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jueves, 28 de agosto de 2025

El salto que saltó: D F

 


El salto que saltó: D. F.


Está y no está, es y no es. Y no se trata de las premisas filosóficas que un día escribiera Shakespeare en su inmortal Hamlet, sino del salto saltarín. 

Lo apodan "El Salto del Agua" y era la terminal del acueducto de Belem, que traía el vital líquido desde los manantiales del lago de Chapultepec hasta la Ciudad de México desde el año 1779, cuando el virrey Antonio María Bucareli lo mandó construir e instalar en el barrio de Niño Perdido.

El autor del Salto del Agua es anónimo. El salto es conocido y hoy en día se le puede admirar en la esquina del Eje Lázaro Cárdenas y la calle arcos de Belem. Allí está y no está porque, en realidad, es y no es, todos lo pueden ver pero pocos saben que sí es. Para algunos no se trata del original, para otro sí lo es, y los más no saben dónde se encuentra. 

La gente lo ve y no lo ve, por eso es mágica la fuente del Salto del Agua. Unos creen que está en el extranjero, en Nueva York, y otros dicen haber escuchado versiones de que se encuentra en el patio de la casa de un ex funcionario de México. Pero esto último no es verídico, pues si bien la fuente que se admira en el Eje Lázaro Cárdenas no es la original, ésta se encuentra en el Estado de México, en el Museo Nacional del Virreinato de la población de Tepozotlán

El Salto del Agua, saltó, dejó la Ciudad de México por causa de las obras del Metro y se fue a Coyoacán, de allí su fama de saltarín. Según el bibliotecario del Museo Nacional del Virreinato de Tepozotlán, la fuente "había sido desmontada por protección de Arcos de Belem y sustituida por la que actualmente está, que es enteramente nueva. Para no perder estas piezas se llevaron a Churubusco y de Churubusco se trajeron aquí”.

La razón por la cual fue desmontado el original Salto del Agua surge a simple vista, pues aunque estaba deteriorado, siempre hay gente poco respetuosa que no se tienta el corazón para grabar su nombre en una obra de arte colonial. 

El paso de los siglos ha dañado las esculturas originales y por desgracia, la intemperie lo sigue haciendo en El Salto original y en la réplica. Las únicas piezas originales que existen actualmente en el Salto del Agua que se encuentra en la Ciudad de México son los letreros de advertencia, la base de cantera negra y, si acaso, alguna de las copas que coronan la fuente. 

El Salto del Agua ha sido testigo del progreso de México, del paso de los años, de su historia y está lleno de recuerdos, por lo que si sus piedras pudieran hablar nos contarían muchas cosas tanto de aquí, de México, como de allá, de Tepotzotlán, su nueva casa.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

lunes, 28 de julio de 2025

La luz que hace al dios: Yucatán

 


La luz que hace al dios: Yucatán 


Dios hizo la luz, dice la Biblia... pero en el mundo maya la luz hace al dios…

En este día se hace la luz, Chilam preside la ceremonia…

El fenómeno sucede cada 21 de marzo y 23 de septiembre. Inciensos, cascabeles, flautas y tambores purifican el recinto para su dios, el que está por traer la luz, un dios de 34 metros de largo, acéfalo... un dios que ansioso busca su cabeza para reunirse con ella... la tiene que encontrar... tiene que llegar a reunirse con ella para que el ciclo de la vida continúe…

El futuro de todos está en manos del dios Kukulkán, en su voluntad, en su capricho. Si decide hacerse presente, si llega a la escalinata de su máximo templo, la vida seguirá, las aguas llegarán, la siembra crecerá, el sol se hará presente durante todo el siglo…

Pero si opta por esconderse tras las nubes, por no entroncar con su cabeza, el ciclo se detiene... y la vida también. No hay mañana. Sin la aparición de Kukulkán no hay esperanza, no hay nada…

A partir del mediodía cada minuto, cada segundo aumenta la expectación. Es el equinoccio: cientos de personas cubren el suelo del recinto sagrado: al igual que hace siglos, va a suceder un fenómeno único en el mundo… si Kukulkán  lo quiere, desciende para asombrarnos otra vez con los adelantos del maya, su ciencia, su astronomía y astrología… y con su cálculo. Si llega, siempre es puntual. 

El fenómeno se inicia poco a poco y va cobrando fuerza. Si Kukulkán quiere, la luz solar se proyecta y forma una ondulación y otra y otra y otra conforme sigue el Sol su curso... el sol desciende sobre su escalinata... poco a poco se hace visible el largo y poderoso dios maya. 

Y sigue bajando, bajará por las nueve gradas que abarcan los 365 escalones de su templo... (364 escalones y una plataforma).

365 días de su año que es todavía el nuestro. Sigue bajando, le falta entroncar con su cabeza... debe unir cada triángulo con otro y otro, para integrarse a su nueva vida. Lo hará al bajar los 52 entrepaños... 52 entrepaños, 52 entrepaños... un siglo maya…

Baja por los 23 metros de altura de la pirámide del Sol, que es su castillo, y así el centro ceremonial cobra vida. 

La mayoría se asombra, algunos se asustan, otros se felicitan por haber tenido la suerte de atestiguar esta maravilla, porque esta vez decidió bajar... permitir una vez más que el ciclo continúe, que la tierra se cultive, que el agua caiga, que los seres se reproduzcan, que la vida siga…

Tardó varias horas en descender pero lo hizo cual debe ser con sus siete triángulos isósceles de luz y de sombra y durante 10 minutos permaneció completo. Hizo gala de su poder, de su magia, una que le permite ser sin haber sido…

Diez minutos en los cuales inspeccionó la belleza y magnificencia de la arquitectura maya... en los que recordó los juegos de pelota…

Minutos en los que desde los observatorios supervisó lo que queda de la ciudad sagrada de los mayas... y el cenote en donde le ofrecían doncellas y su casa de mil columnas…

Diez minutos... de toda su magia... una magia que por cierto perdió México durante un tiempo porque fue comprada por Edward Thomson, un cónsul norteamericano, en el año 1890 y por la cantidad de 75 dólares... 250 kilómetros cuadrados de nuestro Chichén Itzá a un extranjero, pero por fortuna fueron recuperados 20 años después a cambio de un millón de pesos…

Y fue así que nos quedamos con Chichén, con Kukulkán y su cita eterna con la magia, la que se da en Yucatán, la tierra de los papatzules, los quesos rellenos y la cochinita pibil... de los trovadores, compositores y músicos. 

Aquí se quedó la magia del dios maya y aquí seguirá ciclo por ciclo hasta que Kukulkán así lo disponga.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

lunes, 28 de abril de 2025

El kiosko morisco: DF

 


El kiosko morisco: D.F.

El único kiosco morisco de fierro fundido que hay en el mundo no está en Arabia, ni siquiera en España. Se encuentra en México, y para ser más precisos, en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México. 

Aparte de ser morisco, tiene otras particularidades. Es totalmente desarmable, y a pesar de que está a punto de cumplir un siglo se conserva en buen estado. Fue concebido como stand para que México lo presentara en la exposición de Nueva Orleans, y así destacó por su alarde de originalidad y talento de los mexicanos. El kiosko tuvo un costo aproximado de 250 mil pesos de aquel entonces.


El arquitecto Castro Reguera, quien dirigió la última restauración, opina que fue la respuesta de México a los alardes mundiales del empleo de fierro fundido en la construcción, luego de que empezó a usarse en la exposición de París con la Torre Eiffel. 

La respuesta de México sorprendió a todos, pues si bien se necesitaron 20 carros de ferrocarril para trasladarlo a la ciudad de Nueva Orleans, nuestro kiosko dejó a los conocedores con la boca abierta, ya que todas las construcciones moriscas de la época estaban hechas con estuco o yeso, y el kiosko mexicano es de fierro fundido, tiene la belleza del estilo morisco y es totalmente desarmable y transportable. 

De diciembre de 1884 a mayo de 1885 el kiosko morisco estuvo montado en Nueva Orléans, donde obtuvo cinco diplomas de reconocimiento. De allí el kiosko morisco fue a Centroamérica, siempre como pabellón de exposiciones mexicanas. Al regresar a México fue instalado en la Alameda Central, pero como nadie es profeta en su tierra: fue concesionado a una lotería de monitos. En 1920 pasó a adornar lo que entonces era una colonia exclusiva, Santa María la Ribera. Poco a poco fue cayendo en el abandono, hasta que se convirtió en campo de fútbol y en basurero. 


En los años cincuenta el regente de la ciudad Ernesto P. Uruchurtu lo mandó a restaurar, sólo que no se empleó la técnica adecuada y a fines de 1977 el gobierno capitalino volvió a ocuparse del kiosko, confiándole la restauración al arquitecto Jorge Castro Reguera, asesorado por Bellas Artes. 

La restauración tardó casi un año, el kiosko recobró su dignidad y ahora es de nueva cuenta adorno y orgullo de la Alameda de Santa María, donde se encuentra el único kiosko morisco de fierro fundido que hay en el mundo.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

jueves, 14 de julio de 2022

El ojo de Dios, Nayarit

 


Es un ojo mágico que nos mira, un ojo mágico y multicolor que nos observa, que nos guía y nos orienta. Es el "ojo mágico" como le han llamado actualmente a esta pieza de estambre y madera que los coras, los huicholes y los tepehuanos designan con el nombre de "Tsicuri", que en su lengua propia es un derivado del náhuatl.

Todos los colores del arcoíris y más tienen cabida, todos los tamaños, , un sinfín de variantes. Este emblema es el escudo de los habitantes del norte de Jalisco y de una pequeña porción de Zacatecas y Durango, donde todavía hay auténticos creyentes del primitivo embrujo.

Es el "Ojo de Dios" el que simboliza, encierra y describe algo más que un pensamiento, una filosofía, una manera de ser, una religión. Para nosotros podría ser una artesanía más, pero no. No es un simple adorno. El "Tsicuri" u "Ojo de Dios" es el principio y el final: es agua, fuego, aire y tierra; es el mapa donde viven todos los dioses.

Se ignora su origen, aunque se cree que antes de la llegada de Cortés, los huicholes y los coras lo fabricaban con fibras naturales, antecesores de los estambres y colores que hoy se utilizan. El primero en estudiar su significado fue Carl Lumholtz, en el año 1900, quien atraído por la magia del Nuevo Mundo llegó, como Humboldt, a estudiar los encantos de México.

Lumholtz definió al "Ojo de Dios" como una cruz de varillas entretejidas con hilo o estambre de diversos colores en forma de un cuadrado colocado diagonalmente. Este cuadrado es el centro de gravedad de otros que se colocan en cada uno de los extremos de la cruz, hasta completar un total de cinco.

Éste es el número mágico de los huicholes, el 5, porque son 5 los colores de los granos del maíz, 5 los dedos de la mano y 5 los días nefastos del calendario azteca. Éste es el significado del "Ojo de Dios". El centro es donde vive el hombre, es la comunidad. El cuadrado de arriba, que apunta al norte, es el mágico lugar donde nació el fuego, el abuelo fuego, en la cueva de Teacata.

El cuadrado de abajo es la laguna de Chapala, el punto sur, lugar de viento y agua. El cuadrado de la derecha apunta hacia su paraíso, posiblemente el lugar de origen de sus antepasados. Se trata del desierto de San Luis Potosí, cerca de Real de Catorce, en un lugar mágico, un cerro conocido con el nombre de "La Quemada", donde nació el Sol, donde el hermano mayor de los huicholes, Tamatz Cayaumari "El Gran Venado", levantó al Sol con sus grandes cuernos hacia el firmamento, haciendo posible la vida en el planeta.

Otra vez, se repite lo profundo, nada es casual.

No es un adorno caprichoso. Este cuadrado, el de la derecha, representa a "Huirikuta", el paraíso huichol adonde van las almas, de donde provino el Diluvio, donde crece el peyote... el cerro más mágico de toda América.

El cuadrado de la izquierda, que apunta hacia el mar, la costa de Nayarit y Jalisco, aún no ha sido descifrado.

Todo el "Ojo de Dios" en su conjunto, los cinco puntos cardinales del mundo huichol, indican también tres niveles de vida porque los cuadrados son concéntricos, indican también el cielo, la tierra superficial y el inframundo subterráneo. El "Ojo de Dios" no es una concepción plana del mundo, es la mágica idea del universo, las tres dimensiones, y aún más, el mapa celestial.

Cuando un huichol nace, tiene un "Ojo de Dios". Es un amuleto que lo protegerá durante la vida. En cada aniversario se irá agregando un rombo más, hasta completar cinco en total, y entonces el niño tendrá que cruzar la cordillera para depositar la mágica ofrenda, en forma de plegaria, ante el fuego en la caverna de Teacata.

México es mágico, como mágico es el "Ojo de Dios". Un símbolo que identifica no tan sólo a los huicholes sino el embrujo que conservamos de esta hermosa tierra frente a todo el mundo.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

lunes, 28 de marzo de 2022

La perfecta imperfección, Estado de México

 


Son dos millones de nudos... todos unidos con sólo diez dedos, entrenados para convertir esos nudos en obras de arte...

Son 200 mil estambres los que se necesitan para cada metro cuadrado, de 35 centímetros de largo cada uno: todo eso se necesita para inventar un solo tapete de Temoaya.

Se busca que el producto terminado sea bello, original y artístico, pero nunca perfecto, porque para quienes trabajan haciendo tapetes de Temoaya sólo Dios es perfecto y sólo él hace las cosas sin error... Así que si faltan sólo unas vueltas para terminar el tapete y la equivocación no se dio involuntariamente, entonces hay que provocarla... hay que hacer un nudo al revés, para no correr el peligro de compararse con el Máximo Creador, el único que puede hacerlo todo perfecto.

Esa forma de pensar de los indígenas otomíes, los expertos en tapetes de Temoaya, no sólo es humilde, sino mágica también, resultado de la idiosincrasia hermosa de nuestra gente que durante siglos se ha dedicado a las artesanías del tejido.

No son sus imperfecciones las que han hecho famosos en el mundo a los de Temoaya... Ésas pasan inadvertidas para el ojo común...

Son sus diseños, que no tienen igual... sus colores, que se inventaron aquí en México... y su lana, que tiene que ser de borregos también de Temoaya, porque si no, el tapete no sería auténtico.

Todos los habitantes de Temoaya trabajan la lana, hacen tapetes y viven de ello y de tejer las cien toneladas de lana que recogen cada año para cumplir con la producción y la demanda en el extranjero, una demanda que no sabe que existe en los tapetes de Temoaya la imperfecta perfección de los tejedores de Temoaya... una que podremos encontrar sólo si ellos mismos quieren mostrar el error que es una magia... algo que podemos atestiguar al visitar el pueblo de Temoaya, a 40 minutos de la capital, en el Estado de México.

(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

jueves, 13 de enero de 2022

El valle de las perfectas, Jalisco

 

(Piedras bola. Fuente: El informador.com.mx)

Si le contáramos al mundo que en nuestras tierras está el lugar donde las piedras nacen, no nos creerían. No es que nos adjudiquemos la paternidad del pedrerío de nuestro planeta. Es sólo que somos los dueños del Valle de las Piedras Gigantes: las perfectas, las enigmáticas y las imponentes.

No son 10 o 20, son cientos de esferas redondas, gigantes, las que"decidieron" aparecer en la sierra de Jalisco y las que se bautizaron como piedras bola. Desde cuándo, cómo y por qué están allí nadie lo sabe: para los lugareños fueron las "canicas" con que jugaban los dioses prehispánicos, para otros las piedras bola son recuerdos que dejaron seres extraterrestres.

El arqueólogo Mathew Sterling expresó, al encontrar algunos ejemplares, que eran el resultado de artesanía indigena hasta que descubrió el valle repleto de ellas y señaló que todas las tribus prehispánicas hubieran sido insuficientes para poder esculpir y redondear con tal perfección tantas piedras y de tal tamaño. Estudios posteriores revelaron su antigüedad (40 millones de años) mucho antes de la aparición del hombre sobre este planeta. Así se descartó la posibilidad de que fueran resultado humano y se regresó a las dos versiones originales: las piedras bola eran canicas de dioses o recuerdos de E. T.

Sólo que el Valle de las Piedras Bola ya había sido descubierto por el mundo y los expertos siguieron llegando. Todos buscaban descubrir sus misterios: ¿Cómo llegaron a ser tan perfectas? ¿Por qué la gran variedad de tamaños? ¿Cómo es que que algunas se encontraban agrupadas y otras en fila?  Unas pesaban hasta 12 toneladas; ¡Alguien las acomodó asi! Y la mayor interrogante. ¿Cómo se había logrado la redondez perfecta en piedras de granito tan duro? ¿Sería este valle un centro ceremonial prehispánico? No, no había trazas de que esta área hubiera sido habitada... Más expertos recorrieron el área, o más bien las áreas, porque antes de llegar al valle mismo ya las piedras se van anunciando. Primero surgen cinco majestuosos ejemplares, más adelante en la misma sierra de Ameca parecen brotar otras de la nada hasta llevarnos adonde nacieron todas, al Valle de las Perfectas.

Algunas exhiben descaradamente esa perfección, otras no se animan a brotar por completo como si escondieran a propósito su redondez. Algunas asoman su curva sin decidirse a brotar de una buena vez, pero hay muchas más, ésas que aún no nacen pero que se guardan bajo la tierra esperando siglos para aparecer.

Mientras, siguen asombrando al mundo con su perfección: unas más rugosas que otras, quizá la edad que las delata; otras totalmente lisas, quizá la juventud. Todas exhibiendo su misterio, y más que eso, su magia, una que pretende desconocer la ciencia al afirmar que nuestras piedras bola son el resultado de cenizas volcánicas cristalizadas y solidifica das, producto de avalanchas de cenizas calientes que fueron tomando formas redondas hasta enfriarse.

Esta versión dejó satisfechos a los geólogos y arqueólogos, no así a los lugareños ni a nosotros que preferimos seguir creyendo que la fantasía en torno a las piedras bola les permite mantener su magia y la nuestra: la de creer que en nuestras tierras nacen las piedras más perfectas del mundo, unas que están al alcance de quien quiera adentrarse a la sierra de Ameca en Jalisco, a quien quiera llegar al poblado de Agualulco del Mercado para desde allí seguir, ya sea a dos pies o sobre cuatro patas, por un camino exhuberante de vegetación variada, entre caminos estrechos y subidas rocosas hasta llegar, cuatro horas después, a los bosques de robles y encinos que esconden y protegen el Valle de las Perfectas... el lugar en donde nacen las piedras bola.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)


jueves, 19 de septiembre de 2019

El monstruo doblegado, Chiapas



Vamos a conocer al monstruo más antiguo de nuestra cultura. Un monstruo que hace dos décadas apenas fue dominado. Su edad se calcula entre los 18 y los 40 millones de años. Se tragó durante siglos a muchos seres humanos que se aventuraron a desafiarlo en sus aguas, en sus acantilados, en sus profundidades, en su terreno. Se quedó con todo aquel que intentó navegar en sus aguas.
A 23 kilómetros al norte de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, nos encontramos con él, con sus impresionantes muros de más de mil metros de altura. con su vegetación que se aferra y crece amarrando sus raíces al viento, con su fondo por donde corre un río que oculta su magia: el río Grijalva. Todo impone, todo resulta majestuoso, es en realidad, un bello monstruo de la naturaleza.
El monstruo no con todos se portó mal: respetó la vegetación y los alimentos, la fauna que desde hace siglos compartía su imponencia y que durante siglos se reprodujo hasta que el hombre llegó a despojarlos el uno del otro.
El Cañón del Sumidero fue, hasta hace dos décadas, impenetrable. Legendario por sus animales, sus acantilados y sus aguas, que se unificaban para proteger su territorio, magia que atrajo a varios grupos de científicos a internarse parcialmente en el cañón a partir de 1915.
La historia que envuelve a este cañón, llevaría horas y horas de relatos. Baste decir que fue lugar de sacrificios de docenas de indígenas de Chiapa de Corzo que se resistieron a los conquistadores españoles. Se narra que en 1527, el capitán Diego de Mazariegos atacó a los habitantes de Chiapa en el cañón de Tepechia, dentro del Sumidero, y los indígenas, lejos de rendirse, prefirieron la muerte en garras del cañón, de su cañón, y no de los conquistadores. 
Este monstruo fue creado por una falla tectónica, es decir, un acomodamiento de las capas de la corteza terrestre, un fenómeno que pudo haber ocurrido hace unos 18 o 40 millones de años.
Los fósiles encontrados en la materia rocosa de los precipicios del cañón, han hecho pensar a los científicos que, en un pasado muy remoto, esta zona fue un lecho marino.
Durante siglos este cañón fue el dominador, pero, al fin, no pudo contra el avance técnico, contra la máquina y los explosivos que lo dominaron. La primera excursión exitosa fue a lo largo de su río: el Grijalva.
Su derrota total se debió a la construcción de la presa de Chicoasén, una de las más grandes e importantes del país. Su sumisión se inició en el año de 1980, cuando la apertura de la presa causó sensación por su tamaño y por el trabajo que tuvo que hacerse para ganarle la batalla al monstruo. Solo que la lucha fue desigual, a traición: no hubo aviso.
Así, miles de víctimas, los antiguos aliados del cañón se vieron perdidos frente a la detención del agua, frente al líquido que subió de nivel hasta cubrirlo todo. Algunos animales fueron rescatados pero la mayoría perecieron. Su selva, sus muros inexpugnables, se volvieron en contra de ellos y no pudieron salir. No se les dio tiempo de hacerlo, sólo uno que otro logró escapar escalando los muros o volando, pero los nidos y las crías, las orquídeas silvestres, mágicas, que surgían de los acantilados, perecieron.
Así, ese día de aquel año, la historia registró el hecho mágico, la derrota del cañón del Sumidero, el triunfo de la generación de la electricidad, el funcionamiento de la reserva de agua en Chicoasén, el vaso de 20 kilómetros de longitud.
Ya domesticadas las aguas, se puede navegar en ellas y encontrarse con los vestigios de su imponencia. Lo que sirvió de tumba para los indígenas de Chiapa de Corzo y para cientos de especies, ahora sirve de camino para llegar hasta la presa misma. Sigue siendo impresionante, sigue siendo misterioso, visto desde arriba o desde abajo, como quiera que sea.
Sigue guardando algo de su magia. Se está adaptando a su nueva vida, una que atrae turistas de todas partes del mundo, para admirar, sobre todo, al árbol más grande del mundo, resultado de formaciones caprichosas que durante millones de años se han ido esculpiendo en el muro del cañón.
Nuevas plantas y animales se están asentando en sus paredes y en sus aguas, bastante más altas que antes. Ya tiene un uso productivo, no sólo es bello. Ya se exhibe ante todos como una parte más de lo que tenemos de mágico en nuestro país, en nuestro Estado de Chiapas. Donde todavía hay mucho más, El Estado de Chiapas que doblegó al monstruo del Sumidero.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)


miércoles, 11 de septiembre de 2019

Los arcos del amor, Querétaro



El amor llevó el agua a los queretanos… y los abasteció durante más de doscientos años.
Fue el amor lo que provocó se construyeran los que serían el símbolo del Estado queretano: los arcos.
Mil doscientos ochenta metros de arcos… 74 que se empezaron a construir hace 260 años y se terminaron doce años después… de entonces a la fecha han resistido el paso del tiempo, imperios, revoluciones y no dudamos que todo se deba al amor: El del protagonista y creador de la obra hacia una joven monja… Don Juan Antonio de Urrutia y Arana vivía en la capital, donde se enamoró de la joven a quien sus padres mandaron al convento capuchino en Querétaro… todo para alejarla de las tentaciones que el marqués, hombre casado, le provocaba.
El Romeo mexicano, al saber del traslado de su dama a Querétaro, la sigue y se instala junto con su familia a dos casas del convento capuchino… y dicen las malas lenguas que visitaba a su Julieta con frecuencia… no quería que nada le faltara, y como en aquel entonces le faltaba el agua, prometió dota a su amada del preciado líquido.
Una promesa ambiciosa, pero que el marqués cumpliría… Encontró a 19 kilómetros de la ciudad una fuente natural de agua y mandó construir un drenaje de cantera desde allí hasta el sitio en donde quedarían sus arcos para llevar el agua a su amada… Le llevó doce años para que los arcos funcionaran como acueducto, pero cumplió su palabra, la novia recibió el agua, lo mismo que toda la ciudad de Querétaro. Y no sólo eso, sino que los arcos que se iniciaron por la magia del amor continúan ahí, ya no surtiendo agua, pero sí como símbolo inconfundible de Querétaro… Arcos de 23 metros de alto y de dos metros los más bajos, todos de cantera y mampostería, se encuentran prácticamente como cuando fueron construidos… y todo ello lo agradecen los queretanos, sobre todo los del pueblo de La Cañada, que le mandaron hacer una estatua al marqués… Años después la estatua fue llevada a Querétaro para restaurarla y a su vuelta fue recibida con todos los honores. “Como si se tratara de la procesión de un santo”, dicen, acompañaron a la estatua con flores, cohetes y música. Un justo reconocimiento para quien dio tanto por amor… ¿Y a cambio qué? podríamos preguntar. Pues a cambio de nada, se supone, porque dicen que fue un amor platónico el del marqués por la monja y viceversa… Lo cierto y lo mágico es que los arcos permanecen como recuerdo del agua que llegó por amor.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)



