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lunes, 7 de marzo de 2022

El enemigo público número uno de México

 


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El enemigo público número uno de México

En la década de 1980 la sociedad recibió la noticia de un asalto de banco, pocos días después de otro que había sido llevado a cabo con el mismo estilo: espectacular, atrevido, violento y despreocupado. Ambos casos incluían un descarado desafío a la Policía.

El nombre del autor de ambos asaltos era Alfredo Ríos Galeana, de quien empezó a oírse en todos lados y sobre quien comenzaron a correr cientos de rumores. Para el momento de su aparición, Ríos Galeana ya era algo conocido: en los años setenta había sido comandante del temido Barapem (Batallón de Radio Patrullas del Estado de México), disuelto por órdenes del gobernador en turno a causa del gran número de quejas que habían sido pronunciadas por las arbitrariedades cometidas. 

Fue al quedarse sin trabajo, dicen los que saben, que Ríos Galeana organizó una banda delictiva para continuar con sus actividades ilícitas, pero ahora en forma privada. Sus conocimientos policiales le permitían estar siempre un paso adelante de sus perseguidores, aunque según el rumor, esto lo lograba gracias a que tenía infiltrados todos los cuerpos del orden.

La fama de Ríos Galeana, por supuesto, creció con cada golpe que asestó su organización que, según la gente, estaba compuesta por despiadados y sanguinarios asesinos, todos los cuales portaban armas de oro. En total, la banda de Ríos Galeana asaltó veintisiete bancos en un periodo de siete años, de 1981 a 1988. Y se dice que se sabía tan bueno que hasta tenía el descaro de advertir a la Policía sobre sus próximos robos.

La presión política y el asesinato de policías obligaron a los altos mandos a perseguir a Ríos Galeana como si se tratara de una fiera salvaje escapada de un zoológico. Tantos fueron los esfuerzos que lo detuvieron en varias ocasiones, aunque siempre era para verlo escapar. La primera vez fue en 1983, la segunda en 1984 y la tercera en 1985. Esta última la Policía lo encerró en el Reclusorio Sur, de donde Ríos Galeana escapó cuando diez de sus cómplices lanzaron una granada de mano en medio del tribunal que lo condenaría.

Así, la leyenda creció y creció, y con ella los rumores: se llegó a decir que Ríos Galeana había usurpado la personalidad del famoso cantante vernáculo conocido como el Charro del Misterio, que imitaba encapuchado a Javier Solís. Mientras tanto, su carrera delictiva continuaba en la ciudad de México y en los estados vecinos. Para entonces ya se le acusaba de robo, asociación delictuosa, porte y acopio de armas, homicidio, falsificación, evasión de presos y ataques sexuales.

Ríos Galeana cometió su único error a los sesenta y ocho años. Refugiado en Los Ángeles, California, decidió sacar una licencia de conducir. La Policía de esa ciudad lo detuvo y lo denunció ante su homóloga mexicana. Hasta ese momento, en 2005, había vivido en Estados Unidos casi veinte años, sin mayores sobresaltos ni preocupaciones, con los hábitos de un hombre de familia, como correspondía a un miembro de su congregación anglicana. El hombre de los mil rostros, por las cirugías plásticas a las que se sometió para evadir a la justicia, finalmente fue atrapado. A pesar de su edad avanzada, quienes lo consideran el enemigo público número uno de México siguen esperando oír que Ríos Galeana acaba de escapar de la cárcel. [murió el 4 de diciembre de 2019].


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)

lunes, 10 de enero de 2022

El santo de los narcotraficantes y de los jodidos

 


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El santo de los narcotraficantes y de los jodidos

Se llama Jesús Malverde y, dice el rumor, fue un bandolero generoso que ayudaba a los más necesitados, una especie de Robin Hood que le quitaba a los hacendados y le daba a los pobres. Tiene levantadas varias capillas dentro y fuera de México, en las que aparece junto a las imágenes de San Judas Tadeo, Juan Soldado y la Santa Muerte, protectores de quienes se dedican a las actividades ilícitas, pero también al lado de la universal Virgen de Guadalupe. Se le representa como un hombre alto y fuerte, de bigote y cejas espesas y negras, con la mirada generosa del que está seguro de sí mismo y peinado como Pedro Infante: un típico galán norteño.

Malverde nació, dicen por ahí, en 1888 en el estado de Sinaloa. Su fama como santo encuentra origen en su propia muerte, cuando fue herido por la Policía con un tiro que le causó una herida en la pierna y que se infectó hasta causarle la gangrena de la extremidad. Antes de morir, Malverde le pidió a su mejor amigo que lo entregara y que cobrara la recompensa, para que pudiera distribuir ese dinero entre la gente más pobre de la región.

Así, el rumor sobre Malverde se suma a los de otros ladrones emblemáticos, como Chucho el Roto. Entre los incontables milagros que se le atribuyen al santo de los malandrines, está el que asegura que el día mismo en que el capo Julio Escalante ordenó el asesinato de su hijo, quien había osado hacer negocios sin consultárselos. Malverde intervino para salvar al muchacho, que fue rescatado por unos pescadores de las aguas donde lo habían lanzado.

En recuerdo del día que murió, el 3 de mayo de 1909, sus devotos se vuelcan a las capillas y le ofrendan desde camarones hasta piedras, que recuerdan la forma en que el pueblo dice haberlo enterrado, cubriendo su cuerpo con rocas, pues las autoridades prohibieron darle cristiana sepultura.

La Iglesia católica no acepta su santidad, puesto que no hay registros probables de su vida y menos aún de que haya hecho milagros. También los historiadores cuestionan su existencia, atribuyendo sus aventuras a otra persona, llamada Jesús Juárez Mazo. Sin embargo, el director del Archivo Histórico de Sinaloa, Gilberto López Alanís, encontró en el año 2004, en los archivos del Registro Civil de Culiacán, un acta de nacimiento de 1888 que corresponde a un niño llamado Jesús, hijo de Guadalupe Malverde. El acta dice: "En Culiacán, a 5 de marzo de 1888, el juez del estado civil de esta capital hace constar que el encargado del registro civil de esta capital de Paredones ha remitido a este Juzgado un acta del tenor siguiente: En Paredones, a 15 de enero de 1888, ante mí, Marcelino Zazuela, compareció el C. Cecilio Beltrán, mayor de edad, soltero, jornalero y de esta vecindad, y presentó un niño vivo, nacido en este lugar hoy a las 5 de la mañana, a quien se puso de nombre Jesús, hijo natural de Guadalupe Malverde, mayor de edad, soltera, y de este punto. Fueron testigos de este acto los CC. Cipriano y Tiburcio Espinoza, mayores de edad, solteros, jornaleros, y de este don. La presente acta interesada exponente y testigos manifestaron su conformidad, ratificaron su contenido, no firmado, por no saber".

Lo indudable es que el pueblo, especialmente los que ponen en riesgo su vida o van a cruzar la frontera con Estados Unidos, se encomienda a este bandido generoso o ángel de los pobres. Y que también los connotados narcotraficantes Rafael Caro Quintero -que como sabemos ofreció pagar la deuda externa-, Ernesto Fonseca Carrillo, don Neto; Miguel Ángel Félix Gallardo, el Padrino; y Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, fueron o son sus fieles devotos.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)


jueves, 25 de noviembre de 2021

El hombre que quiso pagar la deuda

 


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El hombre que quiso pagar la deuda

Aunque nadie lo crea, hasta hace un par de décadas no era común ser un narco famoso. Aunque ya se les adoraba en los pueblos abandonados del norte de México, tanto por sus gestos caritativos como por su condición de grandes empleadores, sus figuras no eran las de los actuales personajes mediáticos. Antes los narcos no tenían corridos ni hacían alarde de su agitado tren de vida.

Rafael Caro Quintero fue uno de los primeros grandes narcotraficantes, y como sucedía con todos estos personajes, su vida fue también motivo de un sinnúmero de rumores. En el imaginario colectivo la figura del líder del cártel de Guadalajara, junto a Ernesto Fonseca, don Neto, es la primera en venir a la mente cuando de nombrar a un narco se trata. Segundos después se remata, en honor a él y al rumor que lo hizo famoso, señalando que ese compa ofreció pagar la deuda externa, ¿será?

Hombre inmensamente rico, Caro Quintero supo leer como nadie los huecos de la corrupción del sistema. En realidad, tuvo que ser detenido por la Policía de Costa Rica, que pensaba que estaba cometiendo un secuestro, pues en nuestro país era intocable. Sólo al ser informados por el gobierno mexicano, la Policía tica supo que había detenido al tercer hombre más buscado por la DEA.

Caro Quintero fue arrestado el 4 de abril de 1985. Se encontraba con su novia, hija del entonces gobernador de Jalisco, Sara Cossío. Su desgracia no fue la ley en México sino los excesos de algunos de sus lugartenientes que decidió matar a un agente de la DEA. Al poco tiempo, sus protectores se vieron obligados a desampararlo.

Orador magnífico, Quintero otorgó una genial entrevista al reportero Pérez Verdugo, en tu que aclaró que en efecto era narcotraficante, pero que no sabía por qué cargo se le había detenido. Aseguró, además, que era parte de una red que cruzaba en línea vertical hasta el Negro Durazo y López Portillo. Dijo que, por favor, los mexicanos no fuéramos doble cara y que mejor lo dejáramos trabajar en paz; si lo hacíamos, juró, pagaría la deuda externa.

Dijo: "Aléjenme de esos pinches ratas del gobierno y en unos años yo pago la deuda".

Por desgracia ganó la doble cara. Nunca sabremos si el rumor de que Caro podía pagar la deuda era cierto, pero si lo hubiéramos dejado, por lo menos le hubiera dado una buena abonadita.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)


jueves, 14 de octubre de 2021

¿Quién protegió a Fidel Castro en México?

 


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¿Quién protegió a Fidel Castro en México?


Fidel Castro había peleado contra el dictador Batista en el cuartel Moncada en 1953, por lo que tiempo después se asiló en México, quizás bajo la protección tradicional que este país daba a los perseguidos políticos, aunque no está claro si existió un trámite formal para ello.

Una vez en México, donde permaneció entre 1955 y 1956, y donde conoció al Che Guevara, se dedicó a organizar la revolución cubana. Para disimular sus actividades subversivas trabajaba como fotógrafo ambulante, actividad de la que difícilmente podría haber obtenido dinero para mantenerse, adquirir las armas necesarias, los lugares de entrenamiento y el barco Granma que lo condujo hasta Cuba, junto con su cuerpo de expedicionarios.

Para entonces, tanto Batista como el dictador Trujillo, de la Repùblica Dominicana, tenían espías en México que se reunían con agentes de inteligencia del país en el café La Habana, situado en el centro de la ciudad, y en el restaurante Los Pinos, en la colonia Noche Buena, al sur de la metrópoli. Allí intercambiaban información. Parecería prácticamente imposible que, por lo tanto, los espías cubanos no supiesen de las intenciones de Fidel Castro. Vale la pena, por tanto, preguntarse quién o quiénes protegían o protegieron al revolucionario.

Los rumores dicen que a Castro lo protegía el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, destacado miembro de la Federal de Seguridad, policía política del gobierno mexicano. De hecho, Fidel Castro y Gutiérrez Barrios mantuvieron una buena amistad hasta que el entonces senador por Veracruz murió, en el año 2000. Ese mismo año, el espía cubano Jorge Maseró señaló a Gutiérrez Barrios, "el sabueso del sistema", como el personaje que avaló las operaciones clandestinas que los guerrilleros llevaron a cabo en México. Y aseguró, además, que éste protegía y apoyaba a diversos cubanos desde la nómina del gobierno mexicano, amén de que se hizo de la vista gorda ante lo que los revolucionarios realizaron durante su estancia en el país.

Don Fernando también aparece en los documentos desclasificados de la CIA como el agente mexicano que apoyó a Castro y al Che, por lo que se puede suponer que trabajó coordinadamente con ellos. Hay quienes llegan a decir incluso que fue Gutiérrez Barrios quien consiguió las armas que fueron transportadas en el Granma.

Castro poco ha hablado de su etapa en México, apenas lo ha hecho de manera anecdótica. Lo que es un hecho es que, en la oficina de Gutiérrez Barrios, hasta el último día de su vida, podía verse, sobre el escritorio del veracruzano, un retrato del ex presidente cubano.

El rumor, señalemos por último, también asegura que las armas con que se hizo la Revolución se guardaban en el fondo de una alberca en una residencia del Pedregal, en la ciudad de México, y que el campo de entrenamiento de los guerrilleros estaba protegido por agentes de la Federal de Seguridad.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)




jueves, 16 de septiembre de 2021

Todo en Fidel era discreción

 

(Caricatura por Naranjo)

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TODO EN FIDEL ERA DISCRECIÓN... INCLUSO LA MUERTE

"El que se mueve no sale en la foto", ésta es, sin lugar a dudas, una frase perfecta para entender la figura de Fidel Velázquez, quizás uno de los líderes sindicales sobre los que más rumores se han creado. Que si se dormía en las conferencias, que si fue de ultraizquierda durante su juventud, que si amenazaba a los presidentes de la República con pararles el país, que si fue amante de las más bellas actrices mexicanas.

Hombre de disciplina radical, Fidel Velázquez representa como nadie al sistema político mexicano. Orador magnífico, fue líder de la CTM hasta su muerte, sucedida varios años después de lo esperado. Fue un hombre con un poder absoluto, capaz de amagar huelgas nacionales sin llegar jamás a una, dando a cada régimen lo que éste requería: disciplina, sometimiento, acarreados, cuerpos de choque. Destruyó el sindicalismo blanco y ahuyentó lo que él mismo llamaba "el fantasma comunista".

Pero si hubo un rumor que corrió sobre su humanidad fue el de su muerte. A Fidel Velázquez lo mataron muchos y muchísimas veces. Pero siempre, o casi siempre, resucitó.

La primera vez que lo enfermaron de muerte fue cuando tenía treinta años antes de que ésta sucediera. Todos los años el rumor sobre su delicado estado de salud aparecía no sólo en la prensa sino en las valoraciones políticas de los altos mandos, quienes debían preparar el cambio, acercarse a nuevos interlocutores, temer la desbandada obrera. Pero, como él lo dijo alguna vez en una entrevista, "la muerte es algo que tengo superado".

"Están ustedes hablando con un muerto", farfullaba en el interfón Fidel Velázquez Sánchez cuando se burlaba de los reporteros que corrían tras el enésimo rumor de su muerte.

Año tras año seguía ahí, y el rumor partía de nuevo: todas las enfermedades posibles, todos los desencuentros con grandes figuras, y él seguía ahí. Tan igual, que se llegó a decir que sólo tenía un traje, aunque en realidad tenía sesenta iguales.

Fiel a su partido, Fidel apareció en cuanto acto político fue necesario: ceremonias, asambleas, conferencias... ciertamente siempre vestido con el mismo traje oscuro, lentes negros, bien peinado. Hombre de fino sentido del humor, decía: "[Esos rumores] no me debilitan, me dan fuerzas porque he de tener poder para poder resucitar". En 1997 se cansó de vivir, y como siempre los tiempos son peores,: se perpetuó en la Güera Rodríguez Alcaine, su versión empeorada, que nos recuerda aquella frase del legendario Murphy: "Todo siempre puede ir a peor".

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)





lunes, 16 de agosto de 2021

La Paca, el rumor hecho política pública

 


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La Paca, el rumor hecho política pública

No es que los oráculos hayan

dejado de hablar, los hombres

hemos dejado de escucharlos.

Lichtenberg.

La Paca diagnóstico la esquizofrenia nacional; eso debemos agradecérselo. Ella, que no tenía más que los huesos de su consuegro, y el aval de las vibraciones extrasensoriales, se convirtió, por muchos días, en la prueba más sólida del crimen de Francisco Ruiz Massieu, pero sobre todo dejó en claro lo que ya sabemos: que en este país hace mucho que nos abandonó un mínimo de cordura. El Estado mexicano se presentó por fin ante el tribunal de la demencia. La actuación de la Paca es el lado amable de una trama que no puede ser llevada al cine por exagerada, donde la brutalidad, ineptitud, el cinismo y el crudo humor son llevados a rango de política pública, avalados en conferencia de prensa por el subprocurador Pablo Chapa Bezanilla, y desmentidos en conferencia de prensa por el mismo subprocurador Pablo Chapa Bezanilla.

Francisco Ruiz Massieu, entonces secretario del PRI, y cuñado de los hermanos Salinas, fue ejecutado a mansalva en la ciudad de México. Lo que devino al crimen fue fascinante. Raúl Salinas, hermano del ex presidente, fue detenido como presunto autor intelectual del asesinato de su cuñado. En ese mismo momento, el presunto cómplice, el diputado Muñoz Rocha, desapareció hasta el día de hoy. Rumores de todo tipo hicieron de él una especie de ¿Dónde está Wally? versión judicial, que igual lo hacían en Bangkok tomando un crucero, que escondido en San Pablo de las Tablas. Su figura se convirtió en la identidad de lo impune "porque estás más desaparecido que Muñoz Rocha", espetó la pícara Tía Graciela.

Se había logrado logrado el enredo suficiente para no saber qué tantas pruebas se tenían. Aunque la historia sonaba tan convincente conociendo al personaje, eran necesarias otras con las que se formalizaría al presunto autor intelectual por un nuevo crimen, el colofón con doble destinatario. Fue así que, en una memorable conferencia de prensa, el subprocurador Chapa Bezanilla optó por abandonar la teleserie para meterle carácter de superproducción y aventurar la llave de las siete puertas.

La Paca -por cuyas mentiras recibió de manos de Chapa Bezanilla cuando menos un millón de pesos provenientes de bienes asegurados de la PGR- declaró ministerialmente que un muchacho "que inmediatamente desapareció" le entregó un sobre cerrado que contenía un escrito de cuatro cuartillas, en el que "una persona" explicaba que decidió "revelar lo que sabía sobre el asesinato" de Muñoz Rocha; que lo hacía porque "el país está sumido en injusticias y, como patriota que soy, te autorizo a que des mi relato a la Procuraduría". Naturalmente, el anónimo no era tan anónimo, había sido escrito por el novio de la Paca, Ramiro Águila Lucero, un pobre diablo que dijo haber sido testigo de la escena en que Raúl Salinas de Gortari "mató" a batazos al desaparecido legislador Manuel Muñoz Rocha, el siniestro "eslabón perdido" de la conspiración para asesinar al ex secretario general del PRI.

En el texto se afirmaba que el 30 de septiembre de 1994, el mayor Antonio Chávez Ramírez, de la escolta personal de Raúl Salinas, le había conseguido una entrevista con éste, en su casa de Reforma 975 y que al llegar (hacia las cinco de la tarde) el militar abrió la puerta principal "con el control remoto, y apareció la imagen de dos sujetos: uno de ellos con un bat en la mano y otro tirado en el suelo, con la cabeza ensangrentada. El del bat se me quedó viendo estúpidamente y miró al mayor quien, sorprendido, me agarró del brazo y nerviosamente me sacó del jardín, me subió a una camioneta y dijo que lo esperara".

Asimismo, la Paca, que hasta entonces no había requerido de sus poderes psíquicos declaró: "Conseguimos una camiseta de Rocha y al apretarla sentí vibraciones de él... En El Encanto sentí las mismas vibraciones. Por eso afirmo que los restos son de Rocha. Él se levantó de la tumba para señalar a su asesino", afirmó muy oronda.

El final es más que conocido. Cuando fueron a desenterrar la osamenta al rancho El Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari, nuestra policía parecía CSI, pero la comandaba Bezanilla en tierra y la Paca en espíritu. Después de levantar todo el terreno se encontró un cuerpo. Las pruebas periciales, realizadas por la misma Procuraduría, resultaron negativas, no era la osamenta de Muñoz Rocha sino la de... Sí, el consuegro de la Paca.

La Paca hizo entonces su último gran truco de magia: desapareció. Éste gran acto pareció tener la virtud política de que el conejo se quede para siempre a vivir en la chistera. Ella es inocente, o al menos tan culpable como todos nosotros: quién en su sano juicio se negaría a ser Beto el Boticario por un día.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)






lunes, 9 de agosto de 2021

Mauricio Garcés

 


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"LES TENGO UNA EXCELENTE NOTICIA: YA LLEGUÉ"

La vida de Mauricio Férez Yásbek esconde un secreto poco conocido. Uno de los galanes más famosos de México, el hombre que enamorara a cuanta mujer se le cruzara en el camino, el zorro plateado que hiciera suspirar en las pantallas del cine nacional a niñas, jóvenes y señoras, tenía mamitis. Hay quienes aseguran, Angélica María lo ha dicho en más de una entrevista, que el modisto de señoras nunca tomó una decisión sin consultarla antes con su madre.

Cuando Mauricio Férez era apenas un niño que jugaba en la calle y vivía feliz en el puerto de Tampico, en el estado norteño de Tamaulipas, su familia, de origen libanés, enfrentó los sinsabores que deja la penuria financiera. La empresa de su padre, que se dedicaba a la manufactura de productos derivados del petróleo, encontró la quiebra como consecuencia de la expropiación cardenista.

Asfixiados por la ruina económica, la familia Férez Yásbek viajó al Distrito Federal, donde se quedó a vivir con el apoyo de la familia materna del futuro actor. El padre de Mauricio, que no se repuso nunca de la desaparición de la empresa familiar, se replegó sobre la tristeza y la depresión mientras la madre tomaba el papel de mandamás. Día con día su influencia sobre los miembros de la familia fue mayor, hasta que no se hacía nada que ella no ordenara. Mauricio comenzó entonces a admirarla y adorarla, hasta el punto de venerarla mientras crecía en su corazón la vergüenza ante el nombre de su progenitor.

Fue ella quien sacó adelante a su hijo Mauricio, y fue también ella quien le recomendó, cuando éste se acercó al mundo de la farándula, que cambiara su nombre. "No, el nombre no -respondió Mauricio-, en todo caso el apellido de mi padre." Así nació, una tarde inspirada de domingo, Mauricio Garcés. La madre y el hijo, apoyados por el hermano de ella, José Yázbek, quien era un importante productor de cine, consideraron, con base en una idea que les parecía extraordinaria, que el joven necesitaba un apellido que le diera suerte y presencia, un apellido que empezara, dijo la madre, con una letra bendecida. Y eligieron la G, la misma que tan buena aura había dado a Clark Gable, Gary Cooper y Cary Grant, los ídolos de el criado malcriado.

Desde los inicios de su carrera y hasta que la muerte se la llevó con ella, Mauricio Garcés se empeñó por conseguir la admiración de su madre. Discuría con ella la conveniencia de los proyectos a los que se le invitaba y con ella ensayaba por las noches los guiones y los parlamentos de los días siguientes. Todas las frases que Mauricio Garcés hizo famosas fueron inventadas o aprobadas por la progenitora del galán del bigote delgadito durante las madrugadas interminables de los ensayos familiares. Los oídos que por primera vez escucharon "Arroooz", "Suertudota", "La traigo muerta", "Ha de ser terrible tenerme y después perderme", "Les tengo una excelente noticia: ya llegué" también fueron los que escucharon la tristeza del hombre que, deseado por todas las mujeres, no pudo nunca desear a ninguna. ¡Cuántos noviazgos dejó inconclusos Mauricio para poder llorar después en el regazo materno! ¡Cuántos corazones rotos por la mamitis del galán!

Cuando murió su madre, dicen quienes estuvieron presentes, Mauricio lloró un río entero. Pasaron muchos meses antes de que volviera a trabajar, durante los cuales el modisto de señoras se entregó a los vicios y la tristeza. Su afición por el tabaco alcanzó niveles insospechados, al punto de enfermar de sus pulmones. Años después, el 27 de febrero de 1989, durante una crisis causada por el enfisema pulmonar que padecía, Mauricio Garcés exhaló su último aliento. Para quienes lo querían fue un duro golpe; sin embargo, para quienes además de quererlo lo conocían a fondo, la tristeza dejada por su muerte fue aplacada por un piadoso pensamiento: "Ya está al lado de su mamacita".


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)

lunes, 1 de marzo de 2021

Mexicanos, espías de los nazis

(Oficinas de simpatizantes del Partido Nazi, ubicadas en la calle de López 23, Cd. de México)
 

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¿HUBO MEXICANOS QUE FUERON ESPÍAS DE LOS NAZIS?

Durante la Segunda Guerra Mundial reconoció la importancia que tenía para ellos contar con México como uno de sus aliados. No sólo necesitaban el petróleo de nuestro territorio para la Blitzkrieg (guerra relámpago), sino que también les resultaban imprescindibles otros recursos minerales utilizados en la fabricación de armas. Además, por la ubicación geográfica de nuestro país, haber tenido bases militares aquí les hubiera sido de tanta ayuda que el final de la guerra podría haber sido muy distinto.

Fue por esto que los alemanes llevaron a cabo diversas operaciones en nuestro territorio -todas las cuales han sido negadas por la historia oficial y vueltas uno de los secretos mejor guardados de México-, desde la Operación del Opio, con la que buscaban inundar de narcóticos -fundamentalmente marihuana, heroína y opio- las bases norteamericanas de California, hasta diversas operaciones de propaganda -los nazis utilizaron a Telesistema mexicano como la puerta principal de entrada de sus mensajes hacia América Latina-, de apoyo a los movimientos de ultraderecha contrarios al gobierno mexicano y de cooptación de altos funcionarios, gracias a quienes podrían evitar las prohibiciones de comercio que se les habían impuesto desde Estados Unidos.

En cada una de las operaciones mencionadas, así como en las referentes al mero tráfico de información clasificada, los servicios secretos nazis, la Gestapo y la Abwher, tuvieron cómplices, aliados y sirvientes mexicanos. Al final, el entramado tendido por Hitler llegaba a todos los rincones del país, a todos los sectores políticos y a todas las clases sociales. Hilda Kruger, la bellísima actriz alemana elegida por Goebbels y el Führer para iniciar la red, había cumplido su cometido. Enamorados de ella estuvieron Ramón Beteta y Miguel Alemán; el entonces secretario de Gobernación incluso le puso un departamento en la otrora lujosa colonia Roma. Las puertas del gobierno y de la sociedad mexicana se les habían abierto.

Junto con Hilda Kruger, quien se ocupó de los hombres del poder político, llegaron a México el entonces hombre más rico del mundo, el suizo Hans Werner, quien tendió la red con los millonarios locales; el multimillonario petrolero Jean Paul Getty, quien se relacionó con los responsables del hidrocarburo y con los movimientos contrarios al régimen, y el actor estadounidense Errol Flynn, quien tendió el manto sobre la alta sociedad nacional y transportaba droga y armas a bordo del Sirocco, su lujoso yate.

Entre los hombres con quienes mayores relaciones sostuvieron, y quienes más apoyaron a la Alemania nazi, los que fungiendo no sólo como espías sino también como aliados del Führer, se pueden mencionar a: Maximino Ávila Camacho, el hermano del presidente Manuel era el encargado de la red de suministro de petróleo; Ramón Beteta y Miguel Alemán, los amantes de Hilda que facilitaron la entrada y la salida de los agentes de la Abwher y que fomentaban la comunicación entre los gobiernos de México y Alemania; Francisco Javier Aguilar González, el general que creara y liderara el cártel del opio; el general Juan Andrew Almazán, a quien los nazis apoyaran durante su campaña por el poder y durante su posterior intentona de rebelión -cabe señalar aquí que este apoyo se transfirió después al movimiento sinarquista, entre cuyos líderes estaba Salvador Abascal-; Donato Bravo Izquierdo, quien fuera gobernador de Puebla; Gonzalo N. Santos, ex gobernador de San Luis Potosí, y, entre los empresarios, vale la pena señalar a Azcárraga Vidaurreta, quien apoyó a los nazis transmitiendo su propaganda a través de la estación de radio W.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)


viernes, 27 de noviembre de 2020

El baile de los 41, 1901


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¿HUBO 42 INVITADOS EN EL BAILE DE LOS 41?

El 19 de noviembre de 1901 los periódicos y las hojas informativas de México se regocijaron con una noticia que entonces resultaba escandalosa. La noche anterior, en una gran casa señorial ubicada en la calle de La Paz, hoy Ezequiel Montes, la Policía había llevado a cabo una redada particular, cuyo resultado fue por demás inesperado.

La tarde anterior, cuando no parecía haber nada que sacara de su tranquilidad a los policías que jugaban y platicaban en la comisaría de la zona, dos señoras se habían presentado ante ellos, presas de la indignación y la molestia. Recuperando la calma y el aliento, narraron la causa de su alteración: en una casa de la cuadra en la que vivían se preparaba una gran fiesta, de la que nadie había avisado y a la que nadie había dado permiso. Los policías, molestos por tener que interrumpir su aburrimiento, prometieron a las señoras mandar un oficial a revisar el asunto. Minutos después, las damas abandonaron la comisaría acompañadas de un representante de la ley, quien nunca imaginó lo que habría de encontrar.

Inexperto a causa del poco tiempo que tenía en la corporación, y quizás buscando un evento que lo hiciera quedar bien con sus jefes, el oficial sospechó de más ante lo que sus ojos encontraron cuando se asomó, sigiloso, por una de las ventanas: una montaña de ropa y diversas cajas le parecieron el camuflaje de un arsenal. Podía tratarse de un grupo que quisiera atentar contra el régimen, y que escondiera su actuar con la pantomima de una fiesta. Convencido, regresó apurando sus pasos hasta la comisaría, donde dio su parte trabajosamente, le faltaba el aliento.

Los oficiales reunieron el mayor número de policías posible, diseñaron el plan de acción y avisaron a los reporteros, tenía que quedar registro de la redada que se llevaría a cabo entrada la noche, tenía que recordarse su heroísmo. Valientes y ansiosos, nunca imaginaron que al derrumbar la puerta de la casa se encontrarían con una fiesta sumamente especial. Cuando entraron gritando y amenazando, con sus armas desenfundadas, se vieron rodeados por un grupo de hombres bebidos y contentos, la mitad de los cuales estaban disfrazados de mujeres. El silencio que se hizo fue sepulcral, acaso los reporteros estallaron en risas, antes de ser echados del lugar por los oficiales avergonzados.


En total, en la fiesta había cuarenta y dos hombres, todos pertenecientes a la clase alta del país, jóvenes ricos y presumidos que de día aceleraban los motores de sus coches por el rumbo de Plateros, como aseguraba una de las notas aparecidas durante los días siguientes. Pero lo más complicado del caso fue que, entre los detenidos acusados entonces por faltas a la moral, se encontraba Ignacio de la Torre, ni más ni menos que el yerno de Porfirio Díaz, uno de sus hombres más queridos y cercanos. Cuando el policía a cargo de la redada lo reconoció, el pánico se apoderó de él, su carrera podría terminarse de golpe. La única solución que pensó entonces fue sacar del lugar al muchacho, después de haberlo escondido en un clóset, llevarlo a su casa y negar que hubiera estado ahí aquella noche. Eso fue exactamente lo que hizo y eso fue también lo que convirtió a los cuarenta y dos en cuarenta y uno.

Los periódicos de la época, como hemos dicho, se dieron vuelo con la noticia, en la que, sin embargo, nunca apareció el yerno del dictador. Su presencia se convirtió en un rumor que corrió como pólvora en la sociedad de principios del siglo XX. Los policías no podían decir nada y los demás implicados en el asunto, los invitados a la fiesta, tampoco: habían sido enlistados en el ejército y enviados a Yucatán. Así fue como el número cuarenta y uno pasó a formar parte del imaginario colectivo mexicano para referirse a los homosexuales y el número cuarenta y dos para referirse a quienes niegan ser homosexuales, es decir, a quienes "no han salido del clóset".


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)

sábado, 14 de noviembre de 2020

El telegrama Zimmermann, 1917


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El telegrama Zimmermann

En 1917, el gobierno alemán reconoce que la Primera Guerra Mundial está a punto de dar un giro de 180 grados. Por error, uno de sus submarinos ha torpedeado y hundido el RMS Lusitania, un barco de pasajeros con bandera inglesa en el que viajaba un enorme número de norteamericanos. La entrada de Estados Unidos en la Gran Guerra es cuestión de tiempo, a pesar de los intentos pacifistas del presidente Woodrow Wilson.

En los pasillos del lobby político-militar alemán se discuten enardecidamente las opciones que se tienen para impedir que Estados Unidos combata en territorio europeo. Después de dos largos y tensos días, el único camino que se reconoce como viable es llevar la guerra hasta América. El problema es que, para lograrlo, los alemanes necesitan un aliado del otro lado del Atlántico, un país capaz de enfrentar, con el apoyo alemán y en su propio continente, a los norteamericanos. Es así como el nombre de México se baraja y, finalmente, se opta por tender un puente con el gobierno revolucionario de Venustiano Carranza. La propuesta cruza el océano encriptada en el famoso telegrama Zimmermann, cuyo contenido fue cifrado en series de cuatro y cinco números.

La propuesta de los alemanes no dejaba lugar a dudas, como demuestra la traducción del telegrama enviado por el gobierno teutón a Von Eckardt, quien debería entregarlo al presidente de México:

"Nos proponemos comenzar el primero de febrero la guerra submarina, sin ningún tipo de restricción. Sin embargo, nos esforzaremos por hacer lo suficiente para mantener la neutralidad de Estados Unidos de América. En caso de no alcanzar este objetivo, proponemos a México una alianza basada en los siguientes puntos: hacer la guerra de manera conjunta y declarar juntos la paz. Nosotros [Alemania] aportaremos la ayuda financiera que sea necesaria y nos comprometemos a la reconquista de México de los territorios perdidos de Nuevo México, Texas y Arizona. Los detalles del acuerdo quedan a su discreción [la de Von Eckardt]. Usted será el encargado de discutir con el presidente mexicano lo dicho, tan pronto como el estallido de la guerra con Estados Unidos de América sea un hecho seguro. Debe, además, sugerirle que invite a Japón a adherirse a este plan, ofreciéndose como mediador entre Japón y nosotros. Hágale notar [al presidente de México] que el uso despiadado de nuestros submarinos hace previsible que Inglaterra pida la paz durante los próximos meses."

Para los germanos su plan no podía fallar, sin embargo, no contaban con dos cuestiones fundamentales que, a la postre, serían las determinantes. La primera, que México no bien había terminado con la violencia revolucionaria, por lo que el gobierno de Carranza estaba más preocupado por los conflictos nacionales que por los internacionales. La segunda, que el medio utilizado para enviar el telegrama Zimmermann no fue del todo seguro, de modo que los ingleses y los norteamericanos conocieron su contenido aun antes que el gobierno de nuestro país.

El telegrama, que incluso fue interceptado en dos ocasiones -por los criptógrafos Nigel de Grey y William Montgomery, miembros de la inteligencia inglesa Room 40, y por un espía denominado Señor H, quien lo obtuvo en la oficina de telégrafos de la ciudad de México-, podía haber cambiado la historia del mundo si hubiera alcanzado su cometido. Pero México no hizo caso a la propuesta de los alemanes, quienes además hubieron de enfrentar las consecuencias de sus intenciones, más cuando el telegrama, que había sido entregado por el almirante Hall al ministro de Relaciones Exteriores inglés, Arthur J. Balfour, quien se lo envió al embajador estadounidense en Inglaterra, Walter Page, llegó a las manos de Woodrow Wilson, precipitando la entrada de los norteamericanos en la guerra hasta entonces continental.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)

jueves, 28 de febrero de 2019

Himno nacional mexicano, segundo más bonito del mundo



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El himno mexicano, el segundo más bonito del mundo

Nuestro himno tiene el segundo lugar a nivel mundial, el primero unánimemente fue otorgado a Francia. Todas las pláticas sobre él contienen este diálogo:

-Nuestro himno es muy bonito.

- Sí, dicen que es el segundo más bonito del mundo, después del francés.

Lo curioso es que, al menos, en Chile y Costa Rica se sostiene lo mismo.

La versión sobre el ranking mundial de himnos es prueba de la velocidad con que un rumor puede convertirse, ligado a una causa nacionalista, en un hecho social.

Ahora bien, el rumor asegura, no sin humorismo, que fue en Viena, durante la primera mitad del siglo XX, cuando apareció la Asociación Mundial para la Conservación y Catalogación de Canciones e Himnos Nacionales. Preocupada por allegarse fondos, la excéntrica asociación habría realizado un concurso que tuvo como jurado a los mejores músicos y poetas de la época. Por alguna extraña razón, el segundo lugar generó una rebatinga entre los jueces, quienes tuvieron que declarar un empate entre 73 países. Sin embargo, La Marsellesa se quedó con el primer lugar. Al poco tiempo, la Asociación desapareció, tanto por la avanzada edad de sus miembros, como por la falta de interés que el tema generaba. No obstante, la leyenda estaba fundada: el mexicano era el segundo himno más bonito del mundo.

Ahora bien, sobre nuestro himno existe un conflicto más serio. El presidente del Instituto Mexicano de Derechos de Autor, el licenciado Larrea Richerand, descubrió, hace unos años, que una empresa de Estados Unidos tiene registrados los derechos de autor, o eso dicen.

Desde entonces, Larrea Richerand ha promovido una solución entre ambos países. Según una nota de Julio Alejandro Quijano, aparecida en El Universal, "ninguno de los gobiernos ha hecho caso a la propuesta de Larrea Richerand, quien cuenta que todo empezó como una historia absurda".

Un día llegó el propietario de los derechos a la embajada de México en Washington con el descaro de querer cobrar regalías por el uso del himno en actividades cívicas.

Este señor se llama Henneman Harry, con número de registro internacional de autor CAE99999960. Así que la Broadcasting Music Incorporated (BMI), sociedad recaudadora de derechos de ejecución pública en Estados Unidos, tiene el himno nacional mexicano firmado en "co-autoría de Henneman Harry y Nunó Jaime". Puesto que Nunó murió en 1908, Henneman es quien quiere cobrar las regalías.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)



jueves, 6 de diciembre de 2018

Los visitantes de María Sabina

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María Sabina Magdalena García nació a fines del siglo XIX y murió quince años antes de que terminara el siglo XX. La curandera más famosa de la historia de México, originaria del pueblo de Huautla de Juárez, ubicado en la Sierra Mazateca, al sur de Oaxaca y de México, fue guía y amiga de muchas de las personalidades más importantes de su época. Sin proponérselo, se convirtió en una celebridad nacional e internacional, en gran medida por su profundo conocimiento del uso ceremonial y curativo de los hongos alucinógenos que crecen en la región donde nació, vivió y murió.
 
Reconocida como una mujer sabia en todo el mundo, María Sabina se convirtió en icono del movimiento hippie, cuyos grandes estandartes aseguraron siempre haber compartido con ella el viaje. Sin lugar a dudas diversas celebridades lo hicieron, pero también hay muchos rumores, historias no comprobadas, de personalidades y famosos que decían haber recibido la atención de la chamana.
 
Persona sencilla y poderosa, Sabina llevaba una vida simple, sembraba y comía el maíz y el frijol que le daba su terreno y no cobraba una tarifa determinada a sus pacientes, esperando que cada persona le diera lo que podía. Los rumores aseguran que entre estos pacientes estuvieron los Beatles, Bob Marley, los Rolling Stones, Aldous Huxley e incluso el mismísimo Walt Disney. Y se cuenta también que John Lennon afirmó que gracias a ella por primera y única vez en su vida vio el mar, el verdadero, el que se sitúa entre el cielo y la tierra, entre el cuerpo y el alma.
 
María Sabina fue conocida gracias al investigador Robert Gordon Wasson y a su esposa Valentina Pavlovna, considerados los padres del estudio de los hongos, quienes escribieron varios libros y entregaron al movimiento hippie referencias de la chamana. Gordon Wasson tuvo su primer encuentro con Sabina en 1955, a partir del cual comenzó a publicar lo que experimentaba durante sus viajes en revistas y libros, historias que parecen ser las culpables de los rumores que existen sobre los encuentros de Sabina con las grandes personalidades del siglo XX. Y es que lo mismo que describe Gordon Wasson es lo que se dice que dijeron haber experimentado los Beatles, Bob Marley y Andy Warhol.
 
"Hay un mundo más allá del nuestro, un mundo que está lejos, también cercano e invisible. Ahí es donde vive Dios, donde vive el muerto y los santos. Un mundo donde todo ha pasado ya, y se sabe todo. Ese mundo habla. Tiene un idioma propio. Yo informo lo que dice. El hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde se sabe todo. Allí están los hongos sagrados, que hablan en cierto modo que puedo entender. Les pregunto y me contestan. Cuando vuelvo del viaje que he tomado con ellos, digo lo que me han dicho y lo que me han mostrado", expresó una vez María Sabina. Y quizás fue el misticismo de esta sabiduría el que motivó a los músicos y pintores a verla o inventar que la habían visto. Ningún hippie que se respetara podía negar la admiración que la oriunda de Huautla despertaba, así como nadie podía decir que no había estado o no la había visto, por lo menos una vez, a alguna gran personalidad del siglo XX saliendo de la casa de Sabina. Los rumores en torno a la chamana crecieron como los hongos: a montones.
 
(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, México, D.F., 2008)
 
 

lunes, 5 de noviembre de 2018

En la cabeza del Ángel

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En la cabeza del Ángel
 
 
(Cabeza original del Ángel de la Independencia. Casa Heras-Soto)

La tragedia es siempre el terreno más fértil para los rumores. Ante la desgracia se buscan culpables, héroes, destellos, asombros. En medio del dolor, el duelo y la conmoción nacen historias que deslumbran y emocionan. Así sucedió durante la negra noche del terremoto que, a las 2:45 de la mañana del 28 de julio de 1957, impactó a la ciudad de México, derribando edificios habitacionales, hoteles, centros de diversión nocturna y monumentos.

Era sábado y la gente se divertía. Los bares y los restaurantes de Polanco, Anzures, Condesa, y colonia Centro estaban llenos. También en las casas había fiestas y reuniones privadas. En el mítico Salón México la gente bailaba sin imaginar que aquella sería la última noche del recinto. Acaso los veladores del zoológico presintieron lo que estaba por suceder, pues al día siguiente dijeron a la prensa que los animales se volvieron locos minutos antes del terremoto. Por su parte, Salvador Novo celebraba con los actores de Separada del marido, que había inaugurado temporada en el teatro Iris.

Cuando el movimiento empezó -fue un terremoto de siete grados en la escala de Mercalli- los trasnochados y los fiesteros corrieron a las calles entre gritos y empujones, seguidos por los dueños de los locales que, aunque asustados por el temblor, temían la quiebra que sobrevendría con la salida de los clientes. Esa noche nadie pagaría sus cuentas. Los que dormían plácidamente despertaron entre gritos y susurros. Algunos lograron espabilarse a tiempo y salir de las enormes tumbas de concreto, pero muchos otros no, murieron enterrados sin saber qué había pasado.



Las calles se llenaron de gente asustada y sorprendida, como recuerdan las crónicas de la época. Familias enteras se abrazaban aterradas, sin saber qué hacer, sin saber a dónde dirigirse. Los más espantados eran los habitantes del Centro y sus alrededores. La Alameda Central estaba a reventar y la avenida Reforma era un río de personas. Fue en ésta donde sucedió uno de los eventos memorables, donde nació uno de los rumores más famosos de la época.

El primero que se percató de lo que había pasado fue Jaime Contreras, un obrero que se había quedado trabajando hasta tarde, pues así le exigía el horario de su turno. Ni él ni quienes se acercaron después dieron crédito a lo que sus ojos observaban. El Ángel de la Independencia se había derrumbado, haciéndose pedazos al caer contra el suelo. Un doctor que regresaba a su casa de la mano de su esposa, narró al día siguiente los hechos que sus ojos vieron a lo lejos: la estatua de bronce se despegó de la torre, golpeó la parte de piedra, destrozó el barandal y voló sin control hasta el piso. Por la mañana, un artículo de La Prensa describió los hechos de forma exacta: "Los bloques de bronce brillaban sobre el pasto, y aún en el pavimento, hacían esplendorosos a la vista de los fanales de los autos que se detenían en los contornos".



El médico no se acercó hasta el lugar en el que cayó la estatua, como sí hizo Jaime Contreras. Por eso no se enteró que, junto a las piezas destrozadas de la cabeza del ángel dorado, yacía un trozo de papel viejo y carcomido por el tiempo. Una carta que habría de convertirse en rumor. Ante la mirada sorprendida de quienes se acercaban temerosos, el obrero levantó el trozo de papel y con sumo cuidado lo desdobló. Imposible para él descifrar el contenido -Jaime Contreras no sabía leer-, pasó la hoja a un señor que había llegado hasta su lado. El hombre leyó en silencio las palabras deslavadas por el tiempo y sentenció: "Es una carta de amor".

Hacía muchos años, después de que el escultor terminara el boceto y después también de que el molde fuera acabado, el fundidor del Ángel de la Independencia había decidido meter en la cabeza de la inmensa estatua la carta que no se atrevió a darle a su amada, quien días antes lo había abandonado. Hubo de temblar en la ciudad, de caerse decenas de construcciones y de morir más de sesenta personas, para que la mujer, cuyo rostro cruzaban ya las arrugas de la vida, conociera las últimas palabras que le dedicara su más famoso enamorado. Hay quienes incluso dicen que la pareja, después de que el contenido de la carta se hiciera público, se reencontró.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, México, D.F., 2008)

lunes, 3 de septiembre de 2018

El Enmascarado de Plata


 El Enmascarado de Plata



El Santo, héroe máximo de la época de oro  de la lucha libre, fue un hombre que guardó celosamente su rostro humano bajo su inmortal máscara de plata. Un hombre sobre el que existen cientos de rumores. Sus fanáticos y fanáticas llenaban la arena durante los combates de máscara contra cabellera, atentos a la menor posibilidad de que se descubriese la identidad de su ídolo. Nunca se atrevieron ni a imaginar quién podría estar debajo de la tela: lo respetaban demasiado para hacer suposiciones fáciles.

El Santo cuidaba cada detalle, al extremo de que, cuando viajaba con su administrador asistente, el Pelón Suárez, éste debía ir en otro avión. El enmascarado de plata mantuvo el misterio durante más de cuarenta años y sólo después de su muerte el público pudo ver su cara recia, vieja y golpeada, enterándose al mismo tiempo de su nombre: Rodolfo Guzmán Huerta, quien naciera en Tulancingo, Hidalgo.

Luego el público aceptó sin chistar que su hijo lo relevara en el ring, con la misma máscara y con el mito sobre sus espaldas. Aunque procreó diez hijos con su mujer, Maruca, un rumor muy extendido dice que el Hijo del Santo no es tal, sino que se trata de uno de sus sobrinos.

A fines de los años cincuenta, el editor José Guadalupe Cruz hizo del Santo un superhéroe, dibujando su historieta de manera semanal. Al mismo tiempo, el ídolo de las masas se presentaba cada domingo en diferentes lugares de la república. Desde los años sesenta también protagonizó películas, hechas con bajísimo presupuesto, todas las cuales hoy son de culto. En estas cintas, el Santo pelea contra los seres más extravagantes: marcianos, momias, mujeres vampiro, zombis, mujeres lobo, científicos locos. El personaje, adelantado a su época, era conocido en países del Medio Oriente y del sureste asiático. Estaba más cerca de la gente que Superman, y además no tenía su aburrida doble vida. Su ayudante y enemigo, Blue Demon, era mejor que cualquier Robin o que cualquier Guasón.

Rodolfo Guzmán creció en Tepito. De niño destacó en el béisbol y en el futbol, luego en la lucha grecorromana y en el jiujitsu. Dicen que antes de convertirse en el Santo, peleó con los nombres de Rudi Guzmán, El Hombre rojo, El Enmascarado, El Demonio Negro y El Murciélago II, hasta que la comisión de boxeo y lucha le exigió cambiar de nombre, pues este último ya estaba registrado. A sugerencia de su entrenador, Jesús Lomelí, eso también es lo que dicen, escogió el sobrenombre de el Santo, con el que debutó el 26 de julio de 1942, a los veinticinco años de edad, en la arena México.

Durante la década siguiente, tras abandonar el bando de los rudos, el Santo pulió su técnica en Guanajuato, en la primera escuela profesional de lucha libre que existió en nuestro país, dirigida por Cuauhtémoc el Diablo Velasco. Eso, por lo menos, es lo que se afirma.

Otro rumor que corre por ahí, cuenta que en los años ochenta, en el programa de televisión Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludovsky, este periodista hizo que el Santo mostrara por primera vez medio rostro. Se dice que lo hizo bajo engaños y que el luchador salió del estudio sumamente molesto.

(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México)