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lunes, 9 de diciembre de 2024

La Quemada o el mítico Chicomostoc

 


La Quemada o el mítico Chicomostoc 

Baudelina García 

El sitio arqueológico de La Quemada, también conocido como Chicomoztoc, forma parte del imaginario mexicano que lo convirtió en el lugar mítico por donde habrían pasado los mexicas, en su peregrinación hacia el centro de lo que hoy es México. 

Situada en la frontera entre el norte de México y el occidente -las dos regiones culturales que han recibido menos atención en lo que a investigación se refiere-, La Quemada continúa siendo hasta hoy un espacio enigmático cuya historia completa está aún por conocerse. 

Si bien es cierto que pudo haber sido ocupada ocasionalmente por grupos nómadas, dedicados mayormente a la casa y a la recolección, muchas de las evidencias que pudiéramos tener sobre la presencia de los chichimecas nos han sido negadas por el paso de los años y por la acción de la lluvia y el viento. Los embates de la naturaleza se llevaron el aplanado de barro y cal, además del mortero que servía para darle unidad a las piezas que formaban el conjunto de edificios y basamentos. 

Pero no sólo la naturaleza se encargó de borrar los perfiles que le daban forma definitiva a La Quemada, también los colonizadores, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, utilizaron los edificios como materia prima para construir las ciudades y los pueblos que conformaron la nueva geografía urbana de la región. 

Debido a muchos factores ha sido difícil para los arqueólogos determinar el origen del sitio y su filiación cultural, por lo que muchos investigadores han especulado en cuanto a definir y caracterizar a La Quemada; los hay quienes la consideran una avanzada teotihuacana hacia el norte, un desarrollo tolteca, una fortaleza de los combativos tarascos, el famoso y legendario Chicomoztoc, un centro caxcán y, finalmente, como es lógico, un importante asentamiento defensivo que dio cobijo a grupos indígenas asentados al norte de la frontera marcada por el río grande de Santiago. 

Sin embargo, gracias a los trabajos de Peter Jiménez, hoy sabemos que La Quemada estuvo ocupada entre los años 500 y 900 de nuestra era; los análisis de laboratorio permitieron concluir que se trata de un asentamiento que creció y se desarrolló en los mismos años que corresponden al apogeo y ocaso de Teotihuacan. Aparentemente el sitio fue abandonado cuando los toltecas fundaron la ciudad de Tollan. 

Lo cierto es que La Quemada sigue ahí con sus estructuras sobre un cerro que alcanza los 250 metros sobre el nivel del valle. Quien observa su disposición arquitectónica tiene la sensación de que se trata de una fortaleza, en la que pueden identificarse más de cuarenta plataformas o terrazas de diferentes dimensiones. Pero aun cuando pudiera definirse como un enclave defensivo, una visión cuidadosa del conjunto nos permite distinguir también su carácter cívico-religioso. La mayor parte de lo que vemos hoy en La Quemada corresponde a la última etapa de ocupación: se trata de un conjunto ceremonial fortificado que guarda enormes similitud con los que se encuentran en Mesoamérica durante el Epiclásico (600-900 d. C.)

La existencia de un centro cívico-religioso como La Quemada sólo se explica a partir de la presencia de una actividad agrícola permanente, capaz de sostener la mano de obra necesaria para construirla. Todo hace pensar, y las evidencias así lo demuestran, que los habitantes del valle en el que está sentada La Quemada, el de Malpaso, cultivaban maíz, frijol, calabaza y maguey, además de recolectar productos silvestres como semillas de amaranto, jitomate y nopal. 

Atendiendo a su posición geográfica, que le permitiría establecer relaciones con otros asentamientos vecinos, La Quemada pudo haber sido parte de una red de intercambio en la que intervinieron Chalchihuites -que destacó por su actividad dedicada a la minería-; el Cañón de Juchipila y el Valle de Atemajac, el área de Aguascalientes y los Altos de Jalisco hasta el noroeste de Guanajuato. Esta red seguramente propició el trueque de productos de diversa índole, entre los que podrían mencionarse los minerales, la sal y la concha como parte de la intensa actividad comercial que tuvo lugar en esa época en el noroeste de Mesoamérica. No se descarta la posibilidad de que una actividad de esas características provocara enfrentamientos entre quienes se disputaban el control de una región donde además se comerciaba con la turquesa procedente de lugares tan lejanos como Nuevo México; este último hecho supone la existencia de un corredor comercial que se extendió en su apogeo a lo largo de más de mil kilómetros al norte y representó un vínculo real con el territorio conocido como Aridoamérica. 

