Primer enfrentamiento contra los franceses, 28 de abril de 1862
El ejército francés, cuyos jefes y su emperador creían que podían conquistar México con poco más de cinco mil hombres en unas cuantas semanas y casi sin combate, se enfrentaron por primera vez con los patriotas mexicanos en un estrecho paso de la sierra llamado Cumbres de Acultzingo.
Luego de romperse las negociaciones entre los representantes del emperador de los franceses y los del gobierno mexicano, el ejército francés, fuerte en seis mil hombres, había salido de sus campamentos en Orizaba y, rompiendo su promesa de regresar al puerto de Veracruz, avanzaron hacia la Ciudad de México, ocupando el pueblo de Acultzingo.
El gobierno mexicano había reunido precipitadamente un pequeño ejército para oponerlo al avance de los franceses, cuyo jefe era el general Ignacio Zaragoza, quien decidió esperar a los invasores en la ciudad de Puebla, hacia la que se retiró sin combatir, pero dejó en las Cumbres de Acultzingo -entrada natural al altiplano central- una parte de sus fuerzas a las órdenes del general José María Arteaga, con instrucciones de causar a los enemigos el mayor daño posible y retrasar su marcha.
Cuando los franceses empezaron a escalar las cumbres, el día 28 de abril, los dos mil soldados de Arteaga se enfrentaron con los franceses que, por primera vez, se encontraban con resistencia armada en su camino. Luego de combatir durante tres horas, Arteaga ordenó a sus hombres retirarse hacia Palmar, pero el valiente general mexicano fue gravemente herido en las piernas; sus hombres estaban a punto de ser rodeados cuando llegó en su auxilio una fuerza de caballería mandada por el general Porfirio Díaz, que permitió que la División de Arteaga llegara sana y salva a Puebla, tal como había ordenado Zaragoza. Una vez que los soldados mexicanos se retiraron, los franceses pudieron avanzar, llegando al día siguiente al valle de Puebla.
Fue en Acultzingo donde los franceses tuvieron la primera muestra de la tenaz y heroica resistencia del pueblo mexicano que, apenas una semana después, se hizo más que evidente cuando el orgulloso y pretendidamente invencible ejército invasor fue derrotado en la ciudad de Puebla por las fuerzas de Ignacio Zaragoza.
(Tomado de: Salmerón, Luis A. y Salmerón, Pedro Agustín - Cumbres de Acultzingo. Relatos e historias en México. Año III, número 29, Editorial Raíces, S.A. de C. V., México, D. F., 2011)
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