jueves, 30 de junio de 2022

Chaak, el Dios del Agua (Dios B)

 


El culto a esta deidad del agua, documentada desde el Preclásico, está vigente entre los campesinos de la península de Yucatán. Sus acciones, relacionadas con la producción agrícola, la lluvia, el relámpago y el trueno, se manifestaban en todos los rumbos del cosmos, razón por la cual es uno (Yaxal Chaak) en el centro, y cuatro al mismo tiempo, asociados con cada rumbo y color de los cuadrantes del universo.

Los documentos coloniales registran el nombre de esos cuatro con el prefijo xib' (varón). El más conocido es el Chaak Rojo del Este, denominado Chak Xib' Chaak, nombre con el que aparece en vasijas polícromas. Se le ha relacionado con el dios GI y en los textos del Templo de la Cruz de Palenque se registra que de la tríada divina fue el primero en nacer. Se trata de una de las manifestaciones de Itzamnaaj asociada con la fertilidad, razón por la que varios gobernantes usaron al dios Chaak como parte de su nombre o de su atuendo.

En los códices se le representa con cuerpo humano o de serpiente y un rostro fantástico en el que destaca su larga trompa con atributos de serpiente, lagarto y tapir. Su color por excelencia es el azul (yacx azul y verde); puede portar una vasija para derramar agua (de su cuerpo también puede manar agua); un hacha con la que produce truenos y relámpagos, o antorchas que aluden a las sequías de los tiempos calurosos.

En el Clásico, con trompa menos pronunciada, se le reconoce por sus barbas semejantes al del pez bagre, orejeras de concha y una diadema de concha recortada como atributo de fecundidad.


(Tomado de: Pérez Suárez, Tomás - Dioses mayas. - Los dioses mayas. Arqueología Mexicana, vol. XV, núm. 88. Noviembre/diciembre 2007. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.)


lunes, 27 de junio de 2022

Matilde Landeta


Junto con otras directoras, Landeta es considerada una de las pioneras del cine mexicano. Sin estudios de cine, aprendió a dirigir por haber empezado desde abajo en las producciones. Ella inició en 1940 como continuista en algunas producciones; trabajó con Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldón y fue asistente de dirección de Fernando de Fuentes. La constancia de Matilde fue la que abrió el camino a las actuales directoras del cine nacional. Como no encontraba financiamiento para sus películas, Landeta tuvo que fundar su propia compañía productora, TACMA, S.A. de C.V., con la que realizó sus dos primeros largometrajes: Lola Casanova (1948) y La negra Angustias (1949), protagonizados por Meche Barba y María Elena Marqués, respectivamente. En ambos muestra personajes femeninos que son arrancados bruscamente de su zona de confort que evolucionan hasta convertirse en personas fuertes y autosuficientes. Matilde Landeta realizó dos filmes más: Trotacalles (1951) y Nocturno a Rosario (1992). [ Falleció en la ciudad de México el 26 de enero de 1999].


(Tomado de: Sánchez Noriega, José Luis, y Fuentes, Olivier - Muy interesante Data. Datos curiosos del cine. Mujeres tras la cámara. Editorial Gyl Televisa, S.A. de C.V., México, 2019)

jueves, 23 de junio de 2022

Las Poquianchis


Las hermanas González Valenzuela -Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa- eran emprendedoras y ambiciosas; además, tenían otra cualidad triunfadora: una absoluta falta de escrúpulos. Establecieron una cantina en El Salto, Jalisco, en la que Delfina, la líder del clan, notó que las muchachas encargadas de llevar los tragos hacían buen dinero por su cuenta al prostituirse con los clientes. Así que decidió mudarse junto con sus hermanas a Lagos de Moreno, donde, gracias a sus buenas relaciones con las autoridades, establecieron una casa de citas llamada Guadalajara de Noche. Comenzaron a reclutar adolescentes de los pueblos cercanos con la promesa de un empleo como trabajadoras domésticas en la ciudad de Guadalajara; pero en lugar de eso, las llevaban a prostituirse en su local bajo condiciones infames.  Luego de tener problemas con la ley -y un enfrentamiento en el que el hijo de Delfina, Ramón Torres, fue acribillado- huyeron a Guanajuato a continuar con el negocio. 

Las Poquianchis, como pasaron a la historia, lograron tener dos prósperas casas de vicio. En ellas mantenían el control por medio de una férrea disciplina que no excluía castigos físicos, abortos clandestinos a las que resultaran embarazadas y ejecuciones a las jóvenes más rebeldes -que iban desde dejarlas morir de hambre hasta despeñarlas-. En la última etapa, la locura de las González Valenzuela llegó al grado de asesinar a las prostitutas que, por su edad, ya no resultaban atractivas a los clientes, para luego inhumarlas en uno de los terrenos de su propiedad. Una de las prisioneras, de nombre Catalina Ortega, logró escapar y hacer la denuncia de los horrores que había vivido. De este modo, las Poquianchis fueron detenidas y condenadas a cuarenta años de prisión.

Su fama creció de tal manera que Jorge Ibargüengoitia, escritor guanajuatense, consignó la historia de las Poquianchis en una de sus mejores novelas: Las muertas.

(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. Las Poquianchis. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

lunes, 20 de junio de 2022

Ricardo Palmerín

 


Ricardo Palmerín (1889-1944)

Nació en Tekax, Yucatán, en el año de 1889. Sus padres se trasladaron a Mérida cuando Palmerín tenía siete años, y ya en esa ciudad, el niño por sí solo se dedicó a tocar la guitarra.

Sus primeras melodías fueron: La flor de Xkanlol y La flor de mayo. Conoció a los grandes poetas yucatecos y a los cancioneros de la época, como Cirilo Baqueiro ("Chan Cil"), Fermín Pastrana ("Huay Cuue") y García Rejón, quienes lo apoyaron e impulsaron para que siguiera componiendo. Así nacieron Las golondrinas, El rosal enfermo, Entre las almas y entre las rosas. Fue un gran amigo del poeta Luis Rosado Vega, y esa afinidad se reflejó de manera extraordinaria en las canciones que ambos crearon, logrando una unidad incomparable entre la letra y la música. Entre las canciones que ambos hicieron, destacan: Xkokolché (nombre maya del ruiseñor), Vestida de blanco, Las avecillas, El crucifijo, Mi tierra, Mi guitarra, Tus huellas y la célebre Peregrina.

Según el poeta Ermilo Padrón López, Palmerín junto con Pepe Domínguez rescataron la genuina canción yucateca, al mismo tiempo que Palmerín fue el máximo compositor del bambuco yucateco.

Palmerín viajó a la capital con un grupo de trovadores, en una embajada cultural que Carrillo Puerto mandó a la ciudad de México con motivo de las Fiestas de la Consumación de la Independencia. Posteriormente, con el señuelo de mejorar su situación económica y respondiendo a una invitación del doctor Alfonso Ortiz Tirado, Palmerín decide trasladarse a la ciudad de México.

A pesar de los triunfos que conquistó en la capital, nunca logró el éxito económico ya sea porque el compositor no quiso o no logró adaptarse al ambiente competitivo y comercial de la metrópoli, ni ajustar su producción a las exigencias de la radio y las disqueras. Esto, desgraciadamente, le afectó al grado de enfermarlo.

En 1943, hizo un último intento por emerger y formó un conjunto con su nombre, integrado por dos cantantes, Jaime Nolla Reyes y Pedro Fernández Trava, el tololochista Carlos Salazar, Arturo Cámara Tappan y él mismo. Desgraciadamente el compositor estaba ya muy enfermo. El coronel Wenceslao Labra, en aquel entonces gerente de la Lotería Nacional y gran admirador de Ricardo, hizo que por cuenta de dicha institución se le internara en el Sanatorio Inglés, donde falleció el 30 de enero de 1944; fue sepultado en el Panteón Español.

