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jueves, 4 de abril de 2024

Cortés da con los navíos al través

 


XLII

CORTES DA CON LOS NAVÍOS AL TRAVÉS


Propuso Cortés de ir a México, y encubríalo a los soldados, porque no rehusasen la ida con los inconvenientes que Teudilli con otros ponía, especialmente por estar sobre agua, que lo imaginaban por fortísimo, como en efecto lo era. Y para que le siguiesen todos aunque no quisiesen, acordó quebrar los navíos; cosa recia y peligrosa y de gran pérdida; a cuya causa tuvo bien que pensar, y no porque le doliesen los navíos; sino porque no se lo estorbasen los compañeros; ca sin duda se lo estorbaran y aún se amotinaran de veras si lo entendieran. Determinado pues de quebrarlos, negoció con algunos maestros que secretamente barrenasen sus navíos, de suerte que se hundiesen, sin los poder agotar ni atapar; y rogó a otros pilotos que echasen fama cómo los navíos no estaban para más navegar de cascados y roídos de broma, y que llegasen todos a él, estando con muchos, a se lo decir así, como que le daban cuenta dello, para que después no les echase culpa. Ellos lo hicieron, así como él ordenó, y le dijeron delante de todos cómo los navíos no podían más navegar por hacer mucha agua y estar muy abromados; por eso, que viese lo que mandaba. Todos lo creyeron, por haber estado allí más de tres meses, tiempo para estar comidos de la broma. Y después de haber platicado mucho en ello mandó Cortés que aprovechasen dellos lo que más pudiesen, y los dejasen hundir o dar al través, haciendo sentimiento de tanta pérdida y falta.

Y así, dieron luego al través en la costa con los mejores cinco navíos, sacando primero los tiros, armas, vituallas, velas, sogas, áncoras y todas las otras jarcias que podían aprovechar. Dende a poco quebraron otros cuatro; pero ya entonces se hizo con alguna dificultad, porque la gente entendió el trato y el propósito de Cortés, y decían que los quería meter en el matadero. Él los aplacó diciendo que los que no quisiesen seguir la guerra en tan rica tierra ni su compañía, se podían volver a Cuba en el navío que para eso quedaba; lo cual fue para saber cuántos y cuáles eran los cobardes y contrarios, y no les fiar ni confiarse dellos. Muchos le pidieron licencia descaradamente para tornarse a Cuba; mas eran marineros los medios, y querían antes marinear que guerrear. Otros muchos hubo con el mesmo deseo, viendo la grandeza de la tierra y muchedumbre de la gente; pero tuvieron vergüenza de mostrar cobardía en público. Cortés, que supo esto, mandó quebrar aquel navío, y así quedaron todos sin esperanza de salir de allí por entonces, ensalzando mucho a Cortés por tal hecho; hazaña por cierto necesaria para el tiempo, y hecha con juicio de animoso capitán, pero de muy confiado, y cuál convenía para su propósito, aunque perdía mucho en los navíos, y quedaba sin la fuerza y servicio de mar.

Pocos ejemplos destos hay, y aquellos son de grandes hombres, como fue Omich Barbarroja, del brazo cortado, que pocos años antes desto quebró siete galeotas y fustas por tomar a Bujía, según largamente yo lo escribo en las batallas de mar de nuestros tiempos.


(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).

lunes, 12 de febrero de 2024

Del río de Alvarado que los indios llaman Papaloapan

 


XXIV

DEL RÍO DE ALVARADO QUE LOS INDIOS LLAMAN PAPALOAPAN

Después que salió Cortés de Potonchan, entró en un río que llaman de Alvarado, por haber entrado primero que todos en él aquel capitán. Mas los que moran en sus riberas le dicen Papaloapan, y nace en Aticpan, cerca de la Sierra de Culhuacan. La fuente mana al pie de unos serrejones. Tiene encima un hermoso peñól redondo, ahusado, y alto cien estados, y cubierto de árboles, donde hacían los indios muchos sacrificios de sangre. Es muy honda, clara, llena de buenos peces, ancha más de cien pasadas. Entran en este río Quiyotepec, Vivilla, Chimantlan, Cuauhcuezpaltepec, y Tuztlan, Teyuciyocan, y otros menores ríos, que todos llevan oro. Cae a la mar por tres canales, uno de arena, otro de lama, otro de peña. Corre por buena tierra, tiene gentil ribera, y hace grandes esteros con sus muchas y ordinarias crescidas. Uno dellos está entre Otlatitlan y Cuauhcuezpaltepec, dos buenos pueblos. Bulle de peces aquel estero o laguna. Hay muchos sábalos del tamaño de toñinas, muchas sierpes, que llaman en las islas iguanas, y en esta tierra cuauhcuezpaltepec. Paresce lagarto de los muy pintados, tiene la cabeza chica y redonda, el cuerpo gordo, el cerro erizado con cerdas, la cola larga, delgada, y que la tuerce y arrolla como galgo; cuatro pedazuelos de a cuatro dedos, y con uñas de ave; los dientes agudos, más no muerde, aunque hace ruido con ellos: el color es pardo, sufre mucho la hambre, pone huevos como gallina, que tienen yema y clara y cáscara; son pequeños y redondos y buenos de comer. La carne sabe a conejo, y es mejor. Cómenla en cuaresma por pescado, y en carnal por carne, diciendo ser de dos elementos, y por consiguiente, de entrambos tiempos. Es dañosa para bubosos. Salen estos animales del agua, y suben a los árboles y andan por tierra. Asombran a quien los mira, aunque los conozca: tan fiera catadura tienen. Engordan mucho fregándoles la barriga en arena, que es nuevo secreto.

Hay también manatís, tortugas, y otros peces muy grandes que acá no conoscemos; tiburones y lobos marinos, que salen a tierra a dormir y roncan muy recio. Paren las hembras cada dos lobos y críanlos con leche, ca tienen dos tetas al pecho entre los brazos. Hay perpetua enemiga entre los tiburones y lobos marinos, y pelean reciamente, el tiburón por comer y el lobo por no ser comido. Empero siempre son muchos tiburones para un lobo. Hay muchas aves pequeñas y grandes, de nueva color y talle para nosotros. Patos negros con alas blancas, que se precian mucho para pluma, y que se venden cada uno, en la tierra donde no los hay, por un esclavo. Garcetas blancas, muy estimadas para plumajes. Otras aves que llaman teuquechul o avedios, como gallos, de que hacen ricas cosas con oro; y si la obra desta pluma fuese durable, no había más que pedir. Hay unas aves como torcazas, blancas y pardas, que parescen ánades en el pico, y que tienen un pie de pata y otro de uñas como gavilán; y así, pescan nadando y cazan volando. Andan también por allí muchas aves de rapiña, como decir gavilanes, azores y halcones de diversas maneras, que se ceban y mantienen de las mansas. Cuervos marinos que pescan a maravilla, y unas que parecen cigüeñas en el cuello y pico, sino que lo tienen mucho más largo y extraño. Hay muchos alcatraces y de muchos colores, que se sustentan de peces: son como ansarones en el tamaño, y en el pico, que será dos palmos; y no mandan el de arriba, sino el bajero. Tienen un papo desde el pico al pecho, en que meten y engullen diez libras de peces y un cántaro de agua. Tornan fácilmente lo que comen. Ca decir que se tragó uno de estos pájaros un negrillo de pocos meses nacido; mas no puedo volar con él; y así, lo tomaron.

Al rededor de aquella laguna se crían infinitas liebres, conejos, monillos o gatillos de muchos tamaños; puercos, venados, leones y tigres, y un animal dicho aiotochtli, no mayor que el gato; el cual tiene rostro de anadon, pies de puercoespín o erizo, y cola larga. Está cubierto de conchas, que se encogen como escarcelas, donde se mete como galápago, y que parescen mucho cubiertas de caballo. Tiene la  cola de conchuelas, y la cabeza de una testera de lo mesmo, quedando fuera las orejas. Es, en fin, ni más ni menos que caballo encubertado, y por eso lo llaman españoles el encubertado o el armado y los indios aiotochtli, que suena conejo de calabaza.


(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).

lunes, 13 de noviembre de 2023

Del pece tiburón, 1519

 


XVI

DEL PECE TIBURON


Mes y medio gastó Cortés en lo que tenemos dicho hasta agora después que dejó a Cuba. Partióse Cortés desta isla [Cozumel], dejando a los naturales della muy amigos de españoles; y tomando mucha cera y miel que le dieron pasó a Yucatán, y fuese pegado a tierra para buscar el navío que le faltaba, y cuando llegó a la punta de las Mujeres calmó el tiempo, y estúvose allí dos días esperando viento; en los cuales tomaron sal, que hay allí muchas salinas, y un tiburón con anzuelo y lazos. No le pudieron subir al navío porque daba mucho lado, que era chico y el pez muy grande. Desde el batel le mataron en la agua y le hicieron pedazos, y así le metieron dentro en el batel, y de allí en el navío, con los aparejos de guindar. Hállaronle dentro más de quinientas raciones de tocino, en que, a lo que dicen, había diez tocinos que estaban a desalar colgados alrededor de los navíos; y como el tiburón es tragón, que por eso algunos le llaman ligurón, y como halló aquel aparejo, pudo engullir a su placer. También se halló dentro de su buche un plato de estaño que cayó de la nao de Pedro de Alvarado, y tres zapatos desechados, y más un queso.

Esto afirma de aquel tiburón; y cierto él traga tan desaforadamente, que parece increíble; porque yo he oído jurar a Dios a personas de bien, que han visto muchas veces estos tiburones muertos y abiertos, que se han hallado dentro dellos cosas, que si no las vieran, las tuvieran por imposibles; como decir que un tiburón se tragó uno, y dos, y más pellejos de carneros con la cabeza y cuernos enteros, como los arrojan a la mar, por no pelarlos.

Es el tiburón un pece largo y gordo, y algunos de ocho palmos de cinta y de doce pies en luengo. Muchos dellos tienen dos órdenes de dientes, una junto a otra, que parescen sierra o almenas; la boca es a proporción del cuerpo, el buche disforme de grande. Tiene el cuero como tollo. El macho tiene dos miembros para engendrar, y la hembra no más de uno, la cual pare de una vez veinte y treinta tiburoncillos y aun cuarenta. Es pescado que acomete a una vaca y a un caballo cuando pace o bebe orillas de los ríos, y se come un hombre, como quiso hacer uno al Calachuni de Acuzamil [Cozumel], que le cortó los dedos de un pie cuando no lo pudo llevar entero, como le socorrieron. Es tan goloso, que se va tras una nao, por comer lo que ella echan y cae, quinientas y aun mil leguas; y es tan ligero, que anda más que ella aunque lleve más próspero tiempo, y dicen que tres tanto más, porque al mayor correr de la nave le da él dos y tres vueltas al rededor, y tan somero, que se paresce y ve cómo lo anda. No es muy bueno de comer por ser duro y desabrido, aunque bastesce mucho un navío hecho tasajos en sal o al aire.

Cuentan aquellos de la armada de Cortés que comieron del tocino que sacaron al tiburón del cuerpo, que sabía mejor que lo otro, y que muchos conocieron sus raciones por las ataduras y cuerdas.


(Tomado de: López de Gómara, Francisco. Historia de la conquista de México. Estudio preliminar y apéndices de Silvia L. Cuesy. Editorial Océano de México, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 2003).