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viernes, 11 de octubre de 2024

Viento negro (1964)

 



Viento negro 

México, 1964 

Marco Villa | Historiador 

Filmada en el desierto de Altar, esta cinta recrea la trágica historia de una quinteta de trabajadores enviados ahí en 1937 para rectificar el trazo de la línea por la que correría el tren que comunicará a Mexicali con el resto del país. 


"Tengo tres razones para vivir: mi hijo, partir este maldito desierto y tu amistad", le responde el capataz Manuel Iglesias a Lorenzo Montes, luego de que este intentara agredirlo mientras le reclamaba por los golpes que dio a su propio hijo, así como por su rudo carácter para con sus subordinados. Cierto es que los une una gran amistad, pero Montes, envalentonado por la ebriedad, no repara en calificarlo de "ogro malencarado". Y es que además de su incansable tesón en el trabajo, al temerario Manuel lo distingue el inflexible trato que da a los rieleros, quienes se fajan de sol a sol para cumplir con la encomienda de montar las vías del ferrocarril Sonora-Baja California que atravesará el gran desierto de Altar. 

Es la década de 1930. Los años del esfuerzo cardenista por dar a México renovadas señales de progreso, como extender la red ferroviaria. A decir de la mesa directiva de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), la empresa luce imposible y solo un hombre de la talla de Manuel (interpretado por David Reynoso) podría intentar sacarla adelante. Para los funcionarios, el inclemente clima, las limitaciones técnicas y de recursos podrían poner en riesgo la misión, pero la prestigiosa dirección del Mayor les significa una gran esperanza y por ello lo ha nombrado primer jefe de cuadrilla de la División del Sur. 

Manuel sabe que la vida no está exenta del caos y la angustia cuando se pasan largas temporadas en el desierto, "un tigre dormido que en cualquier momento puede despertar". Por si fuera poco, la súbita presencia del viento negro (tormenta de arena que acarrea con fuerza las cenizas y el polvo de roca volcánica negra del Pinacate) realza el drama y la posibilidad de la muerte cuando, en una misión de exploración, su hijo (Enrique Lizalde) se extravía junto con don Lorenzo (José Elías Moreno) y otros tres trabajadores. El hijo de Iglesias, ingeniero del IPN, tendrá que sacar lo mejor de sí para no sucumbir e incluso es quien anota las anheladas coordenadas que serán la referencia más importante para partir el desierto en dos, como tanto quería el Mayor. 

Esta película rememora los trabajos avalados por la administración de Lázaro Cárdenas, a través de la SCOP, para realizar el trazo y tendido de las vías férreas que conectarán la península bajacaliforniana con Sonora y otros territorios. La tarea, que supuso un gran reto para el gobierno, logró cumplirse al cabo de varios años contra todo pronóstico y pese a la tragedia de los desaparecidos contada en el filme y otras vicisitudes. Aparte, cuando por fin corrió el tren, comenzó una inmigración masiva hacia Mexicali, que pasó de ser una localidad de menor población e infraestructura a una importante ciudad del norte mexicano. Se ha dicho, además, que esta importante obra de las comunicaciones evitó que la península de Baja California terminara anexada a Estados Unidos. 

Con argumento de Mario Martini, el cineasta Servando González Hernández (1923-2008) no solo presenta una visión introspectiva de la industria del riel en los años treinta del siglo pasado, sino también una sensible descripción social y antropológica de los personajes.


