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viernes, 11 de junio de 2021

El Caracol y el Sable II

 


EL CARACOL Y EL SABLE II

Los clubes liberales

La confesión del obispo Montes de Oca en el Congreso Internacional de Obras Católicas en París, de que en México, a pesar de sus leyes, la situación de la Iglesia y la pacificación era diferente, “gracias a la sabiduría y al espíritu superior del hombre ilustrado que nos gobierna en perfecta paz, hace más de veinte años”, fue objeto de una valiente respuesta en las páginas de la convocatoria del ingeniero Camilo Arriaga para organizar el Partido Liberal. Los clubes que se formaron en el país: un renacimiento del espíritu cívico, no alarmaron al gobierno; pero un año después las resoluciones del Primer Congreso Liberal, celebrado en San Luis Potosí el 5 de febrero, contenían demandas políticas para devolver al pueblo la libertad de expresión; juicio de responsabilidad para las autoridades que fueron demandadas más de cinco veces, por violación de las garantías individuales; fomento de sociedades mutualistas y limitación del clero por sobre toda otra actividad, en la educación. El delegado de Puebla, Ramírez Ramos, señaló la conveniencia de que los liberales se reunieran, ante la proximidad de las elecciones, expedición de las leyes, etcétera. La persecución policiaca se desató contra los afiliados a dichos clubes.

Del anticlericalismo se pasó a un examen más lúcido de las condiciones sociales del país. El temario del segundo Congreso –5 de febrero de 1902- contenía siete temas:

1.- Manera de complementar las leyes de Reforma y de hacer más exacta su observancia.

2.- Medidas encaminadas a hacer efectiva la libertad de imprenta.

3.- Manera de implantar prácticamente y de garantizar la libertad de sufragio.

4.- Organización y libertad municipales y supresión de los jefes políticos.

5.- Medios prácticos legales para favorecer y mejorar las condiciones de los trabajadores en las fincas de campo y para resolver el problema agrario y el del agio.

6.- Medios de afirmar la solidaridad, defensa y progreso de los clubes liberales.

7.- Temas no especificados que los clubes propongan.

El congreso no llegó a celebrarse. La policía aprehendió a los reunidos en una sesión de lectura pública, golpeó a los que acudían, cateó sus domicilios y dio término a las órdenes recibidas, haciendo desfilar a los aprehendidos por las calles de San Luis, bajo escolta militar. Uno de ellos se puso un rótulo a la espalda: “Por liberales”.


Los dominadores


A medida que la represión era más violenta –hubo varios asesinados en los estados y en los pueblos- eran más firmes las demandas políticas y mayor el esclarecimiento de las condiciones del país. En el manifiesto de 1903, escrito por Santiago de la Hoz, se decía respecto de las clases sociales: “El capitalista, el fraile y el alto funcionario, ya sea civil o militar, no son tratados en México igual que el obrero humilde o cualquier otro miembro del pueblo, oscuro en la sociedad, pero brillante en las epopeyas de la nación. Los empleados arrastran una vida de humillación y miseria...” De las libertades, se afirmaba: “...esos infelices que desfallecen en las haciendas bajo el látigo del mayoral y explotados en las tiendas de raya; esos infelices que son transportados al Valle Nacional, a Yucatán y a otros puntos y que a veces no representan más valor que el de diez o veinte pesos. El magnate –sentenciaban- ha llegado a considerar la cárcel como una propiedad suya.” El comercio era próspero para dos o tres propietarios extranjeros: las inversiones extranjeras, “los trusts, esos titanes del monopolio, sin freno que los contenga, hacen subir los precios de los artículos de primera necesidad y hacen bajar los salarios de los que confeccionan esos artículos”. La situación de los trabajadores dependía de una “administración corrompida, del concesionario, del banquero, del ferrocarrilero, del contratista de obras, del representante de compañías de navegación, del funcionario que improvisa fortunas”. La situación de la agricultura –párrafo que recuerda el testimonio de los viajeros- es el del campo deshabitado, “heredados por mexicanos indolentes o adquiridos por españoles refractarios al progreso, o por testaferros del clero que necesitan que el yanquee venga a nuestro país con iniciativa y con trabajo, están cercados e inaccesibles a la mano del agricultor, hasta que una compañía americana viene a aumentar la peligrosa cantidad de propiedades que tiene Estados Unidos en México, debido a la imprudencia del gobierno”. Esos campos, que desde las líneas ferroviarias se veían poblados por seres que arrastraban una vida inhumana, habitando chozas, eran los sitios de los indios, extrayendo de los magueyes el aguamiel, o abandonados para emigrar a las granjas norteamericanas “a consumir sus energías en algún campo explotado por el yanquee o en la modorra embrutecedora de los cuarteles”. El pueblo analfabeto; las escuelas, muchas de ellas clausuradas por falta de presupuesto, y la enseñanza, en manos de los jesuitas, era un peligro para la conciencia cívica que, al ejercerla en actos públicos, era calificada de sediciosa.

