Al patíbulo del Cerro de las Campanas
van a morir mis compañeros,
sucumbieron cual fieles guerreros.
Eran Méndez, Mejía y Miramón.
Ya la muerte fue llegando,
compañeros..., ¡qué dolor!,
que por ser Emperador
la existencia fue a perder,
y sus títulos de honor;
todito se acabó.
¡Adiós, Gobierno imperial!
Adiós, querida Carlota,
que te hallas en Miramar,
llorando loca de amores
a tu esposo sin cesar.
Año de sesenta y siete,
Miguel López, ¡qué dolor!,
en el día quince de mayo
entregó al Emperador.
Ese fuerte de la Cruz
se rindió a discreción,
fue por haberlo vendido
Miguel López, ¡qué dolor!
El general Escobedo
a sus tropas les decía:
-Éntrenle, fieles muchachos,
con todo valor y hombría.
Las cinco de la mañana,
el Emperador corría
al Cerro de las Campanas
con Miramón y Mejía.
¡Viva Juárez, mexicanos!
¡Vivan los republicanos
que nos dieron libertad!
¡Viva don Porfirio Díaz
que a sus pies hizo rodar
el infame Gobierno imperial!
Por el Cerro de las Cruces
empezaron a tirar
los de las blusas rayadas
que tiraban con afán;
los de adentro les decían:
-¡Tengan sus piezas de pan!
¡Apárenlas, que allá van!
Juárez pensaba indultar
al grande Maximiliano
y deseaba que a su tierra
lo mandasen desterrado.
Pero Lerdo de Tejada,
según dicen, lo inclinó
a firmarle la sentencia
y el indulto no valió.
Aristócratas damas
pedían del Emperador
la vida, con grande afecto
y lágrimas de dolor.
Pero era fuerza y preciso
que el Archiduque muriesen,
para así salvar la patria
y el honor no padeciese.
El sitio fue muy terrible,
como pocos había habido,
fraguado con mucha astucia
y con genio precavido.
El mexicano triunfó
de la imperial opresión.
¡Viva Juárez y su Ley!
¡Viva la Constitución!
Mucha sangre se perdió
y muchas viudas quedaron;
mas la patria se salvó
y el pendón republicano.
Memorable fue ese sitio
porque señaló la gloria
del valiente mexicano
que inmortaliza la historia.
¡Viva, viva el Benemérito
Juárez, el gran liberal!
¡Viva, viva su justicia
y su genio colosal!
¡Viva México por siempre!
Cantemos a una voz
y de Querétaro el sitio
que tanto triunfo alcanzó.
(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario