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lunes, 15 de abril de 2024

Lorena Velázquez


Lorena Velázquez, la emperatriz de la historieta fílmica 

Internacionalmente destacó en cintas de vampiros donde apareció como reina de este mundo sediento de sangre; también figuró en el género de la lucha libre, las guerras interplanetarias por el poder galáctico en la ciencia ficción, todo tipo historieta; es decir, un cine sin pretensiones artísticas que curiosamente ha llamado la atención en el mundo por ser un espectáculo básicamente naive. Lorena, alta y despampanante, prodigó humor en donde no lo había y extendió el campo de acción de sus interpretaciones. Entre la farsa y la comedia de pastelazo. Incursionó por ejemplo con Viruta y Capulina en una venganza contra los gringos en la parodia del género western, En peligro de muerte.

También insufló humor a sus personificaciones de villana en melodramas delirantes como Estafa de amor y La inocente. Aunque el mayor homenaje se lo hizo Tim Burton en Marcianos al ataque, al disfrazar a Lisa Marie como una clonación suya en la soberana cósmica, una de sus más gloriosas personificaciones en El planeta de las mujeres invasoras. Lore brilló junto a Tin Tan, Resortes, Héctor Lechuga y Mauricio Garcés en un sinnúmero de cintas que combinaron sexo, música y comicidad.


(Tomado de Terán, Luis - La risa en rosa. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

viernes, 8 de marzo de 2024

Evita Muñoz "Chachita"

 


Evita Muñoz "Chachita", la genial Hermelinda, Linda


Desde muy pequeña apareció en películas tanto de corte ranchero como del género urbano, mostrando su enorme talento y disponibilidad para resolver con originalidad cualquier escena, por más chabacana que fuera. Indudablemente que sus legendarias participaciones en las obras maestras de Ismael Rodríguez, Nosotros los pobres y Ustedes los ricos le otorgaron la permanencia hasta nuestros días, sin embargo nunca olvidó el aspecto cómico de los personajes populares en un sin número de comedias desde Ay Jalisco no te rajes y Qué verde era mi padre. Su notable caracterización y sobre todo su actuación en Hermelinda Linda, y su secuela, basada en la conocida historieta, le brindaron la oportunidad de una interpretación que puede calificarse como genial.


(Tomado de Terán, Luis - La risa en rosa. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

domingo, 25 de febrero de 2024

Sara García

 



Sara García, ser abuela tiene su chiste


Millones se conmovieron con sus caracterizaciones de madres y abuelas sacrificadas, aunque también con sus intervenciones junto a Joaquín Pardavé como la encantadora mujer de origen libanés que confunde las palabras en El baisano Jalil y en El barchante Neguib. Claro está que para llegar ahí resultó definitivo su trabajo en Ahí está el detalle, dirigida por Juan Bustillo Oro, con Cantinflas, dando vida a Clotilde, una madre de ocho hijos a punto siempre de casarse con el popular cómico, personaje con el que, a pesar del constante lloriqueo, deja constancia de su hábil manejo de la farsa.

Su rol de abuela machorra que trae cortitos de la rienda a sus tres nietos: Pedro Infante, Abel Salazar y Víctor Manuel Mendoza, es un ejemplo de su amplia gama de comediante en Los tres García y Vuelven los tres García, donde luce autoritaria, bragada y jovial.

En Mecánica nacional, el director Luis Alcoriza a la vez que rindió homenaje a la figura emblemática de la abuelita del cine nacional, le quitó también toda la cursilería, proporcionándole, además, la gracia del mal hablar. Buen ejemplo en la película es cuando la viejecita insiste en acompañar a su familia a un paseo; sus parientes le sugieren que no, que es cansado y peligroso para ella. Una amiga de su nuera, personificada por Gloria Marín, aboga por la anciana y ésta le agradece su gesto, pero en cuanto se queda sola con la mujer de su hijo, Sara pregunta: "¿ y quién es esta pinche vieja metiche?”