Después de su muerte, un grupo de trovadores yucatecos se reunieron con el objeto de formar una institución que diera impulso y protegiera la producción peninsular, y así, el 31 de octubre de 1949 quedó constituida la Sociedad Artística Ricardo Palmerín.


(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)

jueves, 16 de junio de 2022

10 batallas decisivas en México (III)

 


10 batallas decisivas en la historia de México [III]

Luis A. Salmerón Sanginés

(Maestro en Historia por la UNAM. Cursa el doctorado en Historia en la misma institución y es profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Especialista en investigación iconográfica y divulgación histórica)


Batalla de San Jacinto

21 de abril de 1836

El río San Jacinto atestiguó ese día la última batalla de la Guerra de Texas. En poco más de media hora el ejercito mexicano fue derrotado dejando en el campo más de seiscientos soldados y otros siete centenares fueron tomados prisioneros por el ejército rebelde liderado por Sam Houston, que los mandos nacionales suponían en retirada.

Después de las victorias mexicanas en El Álamo, Encinal del Perdido y Goliad el mes anterior, el ejército había iniciado la persecución de las tropas rebeldes que huían hacia territorio estadounidense para reorganizar sus tropas. Durante marzo y parte de abril, dividido en varias columnas, ocupó las poblaciones importantes. Pero debido a la lentitud con que marcharía el grueso del ejército, el general en jefe y presidente de México, Antonio López de Santa Anna, decidió adelantarse con una tropa de soldados experimentados con la esperanza de atrapar al general Houston, iniciando así el 14 de abril una penosa carrera donde los mexicanos, que no conocían el terreno y partían con desventaja, llevaron la peor parte.

Una semana después, Santa Anna logró alcanzar a los tejanos y luego de algunas escaramuzas con sus avanzadas, el 21 de abril decidió esperar refuerzos a orillas del río San Jacinto, al este de la actual ciudad de Houston. Suponiendo que los rebeldes estaban más interesados en poner distancia entre ellos y su ejército, Santa Anna tomó pocas precauciones. Los soldados, agotados, se desprendieron de sus pertrechos para dormir mejor.

Por la tarde, algunos mexicanos fueron despertados por el estruendo de las armas comandadas por Houston; a otros los sorprendieron comiendo en el rancho, con la caballería desmontada, y a la infantería sin sus armas cargadas. Santa Anna y su cuerpo de oficiales dormían en sus tiendas.

En pocos minutos la mayoría de los soldados mexicanos huían en desbandada. Los que no caían muertos o heridos en el campo fueron tomados prisioneros, entre ellos Santa Anna, quien poco después, desde prisión, ordenó al grueso del ejército replegarse al sur del río Nueces, perdiendo así Texas. Santa Anna estuvo preso durante siete meses y a su regreso fue repudiado por los mexicanos; pero el gobierno ya no tendría las fuerzas militares suficientes para recuperar ese territorio y, diez años después, sería anexado a Estados Unidos.


(Tomado de: Salmerón, Luis A. - 10 batallas decisivas en la historia de México. Relatos e historias en México. Año VII, número 81, Editorial Raíces, S.A. de C. V., México, D. F., 2015)


lunes, 13 de junio de 2022

Rubén Jaramillo


Mayo en la memoria

Es asesinado Rubén Jaramillo

23 de mayo de 1962


Aquel día un destacamento militar apoyado por policías judiciales sacó de su casa, en Tlaquiltenango, Morelos, al dirigente campesino Rubén Jaramillo, a su esposa Epifanía, que estaba encinta, y a sus hijos Enrique, Filemón y Ricardo. Dos horas después la familia fue acribillada en las cercanías de las ruinas de Xochicalco, consumándose así uno de los más atroces crimenes políticos del siglo XX mexicano.

Rubén Jaramillo nació en Tlaquiltenango hacia 1900. En 1914 se incorporó al Ejército Libertador del Sur del general Emiliano Zapata y se convirtió en un oficial apreciado y querido por los habitantes de Morelos y el sur de Puebla.

En 1918 Jaramillo reunió a los hombres que lo seguían y les explicó que la revolución zapatista había sido derrotada, por lo que valía más guardar las armas y retirarse para continuar la lucha en un momento más propicio.

Durante los años siguientes, trabajó en diferentes ranchos y haciendas, y conoció la cárcel en la que lo metieron los carrancistas luego del asesinato de Zapata. En los años veinte encabezó una lucha legal por la reforma agraria y consideró que el reparto prometido sólo era una bandera política y no un verdadero compromiso del gobierno. Al comenzar la década de los treinta, era el más conocido y respetado de los dirigentes campesinos del poniente de Morelos.

También apoyó decididamente la candidatura presidencial de Lázaro Cárdenas en 1934 y durante la campaña electoral preparó un estudio sobre la agricultura de la región que concluía con la petición de que el Estado construyera una gran central azucarera. Ese fue el origen del ingenio de Zacatepec, inaugurado por Cárdenas en 1938 y cuyo primer consejo de administración presidió Jaramillo.

En 1939, por expresa petición del general Cárdenas, Jaramillo y todos sus seguidores apoyaron la candidatura de Manuel Ávila Camacho, pero cuatro años después, considerando que el nuevo presidente había traicionado definitivamente los ideales de la Revolución, el dirigente llamó a sus compañeros a desenterrar las armas para recomenzar la lucha por la tierra y la libertad, reviviendo el zapatismo.

Pacificado gracias a la mediación de Cárdenas, Jaramillo siguió luchando por los derechos de los campesinos y colaboró con diversos movimientos nacionales. Pero desesperado por la corrupción de los políticos, las amenazas a los luchadores sociales y la imposibilidad de transformar las cosas por medios políticos, planeó levantarse en armas contra el gobierno por tercera vez.

Sin embargo ya no le dieron tiempo: fue asesinado y con él fueron sacrificados su esposa e hijos. Al día siguiente, sorteando el cerco militar que rodeaba el panteón de Tlaquiltenango, miles de campesinos acudieron a su entierro.

Luis A. Salmerón, historiador.

(Tomado de: Salmerón, Luis A. - Mayo en la memoria. Es asesinado Rubén Jaramillo. Relatos e historias en México. Año VII, número 81, Editorial Raíces, S.A. de C. V., México, D. F., 2015)

jueves, 9 de junio de 2022

Los tríos

 


Los tríos

Los aficionados a la canción romántica recuerdan con especial fruición el año 1948, fecha del debut del trío Los Panchos en el cabaret El Patio. El éxito de la presentación fue contundente y persistente. Los años consiguientes a ese debut merecieron llamarse "Época de Los Panchos".

El novedoso trío Los Panchos parecía inaugurar también un estilo de tocar y cantar. Aunque desconocido en México, el grupo se había formado desde el año 1942 en la ciudad de Nueva York, en donde aparte de recibir algunas influencias, se había encargado de llevar el "mensaje musical mexicano" en una gira por los campamentos de reclutas norteamericanos. Su repertorio de aquella época, Perdida, Una copa más, Rayito de luna prefiguraba en cierta manera el estilo que los haría famosos: un cruce entre el rítmico bolero y un melifluo sentimentalismo que provenía de la canción romántica.

Antecedentes de los tríos

El estilo inaugurado por Los Panchos fue producto de influencias de diferente naturaleza y procedencia. La historia se inició en 1927 con el trío Garnica-Ascencio que hacía furor en una larguísima temporada en el Teatro Lírico, en donde cantaron por primera vez la canción Nunca de Guty Cárdenas. Su estilo era más bien campirano, con una distribución muy aguda de las voces. Poco después, los Cuates Castilla se especializaron en el estilo sensual de cantar el bolero a dúo, a imitación de los conjuntos yucatecos y los hermanos Martínez Gil.

En 1927, los Trovadores Tamaulipecos añadieron al estilo de conjunto vocal, un uso virtuosístico de la guitarra, que provenía del estilo de ejecución del arpa en el huapango. En 1936, con la canción Relámpago, los hermanos Martínez Gil lograron un estilo romántico citadino de los años cincuenta. En 1940, Roque Carbajo, con sus canciones Tristeza y Angustia, contribuyó a establecer el género de repertorio que manejarían años más tarde, y en exclusividad, los tríos boleristas.

Otro suceso importante ocurrió en el año 1943, ya que marcó la llegada a México de los tríos de estilo caribeño con el trío Avileño y el trío Urquiza que más tarde se desintegraría. De la instrumentación característica del conjunto: guitarras con tres cubano (una guitarra con tres cuerdas dobles) y una serie de percusiones como las tumbadoras, bongoes, maracas y claves, derivaría más tarde la infaltable maraca del trío romántico.

En 1945, en Nueva York, Chucho Navarro ya actuando con Los Panchos introdujo e inventó el requinto, una guitarra pequeña y muy manuable que se afina una cuarta más alta y cuya forma es similar a la guitarra eléctrica; con el diapasón totalmente liberado, permite maniobrar con comodidad y rapidez en los tonos altos.

El nuevo estilo

A partir de Los Panchos, los boleros se ejecutarían según el modelo impuesto por ellos: el requinto iniciaba una introducción muy libre del tema de la canción y al terminar el ciclo de versos del bolero, se reintroducía el requinto antes de la repetición o para ir a la tradicional segunda parte del bolero.

El requinto enriquecía la calidad sonora del trío con un sonido más ligero y más incisivo, cuya agilidad lo hacía especialmente útil en las ornamentaciones y rápidas estilizaciones de la melodía.

En el ambiente artístico de la capital a fines de los años cuarenta, el estilo de Los Panchos constituía, sin lugar a dudas, no sólo una novedad sino un avance. A diferencia del trabajo improvisado y mediocre de muchos conjuntos de aquellos años, Los Panchos imponían un estilo acabado como producto de un persistente trabajo, ensayos disciplinados y variados acoplamientos de las voces. Al introducir una tercera voz libre, que podía entretejerse, aun en los registros bajos, se lograron realizar saltos de cuartas y quintas o inclusive partes cromáticas. Al igual que el blues norteamericano de aquellos años, Los Panchos solían introducir en sus finales, coros de soporte y acordes de sexta. Todo esto constituía un enriquecimiento. Pronto se empezaron a crear canciones adaptadas al nuevo estilo del trío: Contigo, Rayito de luna, y se pudo desarrollar una interacción entre los tríos y los creadores de canciones. En la mayoría de los casos alguno de los miembros del trío era el encargado de realizar las composiciones a la medida de las posibilidades y preferencias del grupo.

Los Panchos fueron, antes que nada, un estilo; a partir de ellos, todo resultó panchizable, lo mismo una canción estilo caribeño como Espinita de Nico Jiménez, que una canción de Lara o un estudio de Chopin: el opus 10 No. 3 que se convirtió en un hit bajo el nombre de Sublime ilusión.

Algunas canciones del año 1949 contribuyeron a fijar el tipo de canción característico del trío romántico: Sin un amor y Un siglo de ausencia de Alfredo Gil y Rayito de luna de Chucho Navarro establecieron el modelo que se seguiría en años posteriores. 

Los cincuenta: apogeo de los tríos.

Pronto, a imitación de Los Panchos, surgieron cientos de grupos con nombres noblemente imaginativos: condes, duques, príncipes, dandys, etc.

En 1949 Edmundo Domínguez compuso Loca pasión iniciando una avalancha de canciones para trío que hicieron época: Contigo de Claudio Estrada, Limosnero de amor y Remolino de Alberto Videz, junto con Un solo corazón de Rafael de Paz.

En 1951, la canción Tres dilemas de Vicente Garrido dio una nueva forma al bolero y se adaptó perfectamente al nuevo estilo de ejecución del trío. A partir de ese momento, las canciones para trío tuvieron un corte característico: Luna de octubre de José Antonio Michel y Ladrona de besos entraban ya perfectamente dentro de la definición de canción para trío.

En general, los años cincuenta fueron dominados por los tríos y su repertorio especializado que crecía día con día. El crucifijo de piedra (1954) de los hermanos Cantoral, Espinita (1954) de Nico Jiménez, Historia de un amor del panameño Carlos Almazán iniciaron otra serie de sentidas canciones para trío. Todos estos años fueron de una gran demanda para los tríos. La totalidad del repertorio romántico parecía impregnarse del estilo de Los Panchos.

Según Gustavo Prado, integrante de Los Diamantes, un importante grupo fundado en 1949, Los Panchos lograron dignificar la profesión y hacer posible que los tríos entraran en lugares que les estuvieron vedados por años. Antes de la aparición de Los Panchos, los tríos se dedicaban a dar serenatas y a cantar en los bares; después de ellos, adquirieron rango social y alta jerarquía dentro del ambiente. Las disqueras se los disputaban, los más caros centros nocturnos les ofrecían trabajo.

No tardó el estilo romántico de los tríos en trascender y cruzar las fronteras. Los Panchos viajaron a Japón y abrieron un sorprendente, entusiasta y duradero mercado para los tríos mexicanos. A partir del primer viaje de Los Panchos al Japón, las plazas han estado siempre abiertas para los tríos románticos en el Medio y Lejano Oriente, Estados Unidos, Sudamérica y, por supuesto, en ese mercado natural para los artistas mexicanos que se localiza en Los Ángeles y en Chicago.

La vida musical, la creación de canciones en México giraron durante los años cincuenta en torno a los tríos, al grado que a los premios instituidos como El Disco de Oro hubo que añadirse la categoría trío. Nuevas canciones salieron a la luz; en 1956 Álvaro Carrillo dio uno de los últimos impulsos al bolero romántico con Amor mío. En 1958, Güicho Cisneros, el compositor oficial de Los Dandys compuso Gema y Benjamín Correa del grupo Los Caballeros publicó Invierno. En 1959 Álvaro Carrillo compuso dos clásicas del género: Luz de luna y Sabor a mí, sólo comparables en popularidad con Alma de cristal y Tres regalos, compuestas en el mismo año por Güicho Cisneros.

Al producirse la saturación del mercado provocada por el exceso de tríos, cada grupo inició una búsqueda de la originalidad a toda costa. Pero las posibilidades de variación eran muy limitadas. Como resultado, pronto se llegó a un exceso de barroquismo en el uso del requinto y a un amelifluamiento afeminado en las voces, que colocaron el estilo del trío en el margen entre la chabacanería y el sentimentalismo cursi. De esta manera, la decadencia del estilo de trío otorgó la razón a muchos de los críticos del género que veían en Los Panchos una amenaza a la pureza de la canción mexicana, en razón de su cursilería y amaneramiento.

Los años sesenta señalan la invasión del rock en México y el nacimiento de una nueva sensibilidad. La producción de boleros y canciones para trío disminuyó; pocas canciones tuvieron la calidad de Mientes (1961) de Daniel Pérez Arcaraz, Cuando muere el sol (1961) de Federico Baena, Mi amor por ti (1962) de Miguel Pous y Seguiré mi viaje de Álvaro Carrillo.

La duración del estilo de los tríos podría totalizar más de treinta y cinco años, aunque en realidad la decadencia se hubiese iniciado a principios de los años sesenta, cuando aún seguían actuando los grupos más famosos. La creación de repertorio cesó, los grupos se dispersaron y se siguieron repitiendo hasta el cansancio los mismos patrones de ejecución. Actualmente, aun para los más famosos tríos sobrevivientes, el final está próximo; aunque una buena parte del público aún quisiera escuchar el repertorio habitual de los tríos, pocos empresarios se arriesgan a contratarlos.

(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)

lunes, 6 de junio de 2022

Francisco Galí

(Francisco Galí: mapa de la Alcaldía Mayor de Tlacotalpan, 1580)

Navegante, cartógrafo y urbanista español de la segunda mitad del siglo XVI, que posiblemente perteneció a la familia de los notables alarifes moros de ese apellido establecidos en Zaragoza, España, en el siglo XV. Después de realizar algunos viajes se estableció en Tlacotalpan, Veracruz, cuya traza urbana diseñó, ejecutando también algunos trabajos cartográficos de gran precisión, como el mapa a escala de la Alcaldía Mayor de Tlacotalpan, entonces perteneciente al Obispado de Tlaxcala, que acompaña a la relación de Juan de Medina, fechada el 18 de febrero de 1580,:la cual respondía al interrogatorio de Felipe II, cursado a todos los alcaldes de las colonias americanas y que fue reproducido, al igual que la carta mencionada, en el tomo V de los Papeles de la Nueva España recopilados por Del Paso y Troncoso. Era en aquel entonces virrey de México, Pedro de Moya y Contreras, quien encargó a Galí la exploración de los mares y las costas occidentales del septentrión americano en busca de fondeaderos para los buques procedentes del Océano Pacífico. Partió Galí de Acapulco el 10 de marzo de 1582 con dos fragatas, en las que navegó por más de dos años hasta las costas asiáticas; visitó Manila y Macao, y estudió cuidadosamente las corrientes marinas; desembarcó a su retorno en el lugar que hoy ocupa San Francisco de California. Galí escribió la relación pormenorizada de su viaje y se la remitió al virrey; pero el manuscrito, por causas ignoradas, llegó a manos del holandés Juan Hugo van Livischen, quien lo publicó en su idioma como Derrotero de las Indias (Amsterdam, 1596, 1614 y 1626); se publicaron también traducciones al inglés  (Londres, 1598), al latín (La Haya, 1599) y al francés (Amsterdam, 1610, 1619 y 1638). Hasta la fecha no existe ninguna versión española de tan importante relación.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen V, - Gabinetes - Guadalajara)

sábado, 4 de junio de 2022

Augusto Monterroso

 


Augusto Monterroso tuvo una patria por nacimiento (Guatemala) y otra por elección (México). Durante 1994 cumplió cincuenta años de actividades en México y, en colaboración con Bárbara Jacobs, su esposa, entregó a la imprenta una compilación de relatos melancólicos de diversos autores bajo el nombre de Antología del cuento triste.

Augusto Monterroso, también conocido como Tito Monterroso,  nació en la ciudad de Guatemala el 21 de diciembre de 1921. En 1944, luego de haber fundado la revista literaria Acento y el periódico El Espectador, en su país, llegó exiliado a México. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre 1945 y 1949. Colaboró en el servicio exterior guatemalteco en las embajadas en México y Bolivia durante el gobierno de Jacobo Arbenz. Al ser derrocado éste (1954), se mudó a Chile donde fue secretario particular de Pablo Neruda. En 1956 regresó a México y recibió una beca para estudiar para estudiar filología en el Colegio de México. Desempeñó más tarde algunos puestos en la UNAM. Fue director de publicaciones, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas y jefe de redacción de la Revista de la Universidad de México. Fue jefe de publicaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Por otra parte, realizó realizó tareas docentes en instituciones educativas e impartió varios talleres literarios.

Monterroso fue autor de una amplia obra escrita traducida a los idiomas más importantes. De ella surgió, al menos, un clásico: La oveja negra y otras fábulas, texto que Italo Calvino elogió ampliamente en sus Seis propuestas para el próximo milenio.

Aparte de ese libro destacan en su bibliografía: Movimiento perpetuo (1972), Lo demás es silencio (1978), y Viaje al centro de la fábula (1982). Su trabajo literario le significó numerosos reconocimientos como el Premio Xavier Villaurrutia (1985) y la Orden del Águila Azteca (1988). A mediados de 1993 concluyó Los buscadores de oro, un sensible repaso a los acontecimientos emotivos de su infancia. [Murió el 7 de febrero de 2003 en la ciudad de México].

(Tomado de: Todo México 1995. Resumen ilustrado de los acontecimientos más importantes registrados en México en 1994 para la actualización de la Enciclopedia de México. Kentucky, EUA, 1995)