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jueves, 8 de junio de 2023

Mulitas de Corpus

 


Mulitas de Corpus

No siempre Manuel es una "mula", aunque el santo de su nombre aparezca el jueves de Corpus. Antes, abriendo la húmeda neblina bajaron los indios, albarda sobre aparejo, arriando mulas cargadas de mulas. Mas no las sindicales que se venden al halago de curules, sino las otras, que gustan a los niños.

Nomás se oye un llover de pezuñas presurosas y al chico rato están en el atrio de la Catedral, frente a la solemne arquitectura, estas mulitas que el indio -a quien la gracia nace de las manos, como en su cuenco el brote del agua- modela y trenza con hojas de maíz puestas a dorar en brasas pacientes.

Las parsimoniosas mulitas, 5 a 25 centímetros, cruz al casco la medida de su alzada, erguidas las periscópicas orejas, tenso el cilíndrico cuerpo, lacio el rabo, abiertas y plantadas las macizas patas de palo, belfos rumiando discursos de ministerio -¡ji-jau!- llevan al lomo resistente la apreciada carga de sus huacales.

Redondos capulines azabaches, rubios chabacanos táctiles, peras de San Juan y de leche, rojas ciruelas de contenidas mieles; todas en curioso mirar por entre los maderos de sus cárceles pidiendo a gritos !¡comedme! Arriba un qué bien huele crecer de chícharos y claveles.

Al desfile infantil innúmero se le van los ojos. Inditas zalameras de olán azul, huarache sonoro; y frente a la recua vegetal niños morenos de apresurados huacales, blancas calzoneras y paliacates colorados, brillosos remedos del joven Morelos pensando en la patria al paso de su arriería sureña.

Jueves de Corpus. Que no se enoje Manuel por ser tocayo de tanta gracia; que hay otros que lo son de veras y no se dan por entendidos.


(Tomado de: Cortés Tamayo, Ricardo (texto) y Alberto Beltrán (Dibujos) – Los Mexicanos se pintan solos. Juego de recuerdos I. El Día en libros. Sociedad Cooperativa Publicaciones Mexicanas S.C.L. México, D. F., 1986)

jueves, 14 de julio de 2022

El ojo de Dios, Nayarit

 


Es un ojo mágico que nos mira, un ojo mágico y multicolor que nos observa, que nos guía y nos orienta. Es el "ojo mágico" como le han llamado actualmente a esta pieza de estambre y madera que los coras, los huicholes y los tepehuanos designan con el nombre de "Tsicuri", que en su lengua propia es un derivado del náhuatl.

Todos los colores del arcoíris y más tienen cabida, todos los tamaños, , un sinfín de variantes. Este emblema es el escudo de los habitantes del norte de Jalisco y de una pequeña porción de Zacatecas y Durango, donde todavía hay auténticos creyentes del primitivo embrujo.

Es el "Ojo de Dios" el que simboliza, encierra y describe algo más que un pensamiento, una filosofía, una manera de ser, una religión. Para nosotros podría ser una artesanía más, pero no. No es un simple adorno. El "Tsicuri" u "Ojo de Dios" es el principio y el final: es agua, fuego, aire y tierra; es el mapa donde viven todos los dioses.

Se ignora su origen, aunque se cree que antes de la llegada de Cortés, los huicholes y los coras lo fabricaban con fibras naturales, antecesores de los estambres y colores que hoy se utilizan. El primero en estudiar su significado fue Carl Lumholtz, en el año 1900, quien atraído por la magia del Nuevo Mundo llegó, como Humboldt, a estudiar los encantos de México.

Lumholtz definió al "Ojo de Dios" como una cruz de varillas entretejidas con hilo o estambre de diversos colores en forma de un cuadrado colocado diagonalmente. Este cuadrado es el centro de gravedad de otros que se colocan en cada uno de los extremos de la cruz, hasta completar un total de cinco.

