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martes, 10 de septiembre de 2024

Yucatán y Texas: una alianza entre rebeldes, 1841-1843, 1

 


(Sam Houston)


Yucatán y Texas: una alianza entre rebeldes, 1841-1843 

La escena y los personajes 



La República de Texas existió como tal desde el 2 de marzo de 1836, en que declaró su independencia de México, hasta el 16 de febrero de 1846, en que se anexó a Estados Unidos como el estado número 28. Por su localización geográfica, sus recursos potenciales y las circunstancias que le dieron origen como república independiente de México, Texas fue de gran interés comercial y estratégico no solo para México y Estados Unidos, sino también para Inglaterra, Francia y otros países europeos. 

Uno de los uno de los principales actores del drama que empieza a principios de 1836 fue Samuel L. Houston, presidente de la República de Texas en dos ocasiones: de septiembre de 1836 a fines de noviembre de 1838, con Lamar como vicepresidente, y de diciembre de 1841 a fines de noviembre de 1844. En su primera administración tomó posesión del cargo antes de la fecha prevista por la constitución texana, debido a su gran popularidad. En su discurso inaugural habló muy poco y superficialmente de su programa de gobierno, el cual de hecho estaba basado en la inminente anexión de Texas a Estados Unidos. Su gabinete reunió a personas de varias tendencias políticas en un invento en un intento por unificarlas. 

Líder de la oposición en contra de Lamar, Houston fue el candidato más esperado para derrotarlo en las elecciones. Su segunda administración unida a un Congreso conservador, fue el opuesto de la ambiciosa y costosa presidencia de Lamar. Los cortes presupuestales del 6° Congreso fueron tajantes. Se eliminaron muchos puestos públicos, se redujeron las plazas burocráticas, se bajaron los salarios. Los gastos militares posteriores a 1841 se limitaron a mantener a un reducido grupo de rangers. Su política pacifista con los indios, especialmente con los cherokees, ahorró vidas y dinero. 

Figura muy popular por su papel central en la revolución texana, Houston poseía experiencia política desde sus años al lado de Andrew Jackson. Totalmente opuesto a Lamar y muy crítico de su administración, canceló y revirtió todas las medidas tomadas por éste cuando asumió la presidencia por segunda vez: fuertes cortes presupuestales frente a la banca rota en la que Lamar dejó al gobierno tejano. En cuestiones políticas, la tendencia de la población tejana fue dividirse en facciones pro o antiHouston, ya que, en términos generales, sólo una minoría de los habitantes creía firmemente en la existencia promisoria de una Texas independiente; la mayoría deseaba y esperaba, como Houston, su anexión a Estados Unidos y celebró este hecho cuando finalmente ocurrió. 

Llama la atención que le interesara más deshacerse del ejército que incrementar su fuerza, especialmente frente a la amenaza de una confrontación con México. En mayo de 1837 licenció a todas las tropas exceptuando a 600, soldados ofreciéndoles transporte gratuito a Nueva Orleans a aquellos que decidieran regresar a Estados Unidos, o bien 1,280 acres de tierra a aquellos que aceptaran el licenciamiento y decidieran asentarse en Texas. Para equilibrar la disminución de fuerzas bélicas, el Congreso creó a los Texas Rangers. Esta institución se encargaría principalmente de lidiar con el problema indio, el cual Houston trató de resolver lo más pacíficamente posible, preservando los derechos de los cherokees, pero sin llegar a una solución duradera. 

Para los efectos de este trabajo podemos resumir la postura de Houston de la siguiente forma: estaba a favor de la anexión de Texas a Estados Unidos y en contra de llegar a la guerra con México. Cuantos menos choques con éste, mejor. 

Por su parte Mirabeau B. Lamar fue presidente de diciembre de 1838 a fines de noviembre de 1841, presentando en su discurso inaugural y primer mensaje al Congreso un ambicioso programa congruente con su idea de unas Texas independiente y de irse a la guerra con México si fuera necesario. Realizó intentos de establecer la paz con el descontento vecino, pero condicionados al reconocimiento por parte de México de la independencia tejana. Se puede afirmar que su política de defensa nacional fue muy agresiva. 

Su política financiera fue dispendiosa, otorgando mucho presupuesto para el ejército y la marina, lo que ocasionó un aumento tremendo de la deuda pública y exterior, que empeoró con la emisión de papel moneda. Le interesó conservar la flota texana, hacer alianzas bélicas con Yucatán en contra de México e intentar quitarle a éste el territorio de Santa Fe. Se manifestó a favor del bloqueo de los puertos mexicanos y desde fechas tempranas, como miembro del gabinete de Burnet, se negó a firmar el tratado de Velasco con Santa Anna, pues opinaba que éste debía ser juzgado en una corte marcial y ejecutado. 

Lamar puso en práctica una política sumamente agresiva y violenta contra los indios, especialmente contra los cherokees. Inmediatamente después de tomar posesión de la presidencia anunció un drástico cambio en la política india, estableciendo que los indios, o se plegaban a las leyes texanas, o dejaban la nación o serían exterminados. Algunos autores afirman que la administración de Lamar fue marcada por las más sangrientas guerras de indios que ocurrieron en la historia de Texas. Muy criticado por su administración, agobiado por problemas de todo tipo -financieros y bancarrota, la alianza con Yucatán, la expedición a Santa Fe, la agresión contra los indios- se tuvo que enfrentar al partido de Houston, quien desde el Congreso se opuso a todos sus proyectos. 

Con respecto al papel jugado por las potencias europeas, Houston decidió buscar su reconocimiento con la aprobación del Congreso, en el verano de 1837, convencido de que Estados Unidos, en esos momentos, no consideraría la anexión de Texas. Sin embargo, la actitud inicial de lord Palmerston, ministro de Asuntos Extranjeros inglés, fue de indiferencia, y las razones para ello eran que Gran Bretaña se oponía a la esclavitud, los capitalistas ingleses tenían millones invertidos en bonos mexicanos y a su gobierno no le interesaba ayudar a una nación que probablemente pronto se uniría a Estados Unidos. 

la situación cambió a raíz de la guerra de los Pasteles y del cambio en la política tanto de Houston como especialmente de Lamar. James Hamilton, el enviado de Lamar a Europa, tuvo más éxito con los franceses, logrando la firma de un tratado de comercio el 25 de septiembre de 1839, aunque no logró que le concedieran un ansiado préstamo. De esta forma, Francia fue la primera nación que reconoció la independencia tejana, lo que llevó luego a la república a firmar un tratado con Holanda en septiembre de 1840. 

El reconocimiento diplomático de Gran Bretaña fue posterior al de Francia y se dio en respuesta a las tendencias anexionistas cada vez más fuertes en Texas. En noviembre de 1840 Palmerston y Hamilton firmaron un tratado de comercio y navegación que obligaba a Gran Bretaña a ser mediadora en el conflicto con México, y a darle a Texas 5 000 000 de dólares de la deuda mexicana contraída con los poseedores de bonos ingleses. A cambio de ello se le daba a Gran Bretaña manga ancha en la supresión del tráfico de esclavos. Este tratado, a pesar de las dudas del senado texano, fue ratificado en 1842. Por lo tanto, no les interesaba a los ingleses el bloqueo de los puertos mexicanos por la flota texana, pues ello entorpecería las prácticas de paz.

A estas alturas, tanto Francia como Gran Bretaña estaban ansiosas por prevenir la anexión de Texas. A principios de 1844 el ministro de Relaciones Exteriores inglés le presentó al representante mexicano en Londres un plan para lograr que Texas no se anexara a Estados Unidos. Tal plan implicaba el reconocimiento de la independencia texana, así como la garantía de los límites entre ambos ambas naciones bajo la supervisión de ingleses y franceses. 

Sin embargo, la anexión de Texas fue uno de los principales asuntos en la campaña presidencial de 1844 en Estados Unidos, por lo que se decidió suspender toda decisión hasta después de las elecciones. La razón de esto es que muchos estadounidenses estaban en contra de Inglaterra y se creía que si los ingleses intervenían en el asunto, ello no haría más que acelerar el proceso de la anexión. 

La postura de México en relación con la independencia y anexión de Texas fue siempre muy clara: de franca oposición. Sistemáticamente se negó a hacer la paz con Texas y a reconocer su independencia, estableciendo que su anexión a Estados Unidos sería causa de guerra. Fueron las luchas intestinas y el vacío de poder político en México, más que la fuerza de los texanos, los que permitieron a Texas y el gobierno de Houston mantenerse a salvo de las amenazas mexicanas. 

El tratado de Velasco, firmado el 14 de mayo de 1836 por el presidente Burnet y Santa Anna, fue casi inmediatamente rechazado por el Congreso mexicano, mientras que el gobierno anunciaba su intención de someter a Texas a como diera lugar. El presidente Houston, convencido de que México tenía demasiadas dificultades internas como para cumplir con sus amenazas, no tomó ninguna medida al respecto. 

Cuando Lamar subió a la presidencia en diciembre de 1838, la situación se tornó más crítica, ya que manifestó que "si la paz sólo puede ser obtenida por la espada, dejemos a la espada a hacer su trabajo". No obstante, al mismo tiempo que establecía una política de franca hostilidad hacia México, también emprendió negociaciones de paz. 

En el otoño de 1839, mientras México estaba inmerso en la corta pero costosa guerra de los Pasteles con Francia, Lamar aprovechó la oportunidad para mandar al primer comisionado texano Barnard E. Bee, a negociar el reconocimiento de la independencia tejana y de la frontera en el Río Bravo a cambio de 5 000 000 de dólares. A pesar de contar con el apoyo del ministro inglés en México, Richard Pakenham, Bee fracasó. A fines de ese mismo año, Lamar envió a James Treat en una misión similar e igualmente improductiva, que duró diez meses y en la que el gobierno mexicano participó solamente para mantener a la flota texana alejada de los puertos nacionales. No obstante la asistencia del ministro inglés en las negociaciones, asistencia que estaba ahora respaldada por el tratado firmado con Gran Bretaña en 1840, la misión del tercer comisionado texano, James Webb, tampoco tuvo éxito. Webb regresó a Texas con la recomendación de prepararse inmediatamente para la guerra. Fue a raíz de estas noticias que Lamar decidió entrar en tratos con Yucatán y establecer una alianza de apoyo mutuo en contra de México. 

Así, a pesar de la hostilidad manifiesta de Lamar en contra de México, de su ayuda a los federalistas yucatecos y de la expedición a Santa Fe, que resultó en la invasión de Texas por México en 1842, ni Texas ni México estuvieron nunca en posición de hacerse la guerra realmente. De nuevo en el poder, Houston tomó una actitud cautelosa hacia México, y aunque pidió refuerzos, armas y dinero a Estados Unidos, acabó vetando la decisión del Congreso de declarar la guerra. Proclamó una tregua en junio de 1843, y el 15 de febrero del siguiente año, los comisionados de Texas y México firmaron un acuerdo de armisticio. Sin embargo, las negociaciones terminaron abruptamente cuando el gobierno mexicano se enteró de que Houston había firmado en secreto un tratado de anexión de Texas a Estados Unidos. 

A los texanos les interesaban sobre todo las relaciones con Estados Unidos, tanto durante la revolución como durante la república. El gobierno texano buscó la ayuda estadounidense, a veces la intervención directa a su favor, o el reconocimiento diplomático y aún la anexión lo antes posible. 

Houston fue el presidente que más asiduamente buscó el apoyo y la anexión a Estados Unidos, considerando que el voto que lo llevó a ese cargo en septiembre de 1836 era un voto a favor de dicha anexión. Sin embargo, sus comisionados en Washington no encontraron mucha respuesta a estos anhelos, ya que había serias dudas de que Texas pudiera mantener su independencia, miedo de ofender a México y la creencia de que el reconocimiento diplomático sería el primer paso rumbo a la anexión. Al final de su administración, el presidente Jackson nombró a Alcee La Branche encargado de negocios de Estados Unidos en Texas. 

Después del reconocimiento, Texas presionó por la anexión, pero la propuesta hecha por Hunt, uno de los comisionados, en agosto de 1837, fue rechazada bajo el argumento de que lo impedían los tratados celebrados con México. Había, además, mucha oposición a la anexión por parte de los antiesclavistas. Cuando Lamar subió la presidencia, el Congreso texano retiró la petición en enero de 1839 y no se volvió a hablar de anexión por un buen tiempo.

Algunos autores opinan que si algo de positivo tuvieron las expediciones texanas a Santa Fe y Mier fue que encendieron nuevamente el interés del público estadounidense por Texas, a la vez que se dieron otras circunstancias, que revivieron las discusiones con respecto a su anexión. Entre éstas está el hecho de que Houston reiniciara las negociaciones al respecto con la administración del presidente John Tyler. Éste las aceptó quizá por miedo a la creciente influencia de Gran Bretaña sobre Texas. Houston, por su parte, puso dos condiciones: que las fuerzas armadas estadounidenses se prepararán para impedir cualquier invasión de Texas y que las negociaciones se mantuvieran en secreto. 

Vale la pena destacar este periodo de las relaciones Texas-Estados Unidos, especialmente por los personajes que intervinieron en los acontecimientos: el sureño John C. Calhoun sustituyó A. P.  Upshur como secretario de Estado de Tyler, y preocupado por lo que consideró una política imperialista agresiva de Gran Bretaña, accedió a las demandas de Houston, además de que tenía interés en aumentar el territorio de estados esclavistas dentro de la Unión. El 12 de abril de 1844 Calhoun firmó un tratado con los comisionados texanos que establecía la anexión de Texas a Estados Unidos en calidad de territorio, a cambio de lo cual Estados Unidos asumiría la deuda texana. No obstante, en los siguientes meses el Senado estadounidense rechazó el acuerdo por la oposición de los antiesclavistas. 

*

Otra circunstancia importante fue el lugar destacado que ocupó la anexión de Texas dentro de los temas de la campaña presidencial estadounidense de 1844. Martin van Buren perdió la nominación al partido demócrata por manifestarse en contra de la anexión, quedando como candidato a la presidencia James Polk, abiertamente anexionista. Enfrentándose a Henry Clay, el candidato whig que se oponía a la anexión inmediata de Texas. Polk resultó electo, con lo que la anexión fue prácticamente un hecho consumado. 

Sin embargo, por indicaciones de Tyler al Congreso, las condiciones de la anexión fueron establecidas el 28 de febrero de 1845 en una resolución conjunta de las cámaras antes de que Polk asumiera la presidencia. Los términos de la misma fueron los siguientes: Texas entraría a la Unión como un estado; Estados Unidos se encargaría de ajustar todas las cuestiones relativas a los límites internacionales; toda la propiedad pública texana, incluyendo la flota naval, puestos militares, fortificaciones y armamento, sería cedida al gobierno estadounidense; Texas retendría su public domain para pagar su deuda pública; con el consentimiento de Texas podrían constituirse hasta cuatro estados en su territorio; la esclavitud estaría prohibida en el estado formado al norte del paralelo 36° 30'; y el presidente podría vetar la resolución conjunta del Congreso y proponer otro tratado de anexión. 

Si bien Polk se manifestó de acuerdo con la resolución proporcionada por Tyler, los retrasos en su aprobación y firma a finales provinieron del presidente de Texas, Anson Jones, así como de los agentes de Inglaterra y Francia, Charles Elliot y el conde de Saligny respectivamente, quienes seguían tratando de impedir la anexión mediante el reconocimiento de la independencia texana por parte de México. No obstante, la presión de la opinión pública en favor de la anexión forzó el presidente Anson a convocar a las cámaras en Austin a principios del mes de julio. La convención estudió tanto la resolución como el tratado con México que Elliot había formulado, rechazando unánimemente este último y recomendando la aprobación de la propuesta hecha por Estados Unidos. Tras la votación en favor de la anexión y de la aprobación de una constitución tejana recién redactada, el 29 de diciembre de 1845 Polk firmó la incorporación oficial de Texas a la Unión, la cual se verificó en forma definitiva el 16 de febrero de 1846.


(Tomado de: Careaga Viliesid, Lorena - De llaves y cerrojos: Yucatán, Texas y Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. México, Distrito Federal, 2000)

lunes, 3 de junio de 2024

México ante la Segunda Guerra Mundial, 1940


La actitud de México ante el conflicto 

sigue siendo comentada con elogio en Estados Unidos: discurso en el Senado.


Por William H. Lander

Corresponsal de la United Press 


Washington, 14 de junio.- Ha sido objeto de favorables comentarios tanto en los círculos oficiales como en la prensa la determinación de México de ponerse al lado de Estados Unidos y de Francia. Una de las primeras repercusiones que la noticia de esa actitud ha tenido se manifestó hoy en el Senado, durante un discurso que pronunció el senador Downey, de California, recomendando que se mejoraran las relaciones entre Estados Unidos y México. 

Se recordará que Downey está considerado como uno de los mejores amigos de México, entre el elemento oficial de Estados Unidos, y que recientemente hizo una visita al vecino país del Sur. En unas declaraciones que hizo a la United Press el embajador de Francia, conde de Saint Quentin, este representante diplomático manifestó que ha sido muy satisfactorio el telegrama del general Cárdenas al presidente Lebrun; pero no hizo otro comentario. 

El senador Downey manifestó en su discurso que entre los medios que Estados Unidos podría adoptar para reforzar sus defensas se encuentra principalmente una mejoría inmediata en las relaciones con México, insistiendo en que esas relaciones deben colocarse sobre la misma base en que se encuentran las relaciones entre Estados Unidos y Canadá. 

Los observadores extraoficiales recuerdan que México, durante la guerra de Etiopía asumió distintamente y en forma decisiva una actitud contraria a los procedimientos seguidos por Italia.

Por otra parte, en los círculos británicos de esta capital se tiene entendido que Inglaterra siempre ha estado dispuesta a discutir las posibilidades de que se reanuden las relaciones diplomáticas con México, siendo muy explicable que los ingleses prefieran que México asuma la iniciativa puesto que fue México el primero en ordenar que su ministro se retirara de Londres. 

Todos esos factores, unidos al reciente arreglo con la Sinclair y las negociaciones que están sosteniéndose con las empresas independientes para dejar terminado el problema petrolero, han relegado ese problema que con anterioridad ha determinado circunstancias muy difíciles, a un plan decididamente muy secundario. 

Todo parece indicar que se dejará ese problema en paz por lo menos hasta después de las elecciones y posiblemente aun hasta después de que tome posesión el nuevo presidente. 

Se ha observado con máximo interés la mejoría registrada por el peso mexicano en el mercado de cambios; pero hasta ahora no ha sido objeto de comentario alguno. Se espera que un aumento del 20 por ciento más o menos en el valor internacional de la moneda mexicana será de mucha ayuda para su capacidad adquisitiva, especialmente en lo que respecta a la compra de productos extranjeros y sobre todo para los productos americanos.



(Tomado de: Hemeroteca El Universal, tomo 3, 1936-1945. Editorial Cumbre, S.A. México, 1987)

martes, 8 de junio de 2021

Fray Tomás Gage

 


Nació en Inglaterra en 1597; murió en Jamaica en 1656. En 1625, con el nombre de fray Tomás de Santa María, formó parte de un grupo de misioneros que se dirigía a las Filipinas con escala en Nueva España; en vez de continuar el viaje se fugó a Chiapas, luego pasó a Guatemala, Nicaragua y Costa Rica para retornar a Inglaterra hacia 1637. En 1648 publicó A new Survey of the West-Indies (Nueva descripción de las Indias Occidentales), en donde relata su viaje a Nueva España, describe los fenómenos físicos y geográficos de los lugares que visitó y su estancia en Guatemala, y censura la ciega superstición de los indios. Las luces que esta obra suministró acerca de las riquezas de las posesiones españolas y su estado de debilidad, sugirieron a los ingleses la idea de emprender expediciones que les ofrecían la perspectiva de fácil y buen éxito. Gage mismo se embarcó en una flota que, no obstante haber fracasado en sus tentativas contra Veracruz y La Habana, logró apoderarse de Jamaica en 1655.

La primera edición inglesa del libro de Gage está dedicada a Cromwell, y la segunda a Fairfax, a quien le ofrece un nuevo mundo por conquistar. La obra tuvo un enorme éxito porque se trataba del primer testimonio de un extranjero respecto de territorios que los españoles guardaban celosamente. Colbert mandó hacer una traducción al francés, publicada en París en 1677, y luego en Amsterdam en 1680, 1699, 1720 y 1722. La obra se editó en holandés en 1681. La traducción al español data de 1838.


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen V, - Gabinetes - Guadalajara).

jueves, 11 de febrero de 2021

Daniel Thomas Egerton

(Ciudad de Guadalajara, Daniel Thomas Egerton)

(1800-1842) Pintor y dibujante inglés. Visitó México en 1832 y dibujó a colores una serie de paisajes de diferentes partes del país. A su regreso a Londres publicó sus Visitas a México (1840), reunidas en un portafolio y acompañadas de breves textos; las litografías a color son excelentes y hoy día son muy estimadas por coleccionistas. Posteriormente Egerton regresó a México acompañado por una bellísima señora, según se dice, y la pareja se instaló en Tacubaya, en donde por desgracia fueron asesinados el 27 de abril de 1842. Uno de sus cuadros más importantes, El Valle de México (1837) se conservaba en la embajada de Inglaterra en nuestro país.

(Tomado de: 100 extranjeros que amaron México. Muy interesante, septiembre de 2018, no. 09)

miércoles, 13 de mayo de 2020

Leonora Carrington

"Desde pequeña [...] tuve experiencias
extrañas con todo tipo de fantasmas. [...]
Las he tenido toda mi vida. Quizá fue porque
siempre estuve en contacto con la
mitología celta"
Leonora Carrington

"Irremediablemente loca". Con esa etiqueta que escapaba a cualquier metáfora lúdica o creativa, Leonora Carrington (1917-2011) vivió momentos de encierro. Pese a ello, fue eternamente libre con su pintura, sus esculturas, sus escritos y su vida misma, por concebir el mundo de una manera poco habitual, lejano de las simplificaciones, cargado de gnomos, astros, sacerdotisas, chamanes y duendes. Por otorgarles poderes cósmicos a los objetos más humildes. Por tratar de salvar el orbe o, al menos, descubrirlo de otra manera para ofrecer de él una estampa divergente.
Cuestionadora de los sistemas racionales, mujer rebelde y creadora indescifrable, firme creyente en los poderes del más allá y, sobre todo, con la fe puesta en la inteligencia, Leonora Carrington fue una surrealista plena, aunque la etiqueta le molestara. Con el grupo de André Breton, Benjamín Péret y Max Ernst, ella decía: "No tratábamos de reinventar el mundo; era descubrir y dar una imagen diferente. Eso ya lo habían hecho los románticos y mucho antes en la Edad Media. Sólo queríamos descubrir un mundo. De reinventarlo no hubiéramos sido capaces".
Inmersa en la forma del pensamiento surrealista, prefería situarse por separado: "Lleva su tiempo individualizarse. Al calor del entusiasmo inicial de un movimiento se da cabida a todo tipo de cosas. Pero [el surrealismo] era un movimiento dominado por los hombres". Y por ello, Leonora cuestionaba algunos sesgos "machistas" del colectivo y la consideración romántica de que la mujer era "musa", con un lugar asegurado en un nicho.
Decía Carrington: "Enfrentábamos nuestra situación de mujeres -junto a Remedios Varo y Alice Rahon- con mucho cabrón trabajo. ¿De qué otra manera lo puedo decir? Era sobre todo el trabajo de no mentirse a una misma para tener un poco de más paz. De no aceptar chistes desagradables sobre las mujeres, de no aceptar los paternalismos ni que te dijeran "mejor ocúpate de tejer o de cuidar a tus hijitos." Tampoco que te dieran palmaditas en la cabeza como diciendo: "¡Qué bien, mi chula!". Breton tenía una visión tradicional de la mujer. Establecía límites a la realidad de seres mucho más ricos, complejos y profundos: las mujeres de carne y hueso. Las veía como musas y yo no estaba de acuerdo".
Así, como una insurrecta siempre, no tuvo acogida en un mundo supuestamente "racional", atento a las guerras y a una concepción plana de la naturaleza de los hombres y de los animales.
Su pintura fue su mejor y más complicado lenguaje con el que entabló contacto con su entorno. Pleno de múltiples significados, su trabajo con el pincel, el bronce y la letra estableció, sin embargo, un orden laberíntico que encerró siempre el enigma: "Raras veces pongo en mi pintura cosas que son literalmente de cuerdas... Nunca he creído en las simplificaciones", le dijo a la crítica de arte Teresa del Conde con motivo de la retrospectiva que ocupó el Museo de Arte Moderno en febrero de 1995.
El guardián del huevo, ca. 1947

Una niña ineducable
Nació el 6 de abril de 1917 en Clayton Green, Lancashire, Inglaterra. Procedente de una familia de buena cuna en la que rigió la educación católica estricta, tuvo como progenitores a una irlandesa de extracción rural y a un rico industrial inglés al que le llegaban de manera constante los reclamos de profesores por considerar a esa pequeña un ser "ineducable", interesado sólo en dibujar desde los 3 años. En 1920 la familia se mudó a Crookhey Hall, cerca de Lancaster, y la niña y sus hermanos quedaron al cuidado de una institutriz francesa, un tutor religioso y una nana irlandesa, personaje que sería fundamental, pues llenó la imaginación de Leonora con cuentos populares irlandeses y relatos de fantasmas.
En 1921 comenzó a inventar historias y a ilustrarlas con dibujos pero, mientras su rebeldía afloraba, sus padres la enviaron a Florencia y a París para formarla adecuadamente dentro de los cánones de la sociedad británica. En la ciudad italiana pasó nueve meses en un internado, donde se empapó del arte del Renacimiento. En 1936 ingresó en Londres a la academia del pintor purista Amédée Ozenfant, y conoció a Max Ernst a través de su ilustración para la portada del libro Dos niños amenazados por un ruiseñor. Un año después estableció contacto personal con él; decidieron vivir juntos y, ya como pareja, se mudaron al sur de Francia, donde ambos realizaron los decorados para la obra de Alfred Harry, Ubú rey.
Toro bravo, 1959

Memorias de abajo
En 1939, escribió La dama oval, con ilustraciones de Max Ernst, quien ese mismo año fue recluido por los nazis en un campo de concentración. Leonora logró liberarlo meses después, pero al poco tiempo, el pintor volvió a ser encarcelado y, al no lograr su rescate, ella escapó a España, donde sufrió un colapso nervioso que motivó su internamiento en un hospital para enfermos mentales de Santander, durante seis meses. No volvió a ver a Ernst. Por recomendación de André Breton y Pierre Mabille escribió Down Below como testimonio de esa experiencia.
En 1941 su padre solicitó la transferencia de Leonora al sur de África, pero ella huyó a Lisboa y se refugió en el consulado mexicano, donde contactó al escritor Renato Leduc, con quién contrajo matrimonio para conseguir la visa que haría posible su salida hacia Nueva York. Ya en Manhattan la pintora colaboró en revistas y exhibiciones surrealistas; en 1942 viajó a México para mantener, desde entonces, una vida activa en el mundo intelectual, sobre todo, con los surrealistas refugiados de guerra: Benjamin Péret, Remedios Varo, Kati y José Horna, así como con el fotógrafo húngaro Emerico "Chiqui" Weisz, quien -una vez divorciada de Leduc- desde 1946 se convirtió en su esposo, padre de sus hijos y compañero de vida.
Night Nursery Everything, 1947.

Armada de locura
Muchas fueron las descripciones que de ella hicieron escritores y pintores, amigos y admiradores. Breton dijo que Leonora contempló el mundo real con los ojos de la locura y la locura del mundo con cerebro lúcido. Octavio Paz la llamó -junto con Remedios Varo- "hechicera hechizada", insensible a la moral social, a la estética y al precio.
Finalmente, uno de los comentarios más entrañables que pinta a Leonora de cuerpo entero es de Luis Carlos Emerich: "Una fantasía en pie, con la rebeldía como sello. Una mujer culta e inteligente que parece tenebrosa, pero en el fondo es un chistorete cotidiano. Creadora de mundos donde confluyen el juego eterno del bien, el mal y el conocimiento. Pintora abigarrada, compleja, irónica, con una sintaxis que escapa a la anécdota. Surrealista que es pura intuición y sabiduría de los valores esenciales: vida, muerte, destino y trascendencia del ser".
"Estoy armada de locura para un largo viaje". Esa afirmación hecha por Leonora en 1948 se incluyó en el catálogo de una de sus primeras exhibiciones en París. Y la sentencia fue cumplida con creces: en su trayecto la acompañaron siempre el frenesí frente al mundo y sus pobladores; un cerebro lúcido frente a la injusticia de los hombres. Y entre la locura y la clarividencia, transitó ese interminable viaje que concluyó el 25 de mayo de 2011.

Obras literarias
Además de su obra plástica, Carrington dejó varios escritos de un valor literario notable: su obra de teatro Penélope se publicó en 1946 y fue estrenada en 1962, bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky. En 1976 publicó La porte de pierre --La puerta de piedra- y una década más tarde salió a la luz Pigeon vole -Vuela paloma-, relatos que había escrito entre 1937 y 1940. En México, La dama oval apareció bajo el sello Era en 1965; La trompetilla acústica salió al público por medio de Monte Ávila Editores en 1977. Además, sobre ella han aparecido múltiples volúmenes, como Leonora Carrington (1974), con textos de Juan García Ponce y de ella misma. La editorial Siglo XXI publicó en 1992 El séptimo sello y otros cuentos y La casa del miedo. Memorias de abajo.

(Angélica Abelleyra es una de las periodistas cultura más notables de México -con más de 30 años de trayectoria-, experta en artes visuales y literatura. Ha sido docente de maestría en periodismo y curadora de varias exposiciones)

(Editado del texto publicado en "Laberinto", de Milenio Diario, 28 de mayo de 2011. Abelleyra, Angélica - Leonora Carrington, la rebeldía como sello. Algarabía #128, Surrealismo, el arte de los sueños, Editorial Otras Inquisiciones, S. A. de C. V., México, D. F., 2015)

martes, 6 de agosto de 2019

Dictamen del Conde de Aranda a Carlos III sobre la independencia de las colonias inglesas, 1783


Dictamen reservado del Conde de Aranda al Rey Carlos III sobre la Independencia de las colonias inglesas de América, 1783


Aun cuando se ha discutido la paternidad del Conde de Aranda de este brillante documento, es de interés tomarlo como prefacio a lo que serán las relaciones internacionales de los Estados Unidos y la América Hispana, y también por la proposición de crear reinos independientes en las colonias del Imperio Español.


Señor:
El amor que profeso a Vuestra Majestad, el justo reconocimiento a las honras con que me ha distinguido y el afecto que tengo a mi Patria me mueven a manifestar a la soberana atención de Vuestra Majestad un pensamiento que juzgo del mayor interés en las circunstancias presentes…

Las colonias americanas han quedado independientes; este es mi dolor y recelo.

Esta República Federativa ha nacido, digámoslo así, pigmea, porque la han formado y dado el ser dos potencias como son España y Francia, auxiliándola con sus fuerzas para hacerla independiente. Mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones. en este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensará más que en su engrandecimiento.

La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en términos inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradores y artesanos de todas las naciones, porque el hombre va donde piensa mejorar de fortuna y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado.

Engrandecida dicha potencia anglo-americana debemos creer que sus miras primeras se dirijan a la posesión entera de las floridas para dominar el seno mexicano. Dado este paso, no sólo no interrumpirá el comercio con México siempre que quiera, sino que aspirará a la conquista de aquel vasto imperio, el cual no podremos defender desde Europa contra una potencia grande, formidable, establecida en aquel continente y confinante con dicho país…

Después de las más prolijas reflexiones que me han dictado mis conocimientos políticos y militares y del más detenido examen sobre una materia tan importante, juzgo que el único medio de evitar tan grave pérdida, y tal vez otras mayores es el que contiene el plan siguiente:


Que Vuestra Majestad se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las Islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional y algunas que más convengan en la meridional con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español.

Para verificar este vasto pensamiento de un modo conveniente a la España se deben colocar tres infantes en América: el uno rey de México, el otro del Perú y el otro de los restantes de Tierra Firme, tomando vuestra Majestad el título de Emperador. 

Las condiciones de esta grande cesión pueden consistir en que los tres soberanos y sus sucesores reconocerán a Vuestra Majestad y a los príncipes que en adelante ocupen el trono español por suprema cabeza de la familia.

Que el rey de Nueva España le pague anualmente, por la cesión de aquél reino, una contribución de los marcos de la plata en pasta o barras para acuñarlo en moneda en las casas de Madrid y Sevilla.

Que el del Perú haga lo mismo con el oro de sus dominios, y que el de Tierra Firme envíe cada año su contribución en efectos coloniales, especialmente tabaco para surtir los estancos reales de estos reinos.

Que dichos soberanos y sus hijos casen siempre con infantes de España o de su familia y las de aquí con príncipes o infantes de Allá, para que de este modo subsista siempre una unión indisoluble entre las cuatro coronas, debiendo todos jurar estas condiciones a su advenimiento al trono.

Que las cuatro naciones se consideren como una en cuanto a comercio recíproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la más estrecha alianza ofensiva y defensiva para su conservación y fomento.

Que no pudiendo nosotros surtir aquellas colonias de los artefactos que necesitan para su uso sea la Francia, nuestra aliada, la que provea de cuantos artículos no podamos nosotros suministrarlas, con exclusión absoluta de la Inglaterra, a cuyo fin apenas los tres soberanos tomen posesión de sus reinos, harán tratados formales de comercio con la España y Francia, excluyendo a los ingleses y, como serán potencias nuevas, puedan hacer en esta parte lo que libremente les acomode.

Las ventajas de este plan son que la España, con la contribución de los tres reyes del Nuevo Mundo, sacará mucho más producto líquido que ahora de aquellas posesiones; que la población del reino se aumentará sin la emigración continua de gentes que pasan a aquellos dominios; que establecidos y unidos estrechamente estos tres reinos, bajo las bases que he indicado, no habrá fuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones, ni tampoco el de España y Francia en este continente; que además, se hallarán en disposición de contener el engrandecimiento de las colonias americanas o de cualquiera nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo; que España, por medio de este tráfico, despachará bien el sobrante de sus efectos y adquirirá los coloniales que necesite para su consumo; que con este tráfico podrá aumentar considerablemente su marina mercante y por consiguiente la de guerra para hacerse respetar en todos los mares; que con las islas que he dicho no necesitamos más posesiones, fomentándolas y poniéndolas en el mejor estado de defensa y, sobre todo, disfrutaremos de todos los beneficios que producen las Américas sin los gravámenes de su posesión.

Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio. si mereciese la soberana aprobación de Vuestra Majestad la extenderé, explicando el modo de verificarla con el secreto y precauciones debidas, para que no lo trasluzca la Inglaterra hasta que los tres infantes estén en camino, más cerca de América que de Europa, para que no puedan impedirlo. ¡Qué golpe terrible para el orgullo inglés! Pero esto no importa, porque se pueden tomar providencias anticipadas que precavan los efectos de resentimientos. 


(Tomado de: Matute, Álvaro - Antología. México en el siglo XIX. Lecturas Universitarias #12. Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección General de Publicaciones, México, D.F., 1981)

lunes, 13 de mayo de 2019

Convención de Londres, 1861

La deuda exterior de México llegó a ocasionar una intervención armada en 1862. Tres potencias europeas, acreedoras, se reunieron a discutir la forma más idónea para cobrar sus empréstitos. De las tres, Francia era la más interesada en que esto se llevara a efecto. El negocio Jecker fue uno de los diversos motivos.


Artículo 1° S. M. la Reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, S. M. La Reina de España y S. M. el Emperador de los franceses, se comprometen a adoptar inmediatamente después de que sea firmada la presente convención, las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra, cuyo efectivo se determinará en las comunicaciones que se cambien en lo sucesivo entre sus gobiernos, pero cuyo conjunto deberá ser suficiente para poder tomar y ocupar las diversas fortalezas y posiciones militares del litoral mexicano. Además, se autorizará a los comandantes de las fuerzas aliadas para practicar las demás operaciones que se juzguen más a propósito, en el lugar de loa sucesos, para realizar el objeto indicado en la presente convención, y especialmente para garantizar la seguridad de los residentes extranjeros. Todas las medidas de que se trata en este artículo se dictarán en nombre de las altas partes contratantes, y por cuenta de ellas, sin excepción de la nacionalidad particular de las fuerzas empleadas en su ejecución.


Artículo 2° Las altas partes contratantes se comprometen a no buscar para sí, al emplear las medidas coercitivas previstas por la presente convención, ninguna adquisición de territorio ni ventaja alguna particular, y a no ejercer en los asuntos interiores de México ninguna influencia que pueda afectar el derecho de la nación mexicana, de elegir y constituir libremente la forma de su gobierno.


Artículo 3° Se establecerá una comisión compuesta de tres comisionados, cada uno de los cuales será nombrado por cada una de las potencias contratantes, y quienes serán plenamente facultados para resolver todas las cuestiones que pudieran suscitarse, con motivo del empleo o de la distribución de las sumas de dinero que se recobren de México, teniendo en consideración los derechos respectivos de las tres potencias contratantes.


Artículo 4° Deseando, además las altas partes contratantes, que las medidas que se proponen adoptar no tengan un carácter exclusivo, y sabiendo que los Estados Unidos tienen como ellas reclamaciones que hacer por su parte contra la República Mexicana, convienen en que inmediatamente después de que sea firmada la presente convención, se remita copia de ella al gobierno de los Estados Unidos, y que se invite a dicho gobierno a adherirse a ella; y que previniendo esa adhesión, se faculte desde luego ampliamente a sus respectivos ministros de Washington, para que celebren y firmen colectivamente o por a separado, con el Plenipotenciario que designe el Presidente de los Estados Unidos, una convención idéntica a la que ellas firman en esta fecha, a excepción del presente artículo. Pero como las altas partes contratantes se expondrían a no conseguir el objeto que se proponen, si retardasen en poner en ejecución los artículos 1° y 2° de la presente convención, en espera de la adhesión de los Estados Unidos, han convenido en no diferir el principio de las operaciones arriba mencionadas, más allá de la época en que pueden estar reunidas sus fuerzas combinadas en las cercanías de Veracruz.


Artículo 5° La presente convención será ratificada, y el canje de las ratificaciones deberá hacerse en Londres dentro de quince días.


En fe de lo cual los Plenipotenciarios respectivos la han firmado y sellado con sus armas. -Hecho en Londres por triplicado a los treinta y un días del mes de octubre del año del Señor de Mil ochocientos sesenta y uno. -(Lugar del sello). -Russell. -(Lugar del sello). -Xavier de Istúriz. -(Lugar del sello). -Flahaut.


(Tomado de: Matute, Álvaro – Antología. México en el siglo XIX. Lecturas Universitarias #12. Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones, México, D.F., 1981)