lunes, 24 de julio de 2023

Mathias Goeritz

 


Mathias Goeritz

Las Torres de Satélite.

Ciudad de México, marzo de 1976.


México no es un país, es un vicio. Yo venía de España, donde la gente prácticamente vivía en el siglo XIX; cuando llegué aquí y vi construcciones como la Ciudad Universitaria decidí quedarme. Después quise recorrer el mundo y salir de México, pero perdí el tren. ¡Nací al llegar a México, cuando ya tenía 30 años!

Alguien que se expresa así de un país y del arte, ¿cómo funda un movimiento llamado Los Hartos? ¿Hartos de qué?

No hartos del arte y menos del país. Hartos de cómo se presenta hoy día el arte. Por ejemplo, una exposición. Empiezo por la lata de trasladarme al centro de noche. ¿Dónde dejo el coche? ¡Otra lata! Todo esto requiere paciencia y sólo se hace por algún amigo. Por fin entro a la sala, llena de gente (Claro whiskeys gratis). En la puerta encuentro al dueño de la galería y al artista; los felicito antes de ver la obra. Recorro las salas y salgo sin haber podido ver nada. ¡Es este tipo de vida artística la que me tiene harto y hay muchos más que también lo están! 

¿Como José Luis Cuevas, que se va?

Hace bien en irse. Dice que México le queda chico Tamayo también se fue, y si no se hubiera ido, no habría tenido el reconocimiento. Nadie es profeta en su tierra.

¿Usted ha tenido reconocimiento en este país, que afirma es "su casa"?

México me lo ha dado todo. Inclusive la oportunidad de convivir con la juventud en las clases universitarias que imparto Y eso es algo que siempre agradeceré. Me mantiene joven y alerta.

¿Qué me dice de ese famoso Laberinto que está construyendo en Jerusalén?

Me invitaron a hacer algo para que los niños árabes y judíos pudieran jugar. Yo pensé: ¡Qué flojera, otra escultura urbana. Me gustaría hacer una cosa más larga, más ambiciosa. Y así lo dije. Me contestaron que estableciera el programa y que ya se vería que se podría hacer. Entonces me puse a trabajar en este proyecto con zonas divididas para diferentes edades y organizadas como una especie de callejón sin salida; un laberinto con agujeros en los muros para que pasen de un lado a otro. También invité a una serie de artistas como Kalder, Miró, Sebastián, Pedro Friedeberg y otros para que cada uno colabore con un diseño de juguete para niños. Mi idea es que el mismo tiempo que sea una obra de muchos artistas sea un museo funcional.

También se habla del proyecto GODIGOSE. ¿Qué es?

Ángela Gurría recibió el encargo de hacer una serie de esculturas en cinco plazas en Villahermosa. Reunió a cuatro artistas, Geles Cabrera, Juan Luis Díaz, Sebastián y yo. De ahí el nombrecito. Las primeras sílabas de nuestros nombres. Empezamos a estudiar la problemática que encerraba el sólo trabajar en grupo, ya que disentíamos totalmente en ideas. Llegamos a un acuerdo para trabajar sobre una misma temática. Desde luego, no será nada parecido a la Ruta de la Amistad, tan disímbola, sino que dará la impresión de estar hecha por un solo artista.

Sabemos que en Holanda le han encargado unas Torres y que serán subterráneas. ¿Por qué?

Un psiquiatra me dijo que tengo miedo de los subterráneos. Quizás lo que quiero es poner ese miedo bajo tierra.

Se dice que hay artistas que crean por crear y otros que se comprometen con el momento histórico. ¿Qué es válido para usted?

Yo creo que ambos caminos son válidos. En tiempos pasados se pensaba más en el arte por el arte. Lógicamente esto no satisface al artista que quisiera servir, y yo definitivamente pertenezco al grupo que quiere servir.

¿Qué piensa de nuestros monumentos?

El Ángel me encanta, aunque sea como punto de referencia. El Monumento a la Revolución lentamente se integra a su contexto. Las Torres de Satélite les "dan en la torre" a los edificios de los alrededores. El Caballito como escultura es bonita, ¿pero quién la ve?... es un paso de coches. El pobre de Cuauhtémoc está perdido a pesar de su pedestal, y Cuitláhuac es una mosca entre los gigantescos edificios de Tlatelolco.

¿Cómo ve usted el futuro de la arquitectura?

La arquitectura es efímera, de vidrio. Se hace para diez años, después se quita el edificio para poner otro. Si la humanidad llega al año 2000, habrá que usar un poco de ficción para planear la arquitectura. Es bueno que la fantasía artística sueñe cómo podrá ser su vida, ya que es imposible prever el futuro.

¿Económicamente produce su profesión?

Hasta hace 5 años me moría de hambre, ahora ya no. Pero no te haces rico a menos de que seas Tamayo y hagas lo que te dé la gana.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

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