un hombre cuya educación ideas y actividades habrían de jugar un papel importante en la iniciación del estudio sobre las cuestiones sociales entre los artesanos, obreros y estudiantes del país.
Plotino C. Rhodakanaty, griego y educado en Viena y Berlín, había sido sin duda uno de tantos espíritus inquietos, imbuidos de la diversidad de teorías y doctrinas del socialismo utópico, entonces muy en boga en Europa. Por lo menos esto lo induce a crear su actividad como escritor y como mentor más tarde. Escribió un opúsculo que tituló “Cartilla socialista o sea el catecismo elemental de la escuela de Carlos Fourier: El Falansterio.” (Imprenta de V. G. Torres.-México, 1861 16 páginas en 8°).
Apareció una segunda edición de este folleto en 1879, bajo el nombre de Cartilla socialista o sea el catecismo elemental de la escuela societaria de Carlos Fourier, editada por Plotino C. Rhodakanaty, fundador de “La social”, quien la dedica al uso, instrucción y práctica de las clases obrera y agrícola de la República. Por ese tiempo también apareció el libro Las atracciones guardan proporción a los destinos, de Fourier. (Imprenta de El socialista.- México, 1879. 24 páginas en 8°). Intentó fundar en 1863 una escuela, y aunque no pudo lograrlo, sí reunió a un grupo de estudiantes en torno suyo. En 1864 publicaba otro libro Neo-panteísmo, consideraciones sobre el hombre y la naturaleza. (160 páginas en 8°), obra de la cual fue publicada una síntesis en 1855 bajo el nombre de Médula panteísta del sistema filosófico de Spinoza.
Del grupo formado en derredor de Rhodakanaty se distinguieron tres jóvenes, que fueron por así decirlo, el primer grupo socialista en México: Francisco Zalacosta, estudiante; Santiago Villanueva, obrero, y Hermenegildo Villavicencio, estudiante. Estos jóvenes entusiastas y generosos se echan a cuestas la tarea de organizar a los obreros en octubre de 1864, alentados y dirigidos por Rhodakanaty. Villanueva organiza la sociedad Mutualista del Ramo de Sombrerería y poco después la sociedad Mutua del Ramo de Sastrería que se reorganizó después de estar disuelta por más de diez años.
Comenzó entonces la pugna ideológica entre los mismos paladines de las nuevas ideas. Pues aunque todos hablaban de socialismo, Villanueva y Rhodakanaty, mostrándose más moderados, propugnaban por la organización a base de ayuda mutua, mientras Zalacosta hacia mayor propaganda socialista diferenciando su posición de la de sus compañeros. Años más tarde Zalacosta planteaba así el problema en su periódico La Internacional: ¿Qué es lo que debe animar a la asociación obrera? ¿Filantropía o solidaridad? Rhodakanaty, Villanueva y Villavicencio se inclinaban con espíritu conciliador al mutualismo, aunque no dejaban de propagar el socialismo, esto dio como resultado la fundación en enero de 1865 del Grupo Socialista de Estudiantes.
Un cenáculo de teorizantes quizá, pero útil hasta cierto punto entonces.
Mientras tanto, en Europa cristalizaba al fin en la historia del proletariado el anhelo de constituir la Primera Internacional Obrera, lo que se llevó a cabo el 25 de septiembre de 1864 bajo la dirección de Carlos Marx; no obstante la gran influencia ideológica de Proudhon hasta 1868, incluso en los Congresos de la Primera Internacional en Ginebra y Lausana en 1866 y 1867. Las ideas de Marx predominaron totalmente después, a pesar de la oposición de Bakunin, ruso que ingresó a la Primera Internacional hasta 1868.
 A partir de ese año se desarrolló una lucha intensa dentro del seno de la propia Internacional, entre los partidarios de Marx y los de la oposición encabezada por Bakunin; lucha que se agudizó y extendió por todo el mundo entre los sectores obreros, hasta 1872 en que fueron expulsados los bakunistas de la Internacional durante el congreso celebrado en La Haya, bajo el cargo de sus actividades contrarrevolucionarias que conducían a la división del proletariado.
Los bakunistas sostenían los siguientes puntos de vista: “Igualdad de clases, abolición del derecho hereditario como punto de partida del movimiento social [una sandez como las expresadas en el México contemporáneo, sobre economía sexual, etcétera], ateísmo, como un dogma impuesto de antemano a todos los afiliados y como cuestión fundamental (herencia de las teorías absurdas de Proudhon), abstencionismo político”, médula teórica del apoliticismo bakuninista adoptada por el anarquismo, etcétera.
Tales fueron los motivos de divergencia que separaban a los marxistas de la Primera Internacional de los bakuninistas, encabezados por el neohegeliano y anarquista Miguel Bakunin cuyo programa, como podrá apreciarse, era una mezcla informe de las teorías del filósofo y economista francés Saint Simón por una parte y por otra, de las del fundador del anarquismo francés, Pedro José Proudhon.
Es decir que, a la vez que se declaraban idealistas al hablar de “igualdad de clases”, al mismo tiempo, ellos, los “anti-autoritarios”, pedían la imposición del dogma ateísta a todos los obreros de la Internacional; sembrando así la división en los cuadros de la clase obrera frente a la lucha contra el enemigo común, el capitalismo, y negando la posibilidad de ser un militante en las filas de la revolución a todo obrero que no fuese ateo.