viernes, 23 de agosto de 2019

La venta del amor, DF


Es un mercado de amor, de ilusión, de fe, de esperanza o de remedios. Un mercado difícil de encontrar en todo el mundo porque, generalmente, todo esto no se vende. Pero aquí sí. Se vende todo eso y más, se venden recetas para curar los males de amor, se venden oraciones para quien no lo conoce, se venden ilusiones y se venden los medios para que el amor llegue.
Y no sólo se venden,  sino que también se compran, y se compran mucho. En este mercado de Sonora, que se encuentra en el mercado en la Merced de la Ciudad de México, y en muchos otros, en diferentes partes de la República, se vende el amor; se vende en pastillas y en palabras. Ahora que mucho depende de qué clase de amor se compre. Puede ser un amor pasajero o duradero, el que termina en matrimonio, o quizá lo que se necesite sea una cura contra el mal de amor; no importa, también la hay.
Los productos amorosos de este mercado son muchos, cientos, y se presentan en diferentes formas. Si se quiere resultar irresistible a un galán, entonces conviene adquirir un jabón atrayente, que según dice en las indicaciones, no es un jabón cualquiera, sino un jabón protector de los enamorados que con su exquisito aroma atrae al sexo opuesto, ya que está elaborado con esencia de flores exóticas.
Pero no se usa así nada más. Para que haga efecto hay que decir estas palabras mágicas: “Jabón atrayente, te pido, por la virtud que tienes, me ayudes a conquistar a fulano de tal que de día y de noche ocupa mis pensamientos”.
Parece un jabón cualquiera y huele como un jabón cualquiera, pero no, es el jabón “atrayente”, y para lograr un mejor efecto, se debe pensar en el ser amado mientras se usa. Ahora que si no le hace efecto el jabón con todo y la oración, el pensamiento, y el baño, no importa, para eso están los polvos. Éstos son llamado “polvos de San Antonio”, y para que resulten, hay que espolvorearlos sobre el cuerpo después del baño y decir “San Antonio, traedme novio y pronto matrimonio”.
Se dice que, por lo regular, las instrucciones garantizan su efectividad, la cual se debe a que están hechos con legítimo polvo de arroz y perfume de virgen de azahar, y es muy difícil que fallen. Pero si esto tampoco resulta, entonces se puede recurrir a las veladoras o a las velas, que en este caso tienen que ser 9. Además hay que rezar:
Estas velas que enciendo, en 9 días se consumirán, y las almas que invoco cuanto les pida me concederán. Almas, moved el corazón de fulanito o zutanita, para que su corazón lleno de amor hacia mí se acuerde, y todo cuanto tenga me lo venga a dar.
Esta oración es muy importante, sobre todo cuando de amor desinteresado se trata. Pero todavía hay más remedios o más esperanzas, y no sólo para el sexo femenino; también hay talismanes y oraciones para los hombres.
El del coyote dice así: “Coyote hermoso, con tu talismán poderoso, que cargas en la cabeza, préstamelo para que con él haga lo que yo quiera, y que se enamore de mí cuanta mujer yo viera”.
La piedra imán también es importante en el mercado de amor, como lo son los perfumes, las flores y los ajos. Las más discretas se venden en forma de polvo molido, pero todas con la oración al chupamirto o chuparrosa, siempre presente, que debe rezarse toda los viernes con una vela y frente a la imagen del ser amado (aunque sea una foto).
Polvo de chuparrosa disecada, molida y pulverizada en luna llena para espolvorear en todo el cuerpo, para obtener la gracia del amor.
El chupamirto para atraer al novio, la chuparrosa para atraer a la novia, polvos para que no se olviden, oraciones para que se atormenten, velas para que repartan lo que tienen, jabones para que no se alejen. Remedios para todo y para todos, esperanzas a la venta por unos cuantos pesos y unas muchas ilusiones, todo como parte del México Mágico que encontramos en el mercado de Sonora de la Ciudad de México,


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)