Mostrando las entradas con la etiqueta helen krauze. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta helen krauze. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de mayo de 2024

Jorge González Camarena


Jorge González Camarena,

muralista tras el muralismo.

Ciudad de México, abril de 1976.


El muralismo está ligado a la humanidad. Desde que existió el hombre de las cavernas, éste empieza a pintar en los muros. Luego sigue floreciendo en todas las culturas: en la egipcia, babilónica, griega, etc. En México también hay pintura muralista desde los albores de la humanidad.

Jorge González Camarena fue Premio Nacional de Artes en 1970 y seleccionado para ejecutar un retrato de Miguel Ángel para el Museo de Caprese (cerca de Florencia), por el cual se le otorgó ahí mismo el grado de "commendatore".

Me recibió en su antiguo estudio de Taxqueña, ya que el nuevo queda por el Ajusco y "hubiera tenido que guiarla por lo enredado del camino". 

Maestro hábleme de su obra muralista ¿cuál considera la mejor?

Soy de la generación de los que todavía damos la pelea (refiriéndose a Anguiano, Chávez Morado, O'Gorman, Guerrero Galván). La obra que considero más cabal y completa, en la que me sentí más realizado, fue la que hice en la Universidad de Concepción en Chile, en 1967. Ofrecía muchos problemas y quizás eso fue lo que me hizo encontrar soluciones más originales, específicas e interesantes; el tema de esta obra fue la integración de América Latina. En México entre otros pinté los murales del edificio Guardiola, que por cierto se destruyeron durante el temblor del 57; los del Seguro Social del Paseo de la Reforma; en el Castillo de Chapultepec, la Sala de la Conquista y la de la Constitución; y en los últimos dos años y medio los murales en el Instituto Mexicano del Petróleo. En Monterrey tengo uno en la rectoría del Tecnológico 

-¿Dentro de qué escuela se inscribe su pintura?

Creo que en términos generales mi pintura está dentro de lo que se llama "realismo mexicano", el cual yo considero que se ha venido forjando en tres tiempos: el primero, a mediados del siglo pasado con los pintores del movimiento liberal, que adoptaron temas históricos de México. Esto originó un choque, porque los pintores internacionalistas sostenían que los temas de nuestra historia no eran dignos de ser llevados al arte. En el segundo tiempo se cambia la forma de pintar y se toman temas contemporáneos, vivos y populares de nuestro país, esencialmente sus costumbres. El tercer tiempo plantea que la pintura debe ser con temas mexicanos no solamente costumbristas, por ejemplo pintar la Torre Eiffel y que resultara ser una pieza de pintura con colorido y sentimientos nuestros. Esta es la época de Diego, de Orozco, de todos ellos. Mi pintura en lo particular está dentro del realismo mágico, pero de la escuela mexicana. Fui fanático de aquella época y hasta fui a buscar a los pueblos la esencia de la mexicanidad. Inclusive pasé tres años en un convento en reconstrucción, en Huejotzingo, donde me incrusté para trabajar con gran tenacidad.

¿Qué tan cierto es que el muralismo está por desaparecer?

Mire, el muralismo reapareció en los años 20 con un nuevo enfoque, pero ha existido siempre, aquí y en el mundo. ¿Por qué, de repente, de ahora en adelante no se va a realizar la pintura mural? ¡Es estúpido!


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

jueves, 1 de febrero de 2024

Emilio el Indio Fernández

 


Emilio, el Indio Fernández,

El macho tras las cámaras.

Ciudad de México, diciembre de 1974.


¿Que si me molesta que me llamen "el Indio"? ¡Pero si yo soy indio del estado de Coahuila! Mi madre es india pura, piel roja, y mi padre mestizo. ¿Que si me considero totalmente realizado y feliz? Mire usted, ni realizado, ni feliz, pero encantado de vivir; yo creo que la vida es el regalo más grande que se nos ha hecho, y desgraciadamente estamos poco conscientes de ello, para gozarlo más, minuto a minuto, segundo a segundo, gozar de una mañana hermosa, de una nube, un sol, un árbol, un río o una montaña. ¿Que si me enamoré de todas las mujeres que han trabajado conmigo? ¡Yo amo a todas las mujeres! ¡No se puede hacer nada sin amor!... Pero no el amor personal, entre un director que quiera enamorar a una estrella porque está trabajando -que tiene ese derecho- ¡No! Yo hablo en el buen sentido del amor; amo a mis técnicos, sin ellos no podría hacer una película. ¿Que me he repetido en mis películas? Yo le pregunto a usted, ¿Se le critica a Wagner o a Beethoven porque se repiten en alguna nota ¿Y no es porque me sienta orgulloso, sino porque yo quiero hacer mi cine. ¿Que cuántas veces me he casado? Yo, por voluntad, ninguna; pero por compromiso moral, de hombría por respeto... o con la 45 atrás, del papá o de un hermano, pues no recuerdo, quizás dos, tres o cuatro. No recuerdo.

Este era el estilo del Indio Fernández esa linda mañana, cuando nos recibió en su casona de Coyoacán. La mesa estaba adornada muy a la mexicana, desde el mantel de Oaxaca, los tarritos de barro, el chile piquín, el orégano y la cebolla picada. Adivinamos el menú, y alguien dijo: "¡Cómo no me puse una parranda anoche!". El Indio apareció con su indumentaria característica: el paliacate en el cuello. Lo acompañaba la guapísima Argentina Morales, quien fungió como anfitriona, en un bello vestido blanco con encaje -de esos que parecen antiguos, con cuello alto y manga larga- y un rebozo también blanco. A ratos se parecía a Dolores del Río. El Indio, un poco nervioso, de entrada dijo:

¡Pura gente blanca!

Risotada general: se rompió el hielo. Y siguió con una anécdota sobre su amigo Salvador Dalí, cuando a éste lo entrevistaron en una ocasión y él estaba presente. Alguien le dijo a Dalí que hiciera una autocrítica y dijo: "Soy mejor genio que pintor".

¡Cómo quisiera que estuviera esta mañana aquí, en esta silla de acusados, Dalí contestando a sus preguntas! 

En los años 40 el Indio Fernández le dio al cine mexicano una importancia mundial. La pregunta fue: ¿Cree usted que en la actualidad ha superado esta etapa?