(Tomado de: García Cantú, Gastón - El Caracol y el Sable. Cuadernos Mexicanos, año II, número 56. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)

lunes, 19 de agosto de 2019

Proclama llamando a la insurrección, 1906


Proclama


A LA NACION*


Conciudadanos: en legítima defensa de las libertades holladas, de los derechos conculcados, de la dignidad de la patria pisoteada por el criminal despotismo del usurpador Porfirio Díaz; en defensa de nuestro honor y de nuestra vida amenazados por un gobierno que considera delito la honradez y ahoga en sangre los más legales y pacíficos intentos de emancipación; en (fene) defensa de la justicia, ultrajada sin tregua por el puñado de bandoleros que nos oprimen, nos rebelamos contra la dictadura de Porfirio Díaz, y no de pondremos las armas que hemos empuñado con toda justificación, hasta que en unión de todo el Partido Liberal Mexicano, hayamos hecho triunfar el programa promulgado el día 1° de julio del presente año, por la Junta Organizadora del Liberal.
Los excesos cometidos a diario por la dictadura en toda la extensión de nuestro infortunado país, los atentados contra el derecho electoral, contra el derecho de reunión, contra la libertad de imprenta y de discurso, contra la libertad de trabajo; las hecatombes con que sofoca el gobierno las manifestaciones de civismo, los asesinatos y los robos que cínicamente y en todas partes cometen las autoridades, el desprecio sistemático con que tratan al mexicano los actuales gobernantes, las consignaciones a los ciudadanos independientes, los empréstitos enormes con que la dictadura ha comprometido a la nación sin más objeto que el enriquecimiento de unos cuantos opresores, la indignidad de nuestros tiranos que han solicitado la invasión de nuestro territorio por fuerzas extranjeras,** y en una palabra, todo ese cúmulo de iniquidades, de opresiones, de latrocinios y de crímenes de todo género que caracterizan al gobierno porfirista, ameritan ser detenidos y castigados por el pueblo, que si durante treinta años ha sido respetuoso y humilde con la vana esperanza de que sus déspotas volvieran al buen camino, hoy que se ha convencido de su error y se ha cansado de soportar cadenas, ha de ser inflexible en la reivindicación de sus derechos.
Los crímenes cada día mayores de la dictadura, y la imposibilidad de ser atendidos por medios pacíficos, pues cuantas veces hemos querido ejercitar un derecho hemos sido atropellados por los tiranos, nos precipitan a la revolución; los que en ella vean un mal, no culpen al pueblo que durante treinta años ha sido de sobra pacífico y sufrido, culpen a la tiranía que por sus desenfrenos y su despótica intolerancia, nos ha hecho preciso recurrir a la fuerza de las armas para defender nuestros derechos y realizar nuestras justas y honradas aspiraciones.
No hay tras de nuestro movimiento miras ambiciosas ni personalismo. Luchamos por la patria, por todos los oprimidos en general, por el mejoramiento de todas las condiciones políticas y sociales de nuestro país, para beneficio de todos. Nuestra bandera de lucha es el Programa del Partido Liberal. La única autoridad que reconocemos mientras se establezca un gobierno elegido por el pueblo, es la Junta Organizadora del Partido Liberal. Somos una fracción de ese gran partido que ha luchado y luchará hasta vencer por la redención de la patria, y obramos de acuerdo con nuestros correligionarios del resto del país que, como nosotros, se han levantado en armas en esta misma fecha contra la actual corrompida administración que no tardará en ser derribada y que en estos momentos ya tiembla ante el formidable movimiento revolucionario que estremece todos los ámbitos de la República Mexicana.
Hacemos un llamamiento a los oficiales y soldados del ejército nacional para que, lejos de servir a la vil dictadura que deshonra a la patria y la traiciona, se unan al movimiento libertador. Ellos son hijos del pueblo como nosotros; sobre ellos pesa el mismo yugo que a todos nos aplasta; ellos también son mexicanos y tienen el deber de luchar por la dignidad y por el bien de la patria, y no por el bien personal de un déspota ladrón y sanguinario como Porfirio Díaz.
A los jefes y oficiales en servicio de la dictadura que se pasen a las filas liberales, se les concederá un ascenso de dos grados sobre el que tengan; a los soldados rasos se les pagará un peso diario libre de gastos, y a las clases se les darán sueldos equivalentes.
A los extranjeros les advertimos que nada pretendemos contra ellos, pero también les recordamos el deber que tienen de ser neutrales en los asuntos políticos de México, en los que no tienen derecho de intervenir. Prestaremos a las personas y propiedades de los extranjeros todas las garantías que nos sea posible, pues por el interés de nuestra patria y de nuestra propia causa, no queremos dar lugar a conflictos internacionales, pero los extranjeros que, faltando a la neutralidad, sirvan al gobierno y nos combatan, no pueden esperar ninguna consideración de nuestra parte.


Reforma, Libertad y Justicia. Septiembre de 1906  


*Esta proclama, editada por los magonistas, no fue publicada en Regeneración; sin embargo hemos considerado indispensable su inclusión, pues constituye el primer llamado a la insurrección producido por el Partido Liberal. [N. del E.]
**Se refiere a las tropas yanquis que el gobernador de Sonora mandó traer de Arizona para ametrallar a los huelguistas de Cananea. [N. del E.]


(Tomado de: Armando Bartra (Selección) - Ricardo Flores Magón, et al: Regeneración, 1900-1918. Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas #88, Segunda Serie, México, D.F., 1987)