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lunes, 3 de enero de 2022

La voz del fuego


El espectáculo terrible del fuego líquido que surge y se proyecta por los aires con el empuje que le dan las fuerzas ciegas desde el centro de la Tierra, puede usted verlo en un enorme cráter volcánico que mide casi dos kilómetros de diámetro (1,800 metros). Es la boca del ominoso Volcán de Fuego, el volcán de Colima, hermano del apacible nevado de Colima.

A una hora de camino por carretera, desde Atenquique, Jal., usted llega al pie del volcán. El camino hacia la cima es solamente practicable con un automóvil chico, de buena tracción.

Nunca olvidará usted ese recorrido, un poquitín peligroso pero sensacionalmente grato. Con el abismo a un lado y la lava quieta por el otro lado. De pronto, alto total mientras pasan los cendales de una nube. Queda usted suspendido casi en el vacío y dentro de un extraño silencio. Parece haberse detenido el movimiento del Universo. Luego, repentinamente se rasga el telón de la niebla y estalla la esmeralda del trópico abajo, en tanto se oye el ronco bufar de las bocas sulfurosas.

No hay mayor peligro. Hace mucho tiempo que el volcán de Colima no produce una erupción formal y no se cree que lo haga próximamente. Cuando su fuego y su lava y sus estremecimientos son mayores (como en 1913) sus cenizas llegaron más allá de la frontera con Guatemala. Este fenómeno se repitió recientemente el día 30 de enero de 1973.

Y por la noche el gran cráter de doscientos cincuenta metros de profundidad, se enrojece y surgen los tonos rojos del fuego que late abajo. Es un fascinante espectáculo terrible, de esos que hasta en los sueños se repiten para que la conciencia jamás los olvide.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

martes, 4 de junio de 2019

Ramón Corona



Nació en Tuxcueca y murió asesinado en Guadalajara, ambas del Estado de Jalisco (1837-1889). En 1858, cuando trabajaba en el mineral de Montaje, entonces del cantón jaliscience de Tepic, decidió afiliarse al partido liberal y hacer armas contra el cacique Manuel Lozada, aliado de los conservadores. Al frente de algunos hombres, se apoderó de Acaponeta en diciembre; se incorporó al coronel Bonifacio Peña en Escuinapa; juntos libraron el combate de El Espino, donde éste perdió la vida; asumió el mando de la tropa (a los 22 años de edad), tomó Tepic el 11 de junio de 1859, pero tuvo que abandonar la plaza ante la proximidad del general Leonado Márquez. En mayo de 1860 participó en la batalla de Santiago Ixcuintla, viajó con su cuerpo de ejército hasta Sayula, para reunirse con el gobernador Ogazón, y en enero de 1861, ganada ya la Guerra de Tres Años, volvió a territorio nayarita para continuar la campaña contra Lozada. Jefaturó sucesivamente el Batallón Degollado y la Brigada de Tepic. Organizó tres ofensivas contra el caudillo serrano, pero sólo obtuvo triunfos parciales. En 1863, invadido ya el país por los franceses, careció de recursos oficiales para mantener a sus soldados; organizó la Guardia Nacional en los pueblos que controlaba y dos veces fue a entrevistar al presidente Juárez, en San Luis Potosí, haciendo penosos recorridos por mar y tierra, para solicitar auxilios que no obtuvo. Mientras el cantón de Tepic quedaba en manos de Lozada, apoyado por los intervencionistas, Corona se incorporó en Jalisco a las fuerzas de Arteaga y Lopez Uraga. A partir de 1863 promovió y dirigió guerrillas y hostilizó al enemigo. El 15 de mayo de 1866 el presidente Juárez lo nombró general en jefe del Ejército de Occidente, formado a ritmo de la larga lucha contra los imperiales. Brigadas de este ejército derrotaron a los franceses en Palos Prietos (12 de septiembre de 1866), Mazatlán (ocupado el 13 de noviembre, tras un estrecho sitio) y la Coronilla (18 de diciembre), de modo que pudieron entrar a Guadalajara (día 21), limpiar de enemigos toda la entidad, hasta Colima (enero y febrero de 1867), avanzar sobre Querétaro (6 de marzo) y participar en el sitio y toma de la plaza que puso fin al imperio.


A principios de 1871 Corona se hizo cargo de la comandancia militar de Jalisco y el 28 de enero de 1873, al mando de 2,200 hombres, derrotó en La Mojonera, a 5 kilómetros de Chapala, a los 8 mil indígenas guerreros de Lozada, que habían proclamado un Plan libertador e invadido el Estado desde la Sierra de Alica. Luego persiguió al caudillo nayarita, durante 6 meses, en lo más intrincado de la tierra, hasta que al fin éste cayó prisionero y fue fusilado en Tepic el 19 de julio. En 1874 Corona fue nombrado ministro plenipotenciario en España y Portugal. Regresó a México el 10 de abril de 1885 y el 28 de enero del año siguiente fue postulado candidato al gobierno de Jalisco. Triunfante en los comicios, asumió el poder el 1° de marzo de 1887. Durante su administración fundó el Monte de Piedad y Caja de Ahorros; promulgó el Reglamento de Instrucción Primaria, según el cual las escuelas serían pagadas por el Estado; aumentó el número de planteles de 200 a 423; inició la práctica de visitar las poblaciones para conocer y resolver sus necesidades; expidió la Ley del Notariado; abolió las alcábalas (10 de octubre de 1887); impulsó la construcción del ferrocarril México-Guadalajara, inaugurado el 15 de mayo de 1888; reformó la Escuela de Medicina; gestionó el establecimiento de una sucursal del Banco de Londres y México; construyó el mercado que llevó su nombre, organizó la administración y equilibró las finanzas públicas. El 10 de noviembre de 1889, cuando se dirigía al Teatro Principal en compañía de su esposa, para concurrir a la representación de Los Mártires de Tacubaya, fue agredido a puñaladas por Primitivo Ron, un joven normalista de 22 años de edad que luego se quitó la vida. Corona murió al día siguiente y el Congreso lo declaró Benemérito del Estado en grado heroico.




(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. de C. V. D. F., 1977 tomo III, Colima - Familia)

lunes, 16 de abril de 2018

Miguel Álvarez del Toro

Miguel Álvarez del Toro


Nació en Colima, Colima, en 1917. Inició su carrera de zoólogo (1939) como vigilante en el Museo de la Flora y la Fauna del antiguo Departamento Forestal y de Caza y Pesca, en el cual era ayudante del director al desmembrarse esta dependencia. Trabajó después de modo honorario en el Museo Nacional de Historia Natural (del Chopo) y cuando el doctor Rafael Pascasio Gamboa, gobernador de Chiapas, fundó en Tuxtla Gutiérrez el Museo de Historia Natural, ocupó en ese establecimiento diversos cargos técnicos y administrativos hasta llegar a ser director del Instituto de Historia Natural, con parque zoológico incluido, en que se convirtió el Museo original. Murió en 1996.



Sus trabajos como zoólogo se conocen internacionalmente. Sus libros publicados son: Los animales silvestres de Chiapas (1952), Los reptiles de Chiapas (1960) y Las aves de Chiapas (1971).

(Tomado de: Enciclopedia de México)