lunes, 15 de julio de 2019

Ricardo Montalbán



El erotismo del matador

"Niño bien" mexicano de fina estampa, que había estudiado en Estados Unidos, debuta en el cine mexicano en 1942, y se coloca como símbolo erótico masculino encarnando al torero Jarameño en Santa, dirigida por Norman Foster (con un guión calcado del que escribió Welles para Dolores del Río), y nuevamente vuelve a ser matador en La hora de la verdad. Justamente como la figura del torero que tan bien representa, es alto, distinguido, con una sexualidad pasiva-agresiva que se ofrece al toro y al público, al que vence con su inteligencia, de donde nace el verdadero erotismo. Figura a lo Byron: figura romántica, figura fálica, se convierte en un perfecto "amante latino" importado por Hollywood, donde permanece como galán de cine y t.v., eternamente guapo y sexy. (David Ramón)

Parte memorable de su cuerpo:
El torso.

Su papel más sexy:
El de La hora de la verdad, donde casi siempre aparece toreando.

Su escena más provocadora:
En la película Santa, cuando tiene relaciones íntimas con la heroína.

(Tomado de:  Ramón, David - Somos, especial de colección núm. 6, Los símbolos sexuales + ardientes del mundo. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

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