Las construcciones más importantes de La Quemada se levantaron, como era lógico, en su momento de apogeo; así, observamos el Salón de las Columnas, el Juego de Pelota, la Pirámide Votiva y la mayor parte de las calzadas. 

Las investigaciones realizadas por Peter Jiménez han permitido conocer algo más sobre su crecimiento y apogeo, así como del momento en que la ciudad fue abandonada por sus habitantes primigenios. 

Son muchos los secretos y las historias que aún guarda este sitio, pues como señala Jiménez, se ha explorado apenas el cinco por ciento de la zona. Estamos seguros de que investigaciones futuras ayudarán a resolver algunas de las incógnitas que impiden descubrir con toda certeza el origen de este asentamiento y los motivos que obligaron a sus moradores a abandonarlo. Como en otros lugares de Mesoamérica, el colapso de La Quemada sólo podrá explicarse cuando ella misma nos cuente, con los datos que aporte la arqueología, la historia de su pasado; mientras tanto podemos imaginar, y esto es perfectamente factible dada su posición geográfica, que por ahí transitaron los hombres de las llanuras norteñas y que los chichimecas hicieron de ese territorio una trinchera frente a la avanzada española.


(Tomado de García, Baudelina. La Quemada o el mítico Chicomoztoc. Los guerreros de las llanuras norteñas. Pasajes de la Historia IX. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2003)

lunes, 1 de julio de 2024

Chicanos: términos y definiciones

 


Chicanos: términos y definiciones 


Cuando se hable de los mexicanos en Estados Unidos, se estará haciendo referencia a un grupo de habitantes que comenzó a definirse a partir de la Independencia de Texas y la terminación de la guerra en 1848, cuando perdimos más de la mitad del territorio. Antes, esos habitantes eran parte del Virreinato de la Nueva España y después de la República Mexicana.

Nos referiremos al total de la población de origen mexicano que habita en Estados Unidos, desde el que ayer cruzó la frontera hasta los descendientes de los pobladores originales, mestizos, que comenzaron a habitar hacia fines del siglo XVI, los territorios que ahora son el suroeste de Estados Unidos. 

No se ahondará en las causas de la guerra. Existen buenos textos históricos que dan cuenta de lo que pasó entre México y Estados Unidos desde la Independencia hasta la Revolución Mexicana. Académicos tanto norteamericanos como mexicanos han producido en los últimos años, trabajos serios que reconstruyen en su verdadera dimensión las causas y los hechos de la independencia de Texas y de la guerra México-Estados Unidos del siglo pasado. Poco a poco se han logrado acuerdos que califican a la guerra como una de conquista y expansión frente a un enemigo débil y desorganizado en lo político, a pesar de gestas heroicas como las del Batallón de San Patricio, donde un grupo de norteamericanos irlandeses peleó y murió del lado de México. Con lentitud se han quitado estereotipos y falsedades en los libros norteamericanos, aunque estos temas tienen todavía poca o nula importancia en los libros escolares de ambos lados de la frontera. 

No existe un término, aceptado por todos, que englobe a la población de origen mexicano. El término más general es mexicano-americano, traducción literal de los dos gentilicios en inglés, del mismo modo que se dice afroamericano o cubano-americano que es el más neutro en términos ideológicos. 


El término chicano comenzó a usarse durante los años veinte en el suroeste de Estados Unidos por personas y grupos de origen mexicano que querían distinguirse con claridad de la sociedad anglosajona dominante. Denotaba obrero mexicano inmigrado. Durante el Movimiento Chicano fue empleado por hijos de mexicanos como una especie de desafío para afirmar la identidad del grupo frente al resto de la sociedad. Personas menos activas en la política, más conformes con su suerte, la parte más conservadora de la comunidad se llamaban mexicano-americanos para distinguir su origen o, incluso, americanos. La connotación negativa del término chicano también se origina en los años veinte, usada por las élites intelectuales de refugiados de la Revolución, o por las mexicano-americanas, para distinguirse de los pobres campesinos harapientos. Este prejuicio subsiste hasta hoy. 

