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lunes, 9 de enero de 2023

Telenovelas I Su madre: el melodrama

 


Su madre: el melodrama 

La telenovela no sería lo que es sin dos siglos previos de melodrama: éste nació en el siglo XVIII haciendo honor a su nombre, es decir era un drama musical (melos drama). En el siglo siguiente perdió ese sentido, pero no el nombre; el melodrama se convirtió en teatro sólo hablado, "recitado", y al drama musical se le llamó ópera. El melodrama que conocemos desde entonces en nada ha variado: el amor obstaculizado pero al final victorioso, con sus eventuales mártires encabezadas por Marguerite Gautier, "La Dama de las Camelias".

En el siglo XX el melodrama tuvo una hija en blanco y negro, en medio de sufrimiento sin medida -como debe ser-, con la ventaja de que podían ser compartidos por millones de personas al mismo tiempo en todo el mundo. El melodrama cinematográfico inundó de llanto las salas, cuya oscuridad resultaba tan propicia para soltar la "furtiva lágrima" que provocaban Francesca Bertini, Tina Menichelli, Lillian Gish y Mimi Derba, con silencioso ademán, y después, con la llegada del sonido, Vivian Leigh, Joan Crawford y Marga López.

En los años cuarenta nació la nieta: fuerte, sonora, quejumbrosa y gimoteante, aunque sin más imagen que la provista por la imaginación del fiel auditorio adicto al nuevo y exitoso invento de la radio. Los mexicanos vivían las noches pegadas a la radio desde finales de los años treinta oyendo las aterradoras historias de El monje loco, las puntadas de Topillo y Planillas, las pequeñas anécdotas urbanas de Hogar, dulce hogar. México descubrió, sin aprovechar de inmediato, el impacto del melodrama radiofónico con las voces de Emma Telmo y Rita Rey, que dieron vida a Anita de Montemar desde 1941 hasta terminar la década. En cambio, el hallazgo no pasó inadvertido para la estación cubana CMCY.

De pronto, se empezó a notar la ausencia de transeúntes en la Habana; cafés y restaurantes se vaciaban al menos durante la media hora que duraba la radionovela del momento. Miles de oídos permanecían atentos al dolor ajeno, tan sencillo de compartir. Al final de los años cuarenta, todos, absolutamente todos estaban con la vida en un hilo por saber si "Mamá Dolores" diría o no a "Albertico Limonta" que el anciano al que acababa de salvar la vida era su despiadado abuelo, quien lo arrancó al nacer de los brazos de su amorosa y pecadora madre soltera, etcétera.

Con El derecho de nacer, Félix B. Caignet se convirtió en el primer ídolo latinoamericano de la literatura electrónica. Grabadas en discos de baquelita que sólo resistían cinco pasadas, las radionovelas cubanas invadieron el continente, obligaron a las mexicanas a adoptar sus recursos melodramáticos y compartieron su público durante los años cincuenta y sesenta (cuando se reciclaron muchas radionovelas cubanas previas a la revolución), pese a la presencia expansiva e incontenible de la recién llegada: la televisión.


(Tomado de: Reyes de la Maza, Luis - Crónica de la Telenovela I. México sentimental. Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1999)


viernes, 2 de noviembre de 2018

Corrido de Chucho el Roto

Corrido de Chucho el Roto

(Anónimo)
 
 

A la cuadrilla
de Chucho el Roto
un hombre honrado,
se incorporó,
porque aquel jefe,
que era un valiente,
siempre triunfó.
 
Bandolero, bandolero,
que tienes el corazón
más noble
que el de un caballero.
 
En muchos lances
comprometidos,
triunfar hiciste
tu decisión,
y con el arma
no descuidada,
honores diste
a tu legión.
 
En los peligros,
más complicados
demuestras siempre
tu gran valor,
y con audacia
de hombre completo
tremolas siempre,
tu pabellón.
 
Nunca dejaste
que la perfidia
manchara al bravo
que compasivo,
con los humildes,
fuiste mil veces
su salvador.
 
Con sus hazañas,
de hombre afamado
a las mujeres
cautivas fiel,
porque eras digno
como bandido,
y tu palabra siempre valió.
 
Muy generoso,
siempre con maña,
en mil asaltos,
venciste al fin.
Jamás de nadie
quedas burlado,
y en los peligros
vences doquier.
 
Con los humildes
fuiste un hermano,
secas su llanto,
dales hogar,
y con semblante
de buen cristiano,
siempre de todos
te hiciste amar.
 
Bandolero, bandolero,
que tienes el corazón
más noble
que el de un caballero.

Jesús Arriaga, mejor conocido como Chucho el Roto, nació en la calle de Manzanares, del barrio de La Merced, en la ciudad de México y fue el bandido urbano más famoso del México de las postrimerías del siglo XIX.

El ingenio caracterizó los robos de Chucho el Roto, ya que la mayoría de sus asaltos los efectuó utilizando disfraces y engaños, tratando siempre de evitar, en lo posible, el uso de la violencia. El disfraz preferido de Jesús Arriaga fue el de aristócrata porfirista, personaje al que popularmente se conocía como Roto o Rotos, de ahí el sobrenombre de Jesús Arriaga.


Parte del producto de los asaltos de Chucho el Roto se destinó a ayudar a gente menesterosa, lo que ganó a Jesús Arriaga una gran popularidad en la ciudad de México, misma que fue compartida por sus compinches: La Changa, El Rorro y La Fiera.

Chucho el Roto fue aprehendido por la policía de la ciudad de México y trasladado a la cárcel de San Juan de Ulúa, donde murió en 1895.


Las hazañas de Chucho el Roto, fueron el tema de la más larga radionovela seriada mexicana, así como de varias versiones de películas cinematográficas, al igual que obras de teatro, corridos e historietas.


(Tomado de: Antonio Avitia Hernández- Corrido Histórico mexicano (1810-1910) Tomo I)




Capítulo 1 de la radionovela, XEW: