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jueves, 28 de agosto de 2025

El salto que saltó: D F

 


El salto que saltó: D. F.


Está y no está, es y no es. Y no se trata de las premisas filosóficas que un día escribiera Shakespeare en su inmortal Hamlet, sino del salto saltarín. 

Lo apodan "El Salto del Agua" y era la terminal del acueducto de Belem, que traía el vital líquido desde los manantiales del lago de Chapultepec hasta la Ciudad de México desde el año 1779, cuando el virrey Antonio María Bucareli lo mandó construir e instalar en el barrio de Niño Perdido.

El autor del Salto del Agua es anónimo. El salto es conocido y hoy en día se le puede admirar en la esquina del Eje Lázaro Cárdenas y la calle arcos de Belem. Allí está y no está porque, en realidad, es y no es, todos lo pueden ver pero pocos saben que sí es. Para algunos no se trata del original, para otro sí lo es, y los más no saben dónde se encuentra. 

La gente lo ve y no lo ve, por eso es mágica la fuente del Salto del Agua. Unos creen que está en el extranjero, en Nueva York, y otros dicen haber escuchado versiones de que se encuentra en el patio de la casa de un ex funcionario de México. Pero esto último no es verídico, pues si bien la fuente que se admira en el Eje Lázaro Cárdenas no es la original, ésta se encuentra en el Estado de México, en el Museo Nacional del Virreinato de la población de Tepozotlán. 

El Salto del Agua, saltó, dejó la Ciudad de México por causa de las obras del Metro y se fue a Coyoacán, de allí su fama de saltarín. Según el bibliotecario del Museo Nacional del Virreinato de Tepozotlán, la fuente "había sido desmontada por protección de Arcos de Belem y sustituida por la que actualmente está, que es enteramente nueva. Para no perder estas piezas se llevaron a Churubusco y de Churubusco se trajeron aquí”.

La razón por la cual fue desmontado el original Salto del Agua surge a simple vista, pues aunque estaba deteriorado, siempre hay gente poco respetuosa que no se tienta el corazón para grabar su nombre en una obra de arte colonial. 

El paso de los siglos ha dañado las esculturas originales y por desgracia, la intemperie lo sigue haciendo en El Salto original y en la réplica. Las únicas piezas originales que existen actualmente en el Salto del Agua que se encuentra en la Ciudad de México son los letreros de advertencia, la base de cantera negra y, si acaso, alguna de las copas que coronan la fuente. 

El Salto del Agua ha sido testigo del progreso de México, del paso de los años, de su historia y está lleno de recuerdos, por lo que si sus piedras pudieran hablar nos contarían muchas cosas tanto de aquí, de México, como de allá, de Tepotzotlán, su nueva casa.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)