Mostrando las entradas con la etiqueta ganaderia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta ganaderia. Mostrar todas las entradas

viernes, 27 de septiembre de 2024

El Bajío, cuna de la insurgencia

 


Cuna de la insurgencia 

La fértil región que se extiende al norte de Michoacán y Querétaro se le llama el Bajío. Es una zona de llanuras templadas, donde a una primavera seca sigue un verano de fuertes lluvias. Estas características, y sus fértiles tierras negras, permitieron el desarrollo de los cultivos de maíz, trigo, cebada y grandes pastizales para la ganadería. Durante su viaje por la Nueva España, en 1803, Humboldt quedó admirado ante la fertilidad de las tierras de Silao, León y Celaya, que le recordaron "los campos más atractivos de Francia”.

A mediados del siglo XVIII, el Bajío era ya una próspera frontera entre la ganadería y la minería del norte del país y las grandes haciendas de los valles centrales. Esta condición de zona intermedia aceleró el mestizaje, introdujo formas más complejas de propiedad y propició actividades económicas diversas: agricultura, ganadería, industria textil, minería. El impulso en estas áreas desató un proceso de relativa urbanización y aumento de la población a mediados del siglo. En 1790, en Guanajuato, donde se hallaba la mina de la Valenciana, la producción de plata sobrepasó los cinco millones de pesos, mientras que los habitantes de la ciudad y sus alrededores sumaban ya unas 55,000 personas. 

La agricultura del Bajío presentaba una gran complejidad en las formas de posesión de la tierra. A diferencia del norte de la Nueva España, las haciendas coexistían con ranchos, estancias y pueblos de indios. La mayoría de las haciendas eran trabajadas por peones, arrendatarios, aparceros y precaristas. En 1793, en la región había 1,076 ranchos y unas 448 haciendas, de manera que a fines del siglo XVIII el rancho era la forma de propiedad agraria más común. Sus pequeños propietarios, los rancheros, como la mayoría de los arrendatarios, eran mestizos o criollos, constituían un grupo social sumamente dinámico. Luis González ha señalado que esos rancheros sentían "la idolatría de la tierra", un regionalismo muy acentuado. 

La riqueza, la variedad económica y la integración racial y cultural hicieron de esta región un modelo del nuevo medio social que se estaba formando en la Nueva España: más mestizo que criollo. Sin embargo, ese dinamismo fue afectado por los fenómenos climáticos que en 1785-86, 1789 y 1790 provocaron carestías y escasez de granos muy severas. Por ese motivo, tan sólo en 1786 murieron 85,495 personas en la intendencia de Guanajuato. Rancheros independientes y jornaleros tuvieron que abandonar sus cultivos y trabajar como aparceros o peones en las haciendas cercanas. En Charco de Araujo, una hacienda próxima al pueblo de Dolores el número de labradores arrendatarios aumentó bruscamente hacia 1795. La inseguridad, la dependencia y la pobreza condujo a esos campesinos a rebelarse, unos años más tarde, en contra del poder colonial. Muchos de ellos, siguiendo la voz del cura Hidalgo, gritaron: ¡Viva el rey Fernando VII! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno!


(Tomado de: Florescano, Enrique y Rojas, Rafael - El ocaso de la Nueva España. Serie La antorcha encendida. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V. 1a. edición, México, 1996)

jueves, 1 de agosto de 2024

Nueva España, miseria en la abundancia



Miseria en la abundancia 

La agricultura y la ganadería novohispanas proporcionaron los productos básicos que alimentaban a sus pobladores: maíz, trigo, frijoles y carne. Desde principios del siglo XVII, ambas actividades se fueron concentrando en grandes latifundios en el centro y en el norte del reino. La expansión territorial de las haciendas del centro se hizo a expensas de los pueblos de indios. Los indígenas no solo perdían sus tierras, sino que eran obligados a trabajar en las haciendas cercanas mediante los repartimientos forzados que ejecutaban los corregidores. En 1632 la corona decidió suprimir el repartimiento forzoso de trabajadores y dispuso que éstos pudieran alquilarse en las haciendas a cambio de un jornal que se pagaba con dinero, o con ropa,comida, vivienda o el permiso de cultivar pequeñas parcelas. De este modo, las grandes haciendas contaron, por primera vez, con una fuerza de trabajo disponible durante todo el año. Estos trabajadores que carecían de libertad de movimiento, eran conocidos como "peones acasillados”.

Las haciendas se convirtieron en las principales abastecedoras de los centros urbanos y mineros. Alrededor de la ciudad de México se fue expandiendo un cinturón de haciendas. Al mercado de la capital llegaban azúcar, algodón, cacao y las frutas de la tierra caliente, los productos costeros de Veracruz y el Pacífico, el trigo y el maíz de Puebla y el Bajío, y las lanas, ovejas, carneros y reses del norte. También en las cercanías de las grandes minas en Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí, Parral y Pachuca surgieron haciendas de cultivo y estancias ganaderas. Desde mediados del siglo XVII, la demanda de los centros mineros y las ciudades permitió que grandes áreas, como el Bajío y los alrededores de Guadalajara, se dedicaran a la producción agropecuaria. 

El desarrollo de la agricultura dependió siempre de las alteraciones climáticas. Los años de lluvias abundantes y regulares producían buenas cosechas, pero en tiempos de sequías, heladas, granizadas o lluvias escasas, la oferta de maíz, trigo y carne no alcanzaba a satisfacer la demanda. Los hacendados evitaban vender sus productos en los meses inmediatos a la cosecha, conservándolos en graneros y trojes bien acondicionados. En los años de 1720-21, 1741-42, 1749-50, 1770-71, 1785-86, las cosechas fueron malas, hubo escasez general de granos y un aumento en los precios. Sólo los grandes hacendados, que poseían las tierras más fértiles y los mejores graneros, lograban colocar sus productos en el mercado. Así, mientras la mayoría de la población era sacudida por el hambre, la carestía, las epidemias y el desempleo, los terratenientes imponían la "ley de los precios" y obtenían grandes ganancias. 

Durante las crisis agrícolas más severas del siglo XVIII, los precios del maíz y el trigo aumentaron hasta un 300 por ciento. En el verano de 1786 -"el año del hambre"- la fanega (55.5 litros) de maíz llegó a venderse en 48 reales (un peso equivalía a 8 reales). El salario máximo de los peones apenas rebasaba los 4 pesos mensuales, es decir, 32 reales. En agosto de 1810, unos días antes del Grito de Dolores, el precio del maíz había subido a 36 reales por fanega. Muchos de los seguidores del padre Hidalgo fueron campesinos pobres, acosados por los altos precios y el hambre. 



(Tomado de: Florescano, Enrique y Rojas, Rafael - El ocaso de la Nueva España. Serie La antorcha encendida. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V. 1a. edición, México, 1996)

jueves, 29 de junio de 2023

Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría III Nuevo México


Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría III


Nuevo México


El modelo texano de subordinación económica de los mexicanos se extendió hacia el oeste hasta la región granera y ganadera del este de Nuevo México, todavía conocida como "Pequeño Texas". Cuando los grandes ganaderos comenzaron a cercar sus tierras y alejar a los anglos y a los mexicanos que se dedicaban a la cría de ovejas, se generó suficiente fricción como para producir las famosas guerras del Condado de Lincoln de 1869 a 1881. Algunos mexicanos lograron retener sus propiedades, aunque el abuso del pastoreo en casi todas las zonas de Nuevo México había perjudicado esa forma de actividad económica mucho antes de 1900.


Nuevo México entró al período de colonización de los anglos, con su población mexicana concentrada en tres tipos de áreas habitadas: poblados militares y administrativos (como Santa Fe y Albuquerque), grandes ranchos y un número considerable de poblaciones pequeñas. Casi todas las poblaciones dependían en gran medida de la ganadería y de la agricultura. Debido al aislamiento y a las continuas guerras con los indios, la penetración de los anglos fue muy lenta; en 1848 vivían en este territorio 60,000 habitantes, prácticamente todos ellos mexicanos. La mayoría habitaba dentro de un radio de 80 kilómetros de Santa Fe o aguas arriba de los ríos Grande y Pecos. Los habitantes de habla española de Nuevo México, a diferencia de los de la frontera de Texas, tenían una amplia variación de estructuras sociales y un grupo gobernante bien establecido, hábil en todos aspectos, e interesado por retener la hegemonía. En esta forma la legislatura territorial estuvo dominada por "hispanoamericanos" (miembros de no más de 20 familias prominentes), desde su establecimiento, hasta que en 1912 Nuevo México se convirtió en estado. Durante 64 años se mantuvo una alianza entre los españoles acaudalados y algunos intereses anglos de la banca, la ganadería y los ferrocarriles, misma que controló eficazmente la vida política por medio del tristemente célebre Santa Fe Ring (Círculo de Santa Fe). [El Círculo de Santa Fe fue una alianza de intereses mexicanos y anglos que dominó la vida económica y política de Nuevo México durante un período posterior a la Guerra Civil].


La mayoría de los recién llegados residentes de Nuevo México vivía a distancia considerable de la frontera y no sufrió muchas molestias ni por la guerra casi permanente, ni por las invasiones armadas del sur de Texas. Hasta la llegada de los ferrocarriles, el movimiento a través del territorio no fue fácil en ninguna dirección y solo hasta 1886 fue relativamente fácil pasar de un lado a otro de la frontera, porque los invasores apaches controlaban grandes extensiones de esta área.


Sin embargo, los cambios económicos desintegraron rápidamente esta pequeña y extrañamente aislada sociedad mexicana. Para el año de 1900, el abuso de las tierras de pastoreo, la erosión, la integración de grandes ranchos, la continua división de tierras entre herederos y la asignación de tierras de pastoreo para uso federal (ferrocarriles, fundos de poblaciones y bosques nacionales) forzaron a muchos, quizás a todos los agricultores y ganaderos en pequeño, a convertirse en jornaleros. Al mismo tiempo, algo de inmigración procedente del oeste de Texas, aumentó la disponibilidad de mano de obra e hizo que bajaran los salarios. En esta forma, antes de la vuelta del siglo, el habitante de los pueblos de Nuevo México estaba esforzado en una lenta lucha, sin esperanza, contra la indigencia. No se llegaría a sentir todo el efecto de estos fenómenos durante algunas generaciones, pero la decadencia de la cría de ovejas era obvia; esta primera y tradicional actividad de los mexicanos de Nuevo México estaba desapareciendo y, con ella, una forma muy antigua de organización social.


Nuevo México desarrolló muy lentamente la discriminación y el aislamiento de la minoría mexicana. Como escribe Nancie González: "Los casamientos entre hombres anglos y mujeres mexicanas eran bastante frecuentes y no estaban restringidos a ninguna clase social. Ocurrían a menudo fusiones de negocios y comercios entre anglos y mexicanos; en la política, las coaliciones de anglos y mexicanos actuaban juntas en los partidos políticos importantes." Pero hay evidencia de que este espíritu tolerante empezó a cambiar en 1900, cuando llegaron más pobladores norteamericanos, e importantes intereses ganaderos, mineros y de transporte. En 1881, las nuevas líneas férreas que con gran eficacia abrieron el territorio, permitieron que docenas de poblaciones aisladas establecidas por empresas privadas, explotaran los cuantiosos recursos mineros de Nuevo México con mano de obra mexicana. Los nuevos mercados de lana, carne y cueros, abiertos por los ferrocarriles, aceleraron la consolidación de ranchos más grandes y eficientes. El proceso de cercar las propiedades acabó lentamente con los criadores de ovejas y los ganaderos en pequeño. Las mismas fuerzas que entrañaban oportunidad económica para las grandes empresas de los anglos, estaban llevando a una porción considerable de mexicanos a la condición de minoría dependiente.


I Introducción 

II Texas

III Nuevo México 


(Tomado de: W. Moore, Joan - Mexicanos en Estados Unidos (historia de una minoría). Cuadernos Mexicanos, año II, número 92. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)

