XLII
CORTES DA CON LOS NAVÍOS AL TRAVÉS
Propuso Cortés de ir a México, y encubríalo a los soldados, porque no rehusasen la ida con los inconvenientes que Teudilli con otros ponía, especialmente por estar sobre agua, que lo imaginaban por fortísimo, como en efecto lo era. Y para que le siguiesen todos aunque no quisiesen, acordó quebrar los navíos; cosa recia y peligrosa y de gran pérdida; a cuya causa tuvo bien que pensar, y no porque le doliesen los navíos; sino porque no se lo estorbasen los compañeros; ca sin duda se lo estorbaran y aún se amotinaran de veras si lo entendieran. Determinado pues de quebrarlos, negoció con algunos maestros que secretamente barrenasen sus navíos, de suerte que se hundiesen, sin los poder agotar ni atapar; y rogó a otros pilotos que echasen fama cómo los navíos no estaban para más navegar de cascados y roídos de broma, y que llegasen todos a él, estando con muchos, a se lo decir así, como que le daban cuenta dello, para que después no les echase culpa. Ellos lo hicieron, así como él ordenó, y le dijeron delante de todos cómo los navíos no podían más navegar por hacer mucha agua y estar muy abromados; por eso, que viese lo que mandaba. Todos lo creyeron, por haber estado allí más de tres meses, tiempo para estar comidos de la broma. Y después de haber platicado mucho en ello mandó Cortés que aprovechasen dellos lo que más pudiesen, y los dejasen hundir o dar al través, haciendo sentimiento de tanta pérdida y falta.
Y así, dieron luego al través en la costa con los mejores cinco navíos, sacando primero los tiros, armas, vituallas, velas, sogas, áncoras y todas las otras jarcias que podían aprovechar. Dende a poco quebraron otros cuatro; pero ya entonces se hizo con alguna dificultad, porque la gente entendió el trato y el propósito de Cortés, y decían que los quería meter en el matadero. Él los aplacó diciendo que los que no quisiesen seguir la guerra en tan rica tierra ni su compañía, se podían volver a Cuba en el navío que para eso quedaba; lo cual fue para saber cuántos y cuáles eran los cobardes y contrarios, y no les fiar ni confiarse dellos. Muchos le pidieron licencia descaradamente para tornarse a Cuba; mas eran marineros los medios, y querían antes marinear que guerrear. Otros muchos hubo con el mesmo deseo, viendo la grandeza de la tierra y muchedumbre de la gente; pero tuvieron vergüenza de mostrar cobardía en público. Cortés, que supo esto, mandó quebrar aquel navío, y así quedaron todos sin esperanza de salir de allí por entonces, ensalzando mucho a Cortés por tal hecho; hazaña por cierto necesaria para el tiempo, y hecha con juicio de animoso capitán, pero de muy confiado, y cuál convenía para su propósito, aunque perdía mucho en los navíos, y quedaba sin la fuerza y servicio de mar.
Pocos ejemplos destos hay, y aquellos son de grandes hombres, como fue Omich Barbarroja, del brazo cortado, que pocos años antes desto quebró siete galeotas y fustas por tomar a Bujía, según largamente yo lo escribo en las batallas de mar de nuestros tiempos.
(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario