De origen y año de nacimiento desconocidos, interpretó en 1907 el personaje de "la industria" en la pieza teatral Fiestas patrias, y a María en la famosa obra En la hacienda.
Formó parte de la compañía del cómico Beristáin quien, a principios de la primera década, se presentó en el populachero teatro María Guerrero y en el Apolo.
Ahí la actriz representó en 1914 La onda fría. Por el despiadado apunte que le hizo el entonces caricaturista José Clemente Orozco, publicado en El Malora en julio, se desprende que tenía rasgos indígenas, enorme boca y estaba entrada en carnes.
En septiembre de 1919 Carlos M. Ortega, bajo el seudónimo de Crispín, consideraba que tras la muerte de "La Trujis" su heredera era Lucina Joya, ya que era "una aventajadísima discípula de Emilia Trujillo, y quizá siga en orden meritorio a "La Cachito", tan celebrada en sus creaciones de género nacional".
Después de ver su actuación en Viaje redondo, el crítico Silvestre Bonnard (Carlos Noriega Hope, responsable del guión) comentó en Cine Mundial que "Beristáin no debió tener muchas dificultades para crear al protagonista, puesto que está cortado con los mismos moldes que nuestras zarzuelas típicas, en la que es maestro [...].
"Lucina Joya ha desempeñado su parte con el acierto de siempre (.) y los demás tampoco desmerecen. Podemos conformarnos con que la próxima sea igual."
Pero no habría "próxima vez", como lo apunta Gabriel Ramírez en Crónica del cine mudo mexicano. Después de esta incursión, Lucina Joya subió a los escenarios para actuar en las revistas políticas El tesoro del Pánuco (1920) y Los bolcheviques (1921).
Se desconoce cuándo cayó definitivamente el telón en la vida de esta pionera del cine mudo y del teatro mexicano.
(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Televisa, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)
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