Pues yo no hice cine. Yo colaboré con un grupo de cineastas para hacerlo. Me tocó en suerte llevar el cargo de director, a veces de escritor o adaptador de una película. Es un conjunto, y si alguna cosa tuvo de bueno escribir ese cine, ese tiempo, es que nosotros escogimos trozos de la vida mexicana. El valor que tienen esas películas es que eran mexicanas. Ahora se buscan nuevos caminos de expresión, y como se sabe, el cine es el medio más rico que ha tenido el ser humano para expresarse. ¡El cine tiene tal embrujo que hasta pagan por verlo! De ahí que uno adquiere la responsabilidad de hacer un cine que debería servir para elevar, para guiar, y no para degenerar, como está sucediendo en todo el mundo. Yo creo que se pueden hacer cosas estupendas sin herir la susceptibilidad y la decencia. ¡Hay que llevar un código moral, que las cosas lleguen hasta cierto punto. Desgraciadamente ahora nos exigen que hagamos cierto cine, porque es más fácil. El cine está en manos de mercenarios. Son cosas incontenibles.

Se tocó el punto del macho mexicano, que tanto aparece en las películas del señor Fernández, en relación con la mujer mexicana de nuestro tiempo, ya un poco liberada. Contestó con la franqueza acostumbrada:

La palabra macho debe ser una de las más grandes para todo hombre al nacer. Yo prefiero un macho, aunque para muchas gentes sea repulsivo y temido, que un... Y en cuanto a las mujeres, ¡no hay cosa más sublime que una mujer, cuando lo es!

El Indio conoció a Rodolfo Valentino en Chicago "cuando yo andaba metido en la mafia de los bootleggers" y también a Al Capone, quien fue uno de los personajes que lo impulsaron a entrar en el cine, aunque murió unos días después de que se conocieron. Don Adolfo de la Huerta fue otro personaje que le dijo: "Mira, Emilio, se acabaron las revoluciones (él fue militar de carrera y se crió en la Revolución) y no debe haber más, pero hay un arma más fuerte que un cañón o un aeroplano: es el cine; aprende esa profesión." Entonces el Indio andaba por Hollywood, y como él relata:

Me tocó curiosear; yo veía fascinado el ambiente; eran tiempos muy espectaculares. Una vez vi pasar a Dolores del Río -era una estrella preciosísima- y dije: "Pues le entro al cine", y trabajé de extra en una película con ella. ¡Ni siquiera me miró! Pero así es el destino y ya ven lo que pasó. Es una gran compañera, amiga, y yo me siento orgullosísimo y muy agradecido a la vida y al cine de que me haya dado la oportunidad de estar cerca de ella y de tantas otras gentes tan interesantes.

Se habló también del talento joven, del viejo, y de ambos. Expresó:

Hay una gran capacidad, y si no están tan altos como deberían es porque el producto que se está fabricando es mediocre. Si el argumento y la dirección son malos, se hunde el actor, por más bueno que sea. En México tenemos una literatura muy rica, obras estupendas, cuentistas genios, pero no hay directores y productores para interpretarlos.

De películas diversas y de los países en que se filman también charlamos.

Los países socialistas tienden a hacer un cine, si no demagógico, sí dentro de una limitación, de un espíritu encauzado indirectamente; carece de libertad absoluta. Pero el cine es bueno. El cine que japonés me fascina, el italiano ni se diga (lamentó la muerte de Vittorio de Sica), y el francés…

Su próxima película es Zona roja. En su vida artística hubo dos influencias: Einsenstein y John Ford (con el primero se carteaba y de ahí que sus películas fueran las primeras que entraron a Rusia).

Mi cine es cátedra, exigencia del sexto año; además, hay un aula allá que lleva mi nombre.

Confiesa que "su" cine no interesó por algún tiempo, pero no se sintió discriminado.

Quizás; si me hubiera casado con la hija de algún productor... (risas de parte de todos) No crean, a veces lo pensaba yo seriamente.

Cuando le pidieron un mensaje para los jóvenes de hoy:

Antes que todo que tengan conciencia. Que es en ellos donde va a recaer el destino de nuestro país. Las experiencias de los mayores, deben ser un ejemplo, no para ser iguales, sino para mejorar y sobre todo deben tener la conciencia de la tradición mexicana, sin que por eso dejen de ir adelante con el progreso del mundo.

Cabe mencionar que el Indio nos sirvió tequila en vez de jugo de naranja, en copas que llenaba constantemente, y muchas de nosotras (el grupo periodístico de las Veinte mujeres) sin que él lo viera, regábamos con tequilita las plantas que había alrededor de la mesa.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

jueves, 24 de agosto de 2023

Olga Costa

 


Olga Costa,

Sinceridad en el lienzo.

Ciudad de México, junio de 1965.


Olga vive tranquilamente con su marido, el pintor Chávez Morado, en una enredada callecita de Coyoacán, rodeada de flores, plantas y cientos de idolitos, así como de mucho folclore mexicano.

El arte consiste en situarlo donde funciona; puede funcionar como parte decorativa, emotiva o en un mural en el que pueden intervenir otras ideas. El artista ante todo debe ser sincero consigo mismo, y si tiene ideas saberse expresar.

¿Aun políticas?

¿Por qué no? Hablar sobre política significa tener interés en lo que pasa en el mundo.

Bien. Pero nos estamos alejando de su mundo, Olga, que no creo sea político. ¿Cuál es su forma de expresarse?

Podría llamarse figurativa.

Pero ha cambiado un poco, ¿no? En su última exposición la mencionan como poseedora de un mundo alucinante, ¿por qué?

El cambio vino solo, sin forzarlo, y ha sido un proceso inconsciente. Cuando uno menos se lo espera llega; es una especie de madurez y experiencia que uno acumula. Lo de alucinante... creo que se debe a una crítica donde, entre otras cosas, dicen que de mil delicadas y extrañas asociaciones de todo lo que me rodea, nacen mis pinturas como pequeños mundos secretos; se refería seguramente a varios cuadros de hongos que he pintado, pero le aseguro que no veo visiones, simplemente me gusta su apariencia y lo expreso en el lienzo; con decirle que no me gusta comerlos…

¿Nunca interpreta sus sueños?

No sueño lo que pinto, cuando lo hago estoy bien despierta. Así se puede apreciar la naturaleza, las plantas, las flores, la fruta o lo interesante de una persona, no puede uno resistir el querer pintarlas y no puede uno hacer fantasías. El año pasado, cuando más encarrilada estaba, surgió nuestro viaje al Oriente. Hace solamente un mes que llegamos: visitamos Japón, Tailandia, Hong Kong, Macao... Vi tanto que podría decir que estoy indigesta, y ahora me pregunto ¿qué pinto? Tengo acumulado todo lo que vi, pero aún no sale.

¿No toma apuntes?

No suelo hacer tal cosa; veo todo en general y nunca he pensado en hacer un documento de lo que he visto, ni una crónica. No tuve ni el tiempo, sólo iba absorbiendo. Con la experiencia en sí, ya saldrá algo; le confieso que yo misma estoy bastante intrigada.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

lunes, 24 de julio de 2023

Mathias Goeritz

 


Mathias Goeritz

Las Torres de Satélite.

Ciudad de México, marzo de 1976.


México no es un país, es un vicio. Yo venía de España, donde la gente prácticamente vivía en el siglo XIX; cuando llegué aquí y vi construcciones como la Ciudad Universitaria decidí quedarme. Después quise recorrer el mundo y salir de México, pero perdí el tren. ¡Nací al llegar a México, cuando ya tenía 30 años!

Alguien que se expresa así de un país y del arte, ¿cómo funda un movimiento llamado Los Hartos? ¿Hartos de qué?

No hartos del arte y menos del país. Hartos de cómo se presenta hoy día el arte. Por ejemplo, una exposición. Empiezo por la lata de trasladarme al centro de noche. ¿Dónde dejo el coche? ¡Otra lata! Todo esto requiere paciencia y sólo se hace por algún amigo. Por fin entro a la sala, llena de gente (Claro whiskeys gratis). En la puerta encuentro al dueño de la galería y al artista; los felicito antes de ver la obra. Recorro las salas y salgo sin haber podido ver nada. ¡Es este tipo de vida artística la que me tiene harto y hay muchos más que también lo están! 

¿Como José Luis Cuevas, que se va?

Hace bien en irse. Dice que México le queda chico Tamayo también se fue, y si no se hubiera ido, no habría tenido el reconocimiento. Nadie es profeta en su tierra.

¿Usted ha tenido reconocimiento en este país, que afirma es "su casa"?

México me lo ha dado todo. Inclusive la oportunidad de convivir con la juventud en las clases universitarias que imparto Y eso es algo que siempre agradeceré. Me mantiene joven y alerta.

¿Qué me dice de ese famoso Laberinto que está construyendo en Jerusalén?

Me invitaron a hacer algo para que los niños árabes y judíos pudieran jugar. Yo pensé: ¡Qué flojera, otra escultura urbana. Me gustaría hacer una cosa más larga, más ambiciosa. Y así lo dije. Me contestaron que estableciera el programa y que ya se vería que se podría hacer. Entonces me puse a trabajar en este proyecto con zonas divididas para diferentes edades y organizadas como una especie de callejón sin salida; un laberinto con agujeros en los muros para que pasen de un lado a otro. También invité a una serie de artistas como Kalder, Miró, Sebastián, Pedro Friedeberg y otros para que cada uno colabore con un diseño de juguete para niños. Mi idea es que el mismo tiempo que sea una obra de muchos artistas sea un museo funcional.

También se habla del proyecto GODIGOSE. ¿Qué es?

Ángela Gurría recibió el encargo de hacer una serie de esculturas en cinco plazas en Villahermosa. Reunió a cuatro artistas, Geles Cabrera, Juan Luis Díaz, Sebastián y yo. De ahí el nombrecito. Las primeras sílabas de nuestros nombres. Empezamos a estudiar la problemática que encerraba el sólo trabajar en grupo, ya que disentíamos totalmente en ideas. Llegamos a un acuerdo para trabajar sobre una misma temática. Desde luego, no será nada parecido a la Ruta de la Amistad, tan disímbola, sino que dará la impresión de estar hecha por un solo artista.

Sabemos que en Holanda le han encargado unas Torres y que serán subterráneas. ¿Por qué?

Un psiquiatra me dijo que tengo miedo de los subterráneos. Quizás lo que quiero es poner ese miedo bajo tierra.

Se dice que hay artistas que crean por crear y otros que se comprometen con el momento histórico. ¿Qué es válido para usted?

Yo creo que ambos caminos son válidos. En tiempos pasados se pensaba más en el arte por el arte. Lógicamente esto no satisface al artista que quisiera servir, y yo definitivamente pertenezco al grupo que quiere servir.

¿Qué piensa de nuestros monumentos?

El Ángel me encanta, aunque sea como punto de referencia. El Monumento a la Revolución lentamente se integra a su contexto. Las Torres de Satélite les "dan en la torre" a los edificios de los alrededores. El Caballito como escultura es bonita, ¿pero quién la ve?... es un paso de coches. El pobre de Cuauhtémoc está perdido a pesar de su pedestal, y Cuitláhuac es una mosca entre los gigantescos edificios de Tlatelolco.

¿Cómo ve usted el futuro de la arquitectura?

La arquitectura es efímera, de vidrio. Se hace para diez años, después se quita el edificio para poner otro. Si la humanidad llega al año 2000, habrá que usar un poco de ficción para planear la arquitectura. Es bueno que la fantasía artística sueñe cómo podrá ser su vida, ya que es imposible prever el futuro.

¿Económicamente produce su profesión?

Hasta hace 5 años me moría de hambre, ahora ya no. Pero no te haces rico a menos de que seas Tamayo y hagas lo que te dé la gana.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

lunes, 20 de febrero de 2023

Enrique Bátiz

 


Enrique Bátiz

Decenios musicales.

Ciudad de México, enero de 1975.

¿Es un genio? ¿Es virtuoso o compositor? ¿Showman o político? Apasionado y dinámico, a los treintitrés años Enrique Bátiz lo es todo, incluso esposo de una afamada pianista polaca y padre de una niña y un niño.

Desde que tenía 10 años sentí la música -dice- y para mí su valor real emocional, el llevar su estética y su mensaje al corazón de las personas.

Estudió en Nueva York, en la Juilliard, y tiene posgrados en varias ciudades de Europa, donde vivió durante doce años. ¿Por qué regresó?

Volví con la idea de servir. De transmitir mis enseñanzas. Quería trabajar y hacer una obra para México.

Se dice que usted actúa más como político que como artista.

Estudié música. Me gradué de músico. Di muchos conciertos e hice presentaciones en Europa. Soy amigo del que fue gobernador del Estado de México, el profesor Carlos Hank González. Es a través de la política como se desarrollan los países; es como se hace patria. Si uno va a contribuir para cambiar a México, a que se desarrolle distintamente de cómo lo había hecho antes, tiene uno que participar y aportar. Ningún político va a apoyar cosas que no son buenas. Si esto me hace político... entonces a lo mejor lo soy.

¿Hay talento en México?

Sí hay talento, y también hay muchas intrigas. Tengo cinco años de vivir en México, y yo pensé que los cargos que le hacían al maestro Carlos Chávez tenían fundamento: lo acusaban de dictador y de querer arruinar al músico mexicano. Sin embargo, Carlos Chávez fue víctima de un grupo. Él sigue siendo una persona importante, querida y apreciada en el mundo entero, quizás el mexicano vivo más distinguido que tenemos en la música.

¿Interpreta usted a músicos mexicanos?

He drigido casi todos, entre ellos Revueltas, Ponce, Huízar, Moncayo, Blas Galindo y Rodolfo Halftter, que aún vive. Bajo otras batutas la orquesta del Estado de México ha tocado música de Carlos Chávez.

¿Cómo ve usted la educación musical en México?

Muy atrasadita. En México tenemos maestros de música que se dedican a la enseñanza en las escuelas primarias y secundarias, que es el único medio por donde les llega a los niños ese arte. Lo óptimo sería que se les ofreciera esto mismo, pero en forma más completa y más educativa. Debo aclararle que mi madre se ha dedicado a hacer esto durante treinta años aunque debo criticar que no existe un libro de texto adecuado, con un sistema que logre que al niño y al adolescente les guste la música. La Secretaría de Educación debería solucionar este problema.

Su estilo de dirigir tan apasionado, de movimientos tan dinámicos, ¿como lo adquirió?

Así como las composiciones de cada genio musical son distintas, y unas son más grandes que otras, yo creo en las distinción que la vida le ha dado a cada persona, que se llama talento: es una luz divina que se ha colocado en cada persona pero a muy distinto nivel. A algunos les ha tocado bastante y a muchos casi nada. El país no está lleno de músicos y los pocos que se dedican a esto lo hacen porque les gusta, les nace, lo sienten, pero no todos tenemos esa cualidad. Entonces hay que estar muy conscientes de que en el arte lo importante es el talento. En segundo término está en la educación, la escuela y los beneficios que de ellos se derivan. Yo estuve en las mejores escuelas, me precio de haber estado en contacto con los más importantes maestros de mi época, y eso quiere decir que educación no me ha faltado... lo que me falta a lo mejor es mucho talento. Pero independientemente de la educación y del talento, necesita uno también tener una inteligencia que le permite estudiar ambas cosas, para explotarlas a su debido tiempo. La inteligencia nos hace pensar todos los días. Yo pienso en notas musicales, yo pienso en los compositores y de repente escribo, compongo y también analizo. También pienso en la disciplina, en las reglamentaciones de una orquesta sinfónica, pienso en mi trabajo, en mi familia, en fin, en una serie de quehaceres diarios, entre ellos leo, y leo bastante. Llevo una vida que no es rutinaria, me acuesto tarde y me levanto temprano, y a veces no duermo porque estoy intranquilo, porque mi cerebro no descansa. No considero que tengo nada en particular de genio, pienso que tengo simplemente el deseo de que lo que mis manos toquen sea bueno, que produzca, que desarrolle y sea eficaz y perfecto, lo más cercano posible a la perfección a todos los niveles, incluyendo el político, por eso quizás tengo algo de suerte en ese ámbito. Yo quise ser un virtuoso, de ahí que no haya compuesto mucho.

¿El virtuoso es un showman?

Pero de los sensacionales, o sea que todos sus programas son fuertes, que deslumbra al auditorio por su destreza y agilidad. Yo me di cuenta de que en mi técnica no iba a llegar a esos niveles sino le dedicaba otros diez años de mi vida y por el otro lado me apasioné más en el valor estético de la música y de las "acrobacias".

(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

lunes, 12 de diciembre de 2022

Francisco Toledo

 


Francisco Toledo.

Desde las entrañas de Oaxaca.

Oaxaca, mayo de 1997.

Enjuto de rostro, como El Quijote. Ojos con marcado brillo, cabello, bigote y barba dispersos, figura cubierta por una manta blanca, los pies ocultos en delgados huaraches y manos fuertes, dedos largos... Así vi por primera vez a Francisco Toledo. Me saludó de mano, rápidamente. Musitó dos o tres palabras, le pedí una entrevista, asintió y se esfumó.

Este grande de la pintura contemporánea, el Divino Maestro, como lo conocen algunos, ha dejado huella no sólo en el arte plástico sino en el quehacer social, como promotor de los valores culturales de su estado natal.

Al otro día, sentado y en paz, ante un té de yerbas y un refresco, en el café del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), Toledo -entre tímido y divertido- se dispuso a narrarme pinceladas de su vida y del mundo que lo rodea.

Casualidad, todo fue por casualidad. Nací en Juchitán, un pequeño pueblo. Sólo hablaba zapoteco, el español lo aprendí ya mayor. Somos siete hermanos, hijos de padres comerciantes, de esa gente que viajaba por el Istmo. Y yo soy el único artista. Mi padre quería que fuera abogado, pero a mí no me gusta estudiar. De hecho, estudié sólo hasta primero de secundaria. Pero eso sí leía mucho. Libros que traían vendedores que llegaban hasta el pueblo. El Quijote, La divina comedia

Tenía 13 años cuando fui a Oaxaca. Entonces descubrí una maravilla: las iglesias, los retablos y las plazas. En ese entonces andaba por aquí Rufino Tamayo, aunque no lo conocí en ese momento. Mi amor hacia la pintura nació cuando estuve en la Escuela de Bellas Artes. Vi el arte de Siqueiros, Orozco y Rivera. Así fue como todo empezó.

¿Cuándo llegó a la Ciudad de México?

A los 17 años. Entré a la secundaria, pero ya era grande para estar ahí y me salí. El único lugar donde podía estudiar lo que me gustaba (sobre todo, litografía) era la Escuela de Artes y Oficios, ubicada en la Ciudadela y dirigida por Chávez Morado. En ese tiempo ya hacía mis primeros lienzos. En Oaxaca iva al río a pintar paisajes. Entonces estaba de moda el paisajista oaxaqueño Arturo García Núñez, y su pintura me motivó. Yo también quise hacerlos, era romántico. En México subsistía con la ayuda que me mandaba mi padre. Mi primera exposición fue en la galería de Toño Souza, allá por 1960. Ahí conocí a un pintor que venía de Washington que me contó lo que había visto. Me abrió los ojos. Quise viajar, arreglé una exposición en Texas. De ahí me fui a París. Yo hablaba mucho con Toño. Me decía qué leer, qué ver y dónde viajar. Por esas fechas llegó Tamayo a la Ciudad Luz y conoció mi trabajo. Toño me dijo: "Se va a ir pronto". Yo le regalé un cuadrito, que siempre tuvo en el comedor de su casa de Cuernavaca. La primera exposición en la que vendí fue en una colectiva con artistas como Carrillo Gil, Paul Westheim, Mariana Frenk y Juan Soriano.

En París llevé cierta amistad con Tamayo y con Octavio Paz. Ellos vieron mis cuadros pero yo estaba todavía inmaduro. Los dos me invitaban, Tamayo me decía: "Venga de vez en cuando". Gracias a él pude quedarme. Vivía modestamente, en un cuarto de servicio, sin calefacción ni agua. Pero gracias a Octavio pude trasladarme a la Casa de México donde estuve durante tres o cuatro años. Cuando Tamayo regresó a México me presentó a un amigo que me ayudaba dándome comida y dinero, y yo le daba cuadros a cambio.

Mis influencias han sido a través de libros y los viajes, un viaje a Sicilia por tren... algunos los hice con mi padre: yo lo invité para demostrarle que ya podía hacerlo. Él estaba contento de que me bastara por mí mismo y que ya no necesitara dinero. Fuimos a España, Inglaterra, Francia e Italia. En esa época expuse en diversos sitios: la galería Finkler, en París; la Joan Prats, en Barcelona, donde también exponía el célebre pintor Tápies. Pero la soledad, lo aislado, la nostalgia, los inviernos, sobre todo eso, el frío, me hicieron regresar a México, a Juchitán, donde estuve algún tiempo aunque con algunos viajes por la región: vi otros pueblos no zapotecas, iba admirando la arqueología y buscando. Me interesaba la música, sobre todo la flauta y el tambor. Mandaba obras a París, y con el dinero patrociné un disco, y le pagué a un profesional de Bellas Artes para que lo dirigiera.

Posteriormente fui a Teotitlán del Valle, un pueblo de tejedores. Yo hacía dibujos para los tapices. Eso me daba para comer. Me iba a México para venderlos y expuse en la galería de Juan Martín. En 1968 conocí a Elisa Ramírez: ella vino a Oaxaca, nos relacionamos y nos fuimos a París. Con ella tuve dos hijos, Laureana que es fotógrafa y Gerónimo que es pintor. Tengo otra hija Natalia, que es poeta.

¿Es cierto que el Instituto, donde estamos, fue su casa?

Sí. Después de que me separé, la casa se quedó sola, se veía vacía y había muchos recuerdos. De ahí que hace ocho años la di para que fuera el Instituto de Artes Gráficas: aquí se organizan exposiciones temporales y ciclos de conferencias. Lo que más me interesa es aumentar la biblioteca. Actualmente cuenta con 12 mil volúmenes, de temas como pintura, gráfica, dibujo, arquitectura, escultura, arqueología, diseño, arte popular, textiles, fotografía, arte contemporáneo y arte mexicano desde sus orígenes hasta nuestros días.

Mis viajes continuaron desordenados. Iba a Nueva York, siempre a preparar y organizar exposiciones. Luego volví a Juchitán y fundamos la Casa de la Cultura; la idea era darles a las nuevas generaciones, lo que a mí me faltó: biblioteca, sala de exposiciones, un centro cultural, lo que no había cuando yo era estudiante. Crear un Instituto para ayudar a los jóvenes. Oaxaca es un lugar privilegiado, es un centro de creación, tiene todo un pasado en arqueología prehispánica, colonial, arte popular y la ciudad misma. Aquí Tamayo hizo su museo, eso despertó interés. Él me pidió que fuera director de la Escuela de Artes y ayudó a artistas para que dieran clase. Los artistas han sido dadivosos, siempre preocupados por que se divulgue el arte.

Actualmente mi estilo de vida es diferente. Las cosas me han llegado sin pedir mucho. No soy ambicioso. Mi familia es lo central en mi vida. Me importa mi labor cultural, por lo que he dejado de pintar, sólo lo hago de repente. No encuentro más interés. Ojalá que sea momentáneo.

Todas mis esposas -he tenido cuatro- significaron mucho para mí. Pero nos separamos porque éramos mundos distintos. Trine (Marie-Catherine) mi actual compañera, la conocí por medio del dueño de un taller de litografía en París. Él es danés. Me invitó a Dinamarca y ahí la conocí; es una excelente tejedora de tapices; tenemos dos hijos: Sara y Benjamín.

Volviendo a sus actividades sociales, ¿Qué es PROAX?

Es un Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca. Está integrado por un arzobispo, un senador priísta, un senador del PRD, masones, arquitectos, pintores... Nos unió un solo fin: la preocupación por los problemas existentes en diferentes zonas del Estado. Por ejemplo el agua, la destrucción de los bosques, los asentamientos irregulares muy cerca de Monte Albán, la venta ilegal de terrenos.

A partir de que nos organizamos, hemos logrado que se respeten lo que fue el Convento de Santo Domingo. Había planes para adaptarlo como centro comercial, con todo y estacionamiento. Hemos conseguido que sea un gran centro cultural, con un jardín etno-botánico. Y en relación con Monte Albán, hemos propuesto que se indemniza la gente que vive en las áreas prohibidas (por decreto), y que se les traslade a otras zonas. Queremos que se construya un gran jardín botánico y viveros que sirvan como valla protectora de la zona arqueológica.

El maestro Toledo ha creado además dIversas bibliotecas infantiles en varias  comunidades indígenas; asimismo, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el Centro Fotográfico Álvarez Bravo, la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges y la biblioteca Francisco de Burgoa, todos de entrada gratuita.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)



miércoles, 27 de noviembre de 2019

Roberto Cantoral



La barca y el reloj.
Ciudad de México, octubre de 1975.

Reloj no marques las horas…” Escrita en letra dorada en la puerta, la frase da nombre a la casa de Roberto Cantoral, el gran compositor de música romántica quien explica así su emblemática canción.
Ésta surgió como la idea de escribirle al tiempo; todos esos momentos felices que se van y que quisiera uno retener.
En el espacioso comedor -con muebles de época, como los de toda la casa- hay un enorme reloj, que sí marca las horas.

¿Cuántas canciones has escrito?
Trescientas y pico. He tenido suerte, llevo muchos años escribiendo. Cada año tengo un hit o dos. En 1974 gané el premio de la OTI con la canción “El Quijote”.
¿Oye, tú crees que los temas de hoy en día son diferentes a los de hace años?
La temática es la misma, lo que cambia es la expresión. “El Reloj” y “La Barca” marcaron una época de transformación. La gente abusa de la palabra amor: yo, desde que salí con esas dos canciones y “Regálame esta noche”, no uso la palabra amor así, la tomo más como un concepto universal. Hice una canción que se llama “Amoras de un verbo nuevo”, “amorar”, que quiere decir llenar de amor algo, invadirlo.
Tú rompes estructuras y se te permite usar palabras que a otros compositores no.
Es cierto. Yo fui el primero que metí en mis canciones la palabra “amante”, y ahora ya la usan los españoles, franceses, italianos, etc. La usé desde 1958. Considero que todo se puede decir, pero con un sentido de la elegancia, o sea que no se puede ser insultante en la escritura, por eso es arte. Cualquiera puede decir una cosa llanamente, pero el arte es para cubrir lo grotesco. “Te fallé como amante” no se refiere únicamente al sexo, como se puede pensar, sino a que te fallé en atenciones, en cuidado, en mil cosas.
Tú eres un triunfador en tu carrera y en tu vida. ¿Cómo lo haces?
Yo considero que para hacer cualquier cosa en la vida, lo primero que debe hacer un ser humano es realizarse como tal: si no, está incompleto. Yo me considero una persona realizada y eso para mí es lo más importante. Después vienen por consecuencia el triunfo, el dinero y una serie de cosas. Me preocupé primero por hacer un hogar. Tenemos cuatro hijos, tres varones y una pequeña nena, la “Quijotita”, que tiene tres años. Soy supersticioso, y les pongo seudónimos a mis hijos, usando los títulos de las canciones. A Joselito le tocó El triste.
¿Tienen tus hijos inquietudes artísticas?
Todos tocan el piano, pero el de seis años es al que más le gusta. Es al que no hay que decirle “ve a tocar”. Se levanta tempranito y antes de ir a la escuela, estudia.
¿Tienes amigos en el gremio? ¿Hay envidias?
Tengo pocos amigos. Quizás si exista un celo profesional, pero yo no me he preocupado de eso: ¡Si te cierran una puerta, se abren otras muchas!
¿Nunca le has cantado al macho mexicano?
Sí, una vez hice una canción haciendo ver al machismo en su verdadera esencia. En primer lugar tiene que tener un alto concepto de los valores: el machismo no es matar a una persona en la calle, golpear a una mujer, o creerse superior a los demás. ¡Esa es una bestia, no un ser humano! El hombre y la mujer son una unidad. Por cierto, he escrito una obra músico-literaria sobre los derechos humanos, y voy a promover que se presente en un teatro.
¿No puedes adelantarnos algo sobre ella?
¡Cómo no! Se llama El hijo del hombre, y el prólogo va así: “Este es un modesto homenaje para todos aquellos que, día con día, se esfuerzan arduamente en su trabajo, tales como el descubridor, el campesino, el creador, el obrero, el inventor, el científico y el sabio, por ser los engranajes más vitales y el incentivo de la gran maquinaria que formamos. Es fácil encender la luz ahora, ver autos, barcos, jets, locomotoras, cine, televisión, radio, rockolas, teléfonos, tractores, computadoras, miles de inventos, incontables horas de aquellos que quemaron sus auroras por el progreso que tenemos hoy; que a pesar de la gente negativa, que desde siglos todo lo entorpece, la humanidad jamás está pasiva. ¡O evoluciona o desaparece! Muchos extreman su negativismo, hablando siempre por reflejo propio; si es Italia , es mafia, es Al Capone, es la vendetta y no es Renacimiento pictórico, escultórico y poético. Si es Alemania es Hitler, y no Marx, ni Kant, ni Bach ni Wagner. Y así todos lo tasan igual; afirman que si es judío, es hambreador; si es negro, es indeseable o gente baja; si es yanqui es opresor o invasor; si es árabe, es vivales o ladrón; si es chino, es opio, vicioso o comerratas. ¡Qué pena! ¡Qué pena es carecer de dimensiones, pues no todas las francesas son cocottes, ni todos los ingleses son piratas, ni todo argentino es gigoló; ni mexicano es aquel que mata! ¡No es justo condenar sin reflexión, a toda una nación, a un credo o una raza, porque el talento no es un bien común y la mediocridad no tiene patria!”.

(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)








miércoles, 20 de marzo de 2019

Fanny Rabel




(Lublin, Polonia, 1922-Ciudad de México, 2008) Nace en Polonia y se educa en Francia. 

Llega a México en 1937 y poco después adquiere la nacionalidad Mexicana. Estudia en la Escuela Nocturna para Trabajadores Núm. 1 y se inicia como aprendiz de muralismo con el equipo de Siqueiros. De 1940 a 1950 estudia pintura y escultura en la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda”, con los maestros Feliciano Peña, Diego Rivera, Frida Kahlo, Chávez Morado, entre otros. Fue ayudante de Rivera en los frescos de Palacio Nacional.

En 1950 ingresa al Taller de Gráfica Popular y al Salón de la Plástica Mexicana. Participa en las actividades, exposiciones y publicaciones de ambos organismos, tanto en el país como en el extranjero. Su obra incluye los murales Unidad de madres solteras para solucionar su problema (1945), al temple, en unos lavaderos públicos de Coyoacán, y Alfabetización (1952), sobre vinilita, también en Coyoacán. Decoró el salon de fiestas del Centro Deportivo Israelita con el mural Historia del pueblo israelita, al que imprimió un cierto costumbrismo. También realiza el mural titulado Ronda del tiempo (1964) en la sección escolar del Museo Nacional de Antropología e Historia.

Fanny Rabel se caracterizó en su pintura por ser la intérprete de la niñez. Sus escenas de niños son emotivas, pues logra estampar en ellas sus distintas facetas: caras y cuerpecillos que expresan desde la alegría hasta el estupor, el miedo y el hambre. También vinculada con el realismo mexicano pinta al hombre en sus expresiones más conmovedoras.

(Tomado de: Romero Keith, Delmari - La segunda generación de muralistas. Historia del arte mexicano, fasc. #106, Arte de la afirmación nacional; Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V., México, D.F., 1982)




Fanny Rabel

Pintora de la Escuela Mexicana

Ciudad de México, noviembre de 1960.

A Fanny Rabel la conocí cuando pintaba un mural en la fábrica Etiquetas e Impresos que pertenecía a Moisés Krauze, y a su socio, Alfonso Mann. Fue Moisés quien insistió en que me hiciera un retrato. La verdad es que yo no tenía ganas, pero acepté e iba a su taller diario. Fanny me colocó una flor en la mano y bajo esa esa flor, el famosísimo soneto que Pierre de Ronsard dedicó à Cassandre:

Mignonne, allons voir si la rose
Qui ce matin avoit desclose
Sa robe de pourpre au Soleil,

A point perdu ceste vesprée
Les plis de sa robe pourprée,
Et son teint su vostre pareil.

Esto me pareció bastante agresivo, pero no dije nada. Sin embargo, pensé que en vez de la flor, habría preferido tener un bat para usarlo donde se me ocurriera. Por cierto, el estilo de mi retrato es muy Riverista.

Algunos años después, al asistir a varias de sus exposiciones, admiré su obra y decidí entrevistarla.

El pintor tiene una postura ante los acontecimientos de la vida y además tiene su sensibilidad y su temperamento: todo esto unido, da el resultado de su obra. La gente considera que el pintor debe vivir en una "torre de marfil"; la realidad es otra, y aunque hay pintores independendientes que no pertenecen a ninguna agrupación, la mayoría que se reúne es de ideas progresistas, generalmente de tendencia figurativa en su pintura.

¿El arte puede hacer política?

No es que el arte haga política; es que el arte gráfico tiene una tarea social dentro de su misma labor, que es eminentemente social y política. El Taller de Artes Gráficas se fundó como un centro de trabajo gráfico y social, porque el momento político lo requería (fue el tiempo de Cárdenas): había una gran demanda y necesidad de tal trabajo, y así se ha ido realizando por más de veinte años. Yo me considero una artista de tendencia social, trato de reflejar la vida humilde y sencilla del pueblo en una actitud comprensiva y humana. Las pinturas de niños me emocionan y siempre se me han facilitado, pero nunca he querido caer dentro de lo que es fácil, sino buscar lo difícil, para obligarme a la superación.

El concepto general es que el pintor no debe ir contra su propia corriente, no es así?

Te diré, la pintura es una profesión de soledad: la concibes dentro de ella y también la realizas dentro de ella. Después, cuando expones un trabajo, que has dado a luz a solas, te preguntas: "¿Esto para qué, para quién, qué le importa lo mío a la humanidad?". Nunca acaba uno de aprender; cada cuadro parece ser el primero, cuando empiezo uno se me han olvidado los demás.

Formada junto a los "gigantes" Diego Rivera, Frida Kahlo y Leopoldo Méndez, Fanny es un ejemplo de honestidad y sinceridad artística. Su obra pictórica, sobre todo las cabezas de niños, son de sólida ejecución y profundo sentimiento, ya que es una gran conocedora de la amarga realidad del pueblo. Hija de actores, no llevó una vida de formación estable: al contrario, tuvo una vida más azarosa que la mayoría de los niños, ya que viajaba con sus padres por toda Europa. Pasó su infancia entre trenes y hoteles.

Desde pequeña me enseñé a dibujar, casi cada invierno: tanto mi hermana (Raquel Tibol) como yo, nos enfermábamos de las amígdalas, y como entonces no había antibióticos, las enfermedades eran largas y fastidiosas; así, en cama, con grandes cataplasmas en el cuello y en las orejas, ella escribía y yo dibujaba.

En 1940 Fanny ingresó a la Escuela Nocturna de Arte para los Trabajadores, ya que de día se dedicaba a diversos oficios: cosía, traducía y actuaba. Estudió pintura y escultura en la Esmeralda y después en la Escuela de Grabados Artes del Libro. En 1945 contrajo matrimonio con un joven médico y lo acompañó a cumplir su servicio social. Posteriormente viajaron por los Estados Unidos y Canadá. Su hogar es un ejemplo de sencillez y cultura. Tiene dos hijos: Abel, de trece años, y la preciosa güerita Frida Paloma (nombrada así en honor de Frida Kahlo, gran amiga de Fanny).

¿Cuál, opinas tú, debe ser la posición de la mujer dentro de nuestra sociedad moderna?

La mujer moderna tiene la obligación de progresar: es decir, no debe encerrarse y dejar que el mundo ruede, sino que debe actuar en la medida de sus posibilidades. Es cierto que en México la mujer casada no podrá hacer algo si no cuenta con el apoyo del compañero de su vida, pues al casarse el marido exige, sin palabras, únicamente con su manera de conducirse, que ella no entregue su interés a ninguna otra causa que no sea él. Mientras la mujer no llegue a convencerse de que sus propias aptitudes y esfuerzos son dignos de participar en la vida cotidiana, no logrará convencer a su esposo de que le permita seguir en su trayectoria. Está en la mujer la tarea de organizar su vida de tal manera que rinda a su vez en todas las facetas.


(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)


viernes, 15 de febrero de 2019

Hugo Argüelles




Dramaturgo del género oscuro

Ciudad de México, septiembre de 1970.

Me recibió Macabra con sus ladridos de lobo, pero Hugo la calló, mientras me decía:

Lo que quiere es que la acaricies.

Primero muerta”, pensé yo, pero contesté: “Mejor enciérrala, ¿no?Macabra, como si me entendiera, me olió y muy digna se volteó para ignorarme el resto del tiempo.

Una vez dentro de la casa, por una de las ventanas que dan al patio vi cientos de palomas que revoloteaban ¿Y eso qué es?

Tengo una colección de palomas rarísimas que me han ido trayendo de aquí y de allá.

¿Dónde es “aquí y allá”?

De la India tengo unas que se llaman mokis y son sagradas; también tengo las capuchinas y otras que nacieron en Egipto y en África, y que ya se han reproducido. Mira, aquí fuera está el palomar (tan alto como un edificio). En la sala estilo Luis XV, destaca un majestuoso Cabrera y algunos hermosísimos retablos enmarcados en yeso. Decidí olvidar un poco el decorado y dedicarme a charlar con este singular escritor, cuando sobre la mesa vi unas hojas con un gigantesco curriculum vitae que se iniciaba así: “1952-1957.cinco años en la carrera de Médico Cirujano en la Facultad de Medicina.”

¿Pero cómo, Hugo, después de cinco años dejaste tu carrera?

Sí, porque definitivamente no era lo mío. Desde el tercer año de medicina la inquietud de escritor estuvo por encima de la inquietud de ser médico, y bajo la tutela de Novo y Carballido cursé al mismo tiempo el primer año de Bellas Artes.

¿En tu casa lo sabían?

¡Claro que no! Pero surgieron entonces las obras Los cuervos están de luto y Los prodigiosos, que fueron premiadas inmediatamente.

Y con eso se acabó la mentira.

¡Cierto! Seguí la carrera de Letras Españolas, especialización en Arte Dramático, y de ahí a trabajar, con obras en escena.

¿Cuál fue tu primera obra que se estrenó?

Los cuervos, en 1960, producida y actuada por Carmen Montejo. Después Francisco del Villar la vio y se interesó en llevarla al cine, pero antes me pidió otra historia… Trabajé como enajenado, y en quince días surgió El tejedor de milagros.

¡Fantástica! Ganó un premio, ¿verdad?

Muchos en México, y uno en Alemania. Fui a Berlín con El tejedor, y me quedé en Europa estudiando y viendo mucho teatro.

¿Y la televisión?

Cuando regresé a México me mandó a llamar Ernesto Alonso y me dijo: “Las gentes como tú y yo nos hablamos de tú”. Surgió Doña Macabra, lo entusiasmó, la dirigió magníficamente y triunfó. ¿Tú sabes que Doña Macabra fue la única farsa de humor negro que se ha hecho en televisión? Era tanto el abuso del chantaje mental que había que sanearlo a base de humor negro.

¿Qué piensas del cine mexicano?

Va mejorando y con vistas a reconquistar otros mercados internacionales. Tanto por la temática que ya se atreve al estudio de caracteres y a no abusar de prototipos, como al nivel técnico, que es de indudable adelanto.

¿Trabajas para todo el que te lo pida?

No. Soy selectivo.

¿Dónde se han presentado tus obras?

Los cuervos se presentó en Checoslovaquia. El tejedor, en Alemania. Los prodigiosos, Medea, y Los visitantes del sueño, en Cuba. Y actualmente se estudia en Madrid la puesta en escena de La ronda de la hechizada.

¿Por todas te han premiado?

Por la mayoría.

¿Por qué siempre escribes obras tétricas?

Las siento. Mira, nada menos cuando empecé a escribir La hechizada, fue como si alguien me la dictara: estuve seis días sin despegarme del papel; pero lo curioso vino después: un buen día, leyendo de seres hechizados, descubrí que en Asturias –de donde es mi padre- existió hacia 1575 un monje que exorcizaba a los poseídos; prestó servicios, entre otros, a Carlos II el Hechizado. Este monje fue perseguido por la Inquisición y no se supo su fin. Parece que unas monjas de un convento lo protegieron, pero lo espeluznante del caso es que el monje se llamaba Hugo Fernando Argüelles.

Entiendo ahora que todo esto te produce el más profundo respeto…

Mucho, y en mi próximo viaje a España, que será pronto, me propongo investigar más sobre ese monje.
¿Tú dirías que eres “una buena persona”?

Ni bueno, ni malo. Tengo muchas amistades lo cual puede hacer pensar que soy buena persona, pero también tengo enemigos, y me encanta tenerlos, sobre todo si son interesantes y demoníacos para que la enemistad tenga sentido.

Para mí, que tú eres mucha pose.

Utilizo la pose porque da tranquilidad y te quita gente de encima, muchos imbéciles.

¿Ganas mucho?

Trabajo para vivir una buena vida, como a mí me gusta…

Dejar a Hugo fue un descanso para mi mente, porque a pesar de ser mi amigo, sus obras me producen escalofríos…



[Hugo Argüelles, 2 de enero de 1932, Veracruz, Veracruz; 24 de diciembre de 2003, Cd. De México]

(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)






jueves, 17 de enero de 2019

Emma Godoy


Escritura, feminismo y gracia.

Ciudad de México, julio de 1965.
 
La cultura, como defensa personal, es mejor que el judo, pero después de adquirirla hay que despojarse de ella e irse a bañar al río.

Tras una frase como ésta, queda una sin saber si seguir preguntando, o simplemente dejar que ese manantial sui generis siga brotando. Opté por lo último, y logré conocer una mente al desnudo, pura y genuina.

Recogí el otro día a un perro callejero, estoy segura de que quiere ser gente, es impresionante, tiene psicología humana: él quisiera ser gente… y yo perro. Soy salvaje, quiero serlo y detesto todo lo que es civilización.

Sin embargo, está usted aquí, vive en esta civilización.

Me gusta la vida, la ordinaria, sin complicaciones. El hombre luchaba por civilizarse, el moderno debe salvarse de la gasolina, las alfombras, las licuadoras… y debe confesarse que dentro lleva un salvaje. Mire, Helen, a pesar de vivir en el Distrito Federal, y de haber cursado la Universidad, yo seguiré siendo pueblerina toda mi vida. Y soy de pasto, usted es de asfalto. (No pude menos que asentir con una sonrisa).

Hábleme de su vida un poco. ¿Cómo llegó a ser escritora?

Nací en Guanajuato, y fui la última de trece hermanos; así que ya se puede imaginar cómo me mandaban, y mi única manera de defenderme fue destacando en algo; y cuando, en sexto año, premiaron una composición sobre petróleo que yo hice - ¡Petróleo! ¿a quién se le ocurre? -, en casa se me descubrió. Después, ya en la secundaria, escribí para una revista llamada México al Día, que no era tan importante, pero más tarde colaboré en una llamada Ábside, en la cual sí escribían señores conocidos mundialmente. Entonces me empezaron a respetar… aunque ni crea, a veces pienso que ni se han enterado.

Hagamos un paréntesis y recordemos que Emma es maestra en literatura española; tiene también maestría y doctorado en filosofía, estudios de psicología y pedagogía; cursó también estudios en la Sorbona y en LÉcole du Louvre. En docencia, la Normal Superior, etimologías grecolatinas y etimologías indígenas; ciencia e historia de la educación, historia del arte en México, historia del arte moderno. Entre sus libros, Pausas y arenas (poesía) 1948; Caín, el hombre (teatro), Érase un hombre pentafásico (novela), que fue distinguido con el premio William Faulkner de la Universidad de Virginia en 1961. Además, múltiples ensayos, poemas, etc., en revistas y periódicos. De su obra teatral, Caín, que fue representada en Roma, dice:

Es un Caín moderno, en la plena desesperación de no llegar. Va errante por los caminos de la cultura; porque el hombre se ha propuesto lo inalcanzable, puesto que muere y no llega a su realización; de ahí su insatisfacción. Se pregunta: ¿a qué seguir? Como ejemplo tenemos a Miguel Ángel, que en su última obra, el Juicio final, dijo: “Apenas estoy empezando”, pues tuvo conciencia de lo que le faltaba realizar. Un chico de secundaria hace poesía cursi, pero se siente poeta realizado; el de preparatoria, ya duda; y el de universidad, va adquiriendo conciencia de su ignorancia. Mientras más se avanza, la verdad retrocede.

Yo sólo sé que nada sé…

Ándele. Pero insisto, ¿a quién le interesa la cultura? Somos un país de incultos. Además ¿para qué sirve? Sobre todo a la mujer, que en cuanto se iguala al hombre deja de amarlo, y el amor es muy importante. Pero para amar se necesita admirar, y se admira al que es superior, diferente. Lo veo con mis alumnos, la relación menos emotiva es la que hay entre camaradas de clase.

Debo admitir que hay más cantidad de chicos enamorados de chicas, que éstas de ellos; y la razón es que no los admiran, porque sin darse cuenta el hombre se achaparra ante el susto de ver a la mujer que sube. ¡Sí! Estamos pagando muy cara la cultura.
 
[Emma Godoy, 25 de marzo de 1918-30 de julio de 1989]
 
(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)