(Tomado de: Díaz Ramírez, Manuel - Orígenes del Movimiento Obrero. Cuadernos Mexicanos, año II, número 75. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)


miércoles, 13 de noviembre de 2019

Adolfo de la Huerta


Nació el 26 de mayo de 1881 en Hermosillo, Sonora.
Elemento popularísimo en su Estado natal; al triunfo de la revolución maderista fue electo diputado local por Guaymas.
El Gobernador José María Maytorena lo acreditó como su representante ante el Gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, quien ya había proclamado el Plan de Guadalupe el 26 de marzo de 1913. Fue Oficial Mayor de la Secretaría de Gobernación del Gabinete del expresado Primer Jefe.
Gobernador provisional de Sonora (1916-1917) y segundo Gobernador Constitucional (1919-1920). Proclamó el Plan de Agua Prieta, que le reconoció como Presidente Provisional de la República. Posteriormente fue Secretario de Hacienda en el Gabinete del Presidente Obregón.
Firmó en 1922 los discutidos arreglos financieros Lamont-De la Huerta. En 1923 jefaturó la rebelión del 5 de diciembre y al fracasar ésta se expatrió a los EE.UU., en donde abrió una Academia de canto en Los Ángeles, California. En 1936 regresó a México y el Presidente Cárdenas le nombró Visitador General de Consulados.
En los últimos años de su vida escribió sus Memorias.
Murió el 9 de julio de 1955 en México, D.F.

(Tomado de: Covarrubias, Ricardo - Los 67 gobernantes del México independiente. Publicaciones del Partido Revolucionario Institucional. Publicaciones mexicanas, S.C.L., México, 1968)

martes, 12 de noviembre de 2019

Pescado blanco y charales


Los pescados blancos y los charales se distribuyen en el altiplano mexicano, principalmente en la cuenca del río Lerma y en los numerosos lagos de la Mesa Central, donde existen muchas especies endémicas que soportan una de las pesquerías con mayor tradición de México. En la parte neotropical de nuestro país viven otras especies de aspecto similar a los charales, pero de géneros distintos a los anteriores, que sólo ocasionalmente son consumidos.
El grupo se caracteriza por tener el cuerpo alargado, con dos aletas dorsales, de las cuales la anterior lleva de 3 a 6 espinas, generalmente flexibles y flexuosas. Tal vez su coloración sea la particularidad que permita su identificación, pues el cuerpo es blanquecino. De esa característica deriva uno de sus nombres comunes; tiene, además, a todo lo largo, una banda longitudinal o estola de color plateado.
Debe mencionarse que no existe una separación absoluta entre el pescado blanco y el charal; el primer término se adjudica a las especies cuyos individuos alcanzan tallas mayores de 15 a 20 cm de longitud, y bajo el nombre de charal se integran aquellas formas que aún en el estado adulto nunca sobrepasan las dimensiones mencionadas; por ello, resulta natural que los pescados blancos sean considerados en sus etapas juveniles como charales.
Por su delicado y exquisito sabor, los pescados blancos son los peces de agua dulce preferidos; así, tienen gran valor comercial, incluso son exportados. En los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, Michoacán, habita Chirostoma estor, conocido por los nombres purépechas de churucha, cuando adulto y huerepo, en su fase juvenil; en cambio, en la laguna de Chapala los pescados blancos están representados principalmente por Ch. sphyraena y Ch. lucius. Las tres especies son carnívoras; prefieren la ingestión de peces.
Desovan durante la época cálida del año y alcanzan tallas de aproximadamente 40 cm. El primero ha sido introducido a embalses de aguas templadas en varios estados del centro de la república y aun en sitios lejanos en su distribución natural, en Tamaulipas y Chihuahua. En Chapala es frecuente observar un pescado blanco cuyo hocico es de color negro, carácter por el cual se le conoce como bocanegra; pertenece a Ch. promelas.
(Charal)
En los charales se agrupan el mayor número de especies y cabe señalar que su nombre se deriva del término purépecha “charari”, con el que también son conocidos. En Pátzcuaro y Zirahuén se distribuyen Ch. bartoni y Ch. patzcuaro, denominados charal prieto y charal blanco respectivamente; la especie que predomina en Chapala es Ch. chapalae y en el Valle de México Ch. jordani. Todos ellos son planctófagos, se venden frescos o secos y es bastante frecuente encontrarlos en los mercados, incluso en la ciudad de México, cocidos y envueltos en hoja de maíz.
(Tamal de charales, Cd. de México)
Como ya se mencionó, la pesca del pescado blanco y del charal tiene gran tradición en México, lo cual ha determinado el uso de artes de pesca rudimentarias que se originaron hace muchísimos años y que se siguen conservando. Es un bello espectáculo observar las lanchas de Pátzcuaro y Zirahuén cuando llevan levantadas sus peculiares redes que parecen grandes mariposas, de donde han tomado el nombre castellano común, pues entre los lugareños se les conoce como guaromutacuas.
En el estado de Puebla, muy cerca de la ciudad de Perote, Ver., existen varios lagos-cráter, conocidos como axalapascos. Ahí vive el género Poblana, que tiene la particularidad de habitar aguas salobres. Estos axalapascos contienen gran cantidad de minerales, aunque su salinidad se debe a la presencia de sales distintas a la del mar.
También en la parte costera de los ríos que desembocan tanto al Golfo como al Pacífico se localizan representantes de este grupo, que suelen penetrar a varias decenas de kilómetros de los litorales. Son de pequeño tamaño y pertenecen a especies distintas a las mencionadas. En la vertiente del Pacífico los encontramos desde Sinaloa hasta Guerrero y en la del Golfo de México, en Tamaulipas, Veracruz y Tabasco.

(Tomado de: Álvarez Solórzano, Ticul, y González Escamilla, Manuel. Atlas Cultural de México. Fauna. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1987)

lunes, 11 de noviembre de 2019

Insubordinación de Carranza, 1913

(Generales Ignacio L. Pesqueira, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Luis Caballero y Francisco Coss; salón de recepciones, Palacio Nacional, 1914)

Algunos gobernadores se niegan a reconocer al nuevo gobierno

El Noticioso Mexicano, sábado 22 de febrero de 1913

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Ayer se decía con insistencia que el gobernador del Estado de Nuevo León, Sr. Villarreal, y el de Coahuila, don Venustiano Carranza, se habían negado a reconocer al nuevo gobierno [del general Victoriano Huerta], y que tenían intenciones de provocar algunos disturbios en sus regiones. Villarreal es cuñado de Gustavo Madero y Carranza ha sido uno de los más acérrimos partidarios de Francisco I. Madero.
También se dice que Alberto Fuentes D., Gobernador de Aguascalientes, se ha negado también a reconocer al nuevo gobierno.
Estos gobernadores disidentes, van a ser obligados a entrar en razón, pues solamente es cuestión de enviar tropas a esas regiones para evitar que promuevan desórdenes los gobernadores recalcitrantes.
Por de pronto se cuenta con las tropas orozquistas que se unirían a los del gobierno, para someter a esos señores, y contener cualquier movimiento sedicioso.


Relaciones de los gobiernos de los estados con el gobierno federal

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Se procura la buena inteligencia entre aquellos.

La Nación, Sábado 22 de febrero de 1913

Con mucha insistencia en varios de los casos con toda exactitud, se informó en las columnas de la prensa, sobre el desconocimiento  que varios Gobiernos de los Estados hicieron del nuevo Gobierno central. Los Estados a que hacemos referencia, son los siguientes: Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Sonora.
De Chihuahua debido a que casi todas las líneas de comunicación que unen a la capital están interrumpidas, no se han recibido noticias extensas, pero por los datos que a guisa de rumores han corrido en esta ciudad, se deja comprender que don Abraham González, no quiere seguir al frente del Gobierno.
El Estado de Coahuila se encuentra también en situación anormal, debido a que el Gobernador se negó a reconocer la legalidad del Gabinete del General Huerta. Ya se ha telegrafiado a dicho Gobernador, explicándole la forma en que se llevó a cabo el cambio de Gobierno, por lo que tienen confianza los altos personajes de la nueva administración, de que no surjan más dificultades con aquella entidad. Según parecer del señor ministro de Gobernación, no por esta circunstancia se retirará del poder el actual Gobernador de Coahuila, siguiendo al frente de su alto puesto.
 El Gobernador del Estado de Nuevo León, quien se opuso a reconocer los nuevos poderes, probablemente presentará su renuncia, y no se cree que por esta causa se hayan de registrar desórdenes, pues no opone resistencia armada dicho Gobernador.
De los Estados de Sonora y de Veracruz, según informes que nos fueron proporcionados también en el Ministerio de Gobernación, no se sabe de cierto lo que acontezca, pero se tienen ahí mismo rumores alarmantes, para lo cual se han dictado ya las órdenes conducentes a no permitir que se interrumpa el orden por estas causas.
Estas últimas noticias nos las proporcionó el señor Ministro, haciendo especial referencia el carácter que tienen, de "rumores", que hasta la fecha no han tenido confirmación.  


(Tomado de: Labrandero Iñigo, Magdalena, et al, (coordinadores) - Nuestro México #4, La Decena Trágica, 1913. UNAM, México, D. F., 1983)




domingo, 10 de noviembre de 2019

Cuauhtémoc

Debió nacer en Tenochtitlan hacia 1496. Hijo de Ahuíxotl, su filiación materna es imprecisa: unas fuentes señalan como su madre a Cuauyatitlali, princesa chontal, (del actual estado de Guerrero), y otras a la princesa tlatelolca Tlilalcápatl. Del náhuatl cuahutli, águila, y temoc, que baja, Cuauhtémoc significa “águila que desciende”, modo de aludir al sol (cuyo atributo era el águila) en el lapso en que declina del cenit al poniente. En 10 tochtli (1502) murió Ahuízotl y Cuauhtémoc quedó huérfano de padre, debiendo su madre atender a la educación del príncipe. “Desde los 3 años -dice el Códice Mendocino- se instruía al varón mexica en la obediencia, la laboriosidad, la devoción a los dioses y la sobriedad, con tal rigor que los métodos eran duros y no pocas veces crueles. La educación superior estaba reservada a los hijos de los militares y sacerdotes y se impartía en el Calmécac, establecimiento exclusivo y riguroso”. A los 15 años Cuauhtémoc debió ingresar al Calmécac. En esa escuela endureció su cuerpo en las prácticas más severas: durmió en el suelo para mortificar la carne, padeció ayuno y permaneció en vigilia para observar el tránsito de las estrellas o para bañarse en el frío estanque del recinto sagrado a la medianoche. Allí también fue iniciado en los secretos de su religión, en la astronomía y en la ciencia de su calendario. No se conocen con certeza las batallas de la época de Moctezuma II en que haya participado para alcanzar el grado de Tlacatecuhtli, o sea jefe supremo; pero debió acompañar al ejército azteca en sus incursiones al sur y en las guerras floridas de Tlaxcala.

