De los Guantes de Oro al campeonato mundial
Desde Estados Unidos llegó la noticia: México tenía un campeón mundial. Los puños de Lauro Salas convirtieron el sueño de millones de mexicanos en una realidad. Atrás quedaba el amargo recuerdo de la derrota de Juan Zurita. Y aunque el público no cabía de contento y la prensa lo ensalzaba -sobre todo en la Sultana del Norte donde creció pugilísticamente-, había cierto resentimiento contra la Comisión de Box del Distrito Federal. Se trataba de un veto impuesto al boxeador porque, según los comisionados, había perdido de manera “sospechosa” contra Memo Valero el 3 de noviembre de 1951. Entonces se fue a Estados Unidos.
Su récord era modesto: de 64 encuentros había salido victorioso en 43, perdido 15 y empatado en 6. No era precisamente un boxeador que fulminara con sus puños pero se ganó el derecho a disputar el cetro mundial de los ligeros. En su primera oportunidad, en abril de 1952, se vio superado por el campeón Jimmy Carter. Sin embargo, el mismo rival le brindó su segunda oportunidad.
El 14 de mayo de 1952 en Los Ángeles, California, Carter y Salas se vieron las caras de nuevo. El favorito era, sin lugar a dudas, el campeón. Las apuestas estaban en una proporción de cuatro a uno en su favor. Sa!as era taquillero en aquellas tierras y por esa razón -y porque la derecha del mexicano provocó la caída del campeón en el asalto 15 de su primera entrevista- el promotor no pensó dos veces en acordar la revancha. Esa noche asistieron cerca de 8,000 fanáticos. Pero eso no fue todo, se presume que unos sesenta millones de aficionados se enteraron del veredicto a través de la televisión o la radio.
El favorito en los momios salió decidido a ratificar su mayor contundencia ante el pequeño Lauro Salas. Y del tercero al décimo round, el norteamericano dio una cátedra de boxeo a nuestro aspirante al trono. A partir del undécimo asalto, Salas se le fue a su contrincante como un toro que hubiese guardado su furia hasta el final. Desde todos los ángulos, tanto la derecha como la izquierda del retador le recordaron a Carter, de manera por demás dolorosa, que Lauro no iba a bajarse del encordado sin el cinturón que lo acreditaría como campeón. En el duodécimo round, Carter acusaba una herida en el pómulo izquierdo y para el decimotercero, una cortada en el ojo izquierdo acabó con el monarca. El combate llegó a la decimoquinta campanada pero el campeón sangraba profusamente. El triunfo, por todos lados inesperado, era para el mexicano.
La prensa lo elogió y aprovechó para poner a Salas como modelo. En efecto, era el primer campeón mundial mexicano, aunque hecho boxísticamente en Estados Unidos. La pelea contra Memo Valero era apenas la segunda que realizaba en territorio nacional.
Como por arte de magia, la Comisión de Box del Distrito Federal levantó el veto -dicen que por órdenes del jefe de espectáculos del Departamento, Luis Spota-, pero Salas nunca regresó a cuadrilátero alguno de la capital del país.
Cinco meses tuvimos campeón. El 15 de octubre, la inconsistencia de Salas pagó su precio al entregar el cetro. De nuevo Jimmy Carter regresaba como monarca.
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000)
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