(Tomado de Terán, Luis - La risa en rosa. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

lunes, 25 de diciembre de 2023

Germán Valdés, Tin Tan, el rey del tíbiri tábara


Germán Valdés "Tin Tan", el rey del tíbiri tábara


Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo, nacido en pleno centro de la Ciudad de México en 1915, la hizo de todo desde que se fue chiquillo para Ciudad Juárez. Fue ayudante de sastre, guía de turistas, trabajó en la Compañía de Luz, fue mandadero, barrendero e incluso pegaba etiquetas de discos en una radiodifusora de allá del norte. Era tan ocurrente, que una vez se consiguió un perro callejero al que le enseñó a sacar la lengua para humedecer las etiquetas. Al menos, eso dicen de Tin Tan.

Por azares del destino, o más bien por un micrófono que se descompuso, Germán Valdés tuvo su primera oportunidad en la radio imitando celebridades con el apodo de Topillo Tapas. Fue tal su estrellota, que pronto tuvo su propio programa: El barco de la ilusión, donde soñaba, desde entonces y a cientos de kilómetros de distancia, con sus futuros "Tintavientos", con los que recorrería la Bahía de Acapulco, un paraíso tropical que lo convirtió en delirio cinematográfico en películas tan deliciosas como Simbad el mareado o Tintansón Crusoe.


Nace el pachuco ingenioso 

Quiso la fortuna que el entonces locutor Topillo se entusiasmara con la caravana de artistas de Paco Miller que pasaba por Ciudad Juárez; con ellos, no solo adquirió el sobrenombre de Tin Tan, sino la amistad de su mero mero carnal del alma, Marcelo Chávez.

Ni hablar, Tin Tan era un hombre que había nacido para triunfar. Así, con sus pantalones aguados y de pronunciadas valencianas, saco amplio de grandes hombreras y solapas, reloj de cadena, zapato bicolor y sombrero de ala ancha con una pluma de pavorreal. Llegaba al cine con Hotel de verano, allá por 1943, bajo las órdenes de René Cardona.

Mascando un curioso spanglish, al que los pachucos llamaban "tatacha", Tin Tan llamó la atención por su estrafalario porte. Por ello, dos años después debutaba ya en plan estelar en El hijo desobediente, dirigido por Humberto Gómez Landero en 1945, donde mostraba la frescura, el acelere y la vivacidad de un genio del humoral, al que sólo le faltaba que le dieran más libertad para actuar.

Gómez Landero lo convirtió en Músico, poeta y loco (1947) y lo dirigió en Con la música por dentro (1946), Hay muertos que no hacen ruido (1946) y El niño perdido (1947), en el papel de un niño chiqueado al lado de una sensualísima Emilia Guiú.

Por fortuna, para 1948 Tin Tan conseguía finalmente romper el hermetismo y el humor acartonado de Gómez Landero para alcanzar una de las etapas más dichosas de nuestra cinematografía en pareja con el realizador Gilberto Martínez Solares, a partir de Calabacitas tiernas en 1948. Una etapa tan ingenua como explosiva en la que el pachuco pasaba de El rey del barrio (1949) a La marca del zorrillo (1950) y de ahí a Simbad el mareado (1950), en sus tan gustados paraísos exóticos acapulqueños.

Germán Valdés iniciaba en los años 50 una oleada de parodias de temas clásicos, tanto del cine como de la literatura. Un gran momento creativo que iba en declive conforme el cómico apostaba por argumentos cada vez más ingenuos, retacados de números musicales, o aceptaba un breve papel que le ofrecía algún productor vivales.

En También de dolor se canta (1950), de René Cardona, Tin Tan hace un pequeño papel: un mano a mano nada menos que con Pedro Infante, y en menos de diez minutos ambos barren con todo el cuadro del cine nacional y sus primeros cien años.


El humor en estado puro

En 1951 abre de manera brillante con El revoltoso, donde interpreta a un limpiabotas metiche.

El ceniciento y su continuación, Chucho el remendado, ambas del año 51, rebasan la simple burla de sus títulos para dar fe de esa extraña gracia capaz de desmontar toda lógica posible. Al lado de un memorable Andrés Soler como el "miado padrino", Tin Tan consigue una de sus películas más emotivas y divertidas en su papel de ingenuo chamula, victimado por sus parientes abusivos.

Se había convertido en una de las personalidades más atrayentes de nuestro cine, el humor en estado puro, debido a una espontaneidad poco común y sorprendentes dotes para la música, el baile, el chiste y el gag visual. A su vez, había impuesto desde fines de los años 40 una suerte de universo erótico y musical rodeado de algunas de las mujeres más hermosas de nuestro cine, entre ellas Lilia del Valle, Silvia Pinal y la señorita México, Ana Bertha Lepe.

Tin Tan mantenía un imparable tren fílmico al lado de Martínez Solares y su habitual equipo de colaboradores: Juan García Peralvillo -su dialoguista de cabecera-, Vitola, el enano Tun Tun, Wolf Rubinskis y, por supuesto, su inigualable "carnal" Marcelo, en cintas como El bello durmiente (1952), Me traes de un ala (1952), El mariachi desconocido (1953), El vizconde de Montecristo (1954), El sultán descalzo (1954) y Lo que le pasó a Sansón (1955).

Empezó a alternar con una serie de realizadores de distintos niveles: ¡Mátenme porque me muero! (1951), de Ismael Rodríguez; El vagabundo (1953), de Rogelio A. González; La isla de las mujeres (1952) y El hombre inquieto (1954) de Rafael Baledón; El médico de las locas (1955), de Miguel Morayta; Las aventuras de Pito Pérez (1956), de Juan Bustillo Oro, donde probaba suerte con un papel tragi-cómico.

Por supuesto, a mediados de los cincuenta, ese tren cinematográfico mostró signos de descomposición con realizadores más bien mediocres como Fernando Cortés y un desbocado Benito Alazraki, que abandonaba sus ímpetus intelectuales a partir de Rebelde sin casa (1957).

La casa del terror (1959), Variedades de medianoche (1959), Pilotos de la muerte (1962), Gregorio y su ángel (1966) y algunas pequeñas partes en El ogro (1969), Acapulco 12-22 (1971), la serie Chanoc, o al lado de Blue Demon en Noche de muerte (1972), su última película, marcaron el declive fílmico de un brillante hombre orquesta, una suerte de alienígena del humorismo que moría una mañana de junio de 1973, llevándose a la tumba el secreto de su genialidad y de su impacto popular.


*Principales películas:

Calabacitas tiernas

El rey del barrio

El ceniciento


*Época de esplendor:

Su encuentro con Martínez Solares, de 1948 a 1954 


*¿Por qué se le recuerda?

Por su espontaneidad su vitalidad y sus gestos tan graciosos como emotivos.


(Tomado de Ávila, Rafael - Tin Tan, el rey del tíbiri tábara. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

martes, 30 de marzo de 2021

Maria Victoria


La jalisciense nacida en 1933 inició su carrera a los nueve años de edad como "partiquina" y la consolidó una década después como intérprete de boleros. En sus inicios recorrió el país durante cuatro años con la caravana artística de Paco Miller, donde conoció al que sería su primer esposo: Jorge Molmer.

En 1950 empezó a trabajar en el Teatro Margo donde, además de cantar, hizo sketches al lado de José "El Ojón" Jasso, Chelo "La Rue" y Pepe Guízar. En ese mismo foro causó furor por sus vestidos entallados que resaltaban sus amplias caderas.

Su estilo interpretativo suave y sensual se plasmó en su primer éxito musical; "Soy feliz", de Juan Bruno Tarraza. Como cantante ha grabado más de 50 discos, obteniendo un centenar de premios.

En su faceta de actriz se consagró como la respondona pero bondadosa criada Paquita Pérez en Los paquetes de Paquita (1954), de Ismael Rodríguez, donde interpretó el antecedente del que sería su personaje más significativo: Inocencia.

Asimismo, actuó en la obra La criada malcriada, inspirada en La doncella es peligrosa, de Serge Vever. Fue el éxito de esta puesta en escena lo que hizo que Víctor Fox la llevara a la televisión con el título de La criada bien criada (1969-1980).

A su vez, para aprovechar la popularidad lograda por la serie, protagonizó las cintas La criada bien criada (1970), y La criada maravilla (1978), ambas de Fernando Cortés. Al concluir ésta encabezó sin éxito otras como La casa de huéspedes (1980) y Las chambas de Paquita (1984). En abril de 1998 regresó al teatro con Las muchachas del club, de Iván Menchell.

Acerca de Inocencia, el crítico Tomás Espinoza advirtió que esté personaje decente y virginal, siempre escoltado por sus dos escuderos, era inexistente. " [...] la imagen de María Victoria como fámula no sé a qué realidad de país imaginario, exótico o extraterrestre pertenezca; las sirvientas no hablan, no visten, no se peinan como ella, más bien parece mesera de café de chinos, o con mucha imaginación, criada parisina de (la revista) Ja-Ja".

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Televisa, S.A. de C.V., México, D.F., 2002).





jueves, 14 de enero de 2021

María Douglas


(Wolf Rubisnkis y María Douglas -Blanche  DuBois- en Un tranvía llamado Deseo)

La biografía espiritual de María Douglas puede explicarse apenas en el rastro de sus interpretaciones, una clave que vaga del placer al ascetismo. Bailó con el torso desnudo, sensual y armónicamente, "La danza de los siete velos" cuando fue la Salomé, de Oscar Wilde, en el escenario del Palacio de Bellas Artes, dirigida por Marta Elba, en tiempos en que Carlos Chávez estaba al frente de la institución y Salvador Novo se encargaba del teatro.

Desde que la Douglas apareció en la escena, su presencia mágica, su belleza irreal, sus movimientos precisos y elegantes, su entrega absoluta al personaje y su dicción exquisita, impresionaron gratamente al público que se identificó con su gracia y su delicada sensibilidad.

La Douglas fue Medea y Fedra en Hipólito, ambas tragedias de Eurípides. Fue Santa Juana en la hoguera, de Claudel. La fierecilla domada, de Shakespeare. Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams. Interpretó también: Deseo bajo los olmos, de Eugene O'Neill; Los signos del zodiaco, de Sergio Magaña; El oso, de Chéjov; La casa de los siete balcones, de Alejandro Casona; Martina, de Rodolfo Álvarez; La hiedra, de Xavier Villaurrutia; Juegos fatuos, de Carlos Olmos.

La UNESCO la declaró "La mujer del año" en Nueva York, después de su histórica actuación en Las tentaciones de María Egipciaca, escrita y dirigida por Miguel Sabido. Sus otros directores fueron Seki Sano, Salvador Novo, Fernando Wagner, Xavier Rojas y André Maurois.

(Tomado de: Terán, Luis - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

martes, 22 de diciembre de 2020

Ernesto Alonso


 Para finales de los años cincuenta era un actor consolidado. Había sido dirigido por los grandes: en cine por Luis Buñuel, en teatro por Salvador Novo, había compartido créditos con figuras de la talla de Miroslava, Jorge Negrete e Irasema Dilián, y había conquistado al público internacional.

Para entonces era famoso gracias a películas como Abismos de pasión, El jorobado (Enrique de Lagardere) y por supuesto, Ensayo de un crimen, que triunfó en Estados Unidos, Francia e Inglaterra.

Pero toda esa gloria pasada no lo haría pasar a la historia. Lo que realmente hará que Ernesto Alonso siempre sea recordado, son sus logros en televisión.

En el despunte de los años sesenta hizo un hueco entre sus compromisos y llegó para quedarse en la naciente industria telenovelera. Su carta de presentación, Cartas de amor, un melodrama de sólo 30 capítulos, luego Estafa de amor, Espejo de sombras y Niebla. Pero el verdadero brinco fue Las momias de Guanajuato, donde dejó constancia de su enorme creatividad que ya nunca descansaría. Su método: el experimento. Su gran logro: una nueva forma romántica, combinada con el suspenso, la acción y la aventura.

Hoy tiene 37 años de productor de telenovelas, y en su extraordinaria lista de éxitos están las históricas: Leyendas de México, La tormenta y Senda de gloria, las de humor negro como Doña Macabra y el controvertido thriller de la década de los ochenta: El maleficio.