Éste es el número mágico de los huicholes, el 5, porque son 5 los colores de los granos del maíz, 5 los dedos de la mano y 5 los días nefastos del calendario azteca. Éste es el significado del "Ojo de Dios". El centro es donde vive el hombre, es la comunidad. El cuadrado de arriba, que apunta al norte, es el mágico lugar donde nació el fuego, el abuelo fuego, en la cueva de Teacata.

El cuadrado de abajo es la laguna de Chapala, el punto sur, lugar de viento y agua. El cuadrado de la derecha apunta hacia su paraíso, posiblemente el lugar de origen de sus antepasados. Se trata del desierto de San Luis Potosí, cerca de Real de Catorce, en un lugar mágico, un cerro conocido con el nombre de "La Quemada", donde nació el Sol, donde el hermano mayor de los huicholes, Tamatz Cayaumari "El Gran Venado", levantó al Sol con sus grandes cuernos hacia el firmamento, haciendo posible la vida en el planeta.

Otra vez, se repite lo profundo, nada es casual.

No es un adorno caprichoso. Este cuadrado, el de la derecha, representa a "Huirikuta", el paraíso huichol adonde van las almas, de donde provino el Diluvio, donde crece el peyote... el cerro más mágico de toda América.

El cuadrado de la izquierda, que apunta hacia el mar, la costa de Nayarit y Jalisco, aún no ha sido descifrado.

Todo el "Ojo de Dios" en su conjunto, los cinco puntos cardinales del mundo huichol, indican también tres niveles de vida porque los cuadrados son concéntricos, indican también el cielo, la tierra superficial y el inframundo subterráneo. El "Ojo de Dios" no es una concepción plana del mundo, es la mágica idea del universo, las tres dimensiones, y aún más, el mapa celestial.

Cuando un huichol nace, tiene un "Ojo de Dios". Es un amuleto que lo protegerá durante la vida. En cada aniversario se irá agregando un rombo más, hasta completar cinco en total, y entonces el niño tendrá que cruzar la cordillera para depositar la mágica ofrenda, en forma de plegaria, ante el fuego en la caverna de Teacata.

México es mágico, como mágico es el "Ojo de Dios". Un símbolo que identifica no tan sólo a los huicholes sino el embrujo que conservamos de esta hermosa tierra frente a todo el mundo.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

lunes, 28 de marzo de 2022

La perfecta imperfección, Estado de México

 


Son dos millones de nudos... todos unidos con sólo diez dedos, entrenados para convertir esos nudos en obras de arte...

Son 200 mil estambres los que se necesitan para cada metro cuadrado, de 35 centímetros de largo cada uno: todo eso se necesita para inventar un solo tapete de Temoaya.

Se busca que el producto terminado sea bello, original y artístico, pero nunca perfecto, porque para quienes trabajan haciendo tapetes de Temoaya sólo Dios es perfecto y sólo él hace las cosas sin error... Así que si faltan sólo unas vueltas para terminar el tapete y la equivocación no se dio involuntariamente, entonces hay que provocarla... hay que hacer un nudo al revés, para no correr el peligro de compararse con el Máximo Creador, el único que puede hacerlo todo perfecto.

Esa forma de pensar de los indígenas otomíes, los expertos en tapetes de Temoaya, no sólo es humilde, sino mágica también, resultado de la idiosincrasia hermosa de nuestra gente que durante siglos se ha dedicado a las artesanías del tejido.

No son sus imperfecciones las que han hecho famosos en el mundo a los de Temoaya... Ésas pasan inadvertidas para el ojo común...

Son sus diseños, que no tienen igual... sus colores, que se inventaron aquí en México... y su lana, que tiene que ser de borregos también de Temoaya, porque si no, el tapete no sería auténtico.

Todos los habitantes de Temoaya trabajan la lana, hacen tapetes y viven de ello y de tejer las cien toneladas de lana que recogen cada año para cumplir con la producción y la demanda en el extranjero, una demanda que no sabe que existe en los tapetes de Temoaya la imperfecta perfección de los tejedores de Temoaya... una que podremos encontrar sólo si ellos mismos quieren mostrar el error que es una magia... algo que podemos atestiguar al visitar el pueblo de Temoaya, a 40 minutos de la capital, en el Estado de México.

(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)