jueves, 25 de mayo de 2023

Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría II Texas


Mexicanos en Estados Unidos, historia de una minoría II

Texas

La frontera original de los pobladores mexicanos en Texas no se extendía más allá del Río Nueces; al norte y al este de este río los hostiles comanches impedían que se avanzara más. Había bastantes poblaciones mexicanas, hasta en la peligrosa zona situada entre el Río Grande y el Río Nueces, pero la mayoría de los mexicanos (probablemente el 80%) habitaba en el valle del bajo Río Grande y en las ciudades ribereñas, y El Paso era la ciudad importante ubicada más al oeste. En las hoy ciudades texanas como Starr, Zapata, Cameron e Hidalgo vivieron estos primeros pobladores por millares. En el oeste y el sur de Texas, la población aumentó rápidamente de 8,500 en 1850 a 50,000 en 1880 y 100,000 en 1910, a pesar del temor y el dislocamiento causado por las muchas guerras, pequeñas y grandes. Durante un episodio de la guerra Cortina, en 1859, una franja de la parte baja de Texas, de 240 km de largo por 80 a 120 de ancho, fue invadida y devastada por jinetes mexicanos. Texas también fue la única porción de la zona fronteriza que estuvo seriamente comprometida en la Guerra Civil.

La economía de la región dependía del gran rancho ganadero, pero con una modalidad primitiva, común en los estados fronterizos, basada en la propiedad del ganado, más que de la tierra. Después de la anexión de Texas, los anglos asumieron fácilmente su papel de terratenientes (entre 1840 y 1859 todas las concesiones mexicanas, con la excepción de una en el condado de Nueces, pasaron a manos de los pobladores anglos (anglosajones). Había peones mexicanos dispuestos a trabajar en estos ranchos. Mientras tanto, surgió una serie de poblaciones mercantiles a lo largo del Río Grande: Brownsville, Dolores, Laredo, Río Grande City, Roma) para manejar las necesidades comerciales del área. Aunque estas poblaciones ribereñas tenían residentes anglos y europeos, la mayoría estaba formada por mexicanos. Aquí aparecieron elementos mexicanos de clase media que iban a tener importancia en el futuro, cuando empezó a anglicanizarse más el Río Grande. El cambio tuvo lugar con mucha lentitud; en 1903, Brownsville tenía únicamente... 7,000 habitantes, mexicanos en su mayoría. En esa época, Corpus Christi todavía no era puerto de altura y tenía únicamente 4,500 habitantes. En mayor grado todavía, predominaban numéricamente los mexicanos en el Valle del Río Grande y en las poblaciones ribereñas.

Sin embargo, los grandes ranchos de ganado bovino y ovino del sur y del este de Texas, se cercaron poco después de la invención del alambre de púas, en 1875. Cercar una propiedad tenía mucha importancia, porque el fraccionamiento de los ranchos, antes casi irrestrictos, alejaba a un gran número de pequeños y medianos hacendados, tanto mexicanos como anglos, que poseían ganado, pero no tierras. Pocos años después, el cultivo del algodón se trasladó lentamente del este al sur de Texas, al continuar un movimiento hacia el oeste, donde había las tierras baratas que desde antes caracterizaban a las zonas algodoneras. En vista de que el algodón requiere mucha mano de obra y entonces ya no había esclavos negros que siguieran las nuevas plantaciones hacia el oeste, la consecuente demanda de jornaleros o arrendatarios para cultivar algodón fue tan grande que fijó, casi como en su forma moderna, el destino económico del inmigrante mexicano y del antiguo poblador mexicano de Texas. Unos cuantos mexicanos lograron adquirir la propiedad de la tierra que trabajaban, pero no fueron muchos.

En 1890 el cultivo del algodón en el corazón del sur de Los Estados Unidos estaba bien establecido en el condado de Nueces. Los atractivos precios para adquirir buenas tierras algodoneras, las utilidades altas, logradas al desmontar y cultivar las antiguas tierras de pastoreo, y la disponibilidad de mano de obra barata procedente del otro lado de la frontera, en pocos años llevó a la ruina a casi todos los viejos ranchos ganaderos del sur de Texas. Para el año de 1900 ya se había definido al trabajador mexicano, en los medios rurales y urbanos de Texas, como un ser inferior, miembro de una raza distinta, sin derecho a igualdad social, educativa ni política. Los vestigios de la igualdad del mexicano sobrevivieron en forma limitada solo en algunas poblaciones comerciales del Valle del Río Grande donde prevalecía una mayoría de mexicanos.


I Introducción 

II Texas

III Nuevo México 


(Tomado de: W. Moore, Joan - Mexicanos en Estados Unidos (historia de una minoría). Cuadernos Mexicanos, año II, número 92. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)