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miércoles, 20 de marzo de 2019

Fanny Rabel




(Lublin, Polonia, 1922-Ciudad de México, 2008) Nace en Polonia y se educa en Francia. 

Llega a México en 1937 y poco después adquiere la nacionalidad Mexicana. Estudia en la Escuela Nocturna para Trabajadores Núm. 1 y se inicia como aprendiz de muralismo con el equipo de Siqueiros. De 1940 a 1950 estudia pintura y escultura en la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda”, con los maestros Feliciano Peña, Diego Rivera, Frida Kahlo, Chávez Morado, entre otros. Fue ayudante de Rivera en los frescos de Palacio Nacional.

En 1950 ingresa al Taller de Gráfica Popular y al Salón de la Plástica Mexicana. Participa en las actividades, exposiciones y publicaciones de ambos organismos, tanto en el país como en el extranjero. Su obra incluye los murales Unidad de madres solteras para solucionar su problema (1945), al temple, en unos lavaderos públicos de Coyoacán, y Alfabetización (1952), sobre vinilita, también en Coyoacán. Decoró el salon de fiestas del Centro Deportivo Israelita con el mural Historia del pueblo israelita, al que imprimió un cierto costumbrismo. También realiza el mural titulado Ronda del tiempo (1964) en la sección escolar del Museo Nacional de Antropología e Historia.

Fanny Rabel se caracterizó en su pintura por ser la intérprete de la niñez. Sus escenas de niños son emotivas, pues logra estampar en ellas sus distintas facetas: caras y cuerpecillos que expresan desde la alegría hasta el estupor, el miedo y el hambre. También vinculada con el realismo mexicano pinta al hombre en sus expresiones más conmovedoras.

(Tomado de: Romero Keith, Delmari - La segunda generación de muralistas. Historia del arte mexicano, fasc. #106, Arte de la afirmación nacional; Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V., México, D.F., 1982)




Fanny Rabel

Pintora de la Escuela Mexicana

Ciudad de México, noviembre de 1960.

A Fanny Rabel la conocí cuando pintaba un mural en la fábrica Etiquetas e Impresos que pertenecía a Moisés Krauze, y a su socio, Alfonso Mann. Fue Moisés quien insistió en que me hiciera un retrato. La verdad es que yo no tenía ganas, pero acepté e iba a su taller diario. Fanny me colocó una flor en la mano y bajo esa esa flor, el famosísimo soneto que Pierre de Ronsard dedicó à Cassandre:

Mignonne, allons voir si la rose
Qui ce matin avoit desclose
Sa robe de pourpre au Soleil,

A point perdu ceste vesprée
Les plis de sa robe pourprée,
Et son teint su vostre pareil.

Esto me pareció bastante agresivo, pero no dije nada. Sin embargo, pensé que en vez de la flor, habría preferido tener un bat para usarlo donde se me ocurriera. Por cierto, el estilo de mi retrato es muy Riverista.

Algunos años después, al asistir a varias de sus exposiciones, admiré su obra y decidí entrevistarla.

El pintor tiene una postura ante los acontecimientos de la vida y además tiene su sensibilidad y su temperamento: todo esto unido, da el resultado de su obra. La gente considera que el pintor debe vivir en una "torre de marfil"; la realidad es otra, y aunque hay pintores independendientes que no pertenecen a ninguna agrupación, la mayoría que se reúne es de ideas progresistas, generalmente de tendencia figurativa en su pintura.

¿El arte puede hacer política?

No es que el arte haga política; es que el arte gráfico tiene una tarea social dentro de su misma labor, que es eminentemente social y política. El Taller de Artes Gráficas se fundó como un centro de trabajo gráfico y social, porque el momento político lo requería (fue el tiempo de Cárdenas): había una gran demanda y necesidad de tal trabajo, y así se ha ido realizando por más de veinte años. Yo me considero una artista de tendencia social, trato de reflejar la vida humilde y sencilla del pueblo en una actitud comprensiva y humana. Las pinturas de niños me emocionan y siempre se me han facilitado, pero nunca he querido caer dentro de lo que es fácil, sino buscar lo difícil, para obligarme a la superación.

El concepto general es que el pintor no debe ir contra su propia corriente, no es así?

Te diré, la pintura es una profesión de soledad: la concibes dentro de ella y también la realizas dentro de ella. Después, cuando expones un trabajo, que has dado a luz a solas, te preguntas: "¿Esto para qué, para quién, qué le importa lo mío a la humanidad?". Nunca acaba uno de aprender; cada cuadro parece ser el primero, cuando empiezo uno se me han olvidado los demás.

Formada junto a los "gigantes" Diego Rivera, Frida Kahlo y Leopoldo Méndez, Fanny es un ejemplo de honestidad y sinceridad artística. Su obra pictórica, sobre todo las cabezas de niños, son de sólida ejecución y profundo sentimiento, ya que es una gran conocedora de la amarga realidad del pueblo. Hija de actores, no llevó una vida de formación estable: al contrario, tuvo una vida más azarosa que la mayoría de los niños, ya que viajaba con sus padres por toda Europa. Pasó su infancia entre trenes y hoteles.

Desde pequeña me enseñé a dibujar, casi cada invierno: tanto mi hermana (Raquel Tibol) como yo, nos enfermábamos de las amígdalas, y como entonces no había antibióticos, las enfermedades eran largas y fastidiosas; así, en cama, con grandes cataplasmas en el cuello y en las orejas, ella escribía y yo dibujaba.

En 1940 Fanny ingresó a la Escuela Nocturna de Arte para los Trabajadores, ya que de día se dedicaba a diversos oficios: cosía, traducía y actuaba. Estudió pintura y escultura en la Esmeralda y después en la Escuela de Grabados Artes del Libro. En 1945 contrajo matrimonio con un joven médico y lo acompañó a cumplir su servicio social. Posteriormente viajaron por los Estados Unidos y Canadá. Su hogar es un ejemplo de sencillez y cultura. Tiene dos hijos: Abel, de trece años, y la preciosa güerita Frida Paloma (nombrada así en honor de Frida Kahlo, gran amiga de Fanny).

¿Cuál, opinas tú, debe ser la posición de la mujer dentro de nuestra sociedad moderna?

La mujer moderna tiene la obligación de progresar: es decir, no debe encerrarse y dejar que el mundo ruede, sino que debe actuar en la medida de sus posibilidades. Es cierto que en México la mujer casada no podrá hacer algo si no cuenta con el apoyo del compañero de su vida, pues al casarse el marido exige, sin palabras, únicamente con su manera de conducirse, que ella no entregue su interés a ninguna otra causa que no sea él. Mientras la mujer no llegue a convencerse de que sus propias aptitudes y esfuerzos son dignos de participar en la vida cotidiana, no logrará convencer a su esposo de que le permita seguir en su trayectoria. Está en la mujer la tarea de organizar su vida de tal manera que rinda a su vez en todas las facetas.


(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)