B.G.

(Tomado de: Peña, Mauricio - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

lunes, 30 de noviembre de 2020

Isabela Corona


Una gran actriz en el teatro (desde los años veinte) y en el cine (desde los años treinta) y al final de una muy larga vida artística en la televisión, Isabela Corona (bautizada así por el Doctor Atl) siempre estuvo segura de que el talento actoral era su mejor arma; nunca le importó no ser bonita o bella en el sentido convencional del término; sin embargo, no era "fea" sino diferente, angulosa, interna, "interesante" sobre todo "interesante"; quizá porque estaba muy segura de su enorme capacidad de actriz, de una actriz de tipo diferente que utilizaba magistralmente su bella voz de recitadora de contralto. Fundadora del Teatro Orientación, musa y amada de Julio Bracho, amiga directa de Carlos Chávez, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Antonieta Rivas Mercado, intérprete teatral de O'Neill, Girardoux, Esquilo, Usigli. Inolvidable en La noche de los mayas, La isla de la pasión y El ángel negro, su desempeño en el cine se elevó a lo que se llama una creación, donde los ojos de Isabela Corona , esos ojos que muestran la mayor ambigüedad, intensidad, terror quizá, son dignos de una canción como la que le hicieron a su contraparte norteamericana, Bette Davis, con la que siempre se le ha equiparado, porque como ella (para todos sus admiradores y sobre todo admiradoras) representó magníficamente a la mujer fuerte, a la mujer inteligente.

(Tomado de: Ramón, David - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Luis Aguilar


 Siempre con gran porte, reflejo de su fuerte personalidad, y dueño de una mirada profunda, tenía todos los atributos del galán típico de los años cuarenta. El bigote recortado y el cabello cuidadosamente engomado fueron distintivos de su estilo en cada película. Siempre lució bien con el traje de charro, y en su etapa de catrín al estilo gángster se distinguió por su elegancia y el corte perfecto de su traje negro a rayas.

Una carrera llena de éxitos, con caracterizaciones en las que fue charro, caudillo, galán y hasta policía motorizado con Pedro Infante en las ya clásicas películas de Ismael Rodríguez, A toda máquina y ¿Qué te ha dado esa mujer? (1951), donde formaron una pareja que pasó a la historia, son una muestra de la versatilidad de uno de los actores que ha recorrido casi todos los géneros en el cine nacional. Incluso pasó por la comedia, al lado del gran Tin Tan, en las películas Locos peligrosos (1957) de Fernando Cortés, Detectives o ladrones (1966), de Miguel Morayta y Duelo en el Dorado (1968), de René Cardona.

También compartió créditos en 1952 con Jorge Negrete en Tal para cual, y fue precisamente Negrete quien le dio su primera credencial de la ANDA, por ello y por actuar junto a él al inicio de su carrera, Luis lo consideraba su hermano mayor.

Hombre solidario con el gremio, bondadoso y humilde, a pesar de que compartió créditos con las grandes estrellas de la época de oro del cine mexicano, Luis Aguilar es una leyenda viva de la cinematografía nacional.

[Falleció en 1997]

(Tomado de: Peña, Mauricio - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)



miércoles, 30 de septiembre de 2020

Enrique Álvarez Félix


Galán de fina presencia
Siguiendo una tradición de las familias de abolengo, y él nació dentro de una de ellas, en Guadalajara, estudió la carrera de Diplomático y cuando entregó a su madre el título obtenido con honores, se siguió con lo que le interesaba profundamente: ser actor.
Luchando contra la corriente de opiniones, por ser el hijo de María Félix, parecía tener al principio de su carrera poco futuro, no obstante que la primera vez que apareció frente a una cámara lo dirigió Luis Buñuel en Simón del desierto. Vino después el debut formal en Los cuervos están de luto, y otras cintas, hasta que dio el campanazo, como se dice, con Los Caifanes, al lado de Julissa, Ernesto Gómez Cruz, Óscar Chávez y Eduardo López Rojas.
La popularidad que le dio el cine fue capitalizada al entrar en el universo de las telenovelas y allí suman muchos títulos de los que sobresale Rina, con Ofelia Medina, donde probó que aparte de ser un galán de fina presencia, también era muy buen actor. En el teatro sobresalen dos triunfos grandes para él, Culpables, y el musical El hombre de la Mancha.