(Tomado de: Villa, Marco. Viento negro. Relatos e historias en México. Año XII, número 137. Ciudad de México, 2020)

lunes, 22 de abril de 2024

La rebelión de los colgados (1954)



La rebelión de los colgados

México, 1954


Basada en una obra de Bruno Traven, este filme recrea la explotación de los campesinos en los campos madereros chiapanecos, así como su lucha por mejorar sus condiciones de vida. Es el inicio de la Revolución…


Marco Villa | Historiador


"En un ranchito que formaba parte de la colonia agrícola libre de Cuishin, en los alrededores de Chalchihuistán, vivía Cándido Castro, indio tzotzil, en compañía de su mujer, Marcelina de las Casas, y de sus hijitos, Angelino y Pedrito. Su propiedad alcanzaba más o menos dos hectáreas de un suelo pedregoso, seco, calcinado, que exigía un trabajo durísimo a fin de obtener de él el alimento necesario para los suyos", escribe Bruno Traven al inicio del cuento "La rebelión de los colgados", en que está basada la película aquí presentada.

Un día, Cándido (interpretado por el joven Pedro Armendáriz) se apresta a llevar a Marcelina a la ciudad más cercana porque ha enfermado. El doctor le diagnostica una posible apendicitis y por la operación le cobra doscientos pesos, que necesitará conseguir. Don Gabriel le presta el dinero a cambio de firmar un contrato que más que establecer el pago de la deuda, manda a Cándido a la montería de caoba de la que Félix Montellano (Carlos López Moctezuma) y sus hermanos Severo y Arcadio son los contratistas, pues el lugar es propiedad de manos extranjeras. Ahí será explotado con otros indígenas, quienes soportan los drásticos castigos y trabajan de sol a sol bajo el agobiante clima de la selva chiapaneca.

Es el tiempo en el que convergen el ocaso del Porfiriato y el estallido de la Revolución mexicana. También cuando las voces insurgentes encabezadas por Francisco I. Madero llamaron a sus filas a los sectores campesinos e indígenas, por décadas asolados por los abusos económicos y laborales, así como por la violencia. Y el campo maderero de los Montellano no es la excepción: los peones que cometen faltas son colgados de las manos toda la noche. Pero estos hacendados confían en que don Porfirio estabilizará al país luego de encarcelar A Madero. "Todo el país está en crisis [pero] nuestra respuesta debe ser caoba, caoba y más caoba. Mañana abriremos un nuevo campo cerca del río. Y sacaremos toda la madera, así tengamos que colgar a todos los indios de Chiapas por el cuello", dice don Severo, entre risas y sorbos de licor.

Filmada a partir de febrero de 1954 en los estudios Churubusco y en Chiapas y estrenada el siguiente noviembre en el cine Chapultepec de Ciudad de México, La rebelión de los colgados fue la segunda adaptación de una obra de Bruno Traven -la primera fue El tesoro de la Sierra Madre (EUA, 1947)-. Se cuenta que, durante el rodaje, los desacuerdos entre el productor José Kohn y el Indio Fernández terminaron con la renuncia de este y la llegada de Alfredo B. Crevenna a la dirección; sin embargo, el nuevo realizador no estuvo a la altura y "mucho fue salvado" por Gabriel Figueroa, a decir de la editora Gloria Schoemann. "Gracias a su maravillosa fotografía -añade- pudimos resolver el problema con una secuencia en la que faltaba una balacera que no se filmó. De su negativo pudimos sacar una escena de noche".

La película dividió opiniones de la crítica en nuestro país. Pese a ello, fue seleccionada para participar en el Festival de Venecia, donde la prensa publicó que "fueron plenamente merecidas las ovaciones finales de la numerosísima concurrencia que sobrepasó el cupo de la gran sala del Palazzo del Cinema y de la vasta Arena (Il Gazzetino)."


La rebelión de los colgados 

Dirección: Emilio Fernández y Alfredo B. Crevenna. 

Música: Antonio Díaz Conde. 

Protagonistas: Pedro Armendáriz, Ariadna Welter, Carlos López Moctezuma, Víctor Junco, Amanda del Llano, Tito Junco, Ismael Pérez Poncianito, Álvaro Matute.

Duración: 85 minutos.


(Tomado de: Villa, Marco. Vamos al cine: La rebelión de los colgados. Relatos e historias en México, año 12, número 135. Ciudad de México, 2019)