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sábado, 31 de agosto de 2019

Cruces parlantes

(Tablero del Templo de la Cruz; Palenque, Chiapas)
Uno de los fenómenos religiosos más sobresalientes entre los indígenas mayas fue el culto a las cruces parlantes, introducido o revivido por José María Barrera durante la guerra de Castas en Yucatán., Aun cuando la relación entre la cruz foliada y el misterio indígena del agua se basaba en ideas religiosas muy antiguas, aquella devoción cobró gran popularidad cuando ese signo, grabado en un árbol, se convirtió en símbolo de la rebelión de los mayas. No se sabe si los oráculos de la cruz fueron transmitidos por individuos posesos o si desde un principio se trataba de una superchería de sacerdotes ventrílocuos, según lo afirman varios historiadores yucatecos. La cruz parlante de Chan Santa Cruz, sustituida posteriormente por otras cruces sagradas, se convirtió en un símbolo religioso y aun nacional para los cruzoob, cuya autonomía política y religiosa se sostuvo en el territorio del actual Estado de Quintana Roo durante varias décadas.
Los cruzoob (hispanismo del maya yucateco: de cruz y -oob, sufijo pluralizador) fue el nombre de los indígenas rebeldes que a mediados del siglo XIX se instalaron en las selvas de Quintana Roo y adoptaron o renovaron la antigua religión maya. Su centro político y religioso era Chan Santa Cruz. Chan es el antiguo nombre de los mayas y significa serpiente, símbolo de la fertilidad; y Santa Cruz se refería a la cruz maya, de simbolismo pagano. La tierra de los cruzoob se extendía por el sureste de la península, hasta Tulum por el norte y por el sur hasta el lago Bacalar. En 1867 contaban con unos 40 mil adeptos y se consideraban un estado independiente. Recibían cierta ayuda de los ingleses de Belice, especialmente armas modernas, a cambio del permiso de explotar las maderas de sus bosques. Según el viajero Fred Aldherre, los cruzoob no observaban la vieja religión maya, sino una mezcla de cristianismo y paganismo, centrada alrededor de la gran cruz mágica y parlante de Chan. Esta tenía su intérprete oficial, el Tata polin, y sólo ocasionalmente escribía cartas para indicar su voluntad, firmadas con tres cruces.
La cruz parlante era un culto sincrético en que se admitían ciertas ideas católicas; sin embargo, a medida que florecía en Quintana Roo, muchas ideas religiosas de los antiguos mayas, que habían sobrevivido en tradiciones, supersticiones y conocimientos transmitidos oralmente, contribuían a vitalizar a los cruzoob. Todavía en 1871 se veneraba a una cruz parlante en Tulum, y el culto no parece haber desaparecido del todo aún en época posterior. v. Enciclopedia yucatanense; S. Baqueiro: Ensayo histórico sobre las revoluciones de Yucatán desde el año 1840 hasta 1864 (Mérida, 1878); N. Reed: The Caste War of Yucatan (Stanford, 1964).  
Antecedentes. Los españoles, según algunos cronistas, hallaron algunas cruces, o señales de ellas, en los adoratorios de Yucatán; esto originó la suposición de que los mesoamericanos conocían la cruz cristiana. En abono de este aserto, se han señalado las cruces y las figuras cruciformes en los tableros de Palenque, que más bien pueden considerarse como plantas de maíz estilizadas. Muchos siglos antes de la era cristiana se representaba la cruz en América, según lo demuestran la que se ve en la estatuilla de Atlihuayán, Morelo, que se conserva en Cuernavaca, y la del jaguar de Chavín, Perú. Las cruces cristianas prehispánicas han sido motivo de leyenda. 


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)

miércoles, 14 de agosto de 2019

Lerdo de Tejada y los indígenas, 1872-1876



Los indígenas bajo la administración de Lerdo de Tejada


Los grupos indígenas del país produjeron en los años que nos ocupan [1872-1876] varias alteraciones. En el norte, comanches y apaches, que escapaban de la cacería que el general norteamericano Sheridan había decretado contra ellos, asolaban ranchos y aldeas, asesinaban hombres y niños, raptaban a las mujeres, robaban el ganado y hacían imposible la vida desde Sonora a Tamaulipas. Destacamentos militares establecidos en los estados fronterizos, así como también en Yucatán, trataron de detener los avances, latrocinios y homicidios que los indios cometían. Hombres influyentes, como los Terrazas de Chihuahua y García Morales en Sonora, hicieron frente a la situación, organizando grupos de milicias, a los que dotaron de armas e implementos para la persecución de los malhechores. El mejor aliado que por entonces se tuvo para combatir ese flagelo lo representaron otros grupos indígenas, como el de los kikapoos, que llegó en 1859, dio guerra a los comanches y logró contenerlos. El gobierno les otorgó tierras en Chihuahua y más tarde ante el acoso de los texanos al mando de McKencie a esos indios, se les trasladó a Durango en donde todavía habitan consagrados a la agricultura.


En el noroeste fueron los pápagos, los opatas y pimas quienes resistieron a los apaches, más la situación de peligro no cesó del todo y la tranquilidad de Sonora, Sinaloa y Baja California no era muy efectiva. En el occidente Manuel Lozada, el 17 de enero de 1873, lanzó su Plan Libertador de los pueblos unidos de Nayarit, se declaró en franca rebeldía contra el gobierno de Lerdo, rebelión que sólo termina con la muerte de Lozada el mes de julio de ese mismo año.


Por el sur, alejados de todo centro cultural, sin ninguna vía de comunicación, dentro de selvas oscuras y primarias, indios esclavizados, sometidos a todos los vejámenes de hacendados, funcionarios y militares mantenían un nivel de vida infrahumano.


En Chiapas los chamulas practicaban aún el sacrificio humano copiando la crucifixión como forma de holocausto. El castigo que se les impuso provocó la guerra de castas que se contuvo en 1873 con resultados sangrientos muy crecidos. San Cristóbal, Simojovel y Chilón sufrieron durante largos meses la furia incontenible de los indios que en ese momento volcaban su odio concentrado de siglos sobre sus opresores, blancos y ladinos. En Yucatán, aunque la guerra de castas surgida dos décadas atrás había cesado, aún no se extinguían los rescoldos de la misma. Buena parte de los indios sublevados, para escapar de la muerte o de su venta como esclavos a Cuba, prefirió internarse en la selva y vivir en una rebelión latente. Chan Santa Cruz, la capital de los rebeldes, no fue sujeta ni por liberales ni por los imperiales y en 1872 produjo nueva explosión rebelde que puso en peligro a Valladolid y alertó al gobierno que destacó fuerzas para contenerlos.


Los indios llamados cruzoob, apoyados por los ingleses de Belice, quienes les dotaban de parque y armas, asaltaban haciendas y pequeños poblados robando y matando sin cesar. La República Restaurada no pudo dominar ese foco de rebeldías y de inseguridad. Correspondió al régimen de Porfirio Díaz acabar con dureza y en forma definitiva con ese problema.


(Tomado de: Torre Villar, Ernesto de la - La administración de Lerdo de Tejada (1872-1876). Historia de México, tomo 10, Reforma, Imperio, República. Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. México, 1978)

viernes, 19 de octubre de 2018

Guerra de castas

   
Corrido de los indios mayas con el Veintiocho Batallón

(Anónimo)
Voy a cantar un corrido
pero no crean que es de amor,
es un corrido de historia
del Veintiocho Batallón.
Este corrido de historia,
lo compuso un buen soldado,
perdonen lo mal forjado,
porque le falta memoria.
Yo ya me voy, yo ya me voy,
quédate con Dios, trigueña,
porque ya los indios mayas
están sirviendo la leña.
Año de mil novecientos
a veintiuno de febrero,
peleó el Veintiocho guerrero,
como famoso valiente.
A veintiuno de febrero,
que fue lo que aconteció,
ese Veintiocho valiente
a los indios derrotó.
Cuando el Veintiocho salió,
para el camino de Okopo
con su jefe David Nose,
que a la cabeza marchó.
Yo ya me voy, yo ya me voy,
con mucho gusto,
porque ya los indios mayas,
se están muriendo del susto.
Cuando el fuego se rompió
los indios nomás gritaban,
pero el Veintiocho valiente,
puras balas les echaba.
Yo ya me voy, yo ya me voy,
me voy pa´Guadalajara,
porque los indios no quieren
la gorda tan martajada.
Luego que los indios vieron,
que las balas les quemaban,
dieron media vuelta luego,
y hasta las gordas dejaban.
A los primeros balazos,
Jesús Domínguez cayó
que así llamóse el soldado
que en el combate murió.
Cuando el subteniente Lauro,
ya la sangre le corría,
porque la herida tenía
en la inmediación del cráneo.
El subteniente decía,
que nada le había pasado,
pero sí, a los pocos días,
quedó el pobre sepultado.
Bravo de pronto llegaba
y el campo se levantó,
mandó poner la lumbrada,
y a los indios los quemó.
Yo ya me voy, yo ya me voy,
al otro lado del mar,
que ya no tienen los indios,
ni camino que agarrar.
Ignacio Bravo, el valiente,
los indios hacía correr,
y como buen combatiente,
nunca se le vio agobiado.
Yo ya me voy, yo ya me voy,
me voy para Veracruz,
que ya perdieron los indios,
del pueblo de Santa Cruz.

Yo ya me voy, yo ya me voy,
por el tiempo del invierno,
porque los indios mayas,
están mirando el infierno.
con esta y no digo más,
tremolando mi bandera,
porque al Veintiocho en la guerra
no le han ganado jamás.
Ya con ésta me despido,
al pie de mi batallón,
que aquí se acaba el corrido
del Veintiocho Batallón.
Iniciada en 1847, momento en que Yucatán se hallaba separado de la Federación, la llamada Guerra de Castas de Yucatán, involucró a gran parte de los miembros de la etnia maya en contra de los blancos, mestizos y sus aliados indígenas.

A pesar de la dura represión por parte de los blancos y sus aliados, los Mayas continuaron la guerra, abastecidos en la colonia Británica de Belice, mientras que en 1848, el gobernador Barbachano decretó la reincorporación del estado de Yucatán a la Nación Mexicana, lo que aseguró la participación del Estado Mexicano en el conflicto, así los blancos y sus aliados lograron recuperar parte del territorio yucateco que los mayas habían conseguido con la guerra.


Algunos tratados con los mayas pacificaron a una parte de estos, durante las décadas de: 1850 y 1860, quedando aislado el principal foco de rebelión en lo que hoy es el estado de Quintana Roo, al sureste de Yucatán.


En 1893, el Tratado Spencer-Mariscal, entre México y la Gran Bretaña, definió los límites entre Yucatán y Belice y comprometió a los ingleses a suspender la ayuda a los guerreros Mayas, quienes, independientemente, habían establecido su propia capital en Chan Santa Cruz.


Ante la gran resistencia de los Mayas, el Gobierno del general Porfirio Díaz dispuso fuerzas federales para reprimir y acabar con la guerra de los Mayas.


La relación que nos da el corrido, es sobre la victoria que tuvo el Veintiocho Batallón, dirigido por David Nose, sobre los guerreros Mayas, en el poblado de Chan Santa Cruz, donde los Mayas se habían concentrado. La acción del Veintiocho Batallón contra los indios Mayas tuvo lugar el 21 de febrero de 1901.


Fue hasta el 4 de mayo cuando el general Ignacio A. Bravo llegó a Chan Santa Cruz con los batallones: Sexto, Séptimo y Décimo y los anexó al Veintiocho. Por la acción de Chan Santa Cruz, Ignacio A. Bravo recibió una espada de honor y Chan Santa Cruz recibió el nombre de Santa Cruz de Bravo. El nombre actual de Chan Santa Cruz es Felipe Carrillo Puerto.


Luego de la acción de Chan Santa Cruz, el general Victoriano Huerta, con el Tercer Batallón de Infantería continuó la guerra de exterminio de los últimos reductos de la Rebelión Maya.


La Campaña contra los Mayas concluyó hasta 1904 y como resultado de la misma, la división política de Yucatán se modificó creándose el Territorio de Quintana Roo, segregado del estado de Yucatán.


(Tomado de: Antonio Avitia Hernández- Corrido Histórico mexicano (1810-1910) Tomo I)