(Tomado de: Peña, Mauricio - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

lunes, 2 de marzo de 2020

Esperanza Iris


Señora del teatro lírico
Por su bella voz, desde muy niña triunfó cantando la diva tabasqueña de la belle époque mexicana. El público había amado su presencia escénica desde pequeña y la vio crecer en el escenario donde despertaba una adoración sin límites. Reina de un espectáculo teatral y musical en que se interpretaban zarzuelas, a la llegada a México de María Conesa al Teatro Principal, en 1907, decidió cambiar de género, abrazando el de la opereta, género donde como nunca lució su hermosísima voz de claro y melódico timbre.
Sangre de artista, una de las operetas que interpretaba con mayor éxito, parecía una definición muy apropiada de su persona. Pero el público mexicano literalmente la consideró y la coronó como "La reina de la opereta" y muchos en realidad la consideraba "La emperatriz de la opereta".
En giras internacionales, actuando y cantando La Duquesa del Bal tabarín, El Conde de Luxemburgo, La princesa de los Balcanes y Eva, la Iris triunfó en Sudamérica, Madrid, La Habana, en perpetuas "noches de gloria" (por cierto, título también de una película que interpretó en 1937), aunque su vida privada siempre fue particularmente desgraciada. Con el producto de su arte edificó uno de los teatros más bellos y suntuosos de la ciudad, el Teatro Esperanza Iris, en la calle de Donceles (hoy restaurado), pero al que se le ha quitado su nombre, que deben reintegrársele, pues es el mínimo homenaje que este país y esta ciudad deben a una de sus más preclaras artistas que elevó a milagro el arte lírico.

(Tomado de: Ramón, David - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

lunes, 15 de julio de 2019

Ricardo Montalbán



El erotismo del matador

"Niño bien" mexicano de fina estampa, que había estudiado en Estados Unidos, debuta en el cine mexicano en 1942, y se coloca como símbolo erótico masculino encarnando al torero Jarameño en Santa, dirigida por Norman Foster (con un guión calcado del que escribió Welles para Dolores del Río), y nuevamente vuelve a ser matador en La hora de la verdad. Justamente como la figura del torero que tan bien representa, es alto, distinguido, con una sexualidad pasiva-agresiva que se ofrece al toro y al público, al que vence con su inteligencia, de donde nace el verdadero erotismo. Figura a lo Byron: figura romántica, figura fálica, se convierte en un perfecto "amante latino" importado por Hollywood, donde permanece como galán de cine y t.v., eternamente guapo y sexy. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
El torso.

Su papel más sexy:
El de La hora de la verdad, donde casi siempre aparece toreando.

Su escena más provocadora:
En la película Santa, cuando tiene relaciones íntimas con la heroína.

(Tomado de:  Ramón, David - Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

miércoles, 10 de julio de 2019

Pedro Infante



El minotauro erótico

Con su cuerpo de gimnasio "a la antigüita", obviamente hecho a base de mucho aparato y mucha disciplina; un cuerpo de torote en el que destacaban sus bíceps desarrollados in extremis; con un rostro de rasgos correctos y una mirada en que la simpatía, la socarronería y la intención erótica competían para prevalecer. Enfundado en trajes de charro o de motociclista de la Dirección de Tránsito (atuendo que mucha gente encuentra irresistiblemente erótico, quizá por las botas), hizo gala de una voz excepcional, tremendamente erótica, su más fino y mejor instrumento sexual. Pedro Infante es un símbolo sexual sui generis idolatrado por las mujeres y hasta por los hombres -que lo sienten su mejor representante-, amado hasta por ellos en alguna forma, en ese erotismo que es el compadrazgo entre machos. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
Los bíceps.

Su papel más sexy:
El de "Pepe el toro", en donde todas las mujeres quieren seducirlo y luce ampliamente sus bíceps.

