miércoles, 13 de mayo de 2020

Leonora Carrington

"Desde pequeña [...] tuve experiencias
extrañas con todo tipo de fantasmas. [...]
Las he tenido toda mi vida. Quizá fue porque
siempre estuve en contacto con la
mitología celta"
Leonora Carrington

"Irremediablemente loca". Con esa etiqueta que escapaba a cualquier metáfora lúdica o creativa, Leonora Carrington (1917-2011) vivió momentos de encierro. Pese a ello, fue eternamente libre con su pintura, sus esculturas, sus escritos y su vida misma, por concebir el mundo de una manera poco habitual, lejano de las simplificaciones, cargado de gnomos, astros, sacerdotisas, chamanes y duendes. Por otorgarles poderes cósmicos a los objetos más humildes. Por tratar de salvar el orbe o, al menos, descubrirlo de otra manera para ofrecer de él una estampa divergente.
Cuestionadora de los sistemas racionales, mujer rebelde y creadora indescifrable, firme creyente en los poderes del más allá y, sobre todo, con la fe puesta en la inteligencia, Leonora Carrington fue una surrealista plena, aunque la etiqueta le molestara. Con el grupo de André Breton, Benjamín Péret y Max Ernst, ella decía: "No tratábamos de reinventar el mundo; era descubrir y dar una imagen diferente. Eso ya lo habían hecho los románticos y mucho antes en la Edad Media. Sólo queríamos descubrir un mundo. De reinventarlo no hubiéramos sido capaces".
Inmersa en la forma del pensamiento surrealista, prefería situarse por separado: "Lleva su tiempo individualizarse. Al calor del entusiasmo inicial de un movimiento se da cabida a todo tipo de cosas. Pero [el surrealismo] era un movimiento dominado por los hombres". Y por ello, Leonora cuestionaba algunos sesgos "machistas" del colectivo y la consideración romántica de que la mujer era "musa", con un lugar asegurado en un nicho.
Decía Carrington: "Enfrentábamos nuestra situación de mujeres -junto a Remedios Varo y Alice Rahon- con mucho cabrón trabajo. ¿De qué otra manera lo puedo decir? Era sobre todo el trabajo de no mentirse a una misma para tener un poco de más paz. De no aceptar chistes desagradables sobre las mujeres, de no aceptar los paternalismos ni que te dijeran "mejor ocúpate de tejer o de cuidar a tus hijitos." Tampoco que te dieran palmaditas en la cabeza como diciendo: "¡Qué bien, mi chula!". Breton tenía una visión tradicional de la mujer. Establecía límites a la realidad de seres mucho más ricos, complejos y profundos: las mujeres de carne y hueso. Las veía como musas y yo no estaba de acuerdo".
Así, como una insurrecta siempre, no tuvo acogida en un mundo supuestamente "racional", atento a las guerras y a una concepción plana de la naturaleza de los hombres y de los animales.
Su pintura fue su mejor y más complicado lenguaje con el que entabló contacto con su entorno. Pleno de múltiples significados, su trabajo con el pincel, el bronce y la letra estableció, sin embargo, un orden laberíntico que encerró siempre el enigma: "Raras veces pongo en mi pintura cosas que son literalmente de cuerdas... Nunca he creído en las simplificaciones", le dijo a la crítica de arte Teresa del Conde con motivo de la retrospectiva que ocupó el Museo de Arte Moderno en febrero de 1995.
El guardián del huevo, ca. 1947

Una niña ineducable
Nació el 6 de abril de 1917 en Clayton Green, Lancashire, Inglaterra. Procedente de una familia de buena cuna en la que rigió la educación católica estricta, tuvo como progenitores a una irlandesa de extracción rural y a un rico industrial inglés al que le llegaban de manera constante los reclamos de profesores por considerar a esa pequeña un ser "ineducable", interesado sólo en dibujar desde los 3 años. En 1920 la familia se mudó a Crookhey Hall, cerca de Lancaster, y la niña y sus hermanos quedaron al cuidado de una institutriz francesa, un tutor religioso y una nana irlandesa, personaje que sería fundamental, pues llenó la imaginación de Leonora con cuentos populares irlandeses y relatos de fantasmas.
En 1921 comenzó a inventar historias y a ilustrarlas con dibujos pero, mientras su rebeldía afloraba, sus padres la enviaron a Florencia y a París para formarla adecuadamente dentro de los cánones de la sociedad británica. En la ciudad italiana pasó nueve meses en un internado, donde se empapó del arte del Renacimiento. En 1936 ingresó en Londres a la academia del pintor purista Amédée Ozenfant, y conoció a Max Ernst a través de su ilustración para la portada del libro Dos niños amenazados por un ruiseñor. Un año después estableció contacto personal con él; decidieron vivir juntos y, ya como pareja, se mudaron al sur de Francia, donde ambos realizaron los decorados para la obra de Alfred Harry, Ubú rey.
Toro bravo, 1959

Memorias de abajo
En 1939, escribió La dama oval, con ilustraciones de Max Ernst, quien ese mismo año fue recluido por los nazis en un campo de concentración. Leonora logró liberarlo meses después, pero al poco tiempo, el pintor volvió a ser encarcelado y, al no lograr su rescate, ella escapó a España, donde sufrió un colapso nervioso que motivó su internamiento en un hospital para enfermos mentales de Santander, durante seis meses. No volvió a ver a Ernst. Por recomendación de André Breton y Pierre Mabille escribió Down Below como testimonio de esa experiencia.
En 1941 su padre solicitó la transferencia de Leonora al sur de África, pero ella huyó a Lisboa y se refugió en el consulado mexicano, donde contactó al escritor Renato Leduc, con quién contrajo matrimonio para conseguir la visa que haría posible su salida hacia Nueva York. Ya en Manhattan la pintora colaboró en revistas y exhibiciones surrealistas; en 1942 viajó a México para mantener, desde entonces, una vida activa en el mundo intelectual, sobre todo, con los surrealistas refugiados de guerra: Benjamin Péret, Remedios Varo, Kati y José Horna, así como con el fotógrafo húngaro Emerico "Chiqui" Weisz, quien -una vez divorciada de Leduc- desde 1946 se convirtió en su esposo, padre de sus hijos y compañero de vida.
Night Nursery Everything, 1947.

Armada de locura
Muchas fueron las descripciones que de ella hicieron escritores y pintores, amigos y admiradores. Breton dijo que Leonora contempló el mundo real con los ojos de la locura y la locura del mundo con cerebro lúcido. Octavio Paz la llamó -junto con Remedios Varo- "hechicera hechizada", insensible a la moral social, a la estética y al precio.
Finalmente, uno de los comentarios más entrañables que pinta a Leonora de cuerpo entero es de Luis Carlos Emerich: "Una fantasía en pie, con la rebeldía como sello. Una mujer culta e inteligente que parece tenebrosa, pero en el fondo es un chistorete cotidiano. Creadora de mundos donde confluyen el juego eterno del bien, el mal y el conocimiento. Pintora abigarrada, compleja, irónica, con una sintaxis que escapa a la anécdota. Surrealista que es pura intuición y sabiduría de los valores esenciales: vida, muerte, destino y trascendencia del ser".
"Estoy armada de locura para un largo viaje". Esa afirmación hecha por Leonora en 1948 se incluyó en el catálogo de una de sus primeras exhibiciones en París. Y la sentencia fue cumplida con creces: en su trayecto la acompañaron siempre el frenesí frente al mundo y sus pobladores; un cerebro lúcido frente a la injusticia de los hombres. Y entre la locura y la clarividencia, transitó ese interminable viaje que concluyó el 25 de mayo de 2011.

Obras literarias
Además de su obra plástica, Carrington dejó varios escritos de un valor literario notable: su obra de teatro Penélope se publicó en 1946 y fue estrenada en 1962, bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky. En 1976 publicó La porte de pierre --La puerta de piedra- y una década más tarde salió a la luz Pigeon vole -Vuela paloma-, relatos que había escrito entre 1937 y 1940. En México, La dama oval apareció bajo el sello Era en 1965; La trompetilla acústica salió al público por medio de Monte Ávila Editores en 1977. Además, sobre ella han aparecido múltiples volúmenes, como Leonora Carrington (1974), con textos de Juan García Ponce y de ella misma. La editorial Siglo XXI publicó en 1992 El séptimo sello y otros cuentos y La casa del miedo. Memorias de abajo.

(Angélica Abelleyra es una de las periodistas cultura más notables de México -con más de 30 años de trayectoria-, experta en artes visuales y literatura. Ha sido docente de maestría en periodismo y curadora de varias exposiciones)

(Editado del texto publicado en "Laberinto", de Milenio Diario, 28 de mayo de 2011. Abelleyra, Angélica - Leonora Carrington, la rebeldía como sello. Algarabía #128, Surrealismo, el arte de los sueños, Editorial Otras Inquisiciones, S. A. de C. V., México, D. F., 2015)

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