en 1 Acatl (1519), año de la profecía de Quetzalcóatl, Hernán Cortés y su hueste tocaron suelo mexicano. Los emisarios de Moctezuma, enviados a la costa, regresaron con la descripción de los invasores: “De puro hierro se forma su traje de guerra, con hierro se visten, con hierro se cubren la cabeza; es de hierro su espada, su arco, su escudo…; vienen encima de ciervos y tienen, de este modo, la altura de los techos. Sólo sus rostros están visibles, enteramente blancos… y sus perros, muy grandes, con orejas plegadas, con lenguas colgantes, con ojos de fuego, salvajes como demonios, siempre jadeantes, moteados como de jaguar moteado”. Moctezuma dijo: “Entiendo que es el dios que aguardamos, Quetzalcóatl; este trono y silla y majestad suyo es, que de prestado lo tengo…” y entregó la ciudad a los españoles. Solo unos cuantos, especialmente Cuauhtémoc y Cuitláhuac, no creyeron en la supuesta divinidad de los intrusos. Estos encadenaron a Moctezuma, tendieron una celada a Cacama, aprehendieron a Cuitláhuac, quemaron vivo a Cuauhpopoca, saquearon los templos y palacios, y derrumbaron los ídolos.

El 20 de mayo de 1520 Cortés salió rumbo a Cempoala para detener a Pánfilo de Narváez. Pedro de Alvarado, que había quedado al frente de la guarnición en Tenochtitlan, arremetió en junio contra los indios nobles reunidos en el templo mayor y consumó una bárbara matanza. Este hecho provocó la sublevación popular. Los mexicanos atacaron a los españoles, les pusieron sitio en su cuartel y les cortaron las provisiones. Cuauhtémoc, al frente de un ejército, avanzó desde Tlatelolco, arrolló a Ordaz que le salió al paso con 400 arcabuceros y ballesteros, y aún desbandó a la tropa de Cortés, que venía de regreso. Las embestidas indígenas arreciaron durante los días siguientes. Cortés pidió a Moctezuma que impusiera paz y éste exhortó a sus súbditos, protegido por los escudos de los invasores, para que depusieran las armas; pero de la multitud surgió la voz de Cuauhtémoc, quien dijo en alto: “¿Qué dice éste bellaco de Moctezuma, mujer de los españoles, que tal puede llamarse, pues con ánimo mujeril se entregó a ellos de puro miedo y asegurándose nos ha puesto a todos en este trabajo ? ¡No le queremos obedecer porque ya no es nuestro rey, y como a vil hombre le hemos de dar el castigo y pago!”; y diciendo esto le tiró tal pedrada que lo derribó bañado en sangre. Los españoles decidieron entonces salir de México; pero en su huida, especialmente en la cortadura de Acalotlipan (Puente de Alvarado) y desde ahí hasta Popotla, fueron batidos, y deshechos los tlaxcaltecas que los acompañaban. A esta Noche Triste (30 de junio de 1520) siguió la retirada de Cortés a Los Remedios y después hacia Tlaxcala, donde buscó refugio.

Muerto Moctezuma (a consecuencia de la pedrada o asesinado por los españoles), el consejo indígena eligió a Cuitláhuac como señor de los mexicanos; a los 80 días de duelo por el fallecimiento de su antecesor, según el rito, fue entronizado (7 de septiembre), pero el 25 de noviembre murió víctima de la la viruela, enfermedad traída a México por un negro de la expedición de Narváez. Cuauhtémoc gobernó de hecho hasta enero de 1521 y ascendió después al trono al término del año indígena, durante los nemonteni, o cinco días aciagos. Enterado de que Cortés pensaba poner sitio a Tenochtitlan, organizó al ejército y al pueblo, ofreció quitar los tributos a sus vasallos, hizo salir de la ciudad a los inútiles, fortificó la plaza, destruyó los puentes y mandó armar 5 mil barcas. El conquistador, a su vez, ya repuesto, construyó bergantines en Tlaxcala y los transportó desarmados hasta el lago de Texcoco; destruyó a fuego la flota enemiga, cortó el acueducto y puso sitio a la ciudad.

Los aztecas defendieron tenazmente sus posiciones durante 75 días, del 30 de mayo al 13 de agosto de 1521, hasta que quedaron reducidos al islote de Tlatelolco, diezmados y hambrientos. En el último instante, Cuauhtémoc trató de poner a salvo a su familia en una canoa, pero fue apresado por García Holguín y llevado ante Cortés. “Señor Malinche -le dijo-: ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad y no puedo más, y pues vengo por fuerza ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en el cinto y mátame luego con él”. El vencedor lo mantuvo prisionero y días después el tesorero Alderete, en Coyoacán, le aplicó aceite hirviendo en los pies para que confesara dónde había ociultado el tesoro de Moctezuma. Soportó el tormento con estoicismo y aun pudo reprender al señor de Tacuba, que se quejaba: “¿Estoy yo acaso -le dijo- en un deleite a baño?

En 1524 Cortés llevó consigo a Cuauhtémoc a la expedición de las Hibueras y el 26 de febrero de 1525, dando oídos a un rumor de sedición, mandó matarlo, junto con otro de los señores que lo acompañaban (acaso Cohuanacoxtzin, de Texcoco) y el fraile Juan de Tecto, según la interpretación que Jospe Corona ha hecho de la lámina CXXXV del Códice Vaticano Latino 3738. El lugar de la ejecución pudo ser Xicalango. v. Antigüedades de México basadas en la recopilación de Lord Kingsborough, estudio e interpretación de José Corona Núñez (1964).

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)

viernes, 8 de noviembre de 2019

Cuitláhuac


Décimo rey de los mexicanos, hermano de Moctezuma II. Fue señor de Iztapalapa y dirigió la expedición para someter a los mixtecos (1506). A la llegada de los españoles a México-Tenochtitlan fue hecho prisionero junto con otros nobles, pero se le puso en libertad, después de la matanza del templo Mayor organizada por Alvarado (junio de 1520), para que convenciera a la población de que cesara su hostilidad y restableciera el servicio del mercado. Hizo, sin embargo, lo contrario: organizó al pueblo para la guerra, mandó embajadores a solicitar la ayuda de sus aliados, propuso a Tlaxcala, Cholula y Michoacán una alianza contra los invasores, y batió a los españoles, durante la retirada de éstos, conocida como la Noche Triste (30 de junio). Muerto Moctezuma, acaso porque Cortés le atribuyó responsabilidad en la conducta de Cuitláhuac, fue electo soberano por el consejo indígena y subió al trono el 7 de septiembre. Su coronación se celebró con gran suntuosidad: en su honor y en el de los dioses se sacrificó a los prisioneros españoles. Murió el 25 de noviembre, víctima de la viruela traída por los soldados de Narváez. Según bernal Díaz del Castillo, los mexicanos lo creían “buen rey y no de corazón tan flaco como Moctezuma”. Las obras de defensa de la ciudad, iniciadas por él, fueron continuadas por Cuauhtémoc.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo III, Colima-Familia; México, D.F. 1977)