Su escena más provocadora:
Cuando le canta a Miroslava en Escuela de rateros, se mete hasta su cama con su canción, en lo que constituye, sin duda alguna, un "coito fónico".

(Tomado de:  Ramón, David - Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)




jueves, 13 de junio de 2019

Lilia Prado


La ingenua perversa

En el esplendor de su carrera, los 54 bien proporcionados kilos de Lilia Prado daban mucho de qué hablar, quizá porque se asentaban -literalmente- en un equilibrio perfecto que comprendía unas maravillosas piernas (empezó cuando ganó un concurso de las piernas más bonitas en el que la leyenda, Silvestre Revueltas, era parte del jurado), una increíble cinturita, un busto perfecto, y sobre todo, una región glútea justamente admirada, que propició varios inflamados poemas de Efraín Huerta. De ojo claro y rasgado, chatita, bonita, de boca muy sensual, ingenua y perversa, adoramos a Lilia Prado; bailarina, cantante, actriz, belleza y, sobre todo, erotismo desbordado. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
La región glútea.

Su papel más sexy:
En Cuarto de hotel.

Su escena más provocadora:
En Subida al cielo, cuando se sube a un camión y la cámara prácticamente la ayuda, empujándola en su región glútea.

(Tomado de:  Ramón, David - Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)




lunes, 4 de marzo de 2019

Lupe Vélez




La mexicana de fuego

Menuda de rasgos y de salvajes ojos verdes, chaparrita de lleno, de exquisitas curvas, de hermosos senos, muy bien torneadas piernas y boca de corazón, Lupe Vélez fue conocida como "la dinamita mexicana". Bailarina plena de simpatía y de fuego, tempestuosa y temperamental en sus papeles en Hollywood (e igual o más en la vida real). Lupe Vélez fue un torbellino sexy que cruzó, arrollándolo todo, el Hollywood de los veinte y treinta, después de haber triunfado en México, donde fue "bataclana" y donde era ídolo supremo de los asiduos al teatro de revista en el México postrevolucionario. Capaz de seducir lo mismo a Gary Cooper que a Johnny Weissmuller, a José Gorostiza o a Arturo de Córdoba, "la niña Lupe" se convirtió en leyenda al "suicidarse llena de glamour y vestida de blanco", pero en realidad muriendo ahogada en su propio vómito en el inodoro de su baño. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
La región glútea, a la que imprimía increíbles movimientos y velocidad en sus bailes.

Su papel más sexy:
Canción de amor.

Su escena más provocadora:
Cuando seduce a Gary Cooper en La canción del lobo.

(Tomado de: Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo, Editorial Eres, S.A. de C.V. México, D.F., 1997)






domingo, 10 de febrero de 2019

Ninón Sevilla






Ninón Sevilla

El desbordamiento sexual

[Emelia Pérez Castellanos (La Habana, Cuba, 10 de noviembre de 1929 - Ciudad de México, 1 de enero de 2015)]
Sexual diosa cinematográfica de México y Latinoamérica; emblemática figura de la época rumbera; de estilizada y breve cintura, amplia cadera y hermosísimas e interminables piernas; fuerza de la naturaleza, sensualidad y sexualidad desbordada; bailarina erótica; diosa fílmica a la altura de cualquier mito erótico mundial. Jaques Udiberti en Cahiers du cinema la comparó con Garbo y Dietrich, Ado Kirou en Amor y erotismo en el cine, afirmó que “en ella, como en otras grandes, el erotismo se expresa mejor a través de lo que la “gente bien” llama “mal gusto”. Auténtica reina del trópico, de la noche y del baile tropical, Ninón Sevilla es una de las estrellas más sexys, si no es la que más, del cine mexicano: “la sensualidad misma del cine mexicano”. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
Las caderas.

Su papel más sexy:
El de la joven seducida, traicionada y vengadora en Aventurera.

Su escena más provocadora:
Cuando seduce a Fernando Soler en Sensualidad.



(Tomado de: Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo, Editorial Eres, S.A. de C.V. México, D.F., 1997)