La palabra chicano ha perdurado para ciertas actividades artísticas, académicas y políticas. Se usa para referirse a los nacidos en Estados Unidos, pero que son hijos o nietos de personas nacidas en México.

Para unos este término es fuente de orgullo y, a otros, les es indiferente porque por regiones se han usado otros términos, como tejano o californio. Con los años, el uso ha ido adquiriendo prestigio e historia. Como dice Luis Leal, uno de los mayores expertos y críticos de la literatura chicana y mexicana: 


Los orígenes de la historia de los chicanos se remontan al siglo XII, cuando los indios mexicanos (de la palabra en náhuatl, pronunciada "meshica", se deriva la palabra mexicano, de donde a su vez se originó la palabra "[me]chicano") abandonaron la isla de Aztlán en busca, según la leyenda, del lugar que les había sido prometido por los dioses. En 1321, después de un largo peregrinar, encontraron la ciudad de Tenochtitlan (hoy, la ciudad de México) sobre una isleta en el lago de Texcoco localizado en el valle del Anáhuac. Años más tarde, cuando los aztecas (el pueblo de Aztlán) conquistaron la mayor parte de Mesoamérica, su rey, Moctezuma I Ilhuicamina (quien gobernó desde 1440 hasta 1469), deseoso de descubrir el origen de su pueblo, envió a sus brujos y magos en busca del lugar que habían abandonado sus antepasados. Fray Diego Durán en su Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, trabajo terminado en 1581, relata que los mensajeros encontraron Aztlán, la región conocida como Chicomóstoc (siete cuevas) al norte del Anáhuac. En nuestro siglo, durante la década de los años sesenta, los chicanos, esto es, el pueblo de origen mexicano que vive en Estados Unidos, motivados o ideales nacionalistas, dieron el nombre de Aztlán a los territorios que pertenecieron a la república mexicana hasta 1848. 


Para propósitos analíticos y descriptivos quizá resulte útil dividir a la comunidad en dos grupos: los recién llegados, nacidos en México, y los descendientes de inmigrantes que, al igual que los hijos de los pobladores originales se van integrando a través del tiempo a la sociedad dominante. 


La población mexicana forma parte de una comunidad mayor en donde se incluyen todos los habitantes de origen latinoamericano, caribeño y español, llamados latinos o hispanos. Del total de los latinos, unos dos tercios son de origen mexicano. el otro tercio lo componen habitantes de origen puertorriqueño, cubano, español y de otros países latinoamericanos, en especial de Centroamérica. Los términos se usarán indistintamente en el texto. 


También se usarán de forman de formas intercambiables las palabras mexicano, chicano o mexicano-americano, para referirse a los mismos grupos, aunque a veces el contexto aclare el significado preciso. De la misma manera, los términos migrante o emigrante significan lo mismo. Se usará también el término inmigrante para referirse a grupos que ya habitan en Estados Unidos.


(Tomado de: Diaz de Cossío, Roger; et al. Los mexicanos en Estados Unidos. Sistemas Técnicos de Edición, S.A. de C. V. México, D. F., 1997)

jueves, 9 de mayo de 2019

Chicomoztoc

Se dice que de este lugar proceden tribus norteñas que poblaron el Altiplano. Su nombre procede de chicome, siete; oxtotl, cueva; Siete cuevas.


Algunas investigaciones lo ubican en zonas semiáridas donde hay cavernas, como los alrededores de La Quemada, en el estado de Zacatecas.


Según una narración tolteca, Ometecuhtli se unió a Omecíhuatl, de ellos nacieron los dioses, uno de ellos cayó en Chicomoztoc rompiéndose en 1600 pedazos; estos fragmentos se transformaron en dioses, quedándose a vivir en este lugar.


Otra teoría cuenta que Iztacmixcóhuatl (la Vía Láctea) se unió a Ilancuey (la Tierra) y engendraron seis hombres; epónimos de las razas, quienes se quedaron a radicar en Chicomoztoc.


(Tomado de: Toledo Vega, Rafael. Enigmas de México, la otra historia. Grupo Editorial Tomo, S. A. de C. V. México, D. F., 2006)